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«No nos representan» fue el grito de guerra más coreado. Jóvenes, adultos y hasta los yayos acudieron a esa llamada de indignación. Comenzó en la Puerta del Sol de Madrid un 15 de mayo. La protesta de varios colectivos se sofocó a la fuerza y el efecto rebote llegó en forma de acampada multitudinaria. Este kilómetro cero de España se convirtió en una manifestación permanente. Y en una urbe con dependencias cubiertas por toldos, como un zoco oriental. «No hay pan para tanto chorizo» o «nuestros sueños no caben en vuestras urnas» pasaron a engrosar el refranero nacional y a ser la alternativa poética de unas cifras de susto.
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El país arrastraba el desplome del ladrillo. La crisis de 2008, que se inició con las hipotecas subprime y se propagó hasta pinchar esa burbuja inmobiliaria que llevaba una década hinchándose, cada vez hacía más estragos. El paro crecía por encima del 20% (en 2011 fue del 22,6% de media anual) y la juventud se veía «sin casa, sin curro, sin pensión» y «sin miedo». Ese aviso, de hecho, fue el prólogo: a lo largo del primer trimestre del año se sucedieron protestas de aquellos que, como escribía Ramón Muñoz en el libro España, destino tercer mundo, iban a vivir «mejor que sus abuelos, pero peor que sus padres».
«Hablar del 15M cuando aquel suceso tiene una placa conmemorativa en la Puerta del Sol es algo parecido a intentar contar los inicios de una religión a sus primeros fieles: una tarea inútil. Quien es parte del credo, por convicción o interés, ya ha asentado en su imaginario la mitología, quien es hostil a la nueva creencia, lo mismo», añade Bernabé.
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«La emociones pasaron de ser individuales a colectivas. Y era tan trasversal que no se concretaba nada, pero era maravilloso que concentrara a tanta gente», concede Ramírez-Blanco.
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«Comparar la política institucional con la ciudadanía es un error de base muy fuerte. Lo importante es entender, como era una de las reclamaciones del 15-M, que la ciudadanía es capaz de marcar historia. Lo otro es política», reflexiona, crítico con Podemos y con esa costumbre de asociarlo al 15-M.
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