La embajadora de Marruecos advierte a España tras la llegada masiva de migrantes: «Hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir»

Alrededor de 6.000 personas han cruzado la frontera hasta Ceuta al encontrarse sin vigilancia del lado marroquí, después de que las autoridades de ese país mostraran su enfado porque España acogiera por razones humanitarias al líder del Frente Polisario.

Ciudadanos marroquís ingresando en territorio español. Ceuta, 18 de mayo de 2021.

La embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, ha asegurado que en las relaciones entre países «hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir» y que hay «actitudes que no se pueden aceptar», en una referencia no explícita a la decisión de España de prestar atención humanitaria al líder del Frente Polisario.

Las afirmaciones de Benyaich se han producido después de que en las últimas 24 horas más de 6.000 inmigrantes irregulares, la gran mayoría ciudadanos marroquís, hayan traspasado la frontera entre Marruecos y la ciudad autónoma española de Ceuta. Las autoridades marroquíes han retirado la vigilancia policial de su lado de la frontera y se han estado produciendo ingresos en territorio español de hasta 500 personas cada hora.

Benyaich ha hecho estas declaraciones a Europa Press antes de ser llamada a consultas de forma urgente por la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. La embajadora ha calificado de «inusual» la rapidez con la que ha sido convocada por la titular de Exteriores y ha apuntado que no descarta que su Gobierno la llame a consultas en las próximas horas.

Conflicto por el Sáhara Occidental

La crisis diplomática entre Marruecos y España se inició hace tres semanas, cuando se hizo público que el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, de 72 años, llevaba una semana ingresado en un hospital español para ser tratado de cáncer y coronavirus. Esta acogida humanitaria no fue comunicada por España y Marruecos mostró su descontento. Ahora, las palabras de la embajadora hacen presumir que la apertura de la frontera podría tratarse de una represalia.

Marruecos mantiene un conflicto latente desde hace décadas con el Frente Polisario, un movimiento que reclama la independencia del Sáhara Occidental. Este territorio fue ocupado por Marruecos de forma ilegal, según la ONU, tras la retirada de España en 1975. De hecho, el alto el fuego que mantenían ambas partes desde 1991 se dio por roto el pasado noviembre, cuando comenzaron de nuevo las hostilidades.

 

Fiscalía denuncia a una directora y dos médicas de una residencia pública por “homicidio imprudente”

Las acusa de privar a dos de los usuarios de una “adecuada atención sanitaria” que habría influido “razonablemente” en su fallecimiento. Entre el 1 de marzo y el 18 de junio de 2020 se produjeron en la Residencia Adolfo Suárez 91 defunciones, de las que 80 estuvieron relacionadas con la Covid.19
La denuncia de Fiscalía se suma a otras ya impulsadas desde la Marea de Residencias por la situación vivida en estos espacios de atención de mayores en la Comunidad de Madrid. SUSANA ALBARRÁN MÉNDEZ

La Fiscalía Provincial de Madrid denuncia por los delitos de “omisión del deber de socorro y de homicidio imprudente” a tres médicas de la residencia pública de mayores de edad Adolfo Suárez, una de ellas en su condición de directora. Las acusa de privar a dos de sus usuarios de una “adecuada atención sanitaria” que habría influido “razonablemente” en su fallecimiento.

Según Fiscalía, entre el 1 de marzo y el 18 de junio de 2020 se produjeron 91 defunciones en el centro denunciado, de las que 80 estuvieron relacionadas con el covid-19. En ese período de tiempo, se desarrollaron medidas de prevención y organización para tratar de paliar los efectos de la enfermedad, “incluyendo el refuerzo de la atención sanitaria y el desarrollo de un sistema de comunicación diario con la doctora B. M., del Hospital Universitario Ramón y Cajal, designada por las autoridades competentes geriatra de referencia, quien era la encargada, en base a su criterio médico”.

