Los papeles secretos del Opus Dei: de las confidencias «salvajes» a la maleta del 23-F

 

Un libro clandestino de Ruedo Ibérico desveló en 1970 el código que reguló la organización hasta 1982. El Opus no confirma su veracidad. Exnumerarios aseguran que sigue vigente

Foto: Escrivá de Balaguer con uno de los artículos secretos de fondo. (montaje: Carmen Castellón)
Escrivá de Balaguer con uno de los artículos secretos de fondo. (montaje: Carmen Castellón)

Prólogo: San Sebastián, septiembre de 1970, Consejo de Ministros presidido por Francisco Franco. Un ministro envía a su chófer a Hendaya (a 21 kilómetros, en Francia, junto a la frontera) a comprar un libro del que todo el mundo habla en España, pero que solo se puede comprar de contrabando… o en otro país: ‘La prodigiosa aventura del Opus Dei. Génesis y desarrollo de la Santa Mafia‘ (1970).

Escrito por Jesús Ynfante y editado desde el exilio parisino por Ruedo Ibérico, el ensayo incluía los estatutos secretos del Opus Dei y una larga lista de socios de la Obra con cargo en la administración pública. Las posibilidades de que el ministro se deleitara con las revelaciones de un libro antifranquista que atacaba al Opus por tierra, mar y aire son altas…

En boca cerrada no entran moscas

Palabra de José María Escrivá de Balaguer —fundador del Opus Dei, muerto en 1975 y santo de la Iglesia católica— en ‘Camino‘ (1934):

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1) «¡Qué fecundo es el silencio! Todas las energías que pierdes con tu falta de discreción son energías que restas a la eficacia de tu trabajo. Sé discreto». 2) «De callar no te arrepentirás nunca: de hablar, muchas veces». 3) «Nunca te habré ponderado con bastante encarecimiento la importancia de la discreción. Si no es el filo de tu arma de combate, te diré que es la empuñadura».

Lo contó Carandell en su biografía sobre Escrivá: el padre Arrupe, líder de los jesuitas (1965-1983), asombrado por la opacidad de Escrivá, dijo una vez: «A veces dudo de que exista».

¿Donde acaba la discreción y donde empieza la ocultación? ¿Ha sido utilizado este secretismo en beneficio de una comunidad espiritual con intereses políticos? ¿O creer que el Opus mueve los hilos es pura teoría de la conspiración alimentada involuntariamente por su falta de transparencia? Estas preguntas sobrevuelan desde su fundación a la Obra —nombre popular del Opus Dei, término latino que significa «Obra de Dios»—, y quizá sigan vigentes en 2018, año Opus: la Obra cumple 90 años de su creación y 100 de la vocación de Escrivá.

El libro surgió tras una rocambolesca filtración en el corazón de la Obra

Para entender estos dilemas no hay mejor objeto de estudio que el momento en que la tensión entre secretismo y política llegó al límite en la Obra, en las periferias del 68, tras coincidir el mayor grado de penetración del Opus en los gobiernos franquistas, con la publicación de una bomba de relojería contra la organización religiosa: ‘La prodigiosa aventura del Opus Dei. Génesis y desarrollo de la Santa Mafia’. Surgido tras una rocambolesca filtración en el corazón mismo de la Obra, el libro desveló los secretos más inconfesables del Opus, alcanzó el éxito como superventas clandestino y reforzó el estatus de Ruedo Ibérico como enemigo número uno editorial del franquismo. O cuando la tradicional discreción del Opus se quebró de la manera más ruidosa y escandalosa posible con una serie de revelaciones… que aún colean.

El parto

Editor paga generoso adelanto a autor novato, autor se salta todos los plazos, editor quiere ‘matar’ a autor… He aquí un arquetipo editorial que se reprodujo con especial virulencia durante la elaboración de ‘La prodigiosa aventura del Opus Dei’. En una esquina del ‘ring’, José Martínez (Valencia, 1921-1986), que en 1961 fundó Ruedo Ibérico en París con un grupo de refugiados del franquismo. En la otra, un joven jerezano llamado Jesús Ynfante, que en 1967 apareció por la capital francesa con una carpeta de información confidencial sobre el Opus bajo el brazo, que incluía, entre otras muchas cosas, los supuestos estatutos secretos de la organización, nunca antes publicados…

