Zelenski comienza a perder el encanto entre sus aliados tras la gestión de la crisis del misil en Polonia

Ucrania desdice a la OTAN y continúa asegurando que el misil que impactó en Polonia era ruso. En varias capitales occidentales comienzan a surgir las primeras grietas y desconfianza hacia el líder ucraniano.

14/11/2022
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, habla con la prensa durante una visita a la ciudad reconquistada de Jersón, Ucrania, el 14 de noviembre de 2022.  OLEG PETRASYUK / EFE/EPA

Los primeros compases de la contienda estuvieron marcados por polémicas decisiones de Zelenski como la suspensión de la actividad de una decena de partidos de la oposición alegando vínculos con Rusia. Durante estos meses de conflicto, los medios de comunicación ucranianos difícilmente se distancian de la posición oficial. En tiempos de guerra, la batalla mediática es una parte imprescindible. Sin embargo, el retroceso democrático de Ucrania, un país joven que arrastra problemas de separación de poderes o corrupción desde hace años, ha tenido poco impacto entre el eje occidental. A lo largo de estos nueve meses, los líderes europeos y estadounidenses han cerrado filas con Kiev limitando cualquier crítica sobre la gestión en el conflicto.

Pero algo podría cambiar con los últimos acontecimientos. En algunas capitales comienza a surgir la sensación de que Zelenski ha ido demasiado lejos acusando directamente a Rusia de atacar territorio aliado. A falta de las conclusiones finales de las investigaciones oficiales, las evidencias preliminares de la inteligencia de los miembros de la Alianza Atlántica apuntan como responsable al sistema de defensa aérea ucraniano. Horas después de que el propio Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, avalase esta teoría, el ucraniano lo contradijo en una polémica intervención en televisión que no ha gustado en muchas capitales.

«El terror ya no se limita a nuestras fronteras nacionales. Un misil ruso ha golpeado Polonia, territorio OTAN», afirmó Zelenski poco después del incidente en una granja de Polonia, a diez kilómetros de la frontera con Ucrania. «Es un grave error de Zelenski sacar conclusiones precipitadas y verter estas acusaciones de forma tan frívola y con esas palabras inflamatorias tras lo ocurrido en Polonia», analizó en Twitter el analista local Viktor Kovalenko, responsable del podcast UkraineDecoded. La CNN revela que el asesor de seguridad nacional de Biden llamó inmediatamente a los de Zelenski para pedirle que midiese el tono y las palabras sobre los hechos que acababan de acontecer. La estrategia de Occidente era, al contrario que en Kiev, la contención y la cautela hasta tener más claridad sobre lo ocurrido.

La muerte colateral de las primeras dos personas fuera de las fronteras ucranianas a causa de la guerra puso a la OTAN ante la situación más compleja desde el inicio del conflicto. Pero Occidente reaccionó con cautela y contención hasta que contase con más detalles. «Es improbable que el misil proviniese de Rusia». Esta frase de Joe Biden, presidente norteamericano, poco después del incidente abrió el camino para la rebajar la tensión. Pero Ucrania ya había marcado su escenario afirmando que se había producido «un ataque de misil ruso sobre la seguridad colectiva», lo que daba lugar a «una escalada importante».

La OTAN siempre ha rechazado ser parte directa del conflicto en Ucrania. Pero en los cuarteles de Kiev siempre han querido un apoyo más firme. La gran diferencia ha sido que el país no es miembro de la Alianza y, por tanto, no está bajo el paraguas del Artículo 5, la sagrada cláusula de defensa colectiva que implica que si un país es atacado, lo son todos. Un ataque deliberado con misiles rusos en territorio aliado, como el ocurrido en Polonia, habría hecho cambiar por completo el escenario actual, obligando a los 30 miembros a reaccionar.

Por todo ello, y dado lo delicado de la situación actual, la retórica y la dureza de Zelenski están haciendo aflorar las primeras grietas con sus aliados. El ucraniano corre el riesgo de empezar a ser cuestionado y a perder confianza en París, Washington o Berlín. La cadena británica BBC cita a diplomáticos occidentales reconociendo que estas actuaciones están agotando la paciencia en varias capitales. La Hungría de Víktor Orbán, el país más cercano a Vladimir Putin dentro del seno comunitario, habló abiertamente a través de Gergely Gulyas, jefe de gabinete del primer ministro, del «mal ejemplo» de Zelenski al acusar «sin dudas» y sin pruebas a Moscú del incidente.

Esta desidealización del mandatario ucraniano en algunas capitales –que no se traslada a sus más incondicionales en el norte y este de Europa– llega tras nueve meses de una guerra que no cuenta con perspectivas de paz. En paralelo, el conflicto está dejando consecuencias socioeconómicas y energéticas muy graves y muy punzantes para los bolsillos de millones de ciudadanos. Cada mes que la guerra se prolonga aumenta el riesgo de acentuar la ya presente fatiga ucraniana.