«Las farmacéuticas inventan trastornos y enfermedades mentales para tener gente adicta a sus productos»

En 2013 Peter C. Gøtzsche publicó el libro ‘Medicamentos que matan y crimen organizado: cómo las grandes farmacéuticas han corrompido el sistema de salud ‘ (Libros del Lince, 2014), donde cargaba duramente contra el sector farmacéutico, que conoce como la palma de su mano tras haber trabajado ocho años en él. La obra, en la que acusa a las compañías farmacéuticas de amañar las conclusiones de numerosas investigaciones en beneficio propio, levantó una gran controversia al ser el profesor Gøtzsche una gran autoridad en materia de diseño de estudios científicos.

Hace pocos días ha aparecido en España su último libro, titulado ‘ Psicofármacos Que Matan y denegación organizada‘ (Libros del Lince, 2015), donde Gøtzsche aborda el campo de la psiquiatríamoderna y asegura que esta se ha simplificado hasta el extremo de limitarse a recetar los psicofármacos que la industria va lanzando al mercado. Siempre radical, aboga por abolirlos todos salvo en casos extremos, donde realmente se demuestre su aportación a la cura del enfermo. Para Gøtzsche, ansiolíticos, antidepresivos e incluso antipsicóticos se recetan sin tener en cuenta sus efectos dañinos.

El profesor Peter C. Gøtzsche se graduó como Máster de Ciencia en Biología y Química en 1974, y se licenció como médico en 1984. Es especialista en medicina interna, trabajó en la industria farmacéutica entre 1975 y 1983, y ejerció en hospitales de Copenhague entre 1984 y 1995. En 1993 contribuyó a la creación de la Cochrane Collaboration, una institución dedicada a revisar la veracidad de todos los estudios que se publican en el ámbito de la salud y así filtrar los intereses de las diferentes industrias en el negocio de la sanidad.

Su libro describe a los psiquiatras como profesionales dedicados a recetar medicamentos a los pacientes sin saber realmente si van a funcionar…

Una razón importante por la que la psiquiatría moderna está tan centrada en los fármacos es que la gente no sabe muy bien cuáles son ni sus beneficios ni sus daños. Yo tomé una actitud crítica respecto a estos fármacos; conseguí el acceso a estudios no publicados y fue entonces cuando me di cuenta de lo mucho que la industria farmacéutica, y en ocasiones también los psiquiatras, nos han engañadocon sus ensayos clínicos.

¿No existen psicofármacos de beneficios comprobados?

Mediante las revisiones de muchísimos estudios he podido comprobar que el beneficio de muchos psicofármacos es dudoso, pero en cambio no existe duda de que pueden causar daños graves, que pueden incluir el suicidio, el homicidio o la muerte por otras causas. Otro problema es que probablemente todos estos fármacos son susceptibles de provocar daños permanentes en el cerebro cuando se usan a largo plazo, pero los pacientes que los quieren dejar, por lo general cuentan con muy poco apoyo por parte de sus médicos.

La psiquiatría actual reduce los problemas psicológicos a desequilibrios químicos que pueden ser curados con fármacos. ¿Hay intereses de la industria detrás de esta gran simplificación?

El cuento sobre los supuestos desequilibrios químicos fue inventado por un médico hace 61 años y la industria farmacéutica lo abrazó de inmediato. No he encontrado ninguna investigación que acredite científicamente que un desequilibrio químico es la causa de problemas psiquiátricos. Es más: los psiquiatras más relevantes son conscientes de que esto es una mentira y sin embargo muchos de ellos, tal vez la mayoría, siguen utilizándola a fin de persuadir a sus pacientes a continuar con su medicación.

El sueño de una solución rápida nunca desaparece, pero no hay soluciones rápidas en psiquiatría y los fármacos son muy raras veces la solución a los problemas de la gente. La profunda ironía es que quizás no haya un desequilibrio químico implicado salvo el que crean los propios psicofármacos, que en muchos casos funcionan como drogas adictivas.

Yo tomé una actitud crítica respecto a estos fármacos; conseguí el acceso a estudios no publicados y fue entonces cuando me di cuenta de lo mucho que la industria farmacéutica, y en ocasiones también los psiquiatras, nos han engañado con sus ensayos clínicos.

