Avanza la transición hacia el nuevo Gobierno en Brasil. Sin embargo el contexto está lejos de ser el más propicio para llevar adelante el traspaso institucional.
Desde que perdió las elecciones contra Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente del país, Jair Bolsonaro, prácticamente no comparece en público. El mandatario se recluye en espacios que le resultan familiares, como el acto de graduación militar en la Escuela de las Águilas Negras, donde él mismo estudió hace más de 40 años.
Su vicepresidente, quien también es militar, declaró en las últimas horas que sus camaradas de armas no dan un golpe de Estado sólo porque no tienen libertad de maniobra para hacerlo, ya que esto traería como consecuencia sanciones económicas para el país.
En Brasilia siguen activos campamentos frente a los cuarteles para pedir una intervención militar. En medio de estos afanes desestabilizadores, avanza el proceso de transición que prepara la llegada de Lula al poder y su equipo busca como evitar una trampa institucional conocida como el techo de gastos, que impide ampliar el presupuesto.
Estas negociaciones acerca de la asignación de fondos públicos parecen ser el anticipo de las dificultades que enfrentará el Gobierno de Lula a la hora de impulsar sus políticas sociales, sobre todo teniendo en cuenta que la Asamblea Legislativa es mucho más cercana a Bolsonaro que al nuevo presidente.
Andrés Sal.lari, Sao Paulo.