Un proyecto en Viena ofrece trabajo a los desempleados de larga duración
Sobre este proyecto
El «Demontage- und Recycling-Zentrum» (Centro de Desmontaje y Reciclado), también conocido por sus siglas DRZ, ofrece trabajo temporal a los demandantes de empleo de Viena, aumentando así sus posibilidades de encontrar puestos de trabajo permanentes. El departamento de desmontaje del DRZ clasifica, desmonta y recicla antiguos aparatos eléctricos, que el departamento de reutilización repara posteriormente. El Centro alberga también el «trash_design manufactory», un taller en el que se crean productos valorizados a partir de residuos electrónicos.
Este proyecto se puso en marcha hace más de diez años y en su fase inicial recibió 324.000 euros del Fondo Social Europeo. Ahora el DRZ forma parte de Wiener Volkshochschulen GmbH y recibe financiación del Servicio de Empleo Público de Viena.
Cómo mejorar la recuperación de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos
Las materias primas fundamentales con un mejor proceso de reciclaje disfrutarán de una nueva vida gracias a un proyecto de la Unión Europea
El procesamiento y reciclaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), tales como ordenadores, televisores, neveras y teléfonos móviles, es hoy más importante que nunca por el rápido aumento del consumo de estos productos. Europa fue la segunda región que más residuos electrónicos produjo en 2016 con 12,3 millones de toneladas (MT), después de Asia que generó 18,2 MT. A pesar de la legislación vigente, los informes indican que globalmente tan solo se recogieron y reciclaron 8,9 MT de residuos electrónicos. Esto equivale al 20 {14c88425e8fe9d97faae8feb4c9704a1f54f6c24ede33d0414f3cb3e373d26ea} de todos los residuos electrónicos generados.
Utilizando nuevas herramientas y metodologías, el proyecto financiado con fondos europeos CloseWEEE espera mejorar la recogida, tratamiento y reciclaje de productos electrónicos al final de su vida útil. Tal como se explica en el sitio web del proyecto, el principal objetivo de CloseWEEE es «incrementar el alcance y la rentabilidad de los materiales recuperados de los flujos de RAEE».
Tiene por fin desarrollar y poner en práctica tecnologías de recuperación sólidas y rentables, dar nueva vida a los materiales reciclados en aplicaciones de valor añadido y ofrecer herramientas eficientes para la localización y separación de materiales peligrosos y valiosos.
Tras el reciclaje, una segunda vida
CloseWEEE diseñó y comprobó recientemente una innovadora tecnología de tratamiento con microondas para los residuos de baterías de iones de litio (Li-ion). Como parte de esta técnica, «las baterías se someten a un tratamiento previo de descarga y procesamiento mecánico. El material de las baterías de iones de litio a continuación se introduce en un horno microondas, donde se calienta rápidamente y se pirolizan o evaporan las sustancias orgánicas (electrolitos y separadores, etc.)». Esto permite producir «material sin electrolitos para el tratamiento hidrometalúrgico posterior para la recuperación de metales … [cobalto, níquel, manganeso, litio] y grafito».
La recuperación de materias primas fundamentales, como el cobalto y el grafito, es crucial porque se utilizan para la producción de una amplia gama de productos y aplicaciones, incluyendo productos de alta tecnología e innovaciones emergentes. El material generado mediante el reciclaje de baterías, por ejemplo el cobalto, se puede utilizar en la industria de las baterías, del acero u otros sectores, dependiendo de la calidad del material reciclado. El grafito, cuyo reciclaje es bastante limitado, es otra materia prima fundamental que se emplea en diversas aplicaciones industriales, incluyendo lubricantes de alta temperatura, la fabricación de acero, teléfonos inteligentes y baterías de iones de litio.
Tal como se explica en un documento de trabajo de los servicios de la Comisión Europea, un teléfono inteligente puede contener hasta cincuenta metales diferentes. Esto hace que sea ligero y, por su reducido tamaño, fácil de utilizar. Las materias primas fundamentales son irremplazables en paneles solares, turbinas eólicas, vehículos eléctricos y la iluminación energéticamente eficiente. Por consiguiente, también son importantes para luchar contra el cambio climático.