Según Fiscalía, entre el 1 de marzo y el 18 de junio se produjeron 91 defunciones en la residencia pública de mayores Adolfo Suárez, de las que 80 estuvieron relacionadas con el COVID-19.

Sin embargo, Fiscalía afirma que ninguna de las doctoras llegó activar el citado mecanismo de coordinación “a pesar de que concurrían los presupuestos para hacerlo, y sin que conste razón justificada” en relación con dos usuarios J. R. B y E. G. P., quienes fallecieron en la residencia los días 1 y 6 de abril de 2020, respectivamente, “habiendo provocado con su actuación que no pudieran ser valorados por la unidad de geriatría del hospital de referencia, e incluso trasladados a sus instalaciones, al tiempo que tampoco les proveyeron en la residencia un adecuado seguimiento y control médico, de todo lo cual era conocedora la directora del centro, que tampoco realizó acción alguna para solventar la situación”, acusa.

La Residencia Adolfo Suárez, cuya gestión pública está adscrita a la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS), estaba dirigida por A. I. P. M. y en su equipo médico estaban entre otras, las doctoras M. V. L. e I. R. T. En fecha 3 de marzo de 2020, el centro contaba con un total de 274 residentes, de los cuales solo 13 eran autónomos, mientras que 38 tenían una dependencia leve y 223, una dependencia moderada o severa.

E. G. P., de 69 años de edad, fue atendido la primera vez por la doctora el 4 de abril, esto es, tres días después de comenzar con los síntomas que indicaban que podía estar contagiado por covid-19. Así, durante una vista rutinaria la médica pautó antibiótico de amplio espectro, al tiempo que pidió que se hiciera un seguimiento del paciente. A pesar de ello el usuario no pudo superar el cuadro y falleció dos días más tarde. “En ningún momento se realizó interconsulta con el hospital de referencia, ni para sugerir una posible derivación ni para pedir pautas de tratamiento”, añade la Fiscalía.

Además, precisa que de la documentación sanitaria se desprende que “inmediatamente después” de que la doctora viera al usuario, fue cuando percibió la gravedad de la situación “pautando una mascarilla especial y un tratamiento sintomático que, lamentablemente, en este momento no surtió ya efecto”.

Para la Fiscalía el tiempo que se tardó en prestar asistencia médica, así como la falta de un seguimiento “estricto” para evitar que el usuario se quitara el sistema de oxigenoterapia, unido a la ausencia de cualquier interconsulta sobre el paciente, pudieron incidir “razonablemente” en el resultado final, que le es “directamente imputable” a la responsable de la situación sanitaria del paciente.

El caso de J. R. B. es similar. Tenía numerosos antecedentes de broncoaspiración y el 25 de marzo sufrió uno de estos episodios sin que recibiera ningún tipo de atención médica “hasta el punto de que el usuario no fue revisado por una doctora hasta dos días después del incidente”.

«No consta ningún tratamiento de enfermería ni que fuera trasladado para seguimiento y control a dicho departamento”, afirma Fiscalía sobre el fallecimiento de J.R.B.

El 26 de marzo, sin embargo, el hombre comenzó a tener fiebre y vio disminuido su nivel conciencia. Durante esos cincos días previos a su fallecimiento, ocurrido el 1 de abril, “no consta ningún tratamiento de enfermería ni que fuera trasladado para seguimiento y control a dicho departamento”, asegura Fiscalía.

Según la denuncia, tampoco consta que las doctoras realizaran interconsulta alguna con los responsables de la unidad de geriatría del hospital de referencia o que solicitaran ayuda en la propia residencia, “y todo ello a pesar de que no estaban sometiendo al usuario a un control exhaustivo como el que conocían, en base a su experiencia previa, que requería en estas ocasiones. Ni siquiera valoraron la posibilidad de que el usuario estuviera contagiado de coronavirus, una circunstancia que solo valoraron el mismo día que falleció”, argumenta la sentencia.