Martínez e Ynfante se pusieron rápidamente de acuerdo: había que publicar un libro, hacerlo rápido y pagarlo bien. Dicho lo cual, empezaron los problemas…

«Fue un proceso tortuoso. Ynfante era muy joven y no sabía cómo escribir algo así, cómo manejar la documentación, cómo lograr que aquello no fuera un bodrio», cuenta Marianne Brull (Suiza, 1935) desde Barcelona. Brull —que llegó a París para trabajar con el mítico librero Pierre Berès, fue compañera de José Martínez y jugó un papel decisivo en Ruedo Ibérico— cree que el libro «casi lo acabó escribiendo Martínez».

Jesús Ynfante era en el fondo un señorito andaluz, bohemio, sí, pero señorito

Alfonso Colodrón (Granada, 1945) fue otra de las cabezas visibles de Ruedo Ibérico. Visitó varias veces a Ynfante en su piso del Barrio Latino para pagarle adelantos y comprobar ‘in situ’ por qué tardaba tanto en escribir cada capítulo. Ha pasado medio siglo desde entonces, pero a Colodrón —que nos recibe en su casa de la periferia madrileña— le da la risa floja al recordarlo: el atasco creativo de Ynfante no se debió tanto a una carencia de técnica como a un, ejem, exceso de bohemia. «Un día le encontré a la una de la tarde en la cama, fumando marihuana con su novia… No era raro que se levantara por la mañana y alegara no estar inspirado para escribir… En el fondo era un señorito andaluz, bohemio, sí, pero señorito».

El ambiente, desde luego, no era el más apropiado para centrarse, en pleno ‘boom’ del 68, con Ynfante metiéndose en fregados: en 1969, pasó un mes por una cárcel parisina tras una algarada. Además estaban sus ganas de vivir la vida, dejarse ver por los cafés, participar en las tertulias ácratas de un ilustre exiliado, Agustín García Calvo, e invitar a los amigos con el dinero fresco proporcionado por Martínez, que según Colodrón, «era un editor a la americana: no solo ideaba los libros, sino que pagaba un dinero que no tenía, era un manirroto, no consigo mismo, con sus autores».

Ynfante se convirtió en un personaje mítico del exilio español en París: era el tipo que estaba escribiendo un libro sobre el Opus

«Ynfante se convirtió en un personaje mítico del exilio español: era el tipo que estaba escribiendo un libro sobre el Opus», recuerda Colodrón. En efecto, Ynfante mutó en icono progre de café parisino antes incluso de entregar el manuscrito, leyenda que no impresionó a su editor: Martínez acabó «hasta los cojones de él», según Colodrón.

«Ynfante estaba enfrascado en llevar la vida ‘hippie’ de un señorito de Jerez. Siempre tenía una excusa a mano para no trabajar: o no estaba inspirado, o se estaba fumando un porro o tenía que irse a conspirar con otros ‘garciacalvistas’ que citaban a Cioran y a Sócrates sin parar. Ynfante y Martínez casi se pegan un día. El libro se escribió a base de amenazas», concluye Colodrón.

[Jesús Ynfante, que más tarde escribiría varios libros sobre Escrivá y la Obra y lleva una década fuera de la circulación, no ha podido ser contactado para este reportaje].

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Todo valía, no obstante, con tal de publicar un libro que podía provocar un terremoto en el interior del franquismo, como así fue. El contexto no podía ser más explosivo: con la Obra copando ministerios, y con Matesa coleando (escándalo de corrupción del régimen que visibilizo las luchas de poder entre «tecnócratas» del Opus y falangistas dentro de un tardofranquismo en decadencia).

«Ruedo Ibérico era una editorial política en todos los sentidos, es decir, no es que publicaran libros políticos, es que se fundó como una herramienta para hacer daño al franquismo. El objetivo era que los libros circularan por España pese a la censura. El Opus era el gran dominador de los gobiernos de Franco y tenía muchos enemigos. El libro de Ynfante hizo bastante daño», asegura Albert Forment, autor del ensayo ‘José Martínez: la epopeya de Ruedo Ibérico’ (Anagrama, 2000).

Aunque oficialmente se trataba de un libro inexistente, José María Ruiz Gallardón —político, abogado y padre de Alberto Ruiz-Gallardón— publicó (octubre de 1970) un largo artículo en ‘ABC’ calificando el ensayo de Ynfante de «pornocultura».

