El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro (izda.), y su homólogo ruso, Vladimir Putin, en Moscú, 25 de septiembre de 2019. (Foto: Reuters)
EE.UU. enviará a sus funcionarios a Venezuela para reunirse con el Gobierno de Nicolás Maduro en un intento por separar a Rusia de sus aliados de América Latina.
El diario estadounidenseThe New York Times (NYT) informó el sábado que varios funcionarios de alto rango estadounidenses viajarán a Venezuela este fin de semana en una visita que se produce tres años después de que Washington rompió las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Nicolás Maduro y cerró su embajada en Caracas en 2019, luego de reconocer al líder opositor, Juan Guaidó, como presidente de Venezuela.
“Ahora, la invasión rusa de Ucrania ha hecho que Estados Unidos preste más atención a los aliados del presidente Vladimir Putin en América Latina, que Washington cree que podrían convertirse en amenazas a la seguridad si el enfrentamiento con Rusia se profundiza”, según funcionarios estadounidenses que hablaron con el diario bajo condición de anonimato.
Ante tal panorama, el informe señaló la participación de los republicanos en las conversaciones sobre la reanudación del comercio de petróleo con Venezuela, haciendo alusión al excongresista Scott Taylor, quien está trabajando con Robert Stryk, un cabildero de EE.UU., para negociar con el Gobierno de Maduro a fin de importar petróleo de Venezuela.
Taylor consideró el viernes en un comunicado que un posible reinicio del comercio con Caracas es una oportunidad que EE.UU. debe aprovechar para “lograr una victoria diplomática y una brecha entre Rusia y Venezuela”.
No está claro cuánto tiempo permanecerá en Caracas la delegación estadounidense, que incluye a altos funcionarios del Departamento de Estado y de la Casa Blanca, ni con quién se reunirá el grupo. NYT dice que ni los portavoces de Maduro ni del Departamento de Estado y del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. respondieron a sus solicitudes de comentarios al respecto.
Un juez de la Corte Suprema desestimó el miércoles la última causa penal que enfrentaba el petista.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. Natacha Pisarenko / AP
Marzo fue el mes que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva se puso como tope para anunciar oficialmente su candidatura. Pero en sus declaraciones públicas y en las redes sociales, el líder del Partido de los Trabajadores (PT), de 76 años, lleva ya tiempo presentándose como futuro candidato presidencial para los comicios de octubre, que se avecinan como los más polarizados de la historia de Brasil.
Y en ese tono llevó a cabo su visita a México, donde el miércoles se reunió con el mandatario, Andrés Manuel López Obrador.
«Si gano las elecciones, vendré aquí este año para consolidar la más importante relación política entre Brasil y México, que se dará a partir de 2023», comentó.
«Solo envejecemos si no tenemos una razón para vivir, si no tenemos una causa. Y tengo muchas razones para vivir. Me caso este año. Y recuperaré la democracia y la dignidad para el pueblo brasileño», escribió en su Twitter Lula, que dirigió Brasil entre 2003 y 2010 y que sigue gozando de un enorme prestigio internacional, especialmente por los logros en la reducción de la pobreza.
En una entrevista al periódico La Jornada también habló sobre su posible candidatura: «Soy un expresidente que está evaluando, hablando con mucha gente [para decidir] si seré candidato una vez más, una decisión que se supone que debo tomar al volver de México».
De confirmarse, sería la sexta candidatura del exsindicalista, líder en las encuestas, con un 42,2 % de intención de voto.
Todo indica que las elecciones se reducirán a un durísimo pulso entre él y el presidente Jair Bolsonaro, su gran enemigo político, que cuenta con 28 % de intención de votos.
Ninguno de los otros candidatos tiene por ahora fuerza para hacerles sombra.
Ni siquiera Sergio Moro, el exjuez líder de la operación anticorrupción Lava Jato que condenó a Lula a la cárcel, con la posterior inhabilitación del exmandario en 2018, y que luego se convirtió en ministro de Justicia de Bolsonaro. Hasta que rompió con él.
Vuelta al ruedo político
El líder histórico de la izquierda, que inició su carrera en la década de los 70 y 80, recuperó sus derechos políticos en abril del año pasado tras la anulación de las condenas por corrupción en su contra, entre ellas, la que le llevó a la cárcel un año y siete meses.
Ese proceso, en el que se le acusaba de recibir un departamento triplex en Guarujá como soborno de una constructora a cambio de contratos en Petrobras, fue cerrado.
Desde entonces también quedaron archivados o suspendidos otros dos casos importantes. Uno en el que fue acusado de aceptar que dos constructoras pagasen las reformas de una hacienda en Atibaia, en Sao Paulo, y otro por irregularidades en la financiación del Instituto Lula.
