Las conversaciones entre Pekín y Washington celebradas recientemente en Alaska demuestran que EE.UU. «no puede aceptar el doloroso hecho de que China ahora es su igual», escribe el analista Martin Jacques en un artículo para Global Times en el que repasa las conclusiones de la reunión bilateral.
Jacques, profesor invitado en el Instituto de Relaciones Internacionales Modernas de la Universidad de Tsinghua y miembro sénior del Instituto de China en la Universidad de Fudan, recuerda, en primer lugar, que la sesión de apertura de la reunión estuvo lejos de la «delicadeza diplomática» habitual en estas cumbres.
Así, ese día el director de la Oficina de la Comisión Central de Asuntos Exteriores de China, Yang Jiechi, respondió de manera contundente a las críticas contra Pekín lanzadas por la delegación estadounidense, «desafiando no solo la posición de EE.UU., sino su propia legitimidad», y todo ello «ante los medios de comunicación del mundo», recuerda el experto.
«Una señal de que algo ha cambiado»
Jacques destaca que, normalmente, «esta no es la manera china» de comportarse en tales ocasiones, por lo que se trata de «una señal de que algo ha cambiado». «Hay un nuevo sentido de confianza por parte de los chinos»: de que pueden «ganar la discusión»; de que son «al menos iguales» a EE.UU.; de que la historia «está de su lado» y de que hablan «desde una posición de fuerza», mientras que Washington lo hace «desde una posición de debilidad», expone el autor del artículo.
El analista indica que, hasta ahora, «los estadounidenses siempre se han considerado a sí mismos como los que dirigen el espectáculo», mientras que en esta ocasión «la conmoción visible en el lenguaje corporal» de la delegación norteamericana apuntaba a «la comprensión, consciente o inconsciente, de que ese ya no era el caso». Esto fue «evidente» también en medios occidentales como la BBC, que suele ser «invariablemente crítica» con China, pero ahora informó sobre la reunión «con una neutralidad desconocida, como si estuviera aturdida por el cambio de roles».
«No habrá retorno al ‘statu quo'»
La segunda conclusión que se desprende del diálogo —aunque ya era evidente por las señales que llegaban desde la Casa Blanca— es que «no habrá retorno al ‘statu quo'», pues el actual presidente de EE.UU., Joe Biden, está «desesperadamente ansioso por parecer tan hostil hacia China» como lo fue su predecesor, Donald Trump, estima el experto. «Las fuerzas subyacentes que actúan aquí son muy profundas», argumenta Jacques, señalando que EE.UU. «está en el proceso de llegar a la dolorosa comprensión de que China es ahora su igual», pero no puede «decidirse a aceptar o consentir lo que ya es una realidad histórica».
«Adicto a su arrogancia», Washington «no pudo ver venir lo descaradamente obvio», de forma que ahora la relación China-EE.UU. «tendrá que repensarse sobre una base completamente nueva, a saber, una relación de reciprocidad e igualdad», enfatiza el autor del artículo, si bien puntualiza que «el problema es que Estados Unidos está aún «muy lejos de pensar así».
De momento, la cooperación bilateral se desarrollará «tema por tema», reconstruyendo los contactos y comunicaciones entre los dos países y «acabando de la mejor manera posible con la toxicidad y destrucción desenfrenada provocada por Donald Trump», pronostica Jacques, para concluir que incluso aunque esto «no será fácil», debería, «en caso de apuro», ser posible, ya que la falta de colaboración entre los dos países en temas como el cambio climático pondría en peligro «el futuro mismo del planeta y de la humanidad».