La filtración

La crisis de Gobierno de octubre de 1969 —desencadenada tras el nombramiento del príncipe Juan Carlos de Borbón como heredero político de Franco— marcó un antes y un después en el poder de la Obra. Según el libro de Ynfante, los siguientes ministerios pasaron a estar en la órbita del Opus Dei: Gregorio López Bravo (Asuntos Exteriores), Juan Castañón Mena (Ejército), Enrique Fontana Codina (Comercio), José Luis Villar Palasí (Educación y Ciencia), Laureano López Rodó (Desarrollo), Alfredo Sánchez Bella (Información y Turismo), Tomás Garicano Goñi (Gobernación), Alberto Monreal Luque (Hacienda), José María López de Letona (Industria) y Vicente Mortes Alfonso (Vivienda). Era tan evidente que el Opus era la fuerza hegemónica que se le bautizó como «el Gobierno monocolor».

No es de extrañar pues que se multiplicaran los desmentidos de la Obra: Escrivá de Balaguer habló en ‘ABC’ poco después de la remodelación ministerial: «El Opus no ha entrado ni entrará nunca en la política de grupos y partidos, porque su misión no es la política».

Tampoco es extraño que, entre las teorías sobre cómo se había hecho Ruedo Ibérico con documentos confidenciales del Opus, triunfara la que apostaba por una filtración falangista dentro del régimen. Pues bien: no fue así. La filtración fue interna y se produjo de manera un tanto azarosa: partió (sin querer) del corazón mismo del centro de poder del Opus: el despacho de José María Escrivá de Balaguer

José Vidal-Beneyto fue miembro destacado de la oposición antifranquista. Hijo de buena familia, políglota y futuro fundador de ‘El País’, dinamizó el Contubernio de Múnich y la coalición de fuerzas políticas de la Junta Democrática. Menos recordado es que Vidal-Beneyto perteneció a la Obra durante su juventud, y menos aún que fue secretario personal de Escrivá de Balaguer…

Cuando Vidal-Beneyto abandonó el Opus, se llevó unos cuantos documentos internos. Pues bien: un secretario de Vidal-Beneyto le birló los papeles del Opus en 1967. Su nombre era, redoble de tambores, Jesús Ynfante… Alfonso Colodrón, que confirma esta historia, la resume con sorna: «Entre secretarios anda el juego».

Otra versión del suceso es que Vidal-Beneyto miró hacia otro lado cuando Ynfante se llevó los papeles; no obstante, Vidal-Beneyto —que murió en 2010— aseguró alguna vez en público que se trató de un robo.

Lo que no sabía Vidal-Beneyto es que, al meter a Ynfante en su casa, activó involuntariamente la madre de todas las filtraciones sobre el Opus…

Canonización de Álvaro del Portillo, sucesor de Escrivá, en 2014. (AP)
Canonización de Álvaro del Portillo, sucesor de Escrivá, en 2014. (AP)

La distribución

Lograr que Ynfante entregara el manuscrito fue una tarea titánica, pero las dificultades no habían hecho más que empezar: ahora había que entregar el libro prohibido al lector español. Ruedo Ibérico tenía una red de distribución clandestina más o menos precaria en el interior —en el exterior contaban con las librerías de la frontera, con su tienda parisina (abierta en 1970) y con los turistas politizados que cargaban maletas de libros a la vuelta de sus viajes— pero la idea era dar el do de pecho: dado que el franquismo apretaría las clavijas cuando se conociera la publicación de un libro sobre el Opus Dei, Martínez inició la distribución en España antes de anunciar el lanzamiento.

Escultura de Escrivá de Balaguer en la Almudena. (Carmen Castellón)
Escultura de Escrivá de Balaguer en la Almudena. (Carmen Castellón)

El hombre clave de esta operación fue, no se lo pierdan, un ex guardia civil llamado Rufino Torres, que distribuía los libros de Ruedo Ibérico bajo la fachada de un negocio editorial legal; gracias a sus contactos en los cuerpos y fuerzas de seguridad… y a contar con liquidez para sobornos.

Nos lo cuenta Marianne Brull en esta entrevista:

PREGUNTA. Para distribuir los libros en España contabais con la colaboración de un antiguo guardia civil. ¿Cuál era su método?