¿Podríamos decir entonces que estamos frente a una industria que inventa enfermedades para crear adictos a sus productos?

No es desacertado asegurar que la industria farmacéutica inventa enfermedades para conseguir gente enganchada a sus productos. Dicho esto, es cierto que hay muchas personas que sufren problemas mentales severos y necesitan en ocasiones un apoyo en la medicación. Pero creo que tratar estos problemas sistemáticamente con psicofármacos solo empeora la situación. La forma en que usamos las drogas psiquiátricas hoy en día sin duda causa mucho más daño que beneficio.

El ‘trastorno bipolar’, el ‘TDAH’, el ‘trastorno obsesivo compulsivo’, etc., son palabras que han entrado en el lenguaje común. ¿Son tales diagnósticos una simplificación de los problemas de la persona para adaptarlos a la aplicación de ciertos medicamentos?

Una de las grandes tragedias de la psiquiatría moderna es que muchos trastornos psiquiátricos son causados por los psicofármacos que se usan para tratar otro trastorno anterior; es decir, son daños colaterales, o efectos secundarios si se quiere. Por ejemplo, los efectos secundarios de la medicación para tratar el TDAH (trastorno por déficit de atención) coinciden bastante con el cuadro de diagnóstico de un trastorno bipolar.

Lo mismo ocurre con la depresión: los fármacos antidepresivos pueden provocar síntomas que cumplen con los criterios para diagnosticar un trastorno bipolar, por lo que también en este caso muchas personas sufren de efectos secundarios de los antidepresivos. Pero esto a menudo no se detecta y, por lo tanto, estas personas pueden, además, ser tratados con medicamentos antipsicóticos o de litio, o ambos.

En mi libro explico por qué no debemos ver el TDAH como un trastorno psiquiátrico, y la razón por la que la que los psiquiatras deberían centrarse en los problemas del entorno de los niños (el TDAH es más frecuente entre niños) en lugar de decir que son los propios niños el problema. Los medicamentos para el TDAH no resuelven ningún problema; de hecho, parecen agravarlos a largo plazo.

Usted sostiene que la gran mayoría de los fármacos psicoactivos deberían ser abolidos. ¿Cómo se trataría, en tal caso, una psicosis grave?

Hubo una revisión Cochrane que comparó las benzodiazepinas con los antipsicóticos para tratar la psicosis aguda. La misma mostró que los pacientes se calmaron más rápido con la benzodiazepina. El tratamiento estándar es aplicar antipsicóticos, pero he preguntado a muchos pacientes que han probado ambos tipos de fármacos, cuál preferirían en caso de sufrir un nuevo brote psicótico.

Todos los pacientes, hasta el momento, me han dicho que preferirían una benzodiazepina. Y les comprendo, ya que las benzodiazepinas no son tan tóxicas y peligrosas como antipsicóticos. Pero también es posible tratar la psicosis severa sin ningún tipo de medicamentos psiquiátricos. Sé de psiquiatras eminentes en varios países que nunca han usado un antipsicótico para tratar una psicosis. Solo han aplicado la psicoterapia, la empatía y el amor.

Muestran a los pacientes que se preocupan por ellos, que los respetan y tienen un verdadero interés en ellos, y es bien sabido que este enfoque es eficaz. Antipsicótico es un nombre demasiado engañoso, ya que estos fármacos no curan a nadie en contraste con los antibióticos, que realmente pueden salvar la vida de las personas si tienen una infección bacteriana grave. No estoy convencido de que necesitemos antipsicóticos en absoluto, ya que son muy tóxicos.

¿De verdad cree que una persona con una psicopatía severa puede tener una buena calidad de vida solo con terapia y sin medicamentos?

Está perfectamente documentado que muchas personas con psicosis graves pueden tener una buena calidad de vida sin psicofármacos. En realidad, la pregunta correcta es : ¿Pueden los medicamentos psiquiátricos empeorar la calidad de vida de las personas en promedio? Actualmente, mi grupo de investigación está estudiando la calidad de vida con y sin antidepresivos.

