PSOE, Sumar y BNG obtuvieron el 23 de julio pasado 27.000 votos más que PP y Vox, y en las municipales de mayo la suma de socialistas y nacionalistas aventajó en 115.000 sufragios a los populares.
A CORUÑA
El BNG y el PSOE confían en que la movilización de electorado gallego de izquierdas que suele votar en las generales y en las municipales, pero que se abstiene en las autonómicas, sí acudirá a las urnas en las autonómicas de este domingo e impedirá que el PP revalide su mayoría absoluta -la barrera son 38 escaños en un Parlamento de 75-.
Frente al mito con que se le etiqueta en el resto del Estado desde hace décadas, Galicia no es una región conservadora, ni mucho menos «geológicamente de derechas», como lo calificaba Manuel Fraga. Pero sí registra una enorme dualidad en el voto dependiendo de las elecciones de las que se trate.
Es cierto que el PP gobierna la Xunta desde hace 15 años con mayorías absolutas incontestables, pero en las generales y en las municipales sus resultados no suelen estar a la altura de las autonómicas.
De hecho, la ciudad más grande con alcalde popular es Ferrol -60.000 habitantes-. Durante la anterior legislatura, la villa más grande con regidor del PP era Arteixo -33.000-.
Vigo, alcalde socialista desde hace 16 años
En la urbe más grande de Galicia, Vigo, con una población cercana a las 300.000 personas, manda desde hace 16 años el socialista Abel Caballero, que le ganó las elecciones en 2007 a la última alcaldesa popular de la ciudad.
En A Coruña y Santiago, también en manos de PSOE y BNG, respectivamente, el PP no gobierna desde 2015; y en Ourense, desde 2019. En Pontevedra la Alcaldía la tiene desde hace 25 años el BNG, el mismo periodo en el que el PSOE mantiene la de Lugo.
Ocurre lo mismo en las villas residenciales medianas que rodean a las grandes ciudades que ganan población –Oleiros y Culleredo, en A Coruña; Narón, junto a Ferrol; Ames, junto a Santiago; Nigrán, al sur de Vigo, Vilagarcía, cabeza comarcal de Arousa-. En todas ellas hay alcaldes de partidos de izquierdas o gobiernos de coalición o apoyados por fuerzas progresistas y nacionalistas.
Sucede que en las autonómicas gallegas se da una constante de exactitud casi matemática que relaciona proporcionalmente las mayorías del PP con la abstención. Cuando mayor es ésta última, más sólidas son aquéllas.
Feijóo, cuatro escaños más con casi 164.000 votos menos
Hace cuatro años, Feijóo obtuvo su mejor resultado en escaños, 42, con 627.762 votos. En 2009 fueron 38 diputados con casi 790.000 sufragios para su candidatura. Es decir, cuatro escaños más con 163.665 votos menos. La explicación está en la abstención: en 2009 fue del 35%, pero en 2020 superó el 51%.
Esa constante puede servir para explicar la estrategia de perfil bajo que escogió Alfonso Rueda para su campaña, consciente de que la desmovilización global del electorado en las autonómicas beneficia tradicionalmente al PP.
La última vez que BNG y PSdeG se hicieron con la Xunta, en 2005, con una diferencia de un escaño sobre los populares en el Parlamento de Galicia, la participación se acercó al 65%.
Tanto Ana Pontón (BNG) como José Ramón Gómez Besteiro (PSOE) se han cansado de repetir ese argumento durante las últimas semanas. Si la izquierda se moviliza, habrá una Xunta progresista. Y los antecedentes más recientes avalan esa tesis de que, pese a las etiquetas, Galicia no es una comunidad de derechas.
PSOE, Sumar y BNG, por encima de PP y Vox
Frente al batacazo que se llevó la izquierda estatal en las elecciones autonómicas y municipales del 28M, la suma de PSOE y BNG en Galicia superó en casi 115.000 votos al PP, que se quedó en 554.000. En las generales del 23J, PSOE, Sumar y BNG sumaron 819.458 sufragios frente a los 792.553 de la suma de PP y Vox. Es decir, 27.000 votos más para la izquierda.
Así que las cifras avalan las esperanzas de cambio a partir del domingo. Y desmontan ese mito falaz que pretenden mantener Feijóo y Rueda. Lo único geológicamente conservador que hay en Galicia es el PP.