Se llegaron a pegar verdaderas fortunas por el libro de Ynfante en España: entre 5.000 y 10.000 pesetas el ejemplar. Era droga dura

RESPUESTA. Mandábamos los libros a Barcelona en sacas postales de unos 30 kilos, y él se encargaba de que nadie las inspeccionara en Correos…

P. Entiendo que sobornaba un poco a los empleados de aduanas de Correos…

R. ¡Un poco, dices! Los envíos se hacían siempre desde la misma oficina de correos en París, el día que nos indicaba Rufino, sin remite y de manera que pudieran ser localizados fácilmente por los empleados de aduanas… previamente sobornados por Rufino. Fácil no era.

P. Uno de los efectos secundarios de manejar mercancía clandestina —con su consiguiente red de intermediarios y de funcionarios que tenían que mirar hacia otro lado— era el encarecimiento del precio…

R. Sí, se llegaron a pagar verdaderas fortunas por el libro de Ynfante en España: entre 5.000 y 10.000 pesetas el ejemplar. Era droga dura…

P. Fue vuestro gran ‘best seller’…

R. Fue ‘best seller’ temporalmente. Nosotros publicamos dos libros que se vendieron bien durante muchos años: ‘El laberinto español’, de Gerald Brenan, y ‘La Guerra Civil española’, de Hugh Thomas, y luego está el de Ynfante, que vendió una barbaridad durante el primer año y medio.

P. ¿Cuánto?

R. En total habrán sido unos 25.000 o 30.000 ejemplares, o quizá más…

P. Es mucho para un libro con distribución clandestina.

Tiramos 5.000, luego 10.000 más, y luego otros 10.000 y se vendieron. Éramos el diablo

R. Mucho, sí. Tiramos 1.000 ejemplares de entrada, con la lista de los miembros del Opus Dei encartada (por si hacía falta retirarla por orden judicial, y poder seguir vendiendo el libro). La mitad de esa primera edición entró en España antes del lanzamiento oficial, para garantizar que llegaba a las librerías sin que el franquismo pudiera tomar medidas. El resto de la tirada se distribuyó en las librerías de la frontera, en la costa vasca, de Biarritz a San Juan de Luz. Las librerías empezaron de pronto a hacernos pedidos de cien en cien. No sabíamos qué hacer, Corríamos el riesgo de tirar 5.000 ejemplares más y comérnoslos. Era muy arriesgado para una editorial pequeña. Tiramos 5.000, y luego 10.000 más, y luego otros 10.000… y se vendieron… Éramos el diablo…

P. ¿Qué medidas tomó el franquismo para frenar el libro?

R. Nosotros estábamos en Francia, que era una democracia, éramos una empresa francesa que publicaba libros en castellano. Lo que quiero decir es que no pudieron acabar con nosotros, aunque entiendo que hubo presiones de la Embajada de España en París. Lo que sí hubo fueron envíos de libros que nunca llegaron a su destino…

P. ¿Vendisteis el libro a otros países?

Los mismos que pagaron para publicar el libro en Alemania decidieron luego no hacerlo, es decir, lo enterraron

R. Yo vendí personalmente los derechos para Alemania durante la Feria del Libro de Fráncfort. Lo curioso es que, pese a que había varias editoriales alemanas interesadas y acabamos consiguiendo un buen dinero para ser una editorial pequeña, los mismos que pagaron para publicar el libro en Alemania decidieron luego no hacerlo, es decir, lo enterraron.

P. Se dice que altos cargos del franquismo aprovecharon sus vacaciones en París para comprarse el libro…

R. Teníamos nuestras sospechas, pasaba gente muy trajeada por la librería de Ruedo Ibérico, lo que es seguro es que eso pasó en las librerías de la frontera… Lo cuenta un antiguo librero de Hendaya en el documental de TVE, ‘Ruedo Ibérico: radicalmente libre‘.

P. ¿Cómo era el original de los estatutos secretos de la Obra?

R. Estaba escrito en latín. Se dice que el Opus contaba con pocos ejemplares, y que en cada uno de ellos había un error para que, en caso de filtración, se pudiera localizar al filtrador.

