El presidente de EE.UU., Joe Biden, pronunció este martes un discurso para conmemorar los 100 años del disturbio racial de Tulsa, una masacre que le costó la vida a un número todavía desconocido de afroamericanos en dicha ciudad del estado de Oklahoma.
«Durante demasiado tiempo, la historia de lo que sucedió aquí se contó en silencio, envuelta en la oscuridad. Pero el hecho de que la historia esté en silencio no significa que no haya tenido lugar. Y aunque la oscuridad puede ocultar mucho, no borra nada», declaró el mandatario durante una ceremonia en Tulsa.
«Algunas injusticias son tan atroces, tan horribles, tan dolorosas que no pueden ser enterradas, no importa cuánto lo intente la gente», agregó Biden y advirtió contra la benevolencia con el supremacismo blanco.
«No debemos dar al odio un puerto seguro. […] El terrorismo de la supremacía blanca es la amenaza más letal para la patria hoy», dijo el presidente y resaltó: «No el Estado Islámico. No Al Qaeda. Los supremacistas blancos», dijo respecto al mayor riesgo para el país.
Los disturbios raciales de Tulsa tuvieron lugar el 31 de mayo y el 1 de junio de 1921, tras una acusación de violación a una joven de raza blanca, posteriormente no probada, contra un residente afroamericano. Una turba, liderada por la organización racista Ku Klux Klan, arrasó, incendió y saqueó el distrito de Greenwood, donde predominaba población de descendencia africana. Cuando el gobernador declaró la ley marcial y llegó la Guardia Nacional ya se habían destruido unos 1.250 hogares, iglesias, escuelas, negocios, un hospital y una biblioteca. Los registros oficiales certificaron que en los disturbios murieron 36 personas, aunque se sospecha que en realidad fueron centenares.