Los conservadores alemanes y la corrupción, via la «cercanía empresarial»

La credibilidad de los conservadores alemanes ha quedado salpicada por casos de corrupción, cuestión tóxica en un año electoral y que entronca con la cercanía con el mundo económico mimada desde tiempos de Franz-Josef Strauss y Helmut Kohl.

Tres diputados bajo sospecha por negocios con mascarillas o de otra índole en medio de la pandemia sacuden las filas de la canciller Angela Merkel. Los implicados abandonaron ya el grupo conservador -con 244 escaños de los 709 del Bundestag (Parlamento)-; el resto entregó una declaración asegurando no haber buscado el provecho personal en la lucha contra la covid.

Los casos salieron a la luz esta semana, ante el arranque del año electoral, este domingo, con comicios regionales en Baden-Württemberg, «Land» del sur originario de uno de los implicados -Nikolaus Löbel-, así como en Renania Palatinado (oeste).

«La cuestión va a pesar sobre la CDU/CSU hasta las elecciones generales de septiembre», aseguró a Efe Hajo Funke, politólogo de la Universidad Libre de Berlín. La Unión Cristianodemócrata y la Unión Socialcristiana de Baviera (CDU/CSU) buscan atajarlo como «comporamientos individuales», pero la raíz está, asegura Funke, en la «falta de control sobre las prácticas lobiístas» de formaciones orientadas a «buscar la cercanía con el mundo económico».

«La regulación es insuficente. No hay un control efectivo de los ingresos paralelos de los diputados, que cuidan la relación con el mundo económico mientras están en sus escaños, lo que puede derivar en las llamadas puertas giratorias», apunta Norman Loecke, de Transparencia Internacional (TI) en Alemania.

EL «AMIGO» STRAUSS

La CDU y la CSU no solo están hermanados en el grupo conservador, sino también ante ese lamparón surgido en el año electoral en que Merkel se despedirá del poder. El primer caso revelado atañe a la CSU, los otros dos a la CDU -«no serán los únicos», augura Funke.

Ambas formaciones deben consensuar a aún a su candidato para las generales, designación que está entre el centrista Armin Laschet, líder de la CDU, o en el más derechista Markus Söder, de la CSU.

Baviera no se ha desprendido nunca del escándalo «amigo» -en español, como lo llamó el semanario «Der Spiegel» cuando lo sacó a la luz en los 90. Consistía en una red de tráfico de influencias y cuentas en Suiza manejadas por Strauss (fallecido en 1988).

En este próspero «Land» -junto al vecino de Baden-Württemberg- se concentran varios gigantes industriales -Audi, BMW y Siemens-. La filosofía de la «cercanía» y la corrupción generaron sumarios entre los sucesores del patriarca hasta entrada ya la «era Merkel».

LOS DONANTES ANÓNIMOS DE KOHL

A diferencia de la situación actual, donde no hay -que se sepa- una relación entre los casos surgidos y la cúpula, la trama «amiga» estuvo manejada directamente por Strauss. Algo parecido ocurrió con las cuentas secretas a las que iban a parar donativos irregulares bajo Kohl, presidente de la CDU durante 25 años.

La trama se reveló en 1999, unos meses después de la derrota de Kohl ante el socialdemócrata Gerhard Schröder. La jefatura del partido había pasado a Wolfgang Schäuble. «El escándalo dejó a Schäuble fuera de la carrera por la Cancillería», recuerda Funke.

Schäuble, que inicialmente aseguró no saber nada de donativos irregulares, tuvo que reconocer haber recibido en 1994 -o sea, con la CDU en el poder- un cheque de 100.000 marcos -50.000 euros- del comerciante de armas Karl-Heinz Schreiber, figura clave en la trama.

Su versión de cómo ocurrió ese entrega entró en contradicción con la de la extesorera del partido, Brigitte Baumeister. El cheque era solo un capítulo en el engranaje de donativos por varios millones de euros, cuyos donantes Kohl nunca reveló. La CDU quedó hundida en su crisis más profunda y Schäuble renunció a seguir como presidente; Merkel, entonces secretaria general de la CDU, se convertió en la nueva líder tras llamar al partido a emanciparse del patriarca.

VARIAS REFORMAS, NINGUNA SOLUCIÓN

A raíz de ése y otros escándalos -como el llamado «caso Flick», por ese consorcio alemán, extendido también a socialdemócratas- se reformó en 2002 la ley de financiación de partidos.

En todo donativo superior a 10.000 euros debe constar la identidad del donante; a partir de 50.000 euros se comunica de inmediato su ingreso al Bundestag.

Se reguló asimismo la declaración de otros ingresos por parte de los diputados. Se mantiene la premisa, sin embargo, de que pueden y deben mantener su actividad profesional originaria.

Tanto la oposición como los co-gobernamentales socialdemócratas ahora a una total transparencia. «Los diputados no necesitan de otros ingresos mientras ocupan un escaño», apunta Funke, quien recuerda muchas «puertas giratorias». El más vistoso, sin embargo, no procede de la CDU/CSU, sino del SPD: Schröder, gran amigo del presidente Vladímir Putin, quien tras su derrota en 2005 se convirtió en asesor del gigante ruso Gazprom.

Fuente: (https://www.efe.com/efe/espana/mundo/los-conservadores-alemanes-y-la-corrupcion-via-cercania-empresarial/10001-4487170)