La traducción de García Calvo

La ‘Constitución del Opus Dei’ era, según Ruedo Ibérico, un documento secreto cuya reproducción estaba prohibida y al que solo tenían acceso los responsables generales del Opus y la jerarquía regional. El texto fue traducido del latín por Agustín García Calvo, uno de los mayores expertos españoles en lenguas clásicas [en 1965, y tras unas protestas estudiantiles, García Calvo había sido apartado de su cátedra en la Complutense junto a Aranguren y Tierno Galván].

García Calvo recurrió a la ironía en una nota del el libro de Ynfante: «Estando el original escrito en un latín que, ya dentro de la barbarie burocrática del latín eclesiástico, parece especialmente hórrido y torpe, salpicado incluso de algunas faltas gramaticales, ha sido imposible por razones obvias reproducir en la versión esas barbaries de la gramática y el estilo; confiamos en que ese beneficio que, muy a nuestro pesar, hemos tenido que hacerle al producto sea la sola infidelidad notable de esta traducción».

La bomba italiana

La polémica sobre la Constitución secreta del Opus —cuya veracidad nunca fue confirmada por la organización— pareció zanjarse en 1982, cuando la Santa Sede de Juan Pablo II aumentó la autonomía del Opus, que pasó de Instituto Secular (lo era desde 1950 y le permitía regirse por sus propios estatutos) a Prelatura Personal (la única de la Iglesia católica), al tiempo que el Opus presentaba nueva Constitución. Pero la paz estatutaria volvió a saltar por los aires en febrero de 1986, al publicar el semanario italiano ‘L’Espresso’ los supuestos estatutos secretos del Opus Dei en una ‘exclusiva mundial’ del vaticanista Sandro Magister.

La información, que presentaba al Opus como una organización secreta, fue desmentida tajantemente por la dirección central de la Obra en Roma, que la calificó de «insultante» e «intimidatoria». «No existe ni ha existido nunca ningún estatuto secreto del Opus Dei», zanjó el Opus.

No obstante, el artículo generó un gran escándalo en Italia, donde pocos dudaron de su veracidad. El corresponsal de ‘El País‘ en Roma lo explicó así:

Estas reglas se remontan a 1950… y hasta hoy eran desconocidas, incluso por los obispos donde actúa el Opus Dei y por el Vaticano

«Estas reglas se remontan a 1950… y hasta hoy eran desconocidas, no solo por los mismos miembros de la Obra, sino incluso por los obispos donde actúa el Opus Dei y por el Vaticano, que, al parecer, ha pedido ahora un ejemplar de las mismas… En 1949 el Opus había obtenido del Vaticano el privilegio exclusivo de no entregar los estatutos íntegros a los obispos de las diócesis donde residen, pudiendo ofrecerles solo un pequeño resumen, que contenía 26 de los 479 artículos del documento secreto. Desde la aprobación (1982) del Opus como ‘prelatura nullius’ —que debía haber acabado con el secreto clásico del Opus— dicho resumen para los obispos ha sido ampliado a 180 artículos… Pero ‘L’Espresso’ afirma que en dicho resumen se ocultan ‘todas las reglas claves de la vida interna de la obra como si no existieran'».

Es decir, que la cúpula del Opus había ocultado conscientemente al Vaticano (y al resto del mundo, incluidos sus propios miembros) artículos como el 190 («Se debe ocultar el número de socios y con los extraños no se debe hablar de ellos«) o el 193: «Estas Constituciones, las instrucciones publicadas y las que puedan en lo futuro publicarse, así como los demás documentos no han de divulgarse; más aún, sin licencia del Padre [Escrivá de Balaguer], aquellos de dichos documentos que estuvieren escritos en lengua latina ni siquiera han de traducirse a las lenguas vulgares«. Es decir, que el artículo 193 certificaba que las normas internas del Opus eran más que secretas: ni siquiera podían traducirse al español.

Exmiembros del Opus Dei en España dan como probable que siga existiendo este código secreto

«Exmiembros del Opus Dei en España dan como probable que siga existiendo este código secreto, aunque aseguran que únicamente han tenido acceso a él los máximos responsables de la Obra en cada país. Algunas de estas fuentes mantienen que tan solo se ha distribuido un único ejemplar por cada país con el nombre del destinatario, para evitar que sea reproducido», concluía su información ‘El País’.

