No se puede hablar del gobierno de Vladimir Putin olvidando los antecedentes políticos y económicos de los gobiernos que le precedieron.
El gobierno que presidió Mijaíl Gorbachov produjo un vuelco en la política económica de la Unión Soviética. Gorbachov pensaba que la sociedad soviética podía transformarse para crear un nuevo sistema económico. El proceso contó con mucha voluntad, y otro tanto de ingenuidad para entenderse con Occidente, pero no consiguió el efecto deseado y los resultados fueron muy negativos para la economía y la sociedad rusa.
La liberalización de precios, en 1992, y la renuncia a la regulación de salarios causaron una disminución en el nivel de vida, así como cambios en la dinámica y distribución de los ingresos. Como consecuencia, surgió una clase de nuevos ricos, cuyos ingresos no provenían del trabajo, y se amplió el número de pobres: en1993 casi una tercera parte de la población rusa tenía ingresos que no garantizaban la subsistencia.
El país fue incapaz de enfrentar el proceso, y la Perestroika acabó con el cese forzoso de Gorbachov por las oposiciones internas. Fue entonces cuando EE.UU. entró en una fase de delirio imperial, e inducido por su “destino civilizador del mundo” los sucesivos gobiernos se creyeron regidores del mundo sin nadie que les hiciese sombra.
La guerra en Ucrania no comenzó con la invasión rusa del 23 de febrero de 2022.
El inicio hunde sus raíces en el desmantelamiento de la Unión Soviética y en el expansionismo de EE.UU. y la OTAN. No, no es el deseo de un Vladimir Putin desquiciado, sino una respuesta a la política expansiva occidental. La «amenaza rusa» se ha convertido en el grito de guerra para justificar cualquier acción económica y militar a favor Washington.
El ascenso de Vladimir Putin al gobierno truncó las expectativas de los gobiernos que propiciaron el desmantelamiento de la economía rusa. Putin fue sustituyendo a los mayores liquidadores de la Red Pública y de la industrial que sostenía el Estado, lo que permitió reactivar la industria.
La nueva situación hizo que Rusia se viera como una amenaza a la supremacía militar de EE.UU. y a la expansión económica alemana. Para ir debilitando a Rusia se promovieron las «revoluciones de colores» en Georgia y Ucrania; éstas fueron un ensayo general para el golpe de Estado que se perpetró en Ucrania, en 2014.
Tras el golpe de Estado de Ucrania se ha debilitado la posición estratégica que Rusia mantenía en el Mar Negro y Ucrania se ha convertido en una plataforma militar muy importante para EE.UU., sin obviar que las bases de la OTAN forman parte del paisaje del Este europeo.
Desde 1990, Estados Unidos ha tratado de abrir una brecha entre Ucrania y Rusia.
Cuando se disolvió la Unión Soviética, los ucranianos participaron en un referéndum, cuyo resultado fue favorable (90%) a permanecer en la unión con Rusia. Pero la Administración de Estados Unidos no estaba dispuesta a permitirlo, y comenzó a promover líderes ucranianos hostiles a Rusia.
Cuando en 2010 fue elegido Viktor Yanoukovitch, como presidente, inmediatamente se puso en marcha la maquinaria de guerra. ¿Cuál fue el desliz del Yanoukovitch? Querer establecer relaciones amistosas con Rusia y con la Unión Europea, dependiendo de las necesidades económicas y políticas que en cada momento se diesen. La decisión del elegido presidente fue condenada por el gobierno de EE.UU.
En las elecciones de 2012, el partido de Yanoukovitch obtuvo más escaños que los otros tres partidos juntos. Sin embargo, al año siguiente, cuando se negó a firmar un acuerdo exclusivo con la Unión Europea estallaron manifestaciones masivas. El movimiento Euromaidán fue financiado y dirigido por la Administración del presidente Barack Obama. Dicho movimiento fue tomado por nacionalistas de derecha, incluidos los neofascistas; finalmente, la situación creada obligó al presidente a huir del país.
Alargar la guerra
Las sanciones económicas impuestas a Rusia pretenden estrangular su economía, sin admitir que Rusia cuenta con otros países para intercambiar el potencial de sus materias primas. Por otro lado, las constantes ayudas económicas y de armamento que está recibiendo Ucrania alargará la guerra, siendo Europa la que saldrá muy mal parada de la situación creada por EE.UU., ya que, una vez más, expone el territorio y su economía.