Hay muy pocos estudios publicados a este respecto y no tenemos acceso a los estudios no publicados por la Agencia Europea del Medicamento, aunque sabemos que no son pocos. En nuestra opinión, está claro por qué tan pocos estudios han sido publicados: sus resultados no dejan en buen lugar a la industriafarmacéutica.

FUENTE: (http://www.eldiario.es/consumoclaro/cuidarse/medicamentos-psiquiatria-psicofarmacos-peligros_0_517249096.html)

 

(Vídeo) Humoristas rusos engañan a Cospedal en llamada telefónica “fake”: “Puigdemont es un espía ruso y lo llamamos Cipollino”

Por Kaos. Audiovisual

 

¿Pero cómo es posible que toda una Ministra de Defensa se deje engañar por dos humoristas rusos que le comunican que Carles Puigdemont es un espía ruso apodado ‘Cipollino’ o que el ‘50{14c88425e8fe9d97faae8feb4c9704a1f54f6c24ede33d0414f3cb3e373d26ea} de los turistas rusos que viajan a Cataluña son, en realidad, «del servicio especial de Rusia»?

Esperpéntico: ¿Pero cómo es posible que toda una Ministra de Defensa se deje engañar por dos humoristas rusos que le comunican que Carles Puigdemont es un espía ruso apodado ‘Cipollino’, que el ‘50{14c88425e8fe9d97faae8feb4c9704a1f54f6c24ede33d0414f3cb3e373d26ea} de los turistas rusos que viajan a Cataluña son, en realidad, «del servicio especial de Rusia» o que Letonia puede mandar tropas de refuerzo a Barcelona? Después dirán que la gente “incita al odio” aunque en este caso quizás sea más ajustado hablar de vergüenza, mucha vergüenza por estar gobernados por personajes de esta talla política e intelectual. 
 La agencia de noticias rusa Sputnik ha difundido este viernes una broma, según informa Europa Press, de la que ha sido víctima la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, en la que dos humoristas que se hacen pasar por miembros del Ministerio de Defensa de Letonia le informan de que el presidente de la Generalitat cesado, Carles Puigdemont, es un espía ruso apodado ‘Cipollino’.

 En el vídeo de la conversación, el humorista ruso Alexéi Stoliarov se identifica como el ministro letón de Defensa y se ofrece a Cospedal a compartir con ella información de los servicios de inteligencia de Letonia sobre el papel de Rusia en el conflicto catalán.

Entre otras cuestiones, informa a la ministra española de que Puigdemont trabaja «para la Inteligencia rusa desde hace tiempo» y que su apodo es ‘Cipollino’. Asimismo, le indica que el 50 por ciento de los turistas rusos que viajan a Cataluña son, en realidad, «del servicio especial de Rusia». «¿El 50 por ciento?», pregunta incrédula Cospedal.

En varios momentos de la conversación, en la que también interviene el humorista Vladímir Kuznetsov, se ofrece la ayuda de Letonia, incluida la participación del Ejército, y la colaboración para abordar la información lograda por los servicios secretos de países vecinos y Ucrania con el objetivo de evitar que la situación en Catalunya termine en un escenario similar al de Donbás en Ucrania.

«Quisiera que lo tomara en serio. En cualquier caso estamos dispuestos a apoyarles con el desplazamiento de nuestro ejército en el territorio de Barcelona en plazos muy cortos», le dice el humorista a la ministra, que a lo largo de la conversación agradece la información recibida y se compromete a trasladársela al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con el objetivo, incluso, de un posible encuentro personal.

Sobre la situación en Cataluña, la titular de Defensa señala en la conversación que está «algo más controlada» y recuerda que las «mentiras» del independentismo catalán se «están desenmascarando en toda Europa». «Pero es importante que se conozca toda la verdad», dice sobre la posible colaboración rusa con el Govern cesado.

Fuente:(http://kaosenlared.net/video-humoristas-rusos-enganan-a-cospedal-en-llamada-telefonica-fake-puigdemont-es-un-espia-ruso-y-lo-llamamos-cipollino/)

 

La verdad de la detención de Antonio Ledezma, Caracazo. Nicolás Maduro, no impunidad. Venezuela

https://www.youtube.com/watch?v=gZRmqtzKE5U

Desde 2015 el dirigente opositor fue detenido por los delitos de conspiración y asociación para delinquir, luego del plan llamado «La Salida», que dejó 43 venezolanos muertos. Este 17 de noviembre violó el arresto domiciliario y huyó a Colombia.