Ya en su año final, el proyecto CloseWEEE (Integrated solutions for pre-processing electronic equipment, closing the loop of post-consumer high-grade plastics, and advanced recovery of critical raw materials antimony and graphite) ha contribuido asimismo a la producción de un compuesto de acrilonitrilo butadieno estireno de alto brillo. Se consiguió con una mezcla que contenía materiales reciclados procedentes de residuos de pequeños electrodomésticos. Según el sitio web del proyecto, «el compuesto posee una gran calidad y es adecuado para aplicaciones en nuevos equipos eléctricos y electrónicos». El acrilonitrilo butadieno estireno es un tipo específico de polímero plástico que se suele emplear en el proceso de impresión 3D.
¿Es cierto que hay productos en el mercado que están diseñados bajo los parámetros de la obsolescencia programada?
Uno de los ejemplos mas conocidos es el de la corta duración de la batería de los primeros ipod. Los hermanos Neista realizaron un vídeo criticando este hecho ipod dirty secret:
¿Qué papel debe jugar el marketing respecto a la obsolescencia programada o a la duración del producto y su ciclo de vida?
INVESTIGADOR EN EL DEPARTAMENTO DE INGENIERÍA Y GESTIÓN FORESTAL Y AMBIENTAL, UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID (UPM)
Los aparatos eléctricos y electrónicos, como grandes y pequeños electrodomésticos, ordenadores, equipos de alumbrado, aires acondicionados y herramientas eléctricas, son productos habituales en nuestra sociedad y deseables para la creciente clase media de los países en desarrollo.
Todo lo anterior explica que el consumo de estos aparatos se haya disparado en los últimos años, al mismo tiempo que se generan unos 50 millones de toneladas de residuos eléctricos y electrónicos (denominados RAEES) al año, el equivalente a unas 4.500 torres Eiffel.
Estas cifras constituyen un problema grave tanto a nivel local como global. Primero, porque estos residuos contienen materiales tóxicos y peligrosos como plomo, cadmio, mercurio, níquel, litio y gases fluorados de refrigeración. Segundo, porque la composición y tipología de los residuos varía de un país a otro en función de sus pautas de consumo o necesidades. Y tercero, porque no se conoce bien la cantidad real de residuos que se generan ni a dónde van a parar. De los 67 países que tienen una legislación al respecto, tan solo 41 recopilan esta información y, a veces, ni siquiera es fiable.
Para hacerse una idea de la envergadura del problema, basta otra cifra: 1,7 millones de toneladas de residuos electrónicos se eliminan directamente en vertederos, produciendo lixiviados que pueden contaminar las aguas subterráneas y los ríos. Su incineración conlleva el riesgo de que se liberen gases tóxicos con contenido en plomo, mercurio, dioxinas y furanos, todos ellos compuestos cancerígenos. Solo alrededor de 8,9 millones se recuperan para su reciclaje.
Existe, por tanto, un 76{14c88425e8fe9d97faae8feb4c9704a1f54f6c24ede33d0414f3cb3e373d26ea} de los RAEES cuyo destino no se sabe (o no se quiere saber). La mayor parte del flujo de estos residuos está fuera del canal económico formal. El valor estimado de todas las materias primas valiosas que albergan (hierro, cobre, aluminio, plata, oro, paladio, etc.) es de unos 55.000 millones de euros, pero recuperar estos materiales implica para occidente un elevado coste de mano de obra que disminuye el margen de beneficios.
Sin embargo, si los residuos se trasladan a terceros países de manera ilegal, la recuperación de estos metales preciosos sale rentable económicamente, aunque a expensas de ocasionar graves perjuicios para la salud de la población y el medioambiente.
Medidas parciales e insuficientes
Una de las causas de este mercado negro es la falta de regulación global, si bien es cierto que, a nivel local, China, India, Japón, Rusia, los países de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, con el 66{14c88425e8fe9d97faae8feb4c9704a1f54f6c24ede33d0414f3cb3e373d26ea} de la población mundial, disponen de normativa para proteger sus territorios de posibles impactos ambientales.
El problema radica en la recirculación de residuos que existe hacia zonas sin regulación o con una regulación laxa (regiones de África, el Caribe, Asia Central, Asia Oriental, China y las islas del Pacífico).