Una nueva guerra en el corazón de Europa, fuera de EE.UU. es lo único que hará salir de la recesión al Imperio y a eso se dedica el gobierno estadounidense, con el beneplácito de una Europa metida, de lleno, en la OTAN, colaboradora de un Imperio caduco que necesita alimentarse de guerras.
Ucrania se ha convertido en un campo de batalla que puede expandirse a otros países. Hay voces que alimentan el derecho de Ucrania a unirse a la OTAN sin valorar las consecuencias de la intensidad y extensión de la guerra. Zelensky reproduce la voz de EE.UU., alejando la posibilidad de una salida negociada.
La OTAN ha aumentado los aviones de combate y los buques de guerra en el Báltico y en el Mar Negro, para patrullar las fronteras marítimas y terrestres y realizar maniobras militares. ¿Podemos imaginarnos la reacción del gobierno ruso ante la posibilidad de que misiles nucleares de la OTAN apunten a Moscú?
En “El gran tablero mundial” (1997), Zbigniew Brzezinski reconocía lo siguiente:
«Para Estados Unidos, el principal premio geopolítico es Eurasia… y la primacía global de Estados Unidos depende directamente de cuánto tiempo y con qué eficacia se sostenga su preponderancia en el continente euroasiático».
Según Brzezinski, es el “pivote geopolítico”. Si “Rusia recupera el control sobre Ucrania”, automáticamente adquiere el potencial para convertirse en “un poderoso estado imperial” y en «un desafío para EE.UU.”.
Volodimir Zelensky, el actor millonario, que es elogiado como “el heroico defensor de la democracia”, tiene un pasado muy turbio, además de reprimir y encarcelar a los partidos de izquierda, fue aplaudido ardorosamente por el Parlamento español, incluidos los partidos, denominados de izquierdas.
Jean-Pierre Page, sindicalista francés de la C.G.T., afirma que bajo la presidencia de Zelensky, Estados Unidos “colonizó” Ucrania por completo, y no le falta razón. EE.UU. envió miles de millones de dólares en ayuda militar y asesores, construyó 26 laboratorios para investigación biológica. Además de las millonarias inversiones, la Administración estadounidense asumió un papel importante en la industria y los medios ucranianos, compró grandes extensiones de tierras de cultivo y propuso que Ucrania se uniera a la OTAN. Zelensky, a su vez, puso fin a todas las relaciones con Rusia y suprimió toda oposición política.
Cuando la OTAN se reunió, el 24 de marzo de 2022, Biden dijo que el conflicto en Ucrania significaba que iba a haber un “nuevo orden mundial” y “debemos dirigirlo”. A dichas afirmaciones, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, manifestó:
“Nuestra operación militar especial está diseñada para poner fin a la expansión precipitada y al curso hacia la dominación internacional completa por parte de Estados Unidos y otros países occidentales”.
El Imperio necesita debilitar a Rusia para aislar a China desde Occidente, e impedir que se alce como potencia mundial, aunque llega tarde. Y para conseguir sus objetivos está dispuesto a todo, pero los contrincantes también se rearman y establecen nuevas estrategias. Es una larga partida geoestratégica. Por parte de Rusia, Valeri Gerasimov, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, afirma: “Los intentos de la OTAN por expandirse, en Ucrania, suponen una grave amenaza para la seguridad militar de Rusia». Es por ello que justifica el fortalecimiento militar para garantizar la defensa estatal. El presidente, Vladimir Putin, ha confirmado las palabras del jefe del Estado Mayor.
Los tanques Leopard, que el presidente de Ucrania ha pedido a sus socios europeos, forma parte de la estrategia de la OTAN para continuar la guerra en Europa. Las presiones que ha recibido Alemania de sus socios europeos, sobre todo del gobierno ultraderechista de Polonia, han dado su fruto; la petición del preside Zelensky se cumplirá sin resistencia. El canciller alemán, Olaf Scholz, ha decidido enviar los tanques Leopard solicitados y permite que otros países lo hagan, (Alemania tiene la patente de los mencionados tanques) En Escandinavia tienen la intención de ir junto con Alemania en el suministro de los tanques solicitados, y España siempre está dispuestas a estar en la cabecera de salida.
Teresa Galeote Dalama