El lawfare, golpes de estado en nombre de la ley es el nuevo libro de la politóloga española Arantxa Tirado. En 250 páginas desmenuza la guerra judicial, una táctica bastante denunciada en América Latina en los últimos seis años, pero que amenaza con expandirse por otras partes del mundo.
Lawfare, es un concepto que mezcla dos palabras en inglés law y warfare, que significan en español ley y guerra.
En América Latina se ha denunciado que la guerra judicial ha sido clave para sacar del poder, encarcelar o inhabilitar a líderes de izquierda, como Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula Da Silva en Brasil, a Rafael Correa y Jorge Glas en Ecuador o a Cristina Fernández en Argentina.
Sin embargo, el abogado español Enrique Santiago alerta en el prólogo de este libro que el lawfare no solo se circunscribe al continente americano, sino que «se ha convertido en uno de los mayores peligros para la democracia en todo el mundo».
¿A qué otros países habría llegado?, ¿contra quiénes se aplica?, ¿con qué objetivo?, ¿quiénes participan?, ¿quién se beneficia? Sobre esto, Sputnik conversa con Arantxa Tirado, autora del reciente libro sobre este tema, politóloga y doctora en relaciones internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona y en estudios latinoamericanos por la Universidad Autónoma de México.
—En su reciente libro se explica que se pasó de los golpes militares a los mediáticos y de los mediáticos al lawfare, a la guerra judicial. ¿Por qué nació esta nueva táctica y en qué consiste?
—Esta nueva táctica nace de la oportunidad que ven los analistas y estrategas estadounidenses, militares, sobre todo, de utilizar la ley como arma política y arma con la que obtener unos objetivos estratégicos que antes obtenían por el uso de la violencia directa.
11 de junio 2019, 18:52 GMT
Ellos en un principio empiezan a ver cómo actores en el sistema internacional demandan al Estado de Israel y a Estados Unidos en cortes internacionales y empiezan a denominar eso como lawfare, pero luego le dan la vuelta al término y lo conceptualizan como el uso de la ley para aniquilar al enemigo.
Lo que han visto que otros intentaban hacer con ellos, lo empiezan a aplicar ellos a sus enemigos, y sus enemigos son en este caso los gobiernos o líderes de la izquierda latinoamericana o caribeña, como veremos.
—¿Y por qué se ha aplicado más contra líderes de América Latina y el Caribe?
—Bueno, porque América Latina y el Caribe es la reserva estratégica de Estados Unidos, es un área fundamental de su interés geopolítico, geoestratégico y geoeconómico, y además es un lugar donde se pudiera decir que se ha dado la vanguardia política en el último siglo, o en los últimos siglos, de luchas revolucionarias, de movimientos insurgentes y de cristalización de todas esas luchas en liderazgos y en gobiernos que han tratado de hacer experimentos de una política alternativa a las recetas del neoliberalismo, que esos mismos países habían asumido en las décadas precedentes.
Entonces, era importante, es importante, sigue siendo importante, aniquilar todo tipo de experimento alternativo al orden hegemónico del capitalismo neoliberal, sustentado en la democracia liberal del modelo estadounidense para Estados Unidos apuntalar esa hegemonía internacional, que ahora está en declive, pero que parte de ese reforzamiento de la hegemonía, de no perderla, sobre todo en una disputa geopolítica con otras potencias como China.
10 de junio 2019, 03:22 GMT
—Y con otras formas, porque antes los golpes de Estado militares y mediáticos tenían mayor reacción, respuestas en las calles, ahora es más difícil enfrentarse al lawfare porque no tiene rostro.
—Obviamente, porque también otra cosa es que la historia va avanzando y el imperialismo va aprendiendo de las cosas de las que se equivoca.
Yo creo que después de la guerra contra Irak, de la invasión de Estados Unidos a Irak por petróleo, justificada bajo una supuesta argumentación de ir a llevar la democracia, la gente tuvo bastante claro que eso no era una guerra por llevar la democracia, sino que era una guerra por petróleo.
Entonces, en este momento histórico se hace más difícil dar un golpe de estado como fue en América Latina con todas las dictaduras del Cono Sur, con decenas de miles de desaparecidos, de manera abierta, entonces tienen que buscar mecanismos más sutiles. Eso no quiere decir que no existan golpes de estado, a Bolivia me remito.