“La ausencia de un control y seguimiento de enfermería y médico en la residencia, unido a la falta de activación del protocolo de derivación a centro hospitalario, privaron al residente de una adecuada atención sanitaria y, razonablemente puede concluirse, que influyeron en el fatal desenlace de su enfermedad”, concluye la Fiscalía.

El enemigo del pueblo

Las descalificaciones, amenazas e insultos que hemos escuchado y leído desde la aparición fulgurante de Iglesias en la escena política no encuentra parangón con ninguna otra persona que haya desarrollado su militancia y actividad

Pablo Iglesias, sobre las caceroladas frente a su casa: «El problema es que se sabe por dónde empieza, pero no por dónde acaba»

El exlíder de Unidas Podemos Pablo Iglesias. EFE/Kiko Huesca/Archivo

La inmortal obra del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, El enemigo del pueblo, narra las reacciones de un pueblo ante la denuncia de una situación anómala que alteraba la normalidad estatuida y los intereses de los poderosos. Su protagonista, el doctor Stockmann, tuvo el valor de denunciar que las aguas del balneario del pueblo, su principal fuente de ingresos, estaban corrompidas y eran un peligro para la salud. Era necesario sanearlas y para ello se necesitaba el esfuerzo económico de los conciudadanos y sacrificar los beneficios que proporcionaba su explotación. El alcalde le dice que era una locura, explicándole las consecuencias que sufrirían los pequeños burgueses, ya que deberían pagar más impuestos. El Dr. Stockmann decide convocar una asamblea para comprobar lo que sus ciudadanos pensaban sobre la cuestión.

Las fuerzas sociales del pueblo, a pesar de las evidencias, tratan de ocultarlo y el Doctor Stockmann se queda solo en su denuncia, pues la verdad resulta incómoda para mucha gente. La mayoría rechaza la propuesta y considera al Doctor como un enemigo del pueblo. Desanimado por el resultado del debate, lo comenta con su esposa, que sentencia certeramente: «¿Qué importa que tengas la razón si no tienes el poder?». Todos los analistas que se han acercado a su texto la consideran como una obra inmortal sobre la corrupción del poder y la manipulación de los medios informativos al servicio de ese mismo poder. El Dr. Stockmann, me imagino que completamente desolado, exclama: «He descubierto que las raíces de nuestra vida moral están completamente podridas, que la base de nuestra sociedad está corrompida por la mentira.»

Salvando algunas distancias, la pieza del dramaturgo noruego me traslada a la realidad vivida por uno de nuestros políticos durante un tiempo interminable. Pablo Iglesias ha cerrado su ciclo político, renunciando primero a la Vicepresidencia del Gobierno de coalición, postulándose como cabeza de lista de su partido Unidas Podemos a las recientes elecciones a la Asamblea de la Comunidad de Madrid. La derrota, sin paliativos, de la izquierda no obedece a la campaña mediática contra su persona, pero las descalificaciones, amenazas e insultos que hemos escuchado y leído desde su aparición fulgurante en la escena política no encuentra parangón con ninguna otra persona que haya desarrollado su militancia y actividad en el espacio político. Si no se reflexiona sobre las dimensiones de lo sucedido y se hace una crítica profunda sobre la insólita agresividad desatada, desde todos los sectores, contra un adversario político, corremos el riesgo de romper la esencia de la democracia convirtiéndola en una batalla tribal impropia de una democracia europea que algunos se empeñan en calificar como modélica.

Debido a mis muchos años he tenido la oportunidad de vivir, durante la dictadura, la feroz descalificación de cualquier movimiento opositor, utilizando los Ministerios de Prensa y Propaganda, tan esenciales para el mantenimiento de los regímenes fascistas. Disponía de algunas brillantes y aceradas plumas, como Mariano Daranas y Joaquín Arraras, que centraban sus obsesiones en el comunismo totalitario. Rebuscando en mi memoria me parece que todas aquellas diatribas, henchidas de fervor patriótico, eran unos juegos florales comparándolas con lo que se ha dicho y se ha escrito sobre Pablo Iglesias.

Ante la incapacidad dialéctica para rebatir muchos de sus propuestas políticas, sustituían de forma burda y pueblerina la réplica por el insulto y los motes. No veo, en Inglaterra, a ningún antagonista político de Boris Jonhson sustituyendo sus argumentos por caricaturizar su aspecto físico limitándose a llamarle «el Pelambreras». A Pablo Iglesias no se le rebate, basta con llamarle «El coletas» e incluso, de forma miserable, «rata y mala persona».

Creo que ninguna persona de la política contemporánea ha sido más salvajemente denostada con toda clase de improperios e insultos y acusaciones de corrupción, odio y machismo. Es posible que muchas de sus afirmaciones pudieran resultar hirientes, pero ello no justifica la reacción tan desproporcionada y tan alejada de la dialéctica política. Las burdas patrañas y los montajes afinadamente orquestados han sido reiteradamente reproducidos en los medios de comunicación hasta convertirse en un mantra que tapaba la incapacidad dialéctica de los «psicofantes», expresión empleada en la Grecia clásica para los individuos despreciables, carentes de moralidad que, con el pretexto de defender la seguridad pública y movidos exclusivamente por intereses espurios, buscaban apartar a algunas personas de la vida pública. Demóstenes los califico como «perros del pueblo».

Hay que reconocer que la maquinaria ha funcionado a la perfección. Se ha retransmitido esta imagen a muchos sectores de la población, increíblemente también a los que sufren las consecuencias de los recorte y la insolidaridad de los que manejan las riendas del actual sistema, llamado neoliberal pero que no es más que una forma de explotación de los intereses económicos de las grandes corporaciones y empresas que solo buscan engrosar el suculento pastel económico que genera el modelo económico que han conseguido imponer. Evaden los impuestos que les corresponden para que la inmensa mayoría de los ciudadanos puedan disfrutar una sanidad pública universal y de una escuela pública, que difunda los valores ciudadanos, respetando la libertad ideológica y de conciencia, de un sistema de pensiones que permitan subsistir a las generaciones que han trabajado por el país y una especial atención a los dependientes que por sus minusvalías físicas y psíquicas o simplemente por el efecto de la edad, necesitan de una cobertura generosa y solidaria.

Según René Girard, los grupos tienden a establecer rituales donde se identifica a un culpable, como el chivo expiatorio, que sirve para que la comunidad expíe sus culpas, renueve sus votos, estreche sus vínculos y consolide su narrativa. Sin esta «solución» la comunidad podría acabar autodestruyéndose por las continuas rencillas y odios. Y por esta razón, el sacrificio de un chivo expiatorio termina siendo un proceso periódico, que restablece el orden hasta la nueva crisis y el nuevo sacrificio.

El concepto de chivo expiatorio ganó predicamento y se ha utilizado ampliamente en sociología. Se busca la depuración, expulsión o señalamiento de un miembro de la comunidad, visto como diferente o peligroso. O aceptas nuestras reglas y te sometes o eres expulsado. Lo hemos visto en multitud de situaciones sociopolíticas. En los tiempos que estamos viviendo sirve para señalar y expulsar a los que rompen la corrección política. Con el sacrificio de un chivo expiatorio o incluso de seres humanos, los pueblos primitivos pretendían ahuyentar los malos augurios y los maleficios que encarnaban en una persona que, una vez sacrificado, acabarían los males que asolaban a sus pueblos.

El paroxismo ha llegado a cotas preocupantes para el futuro de nuestro país como una normalidad democrática. Le niegan hasta su derecho de vivir en paz en su domicilio con su familia, le conminan a que abandone España camino del destierro y le advierten de que no ose colocarse en un trabajo desde el que pueda ser más efectivo que en el de la política. Los seguidores de Joseph Raymond McCarthy han tomado las riendas, aviso a navegantes, el macartismo ha reaparecido. Ya  lo avisó Bertold Brecht, irán a por quien pretenda seguir sus pasos.