 El portal web de la autoridad de Control Migratorio y de Extranjería de Colombia confirmó este viernes que el opositor Antonio Ledezma, prófugo de la justicia venezolana, ingresó a territorio colombiano por vía terrestre a través del Puente Internacional Simón Bolívar, frontera entre ambos países.

En el transcurso de la tarde, medios venezolanos informaron que el exalcalde habría salido de Colombia con rumbo a España para reunirse con sus familiares.

A través de la red social Twitter, los usuarios han difundido imágenes de Ledezma en el aeropuerto colombiano de Cúcuta para abordar un vuelo privado con destino a Madrid, capital del país europeo, donde arribará en la mañana de este sábado.

 

 

Incautan cuatro toneladas de cocaína en una macrooperación antidroga

Un total de 40 detenidos en España y Marruecos

La Guardia Civil, en colaboración con policías de Alemania, Italia, Marruecos y la Oficina Antidroga de EEUU, la DEA, han desmantelado una organización internacional dedicada al tráfico de cocaína con 40 detenidos en España y Marruecos y la intervención de cuatro toneladas de cocaína.

La organización que estaba dirigida desde Venezuela por un ciudadano español que se encuentra en busca y captura.

Mientras, los arrestos, 34 hombres y 6 mujeres de nacionalidades española, británica, marroquí, se han practicado en Girona, Pontevedra, Madrid, Melilla y Marruecos, según informa la Dirección General de la Guardia Civil que, junto con el resto de cuerpos policiales, han desarticulado dos grupos interrelacionados entre sí pero con funciones diferentes.

Una de las organizaciones estaba afincado en el norte de España, concretamente en el País Vasco y se encargaba de introducir y distribuir las partida de droga que llegaban por vía marítima, en tanto otro grupo, establecido en Melilla y con ramificaciones en Málaga y Marruecos, tenía como misión blanquear las ganancias.

De las cerca de cuatro toneladas de cocaína intervenidas, 2.580 kilos han sido incautadas en Marruecos y 1.270 kilos en España. Se estima que la cocaína podría haber alcanzado en el mercado español más de 103 millones de euros.

Además de esta droga aprehendida en diversos registros, en alguno de ellos se halló estupefaciente en habitáculos bajo tierra, se han intervenido más de 13 millones de euros en efectivo, 105 kilos de hachís, 3 embarcaciones y 18 vehículos de alta gama, entre ellos una autocaravana empleada para transportar droga.

La operación, bautizada como Ventus, se inició en 2016 cuando se tuvo conocimiento de la existencia de un grupo de personas que se estaría dedicando al tráfico de drogas utilizando para ello embarcaciones de recreo tipo «velero», desde la localidad de Denia (Alicante).

Fruto de esta información, los agentes interceptaron una de estas embarcaciones procedente de Venezuela y que tenía como destino el Puerto de Cádiz, con 400 kilogramos de cocaína ocultos en un doble fondo practicado en una zona de la proa de la embarcación que recubrieron con planchas de plomo para dificultar su descubrimiento.

La documentación intervenida entonces permitió a los investigadores tirar del hilo para destapar la organización que contaba con colaboradores en el País Vasco y que tenía varios cabecillas que se desplazaban desde Sudamérica hasta España para, entre otras misión, recoger los beneficios de la venta de la droga para trasladarlos físicamente a Venezuela.

Así, la investigación permitió concluir, gracias a la colaboración de la oficina de la DEA en Madrid, que un hombre había llegado desde el país sudamericano para afincarse en Rivas Vaciamadrid (Madrid) y encargarse de las recogidas de dinero del grupo melillense.

Para no levantar sospechas había creado un entramado empresarial dedicado a la compra venta de muebles de madera en España, enviando la mercancía a Venezuela vía marítima en contenedores.