El miércoles, el exobrero metalúrgico, que siempre dijo ser víctima de una persecución judicial, obtuvo otra victoria con el último proceso que le quedaba abierto en la Justicia.
Ricardo Lewandowski, uno de los jueces de la Corte Suprema, desestimó la causa en la que Lula era señalado por supuestamente usar su influencia para que el Gobierno de Dilma Rousseff (2011-2016), su sucesora en la Presidencia, adjudicara a una empresa sueca una licitación para la compra de 36 cazas Gripen paras las Fuerzas Armadas brasileñas.
La decisión deberá ser analizada ahora en conjunto por los once jueces de la máxima corte.
«Es un importante registro histórico sobre el uso estratégico del derecho con fines ilegítimos (‘lawfare’), que fue practicado por la ‘Operación Lava Jato’, que atentó contra el propio Estado de derecho y lesionó la democracia en el país», señalaron los abogados.
Niño diputado, se viraliza en las redes sociales !NIÑO DIPUTADO¡¡ deja CALLADOS a SENADORES NIÑO DEJA EN RIDICULO A DIPUTADOS Y A ENRIQUE PEÑA NIETO DIFUNDELO Jacinto Noh, el niño maya que le da cátedra a los diputados y a Enrique Peña Nieto
Cuba y Venezuela culpan a EE.UU. y la OTAN de provocar esta escalada entre Rusia y Ucrania. Por su parte Argentina, México y Bolivia llaman a una salida pacífica a través del diálogo. Entre tanto, el debate sobre las sanciones a Moscú reside en si afectarán también a la sociedad rusa y sin son o no justas. El politólogo Jacobo Quintero-Touma las considera «ilegales» y piensa que estas evidencian que el conflicto «no es un asunto de Rusia contra Ucrania, sino de la OTAN contra Rusia»
El mandatario rememoró el encuentro que tuvo su esposa, la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller, con el presidente austriaco, Alexander Van der Bellen.
Una réplica del ‘Penacho de Moctezuma’ en el Museo de Antropología de México, 11 de noviembre 2020
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, criticó la actitud «prepotente» que tuvo el Gobierno de Austria cuando se le solicitó el préstamo del penacho del emperador azteca Moctezuma, que está resguardado en el Museo de Etnología de Viena.
Durante la conferencia matutina de este miércoles, el mandatario recordó cuando en octubre de 2020, su esposa, la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller, se entrevistó con el presidente de Austria, Alexander Van der Bellen, para realizar la solicitud de préstamo del ‘Penacho de Moctezuma’, como parte de la agenda de conmemoración del bicentenario de la Independencia de México, en 2021.
«Apenas se estaba tratando el tema y ya estaban diciendo que no«, dijo López Obrador sobre el encuentro que sostuvo Gutiérrez Müller con Van der Bellen y otros funcionarios austriacos.
«No se siguió con el tema porque hubo esa negativa. Es una actitud muy arrogante, prepotente y no hay justificación de que no pudiera trasladarse (a México). Ni siquiera estábamos planteando (…) que nos lo devolvieran, era para que se exhibiera», declaró el mandatario mexicano.
No obstante, el Museo de Etnología de Viena negó el préstamo del penacho que perteneció a Moctezuma II (1466-1520), alentado que era «demasiado frágil», y al estar formado por material orgánico, cualquier vibración «en el aire o la carretera lo destruiría», según explicó el curador de las colecciones de América del Norte y Central, Gerard van Bussel.
«Lo cierto es que se han apropiado de algo que es de los mexicanos, como suele pasar con todo lo que tiene que ver con el arte, la cultura», declaró López Obrador esta jornada.
El presidente apuntó que su Administración ha iniciado una campaña para que otros países «devuelvan» el patrimonio histórico y cultural «que se han robado» y que «pertenece a México».
«No solo han saqueado a los pueblos en cuanto a sus recursos naturales, sus riquezas materiales, sino también su patrimonio cultural, artístico. Nosotros estamos en una campaña para que nos devuelvan todo lo que se han robado de arte y cultura que pertenece a México», dijo.
Recientemente, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) informó que la Embajada de México en Países Bajos realizó una ceremonia en la que dos ciudadanos neerlandeses restituyeron al país latinoamericano diecisiete piezas arqueológicas.
Asimismo, a finales de enero, la Embajada de México en Francia envió una nota verbal a la Cancillería de ese país en la que le expresó su rechazo por la venta de objetos del patrimonio histórico y cultural de la nación latinoamericana en la casa de subastas Millon de París.
El mandatario mexicano lamentó que el Gobierno estadounidense «no cambie su política exterior, que siga practicando la misma de hace dos siglos».
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. Foto: Hector Vivas
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acusó este martes a las autoridades estadounidenses de intervenir en los asuntos internos de su país y exigió que Washington reconsidere su política exterior.