4 de julio 2018, 19:45 GMT
Pero, incluso el golpe de estado contra Evo Morales en Bolivia en 2019 también adopta elementos de lawfare y también pasa por toda una manipulación mediática para tratar de argumentar con una base jurídica y legal sobre una serie de correcciones o incumplimientos de la propia legislación electoral boliviana.
Entonces, vemos que la impugnación y el derrocamiento de los líderes incómodos se vuelve más sofisticada, aunque incluso pueda entrar a operar de manera visible, porque en el lawfare también está de manera invisible, el poder militar.
—¿Y qué injerencia ha tenido Estados Unidos en los sistemas judiciales de América Latina? Porque la gente podría decir que los que llevaron adelante esos procesos judiciales contra Dilma Rousseff, Luiz Inácio Lula Da Silva, Cristina Fernández o Correa fueron los jueces de esos países. ¿Qué tendría que ver Estados Unidos ahí?
—Bueno, la misma injerencia que ha podido tener en los sistemas económicos, en los sistemas políticos, influenciar sobre el tipo de democracia o como se organiza, etc. Ellos no le llamarían injerencia, lo llamarían cooperación, asistencia.
21 de mayo 2019, 13:50 GMT
Esto es algo que se va sembrando durante mucho tiempo, son toda una serie de elementos de cooperación en el ámbito judicial que se enmarcan dentro de las políticas de acuerdos, en el marco de la reconfiguración del Estado, bajo las políticas de ajuste, que se exige a los Estados de América Latina para dar ayudas económicas, de inversión, condicionadas a que apliquen toda una serie de medidas que pueden ser desde el ámbito legal, político, lucha contra la corrupción, que va muy ligado al tema del lawfare, de políticas económicas, etc, que implican adoptar la visión del mundo que tiene Estados Unidos, el modelo y los intereses, obviamente asociados, pero para que se apliquen también desde los países de la periferia.
27 de febrero 2019, 11:40 GMT
Es una manera de control indirecto, y eso puede parecer algo casual, pero en realidad hay una estrategia detrás.
—¿Y qué papel juegan los medios de comunicación en el lawfare?
—Son uno de los brazos ejecutores del lawfare. El lawfare no se entiende si no está coordinado con una estrategia de persecución judicial, que obviamente es política, junto con una estrategia de desprestigio de la imagen de esa persona a batir porque asientan la verdad.
28 de julio 2020, 12:20 GMT
Los medios conforman el imaginario de la mayoría de la gente, generan cierto consenso sobre determinados personajes y en ese sentido pues ayudan a que ese asesinato simbólico de los líderes de la izquierda se pueda desplegar más fácil y no haya impugnación, porque si te están diciendo los medios que Cristina es una corrupta, que Lula es un corrupto, que Rafael Correa es un déspota que cierra medios y que también es un corrupto, pues eso va justificando las acciones judiciales que se van emprendiendo para perseguir a estos líderes, y aparte, también de manera coordinada, porque sobre todo en el caso de Brasil, y no solo, porque también en el caso de Argentina, hay una coordinación entre fiscalía, jueces y medios de comunicación.
En el caso de Argentina llegan a reconocer en el diario El Clarín que hacen periodismo de guerra contra la presidenta argentina, entonces sin ese periodismo de guerra contra determinados liderazgos, contra determinadas ideas, porque no solo es contra el líder, sino contra todo lo que representa, con lo que tiene detrás, en su programa político, no se puede entender cómo se puede erosionar de tal manera la imagen de un líder o una lideresa.
—Mucho se ha denunciado el lawfare en Brasil, Ecuador, Argentina. ¿Qué consecuencias ha dejado la aplicación de esta táctica en estos países?
—En primer lugar, un recelo, una reticencia hacia los líderes que llegaron prometiendo cambiar las cosas. Se impone esa idea de que al fin y al cabo todo es lo mismo porque todos son corruptos.
18 de enero, 23:32 GMT
Esta idea tan arraigada entre algunos sectores de que todos los políticos son iguales, de que la política es solo para la gente que quiere enriquecerse, es como una degradación de lo político que también lleva a una degradación de lo público porque se cuestiona el papel del Estado, y eso tiene que ver con la disputa del capitalismo neoliberal que trata de eliminar el Estado, y estos gobiernos que dentro del capitalismo, a veces sin romper, o bueno, siempre sin romper porque es bastante difícil romper con el capitalismo, plantean ampliar el Estado y darle más preminencia.