El sistema le permitía ocultar el dinero, generalmente en billetes de 200 y 500 euros en dobles fondos de los mismos. En una intervención se logró interceptar más de ocho millones de euros en efectivo en el puerto de Valencia.

Otras de las formas de trasladar el dinero, era utilizando a personas con escasos recursos económicos que ocultaban el dinero entre sus pertenencias. Se ha logrado interceptar más de cuatro millones de euros en vuelos que salían desde Málaga o Melilla con destino a Venezuela.

Por su parte, el jefe del grupo asentado en Melilla, era un ciudadano español que dirigía las operaciones desde Frankfurt (Alemania), donde bajo la cobertura de la compra-venta de vehículos, blanqueaba el dinero del narcotráfico para la organización venezolana principal.

Durante el desarrollo de la operación, los agentes intervinieron también en Pontevedra 870 kilogramos de cocaína que estaban ocultos en una vivienda, y que se pretendían distribuir al Reino Unido a través de las provincias de Alicante y Girona. Este subgrupo de la red utilizaba para el transporte de la droga un auto caravana y vehículos lanzadera para evitar ser detectados.

Y en Lloret de Mar (Girona), la Guardia Civil localizó un habitáculo oculto bajo tierra, donde habían escondido 120 kilogramos de cocaína. Esta partida de droga iba a ser llevada hasta Alicante para ser distribuida oculta en camiones a Reino Unido.

Europol ha apoyado la investigación desde mayo de 2016 proporcionando soporte analítico, así como desplegando una oficina móvil durante la fase final de las detenciones en Melilla. El equipo móvil facilitó el intercambio de información en tiempo real, el análisis de la información obtenida y la identificación de vínculos transnacionales con otras organizaciones criminales.

La operación ha sido llevada a cabo por agentes de la Guardia Civil, adscritos a la Unidad Central Operativa (ECO Alicante) y las Comandancias de Melilla y Madrid, bajo la dirección del titular del Juzgado de Instrucción número tres de los de Alicante.

Fuente:(http://www.rtpa.es/nacional:-Incautan-cuatro-toneladas-de-cocaina-en-una-macrooperacion-antidroga-_111510910942.html)

Narcopolítica

La Iglesia, la institución más opaca para la prensa, y el PP, el partido menos abierto. (en Transparencia solo aprueban Podemos con IU)

Las organizaciones consideradas menos transparentes son las siguientes: la Iglesia (1,99), el sector bancario (2,61), las organizaciones empresariales (3,19), los sindicatos (3,81) y los partidos políticos (3,87).

En cuanto a los partidos políticos, los periodistas solo aprueban a Podemos e IU, considerando, con mucha distancia, al PP como el partido más opaco. Según los encuestados, Podemos es el más transparente (5,17), seguido por IU (5,09), en tercera posición figura Ciudadanos (4,51), a continuación se sitúa el PSOE (4,26) y en el último puesto, a mucha distancia, el PP (2,97).

25-OCT-17 (http://ecodiario.eleconomista.es/sociedad/noticias/8698624/10/17/Los-periodistas-no-encuentran-noticias-en-el-portal-de-la-transparencia.html#)

El estado del saqueo (desmontando el bipartidismo)

Pablo Iglesias es, desde luego, una “rara avis” en el Parlamento español. Sus discursos van un poco más allá de las intrigas palaciegas inmediatas para tratar de dibujar algunos contornos del mundo en que vivimos. Es algo muy de agradecer. Aunque lo que se resalte mediáticamente sean los tics de estilo o los golpes de efecto, sus intervenciones pueden dar algo que pensar. A mí, por ejemplo, el discurso del jueves en la sesión de investidura me hizo reflexionar sobre los problemas de la dicotomía vieja/nueva política como eje de coordenadas para entender (en un sentido transformador) nuestro mundo.

Crisis del sistema político español

Crisis del sistema político español

Una idea básica de la intervención de Pablo Iglesias es que estamos ante una “sesión de investidura histórica”. ¿Por qué, en qué sentido? Porque en la composición misma de la Cámara se manifiesta muy claramente la crisis profunda del sistema político español nacido de la transición: el famoso “régimen del 78” y su membrana protectora, la Cultura de la Transición.

