Por qué limitar el bochorno a nuestras fronteras. Por qué no exportarlo a tierras lejanas, qué se yo, Bruselas. La delegación de la derecha y ultraderecha patria ha tenido a bien internacionalizar el esperpento. Con resultado adverso, por cierto.

Pero al grano; la ministra de Igualdad en funciones, Irene Montero, intervenía este martes en la Comisión de Derechos de las Mujeres del Parlamento Europeo donde varios eurodiputados del PP y Vox quisieron torpedear sus palabras con constantes interrupciones.

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Fue entonces cuando el presidente, el socialdemócrata polaco Robert Biedron, procedió a amonestar a los citados parlamentarios instándoles a abandonar los temas (y las maneras) nacionales. «Esto no es un circo, es una comisión parlamentaria».

El enconamiento llegó hasta tal punto que Biedron, no sin cierta guasa, le preguntó a la eurodiputada del PP, Rosa Estarás, si quería agua. Un instante que, como muchos apuntan ya en redes sociales, es proclive al meme. También se llevó su parte el ultramontano de Vox Hermann Tertsch, que no dejó de increpar a la ministra y al que el presidente le brindó un irónico «tenga un buena día».

La secuencia de hechos no deja indiferentes:

 

 

 

 

 

 

 

 

Se confirma; la derecha carpetovetónica no se esconde. Va con todo a Europa, malcarada como acostumbra, instalada en la algarada y el desatino. Un bochorno al que nos habíamos acostumbrado intramuros y que, lamentablemente, ya empiezan a conocer nuestros vecinos europeos.