«Lamento mucho que el Gobierno de Estados Unidos no cambie su política exterior, que siga practicando la misma de hace dos siglos«, declaró el mandatario mexicano durante su conferencia de prensa matutina. «Estoy tratando este asunto de manera sistemática, porque la verdad me apena, son de esos asuntos que dan pena ajena», añadió.
Financiación de la oposición
Asimismo, condenó a EE.UU. por financiar a algunos opositores que han estado buscando desacreditar al Gobierno mexicano. En concreto, se refirió al caso de Claudio X. González y María Amparo Casar, dirigentes de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), organización civil dedicada a realizar investigaciones periodísticas, que publicó recientemente un reportaje sobre la casa donde vivió el hijo mayor de López Obrador en Houston, Texas, sin revelar con ello ningún hecho concreto de corrupción.
«Como en cuestiones fundamentales, como el tratado comercial, la integración económica y comercial de América del Norte, cómo voy a tratar esos importantes temas para las naciones con el dinero que le dan a Claudio X. González y a la señora Casar, o sea, es rebajarse como gobiernos y como naciones. Ojalá se haga una revisión de esas políticas», afirmó el presidente.
De acuerdo con datos de la propia Agencia de EE.UU. para el Desarrollo (USAID), esa entidad entregó 741.347 dólares (15 millones de pesos) a la mencionada organización en 2021, a pesar de los reclamos del Gobierno de México.
«No le tengan confianza a Ted Cruz, es chueco»
Además, López Obrador aseguró que actualmente existe un golpismo mediático, que siempre tratará de socavarlo o disminuirlo. Por ese motivo, el mandatario señaló al senador republicano Ted Cruz como un personaje que se ha inmiscuido en temas que conciernen solo al país latinoamericano.
El representante del estado de Texas criticó la semana pasada que el presidente mexicano usara su cargo «para intimidar a uno de los periodistas más reconocidos en México», e hizo un llamado a la administración del presidente estadounidense, Joe Biden, para «detener y revertir esta tendencia mortal» que se ha desatado, desde su perspectiva, con el «colapso acelerado de las instituciones y el Estado de derecho» en México.
«¿Qué tiene que meterse ? Yo le diría a los estadounidenses que son nuestros amigos, porque tenemos muchos amigos en EE.UU. y muchos amigos estadounidenses de origen mexicano, pues que consideren a ese señor como un metiche«, dijo el presidente. «Pues que no le tengan confianza a ese señor: Ted Cruz es chueco», añadió.
Desde la ONU alertan del repunte del desplazamiento forzado en Colombia. La cifra se disparó un 179 % en 2021 respecto al año anterior, dejando 73.000 víctimas de la violencia. La situación se agrava por el número de desaparecidos. De acuerdo con la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, hay más de 120.000 personas cuyo paradero se desconoce. Tras decenas de años de conflicto armado, muchas familiares siguen esperando con ansias un mínimo detalle sobre sus seres queridos.
Desde hace más de una década el tecnólogo José Gregorio Jiménez trabaja en esta alternativa que podría abaratar los costos de la producción de gasolina hasta en un 70 %, en medio de la situación por las sanciones económicas.
Trabajadores de las gasolineras en una estación de servicio en Caracas, Venezuela, el 1 de junio de 2020SOPA Images / Legion-Media
La curiosidad llevó a un venezolano a interesarse por un líquido fétido y venenoso que surgía del prensado de la yuca, un tubérculo originario de Suramérica, utilizado para elaborar un alimento ancestral. Tras experimentar en su laboratorio, comprobó que de esa sustancia, que suele ser desechada, podía obtener biocombustible.
José Gregorio Jiménez es un inventor popular que nació en el estado Carabobo (centro norte), donde se encuentra uno de los principales parques industriales venezolanos y se concentra buena parte de la producción agrícola. Se graduó como técnico superior universitario en Tecnología Electrónica.
Su propuesta de generar combustible no fósil con el desperdicio de la yuca le ha otorgado varias reconocimientos y satisfacciones, a pesar de que su aplicación, con costos que pudieran ser 70 % más bajos que los de la producción de gasolina, no se ha hecho extensiva en el país. Sin embargo, confía que ante el complejo panorama de las sanciones, que dificultan la importación de tecnología en Venezuela y la entrada de los componentes para producir gasolina, su proyecto pueda tener un reimpulso.
José Gregorio Jiménez, inventor popular venezolanoJosé Gregorio Jiménez
Primero el casabe
Para comprender cómo se produce el etanol a base de yuca, es necesario hablar previamente de la elaboración de un alimento ancestral americano que se hace con este tubérculo. Se trata del casabe, una torta crujiente, plana y sin levadura, surgida de una variedad de yuca amarga.