Tiene toda la razón Pablo Iglesias. En un artículo de 2013, definíamos la Cultura de la Transición (CT) como una “máquina de visión y de interpretación del mundo”. Una fábrica de la percepción sobre la realidad en la que trabajan a diario periodistas, políticos, intelectuales, historiadores, creadores, expertos, etc. ¿Y qué percepción se fabrica ahí cotidianamente? La del consenso en torno al tipo de democracia surgida de la transición como único “espacio de convivencia y libertad” posible si no queremos volver a algún tipo de “caos” o de “guerra civil”.

Decíamos en ese artículo que la CT es un “marco de lo posible” definido por tres características: en primer lugar, prescribe lo que se puede discutir y lo que está fuera de discusión (la arquitectura política del régimen del 78 quedaría fuera de discusión, sólo se puede discutir “dentro” de ella y de sus coordenadas); en segundo lugar, establece dos opciones básicas para todo: PSOE y PP (izquierda/derecha, progresismo/inmovilismo), con su complemento mediático correspondiente (El Mundo/El País, la COPE/la SER, etc); y por último, determina quién puede hablar, cómo y desde dónde. Es decir, desde qué lugares se puede hablar, qué sujetos tienen derecho a ser escuchados, qué tonos y palabras hay que usar, etc.

En esta sesión de investidura se puso de manifiesto, como acertadamente señaló Pablo Iglesias, que las costuras de ese “marco de lo posible” han estallado (y seguramente para siempre). En primer lugar, hay una voz con cinco millones de votos detrás que cuestiona la arquitectura y los consensos del régimen del 78. En segundo lugar, vemos cómo el PSOE le entrega el poder al PP, dinamitando así la diferencia simbólica entre ambos. En tercer lugar, un cierto tono “plebeyo” (en los modos, los estilos y las palabras) entra con Podemos en el parlamento (aunque aquí habría que ampliar la discusión, porque esta “democratización de la palabra” sigue muy ajustada a lugares privilegiados, a especialistas y profesionales de la política, aunque sea la nueva, etc.).

Pablo Iglesias explicó en su intervención cómo el sistema político español, que fue diseñado para excluir a un tercero (por ejemplo, a una izquierda no sumisa), entra en crisis cuando ese tercero ingresa con fuerza en el espacio parlamentario y disputa el poder al bipartidismo, como ocurre ahora con Podemos. Entra en crisis también cuando las máquinas mediáticas de la CT no logran instalar ya en la cabeza de la gente los consensos de décadas estigmatizando toda voz que los cuestione (los disparates que El País se obliga a sí mismo a decir todos los días sobre Podemos no son muestra de fuerza sino de debilidad y pérdida del control sobre los enunciados, en el pasado nunca hizo falta ponerse tan nervioso). Por último, el sistema político español entra en crisis cuando “la gente pierde el miedo”, dijo Pablo Iglesias. El miedo a votar por opciones políticas que son acribilladas a diario por los medios de comunicación oficiales, el miedo a votar por “el diablo con coleta”.

Según el discurso del jueves, dos serían los factores que han desestabilizado los consensos y el paisaje político en el que languidecíamos desde hace décadas. En primer lugar, la plurinacionalidad de España, manifiesta en los resultados electorales pero ignorada e incomprendida aún por la “triple alianza” formada por PP, PSOE y Ciudadanos. En segundo lugar, el 15M. Aquí sería posible abrir otra discusión, porque aunque el independentismo catalán haya tenido desde siempre una base cultural y política importante, el repunte que tiene ahora le debe mucho al rechazo del sistema político español. Es la “capitalización identitaria” de un malestar (por la aplicación despiadada de las políticas de austeridad, la corrupción y la represión) que se había expresado primero en las plazas de otra forma. Ese “independentismo no nacionalista” es clave para entender el empuje que tiene el “procés” en Catalunya.

Pablo Iglesias citó la presencia electoral decreciente (“marginal”) de los partidos del 78 en Euskadi y Catalunya, la realidad de las grandes ciudades y de los menores de 45 años como los índices de una transformación en curso. “El tiempo pondrá a cada uno en su lugar”. Es decir, el régimen del 78 y la CT se mueren de viejos y Podemos (En Común, confluencias) encarnan lo nuevo que viene y se impondrá más pronto que tarde.