El artículo de ‘L’Espresso’ sostenía, en definitiva, que los estatutos de 1982 habían sido un lavado de cara: algunos artículos de la Constitución de 1950, ideada por Escrivá, seguían en pie. La vigencia de una parte de la Constitución secreta del 50 (al que en este artículo llamamos también «estatutos» o «código» para no repetirnos) ha sido denunciada por exmiembros de la Obra en varias ocasiones desde entonces.

De lo que quizá no eran conscientes en Italia en 1986 era que la exclusiva mundial no era tal: el documento citado y traducido por el medio italiano tenía exactamente el mismo contenido que el publicado por Ruedo Ibérico en 1970, lo que, por otra parte, reforzaba la veracidad del ‘scoop’ del libro de Ynfante.

Una monja recibe confesión durante la ceremonia de beatificación de Álvaro del Portillo, sucesor de Escrivá de Balaguer, en Valdebebas en 2014. (AP)
Una monja recibe confesión durante la ceremonia de beatificación de Álvaro del Portillo, sucesor de Escrivá de Balaguer, en Valdebebas en 2014. (AP)

La versión del Opus

Visitamos la Prelatura del Opus Dei en Madrid para conocer su opinión sobre el libro de Ynfante, su polémica Constitución del 50 y el alcance político de la Obra. La Oficina de Información del Opus responde a dos de nuestras preguntas por escrito.

PREGUNTA: Los documentos que publicaron primero Ruedo Ibérico (1970) y luego ‘L’Espresso’ (1986) eran los estatutos / la Constitución del Opus Dei vigente de 1950 a 1982? Y si no es así: ¿era algún tipo de documento ‘secreto de uso interno’ del Opus?

No existe ni ha existido jamás un estatuto secreto del Opus Dei

RESPUESTA: No existe ni ha existido jamás un estatuto secreto del Opus Dei. Todas las normas jurídicas por las que se ha regido el Opus Dei a lo largo de su historia han sido públicas, dadas y aprobadas por la Santa Sede, y perfectamente conocidas por todos los obispos de las diócesis donde estaba presente el Opus Dei. El itinerario jurídico del Opus Dei contempla cambios en sus normas jurídicas en 1950 y 1969, hasta que en 1982 la Santa Sede da los únicos estatutos vigentes, disponibles por ejemplo en la web del Opus Dei. En más de una ocasión se han presentado esos textos de forma fragmentaria y unilateral, sin su auténtico significado. Los estatutos establecen que los miembros del Opus Dei no deben ocultar o esconder su pertenencia a la Prelatura. El fundador escribió y enseñó desde el principio de la Obra, que el espíritu del Opus Dei rechaza completamente el secreto y el secreteo.

P. ¿Actuó el Opus como grupo de presión política durante el tardofranquismo? ¿Actúa ahora como ‘lobby’ político o cada miembro es de su padre y de su madre?

R. Ni entonces ni ahora. Cada miembro del Opus Dei actúa bajo su responsabilidad personal, como puede entender cualquiera que se asome sin prejuicios a la vida política española.

Cada miembro del Opus Dei actúa bajo su responsabilidad, como puede entender cualquiera que se asome sin prejuicios a la política española

Es decir, el Opus niega tener o haber tenido nunca un estatuto secreto, pero no desmiente que el texto publicado por Ruedo Ibérico fuera su Constitución de 1950, lo único que confirma es que no era secreta.

Las confesiones

El mundo secreto del Opus Dei’ (1990), del exjesuita Michael Walsh, es uno de los ensayos críticos con la Obra más difundidos en el mundo anglosajón. A Walsh le asombra tanto la extrema dificultad para conseguir una copia de la Constitución de 1950 como su contenido: «Aunque se publicó otra en 1982, este fascinante documento no ha sido invalidado. La sección 2 de las ‘Disposiciones finales’ de la versión de 1982 insiste en que la regla anterior sigue vigente, excepto en lo que esté específicamente revocado», escribe.

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A Walsh no le gusta la división en clases de los miembros del Opus (de los distintos tipos de numerarios —los internos del Opus— a los supernumerarios, que viven y trabajan por su cuenta), instaurada justo cuando «otros cuerpos religiosos dentro de la Iglesia católica estaban haciendo justamente lo contrario, intentando reducir las rígidas distinciones que hasta entonces habían existido».