La libre circulación entre los estados de la UE hace que, bien por falta de medios o excesivo tráfico, sea muy fácil transportar estos materiales sin sufrir demasiada vigilancia hasta puertos como los de Róterdam y Amberes (Países Bajos), Hamburgo (Alemania), Felixstowe (Reino Unido), El Havre (Francia) y Bilbao, y de ahí a África y Asia.
Otras de las causas, quizás más difícil de controlar, es la que señala el proyecto internacional Countering WEEE Illegal Trade y que se resume en la corrupción en las fronteras, tanto a la salida como a la entrada de RAEES en esos países.
Residuos made in Spain
España genera aproximadamente un millón de toneladas/año de RAEES y el 60{14c88425e8fe9d97faae8feb4c9704a1f54f6c24ede33d0414f3cb3e373d26ea} no se sabe a dónde va. La cifra nos sitúa a nivel de Chipre o Rumanía y supone un presunto incumplimiento del Convenio de Basilea sobre traslado transfronterizo de residuos peligrosos.
La existencia de diferentes mafias e intereses comerciales hace que, aún conociendo los hechos, sea muy difícil para los organismos internacionales poner coto al problema. Además, controlar estos flujos transfronterizos exige unos métodos de cuantificación que aun no están desarrollados o contrastados. La mayoría se basan en cuatro indicadores:
Total de aparatos eléctricos y electrónicos puestos en el mercado.
Total de RAEES generados.
Total oficial de RAEES recuperados y reciclados.
Porcentaje de recuperación de RAEES.
Pero la única forma de cuantificarlos, por ahora, es a través de una legislación que desarrolle la denominada responsabilidad ampliada del productor (RAP) basada en sistemas individuales de devolución y retorno –es el mismo productor quien lo recoge y se lo lleva– o bien a través de sistemas colectivos –puntos limpios, lugares de acopio en grandes superficies, contenedores, etc.–.
La instalación en estos aparatos de chips de seguimiento o códigos QR puede ser eficaz a escala local y experimental, pero a nivel global las mismas mafias destruirían estos dispositivos.
Mejores y peores ejemplos
Japón puede considerarse un ejemplo en cuanto a su legislación: aplica perfectamente la RAP y tiene una infraestructura excepcional para la recogida y reciclaje de materiales. Si bien produce 2,1 millones de toneladas anuales de RAEES, que lo convierten en el tercer país del mundo en volumen generado tras China y EEUU, las empresas tecnológicas niponas están fuertemente implicadas en materia de residuos.
Aunque Rusia y Estados Unidos han empezado a aplicar la RAP, aún están lejos de las políticas japonesas o las de la propia UE y son netamente exportadores de RAEES. China posee una estricta legislación sobre importación de residuos, pero también es cierto que utiliza países limítrofes como fuente de entrada de los mismos o de los materiales extraídos de ellos.
Por su parte, la UE cuenta con la directiva RAEE 2012/19/UE destinada a regular la recogida, reciclaje y recuperación de los desechos electrónicos y aplica el principio de prevención de residuos. La norma establece que para 2019 se debe recoger el 65{14c88425e8fe9d97faae8feb4c9704a1f54f6c24ede33d0414f3cb3e373d26ea} del peso medio de estos aparatos introducidos en el mercado en los tres últimos años o el 85{14c88425e8fe9d97faae8feb4c9704a1f54f6c24ede33d0414f3cb3e373d26ea} de los RAEES generados en cualquier estado miembro. En 2016 se recuperaba tan sólo el 35{14c88425e8fe9d97faae8feb4c9704a1f54f6c24ede33d0414f3cb3e373d26ea}.
El futuro va a requerir mayores controles y exigencias. Los productos eléctricos y electrónicos que hoy consumimos se van a convertir en residuos dentro de cuatro años. El cambio de modelo hacia una movilidad sostenible, por ejemplo, implantando el coche eléctrico como elemento básico, puede colapsar el sistema si no se toman medidas legislativas serias y, sobre todo, se invierte en infraestructuras de recuperación y reciclaje.
La prevención, modularidad para el desensamblaje y reutilización de materiales y la sustitución de materiales tóxicos por otros inocuos para el medio ambiente y la concienciación de la ciudadanía sobre el problema son los retos de futuro que se nos plantean en este ámbito.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation