«¿Dónde está aquella juez progresista?». Son palabras de Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso, el pasado miércoles sobre la ministra de Defensa, Margarita Robles. La exmagistrada fue la protagonista total y absoluta de la sesión de control al Gobierno celebrada esta semana en la cámara baja. Sus declaraciones, especialmente las realizadas a la CUP, fueron interpretadas como una justificación del espionaje a los dirigentes independentistas dentro del ‘caso Pegasus’. De hecho, provocaron directamente que el president de Catalunya, Pere Aragonès, reaccionara pidiendo su dimisión poco después. La hostilidad en sus declaraciones contrastan con el tono conciliador que ha mostrado otro representante importante del Ejecutivo de Pedro Sánchez, en este caso el ministro de Presidencia Félix Bolaños.
Las palabras de Robles el pasado miércoles y su actitud desafiante con los afectados por Pegasus no gustaron del todo ni en Moncloa ni en el PSOE. Sobre todo esas sentencias en las que la ministra de Defensa se preguntaba qué tenía que hacer el Estado cuando se declaraba la independencia. Fuentes gubernamentales señalan en este caso que «hay perfiles y estilos diferentes en el Gobierno, pero la apuesta de este equipo es la conciliación y el diálogo». Es decir, deslizan la idea de que el estilo usado por Robles no es la estrategia marcada.
Y es que, más allá de defender que el Gobierno no ha tenido nada que ver con el espionaje, la intención en todo momento del Ejecutivo de Sánchez ha sido la de no entrar en confrontaciones con ERC u otros de los partidos afectados. «Encauzar la situación», era el mensaje que circulaba la pasada semana en todo momento en Moncloa. La concreción de esa intención la visibilizó precisamente Bolaños el pasado domingo al visitar Barcelona de manera imprevista para reunirse con la consellera de Presidencia de la Generalitat de Catalunya, Laura Villagrà.
Aquel encuentro no sirvió de mucho para el Govern, que seguía reclamando más explicaciones. Pero se mostraba una intención diferente a palabras como las que tuvo Robles contra el president catalán Aragonès a cuenta de criticar que acusaran al CNI porque este organismo «no se puede defender». El malestar en ERC con Robles ha ido creciendo conforme pasan los días hasta desembocar en la petición pública de dimisión.
Este lunes, además, se volvió a visibilizar el choque entre las dos estrategias en el seno del Ejecutivo. El director de gabinete de Sánchez, Óscar López, compareció en la Comisión de Interior. En principio, para hablar de la estrategia de Seguridad Nacional, como suele ser habitual. Pero el ‘caso Pegasus’ centralizó prácticamente toda la sesión. López se mostró también conciliador, defendió que el Gobierno «no se esconde» porque no tiene «nada que ocultar». Y mencionó una palabra, «empatía», para mostrar cercanía con los afectados.
Una estrategia alineada con los mensajes transmitidos por Bolaños, que además ha tenido contacto permanente con otros grupos políticos durante esta semana por la negociación del Real Decreto para hacer frente al impacto económico de la guerra en Ucrania. Unas medidas que salieron adelante sin el voto de ERC, que castigó de manera clara al Gobierno de Sánchez por el ‘caso Pegasus’ y que pone en cierto riesgo la estabilidad de la legislatura por la ajustada aritmética electoral. Los republicanos, en todo caso, no cierran todas las puertas a reconducir la situación.
Cierre de filas con la ministra de Defensa de manera pública
Este jueves, frente a las duras críticas y petición de su cabeza, destacados miembros del Gobierno y del PSOE salieron a defender sin matices el papel de la ministra de Defensa. Lo hizo el propio Sánchez, quien en declaraciones a los medios tras aprobarse el decreto anticrisis señaló que «por supuesto» tenía su respaldo. En la misma línea se mostró la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que defendió su trabajo «impecable», destacando que «ojalá pudiera explicarse con más claridad en este momento» por las limitaciones legales que tiene la información relativa al Centro Nacional de Inteligencia.
También desde las filas socialistas se transmitió el mismo mensaje. El portavoz del grupo parlamentario, Héctor Gómez, destacó en una entrevista con Público «el trabajo de impecable de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y también de las instituciones». Una posición que mantienen también otras personas de la dirección del grupo parlamentario. Pero, al mismo tiempo, Gómez destacó que «hay que abrir espacios para aclarar cualquier tipo de planteamiento que se pueda trasladar por parte del Govern y esa voluntad de diálogo nos encontramos».
«Margarita es así. Es su estilo. Pero más allá de eso es una persona necesaria en el Gobierno«, destaca una dirigente de la dirección del PSOE en Ferraz. No hay evidencias en estos momentos, por tanto, de que Robles pueda caer. Al menos de manera inmediata, como piden desde ERC.
En Unidas Podemos, según informó este medio, también valoran de manera positiva la actitud de Bolaños, que ha mantenido un diálogo constante con los partidos y dirigentes que han sufrido el espionaje. Y también resaltan esa dicotomía respecto a Robles. No es ningún secreto, además, que la ministra de Defensa ha sido una de las integrantes del Gobierno de Sánchez que más cruces de declaraciones ha tenido con sus socios, especialmente con Ione Belarra. Algo que se ha reflejado en asuntos como la guerra en Ucrania pero que viene de lejos.
Fuentes cercanas a Robles consideran que es algo esperado que el independentismo pida su cabeza. Pero que ella se siente fuerte y confiada. Y con la «conciencia tranquila». «Los que ahora dan lecciones igual tienen que callarse», señaló la ministra desde su tribuna. El Gobierno ha fiado gran parte de su estrategia para calmar las aguas a la constitución de la Comisión de gastos reservados, conocida como Comisión de secretos. En ella estarán, pese al rechazo de la derecha, los portavoces de ERC, EH Bildu o Junts. Desde el Gobierno confían en que a partir de ahí todo se resolverá. Los afectados consideran que no servirá para nada.