Pero lo que le chirría por encima de todo de la Constitución del 50 son las «confidencias». «O la exigencia de que ‘cada semana todos los miembros hablen de forma familiar y en confianza con el director local, para que pueda organizarse y fomentarse una mejor actividad apostólica’ (artículo 255)… Las ‘confidencias’ son una de las ‘obligaciones devotas’ de los miembros del Opus. Son, dice el artículo 268, ‘una conversación abierta y sincera’ con el director, de modo que los superiores puedan tener un conocimiento ‘más claro, más completo y más íntimo’ de los miembros… Se supone que son una ayuda para el progreso espiritual de un individuo… Por tanto, se da por sentado que deben ser muy detalladas. Se espera que los miembros informen a sus directores sobre su vida sexual y sus problemas… Nada de esto ocurre bajo el ‘secreto de confesión’ de los católicos; el compromiso de secreto absoluto (hasta la muerte, si es preciso; la Iglesia tiene mártires para probarlo) de lo que se revela a un sacerdote en el sacramento de la confesión», escribe Walsh.

La confidencia era una práctica habitual de las órdenes religiosas… hasta que fue prohibida por la Iglesia católica en el remoto 1890; por lo que resulta «extraño que la Constitución de 1950 recibiese la aprobación del Vaticano», según este historiador católico y exmiembro de la Compañía de Jesús.

El renegado

El malestar que le generaban dichas confidencias fue el principal motivo por el que Antonio Esquivias abandonara el Opus tras haber ocupado varios cargos internos relevantes durante treinta años: de director de residencias a encargado de resguardar los informes confidenciales sobre los numerarios. Esquivias ha publicado un libro duro —’El Opus Dei. El cielo en una jaula‘ (Libros.com, 2015)— en el que pinta una Obra más cercana a un servicio de espionaje que a una organización caritativa, un sistema vertical que, según él, funciona a golpe de confidencias y delaciones.

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En el Opus posterior a la muerte de Franco, entre mediados de los setenta y mediados de los noventa, periodo descrito por Esquivias, no solo seguían vigentes los artículos más controvertidos de la Constitución de 1950, sino prácticas aún más extrañas.

Los directores leían las cartas personales que recibía cada numerario en las residencias de la Obra. Era obligatorio hacerlo. «Yo he realizado esta función multitud de veces», admite Esquivias.

Todo el sistema de organización giraba en torno a las confidencias. «Todo se llega a saber y todo se transmite. Es decir, en la parte inicial del sistema de control los directores reciben la ‘confidencia’ de los miembros de la Obra; en la sinceridad de esa ‘confidencia’ se insiste constantemente, hay que ser ‘salvajemente sinceros’ en palabras del fundador, de este modo el director lo sabe todo», escribe Esquivias.

Estas confesiones salvajes se producían una vez a la semana, durante una media hora y con el director de cada centro: «En dicha conversación manifiestas con gran sinceridad todo lo que te pasa».

Una vez concluida esta particular confesión, cada director pasaba el parte, y la información confidencial sobre el numerario se volcaba en un informe cuyo contenido reflejaba la vida íntima hasta el más mínimo detalle: de las mortificaciones corporales a los pecadillos sexuales, pasando por la lista de lecturas… siempre a la búsqueda de «incumplimientos». «Los informes se centran en las dificultades, o sea, en lo negativo, pues aquellos que ‘cumplen’ con lo previsto son difíciles de reflejar en un informe», cuenta Esquivias.

El informe se archivaba luego en un lugar secreto hasta la siguiente actualización…

La habitación del pánico

Esquivias se incorporó a los veintidós años a la dirección de la Obra, «al centro de la burocracia del Opus en España», con el título de oficial. Su trabajo —en un edificio del barrio de Salamanca— consistía en archivar los informes de todos los numerarios que había en España, unos cinco mil por aquel entonces. El oficial metía los informes en unas maletas y las maletas en los armarios de la habitación donde trabajaba, en la que solo podían entrar los directores de la Obra para España.

«Están en maletas para poder salir corriendo con todos los informes en caso necesario, ya que es uno de los informes más sensibles de todo el edificio. En el tiempo que estuve allí se salió corriendo con las maletas, que llenas de papel pesan como demonios, en dos ocasiones, cuando los socialistas ganaron las elecciones, y el 23-F… Lo supe al contemplar al día siguiente los armarios vacíos y oír la explicación», zanja

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