Bueno, es denigrar lo político, la política, el Estado, lo público y, por otro lado, cerrar el paso a la posibilidad de transformación, a ese horizonte de que se pudieran hacer las cosas de otra manera.
—En Brasil, por ejemplo, hemos visto el desmantelamiento de lo público, principalmente con el caso de Petrobras.
—Sí, eso es muy importante. Yo lo he dicho en términos teóricos, pero en términos concretos es así como lo mencionas.
Otros ejemplos concretos son de contratos que podrían haber ido a empresas estatales que cambian hacia empresas próximas a Estados Unidos o directamente a Estados Unidos, porque un elemento fundamental del lawfare, que me parece esencial, es lo geopolítico.
22 de diciembre 2020, 22:05 GMT
Es decir, el lawfare como arma de reconfiguración geopolítica en América Latina para cambiar esos liderazgos, para que Estados Unidos pueda penetrar con la misma facilidad de antes en un contexto de disputa de mercados y de sentidos y de todo con China en el continente, que ya es el primer socio comercial en muchos de los países latinoamericanos y caribeños, y donde Estados Unidos está viendo que tiene cada vez menos influencia, sus empresas también, y entonces no le interesa que lleguen gobernantes de la izquierda, que no solo operen con China, sino que también refuercen a sus empresas en detrimento de empresas foráneas.
Es debilitar a un Estado-Nación potente. Brasil es una potencia subregional que tuvo una política exterior bajo los gobiernos de Lula sumamente activa, que miró hacia África, que miró a los BRICS, que jugó un papel político protagonista. Esto también sirve, en cierto modo, para disciplinar y garantizar que no se pase de la raya.
—Hablemos de España. Pablo Iglesias se retira de la política. Dijo que haberlo convertido en un chivo expiatorio no ayuda a sumar para su partido, para su causa. ¿Qué lectura ha hecho usted sobre la retirada de Iglesias?
—Yo creo, sin duda, que no puede entenderse la retirada de la primera línea política institucional de alguien como Pablo Iglesias, sin toda esta campaña mediática, de acoso diario tanto en prensa como a través de la persecución judicial, con toda una serie de causas que no van solo contra él, sino contra su partido político y su entorno.
Pensemos en la última que se publicó justo días antes de las elecciones contra su compañera y ministra de Igualdad, Irene Montero. También lo que se ha venido construyendo de esa imagen totalmente demonizada de lo que simboliza Pablo Iglesias, porque esto va más allá de él como persona, y que ha llevado a que gente esté acosándolo en las puertas de su hogar desde hace más de un año con total impunidad, algo inaudito en esta democracia y que no se toleraría ni siquiera un día para cualquier dirigente de cualquier otro partido político.
También creo que esta decisión, en buena medida, que me parece una decisión táctica de gran calado, no puede entenderse sin esa construcción de aniquilamiento moral de tratar de acabar no solo con la imagen de una persona, sino con la propia persona, con amenazas de muerte con balas y acabar con ella anímicamente, porque hay que estar en esos zapatos para aguantar esos niveles de presión personal que deben afectar psicológicamente, sin duda, sobre todo porque una persona que está en ese cargo público no puede reaccionar como lo haría cualquier ciudadano que está siendo acosado, insultado, agraviado, perseguido. No, tiene que reaccionar de manera mucho más fría. Pero se ha pasado a un límite que ya creo que sobrepasa todo.
Y, efectivamente, eso ha tenido una traslación electoral. Se ha entendido desde la dirigencia de Unidas Podemos que su liderazgo es polarizante, es decir, hay un sector muy firme de apoyo absoluto hacia su figura y que concuerda totalmente con su discurso, pero a la vez también restas al ser un liderazgo tan polarizado.
Entonces, yo creo, sin quitar que haya otros elementos de decisión personal vinculados a este intento de aniquilamiento que mencionaba, que se ha optado por dar un paso al lado, ubicarse en otro lugar desde donde poder incidir de una manera más efectiva para seguir consiguiendo los objetivos estratégicos de Unidas Podemos, que entiendo, es la transformación de, al menos, este Gobierno y obtener las políticas sociales más favorables para la clase trabajadora de este país.
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