Vieja y nueva política

Vieja y nueva políticaEl eje fundamental del discurso de Pablo Iglesias fue por tanto la tensión entre vieja y nueva política. Es aquí donde me gustaría detenerme ahora. Porque, más allá del discurso del jueves, ese es el marco de coordenadas que se ha instalado para pensar la política desde que lo electoral-institucional pasó a primer plano a lo largo de 2013, tras el debilitamiento del movimiento 15-M (lo que llamamos el “eclipse de Sol”). Quisiera señalar tres límites importantes de este marco discursivo. Tres reducciones que opera en nuestra comprensión-acción de los desafíos políticos a los que nos enfrentamos.

— En primer lugar, el encierro en la cuestión nacional. En los últimos 30 años, se ha construido un orden global que articula (jerárquicamente) Estados, instituciones supraestatales, multinacionales y capital financiero. La política de los Estados ha quedado completamente subordinada a la mera gestión de las necesidades y los efectos de ese orden global en un territorio y una población concreta. Es lo que venía a decir a las claras Mariano Rajoy cada vez que anunciaba un nuevo recorte en la pasada legislatura: “No hay margen de maniobra posible”.

La política estatal no es una “pobre víctima” de esta situación, sino que más bien ha sido un “agente activo” en la construcción de este nuevo orden global. De alguna manera se ha disparado en el pie, porque su autonomía (y, por tanto, su propia legitimidad y credibilidad) se ha reducido drásticamente. Por ejemplo, por mucha retórica sobre la importancia de la nación o de la soberanía popular que se utilice, basta con un telefonazo desde alguna institución supranacional para que se tenga que modificar la “sagrada” Constitución con alevosía y nocturnidad, como hizo Zapatero en su día cavando así su propia fosa política.

Sin embargo, el eje vieja/nueva política vuelve a poner en el centro la toma del poder político y el Estado como lugar privilegiado de acción, pasando de puntillas sobre las consecuencias que podríamos extraer de lo ocurrido con Syriza. La vía estatal tiene sus propios “techos de cristal” y no son menores. Este recentramiento de la estrategia en torno al poder político explica también la necesidad de Podemos de resignificar lo “nacional” como identidad común. Es la insistencia (¿un poco artificial?) de Pablo Iglesias en la retórica de “España”, “lo español” y “la patria”.

Creo que la geografía política local-global que nos proponían los “movimientos de las plazas” (Tahrir, Occupy, 15M, etc.) era más compleja e interesante y un poco más a la altura del mundo en que vivimos y sus posibilidades de transformación. El 15M cuestionaba la CT (las posiciones izquierda/derecha, la cuestión nacional como central, etc.) precisamente porque se trata de un marco reductor que nos impide asumir los problemas que nos plantea nuestra inscripción en un orden global en el que compartimos un único mundo común, la interdependencia es la regla general y todos somos “afectados” (para bien o mal) de lo que ocurre más allá de las fronteras nacionales.

Para el 15M, se trataba de “suspender” o “salir” del marco estrecho de coordenadas de la CT, como pasó cuando la gente de Madrid salió a la calle para expresar su solidaridad con las personas desalojadas brutalmente de Plaza Catalunya al grito de “Barcelona, no estás sola”. Se trataba de inventar nuevas formas abiertas de nombrar la identidad común como “indignados” o “somos el 99%”. Se trataba de dibujar una nueva geografía política (resonancias entre los distintos movimientos de las plazas, etc.) que trascendiese las fronteras que encierran nuestra imaginación y nuestra sensibilidad en un marco estatal-nacional, cuando las fuerzas que configuran hoy la realidad lo desbordan por todos lados.

— En segundo lugar, el estrechamiento en la misma manera de interpretar los movimientos recientes. “La gente que salió a la calle el 15M quería orden e instituciones que funcionasen bien”, dijo ayer Pablo Iglesias muy en consonancia con los discursos que podemos escuchar a menudo desde Podemos. Me parece que ese acercamiento tan instrumental (“lo que quería el 15M es algo como Podemos”), limita nuestra comprensión de lo que se puso en juego entonces.

En la política de las plazas se quería (y se practicaba) una política al alcance de cualquiera, igualitaria no delegativa, no monopolizada por “los que saben” (sean expertos nuevos o viejos). En la política de las plazas se querían (y se practicaban) formas de acción y participación acogedoras e inclusivas, no fracturadas por las luchas de poder internas típicas de los partidos, incluidos los nuevos. En la política de las plazas se quería (y se practicaba) una política vinculada a la vida, a sus territorios y condiciones, a sus ritmos y problemas, no puramente espectacular-mediática o subordinada al calendario oficial.

El eje vieja/nueva política deja fuera del campo de visión la necesidad de inventar formas de hacernos cargo de los asuntos comunes que no pasen necesariamente por la representación-delegación. No nos permite pensar e imaginar lo que más necesitamos quizá hoy: no sólo un cambio de política y de políticos, sino un cambio en la relación misma con la política. La fuerza del 15M consistió básicamente en esa experiencia viva de otra política y de otra democracia, no en la demanda de unos buenos representantes para poder volver a casa tranquilamente con nuestra vida privada.

— Por último, el empobrecimiento de nuestro análisis sobre el neoliberalismo. Hemos inflado demasiado la importancia de la CT. La cultura que marca de manera más intensa nuestra vida cotidiana es la “cultura neoliberal” que nos propone una relación de “gestión empresarial” con la realidad, con los otros y con nosotros mismos. Es esa cultura neoliberal la que nos presiona a diario hacia la individualización de nuestra relación con el mundo, hacia la competencia como principio de relación con los otros, hacia la superación indefinida de uno mismo como objetivo constante (como “empresarios de nosotros mismos”, como gestores de un “capital humano” o una “imagen-marca” que rentabilizar).

El eje vieja/nueva política tampoco nos sirve para entender esto. Por ejemplo, según el discurso de Pablo Iglesias la esperanza está en “las grandes ciudades” y en “los menores de 45 años” que ya no votan a los partidos del 78. Son lo nuevo y, por tanto, lo bueno. Pero, ¿no es justo en las grandes ciudades y entre los menores de 45 años donde la presión de la cultura neoliberal es más fuerte? “Ya no hay miedo”, dice Pablo Iglesias. Quizá no haya miedo a los tanques franquistas, pero respecto de muchas otras cosas la nuestra es una de las sociedades más temerosas de la historia. Miedo a quedar fuera en la carrera constante por salir adelante, miedo al agujero negro de la soledad y la miseria.

Según el discurso de Pablo Iglesias, parece que el neoliberalismo es algo que tiene lugar “desde arriba”: políticas de austeridad, recortes y desregulación. Es una visión muy limitada, puramente negativa. El neoliberalismo no es exactamente un “régimen político”, sino un sistema social que organiza la vida entera. No se trata de un “grifo” que derrama hacia abajo sus políticas y que podemos cerrar conquistando los lugares centrales del poder político, sino una dinámica que nosotros mismos reproducimos en mil decisiones cotidianas. No se impone simplemente por miedo o coerción, sino porque propone formas de vida deseables.

Acabo. El discurso de Pablo Iglesias fue muy bueno, pero no lo comparto. Nos encierra en un mundo reducido. La realidad que nos afecta desborda por todos lados la estrecha dicotomía viejo/nuevo. Es preciso y urgente activar otra imaginación política. Con todas sus insuficiencias, límites e ingenuidades, las plazas del 15M abrieron esa posibilidad: inventar otras identidades colectivas (más allá de la pertenencia nacional), ensayar otras posibilidades de participación y co-implicación en los asuntos comunes (más allá de los partidos y la simple toma del poder), plantear un desafío al neoliberalismo encarnado en la misma materialidad de la vida que llevamos (un desafío que que no se puede delegar en Pablo Iglesias, Errejón o quien sea). La tarea ahora es retomar esas posibilidades y prolongarlas, con nuevas formas de hacer y decir, irreconocibles incluso con respecto a las que conocimos el 15M. La salida meramente “política” de la crisis civilizatoria que atravesamos es muy estrecha y finalmente ni siquiera es una salida.