En Venezuela es la base alimenticia de varios pueblos originarios, tanto de la región norte como sur, y es consumido por una buena parte del país. Su fabricación puede ser artesanal o industrial.
Para obtener el casabe, inicialmente, el tubérculo debe rallarse y prensarse. Tras ese proceso, la yuca pierde entre 60 y 80 % de su volumen y suelta una sustancia lechosa, amarga, almidonada y de olor fétido.
Casabera en el estado Monagas, en Venezuela, el 9 de diciembre de 2012Juan Carlos Hernandez Via ZUMA Wire / Legion-Media
El líquido que surge, denominado ‘yare’, es venenoso, porque posee un alto contenido de cianuro. Debido a que no puede ser aprovechado, se descarta y se vierte a un pozo séptico, donde se produce metanol, un gas de efecto invernadero.
Del veneno al etanol
Para que el ‘yare’ se transforme en etanol se realiza la filtración, seguida de la pasteurización, para eliminar las bacterias que se encuentran naturalmente en el líquido. Posteriormente, se efectúa un proceso enzimático o hidrólisis enzimática, «que es el secreto industrial» o la tecnología que descubrió Jiménez.
Luego de la hidrólisis enzimática viene la hidrolización, que corresponde a la subdivisión de las moléculas de la sustancia. Entonces, los almidones presentes en el ‘yare’ se transforman en azúcares primarios como la glucosa y la sacarosa.
Platas de yucaPumkinpie / Legion-Media
«Estos dos tipos de azúcares reaccionan o fermentan con levaduras, las que se utilizan para la cerveza o para el pan, y hacen que se transformen en alcohol y dióxido de carbono», dice el inventor popular.
Un descubrimiento inesperado
Jiménez aclara que no es químico y que le tocó aprender lo necesario para poder llevar adelante su proyecto. Como tantos otros inventos de la historia, el descubrimiento del ‘Yaretanol’ fue accidental.
Recuerda que en 2006 durante una visita a la zona del Campo de Carabobo, en su estado de origen, llegó junto a un amigo al sector El Rincón, donde se hace casabe desde hace más de cien años. En ese lugar pudo ver el proceso completo de cómo se producía artesanalmente.
Al ver y escuchar sobre el ‘yare’ pidió una muestra. A partir de ella comenzó su investigación, que se ha desarrollado por aproximadamente catorce años.
Etanol sin maíz
La propuesta de Jiménez para elaborar biocombustible tiene una diferencia fundamental con la producción de etanol a base de maíz. La variedad de yuca amarga no es comestible y es un desecho agroindustrial, mientras que el cereal es uno de los alimentos más importantes del mundo.
Imagen ilustrativaThamKC / Legion-Media
Pero no solo el tubérculo que da pie al casabe es candidato para la generación de etanol. El investigador ha hecho muchas pruebas «porque la idea no es hacerlo con el alimento sino con sus desechos«.
Como ejemplo de insumos para el combustible de origen vegetal habla de las papas pequeñas, que son descartadas por los agricultores porque no tienen el tamaño ni la calidad requeridas; las zanahorias, las remolachas y cualquier subproducto que tenga azúcar o almidones.
Además, está probando con algas, tanto de agua dulce como salada, para producir alimentos y biodiesel.
¿Por qué el proyecto no arranca?
Jiménez manifiesta que su proyecto tiene una etapa de desarrollo, de puesta en marcha y de consolidación. A pesar de que ya tiene más de diez años trabajando en él, no ha logrado su aplicación a gran escala.
«Venimos de un país que depende del petróleo, entonces crear un componente similar que sustituye a la gasolina es una competencia contra una empresa que domina muchos ámbitos», afirma.
Otro tema que dificulta su cristalización es el presupuesto, pues el costo de una planta productora de etanol que surta al país no puede ser financiado por una persona. «Este es un proyecto de Estado y estoy dispuesto a sentarme con el presidente Maduro para que logremos aplicarlo en el país de origen».
Campo petrolero frente a la costa este del lago de Maracaibo, en Venezuela, el 10 de mayo de 2017Jose Bula / Legion-Media
El tecnólogo asevera que años atrás no existían las necesidades actuales y que esta es una buena oportunidad para desarrollarlo. «No es un proyecto personal, la idea es que sea aplicado acá, con la participación de los países aliados, porque requiere una inversión importante para generar una fuente renovable de biocombustibles y alimentos», agrega.
¿Cuánto le ahorraría la propuesta al país?
Frente a una economía surcada por las sanciones y el bloqueo de las cuentas del Estado venezolano en el exterior, lo que dificulta la compra de maquinarias y repuestos, Jiménez explica que la ventaja de su propuesta es que ha sido desarrollada totalmente en el país suramericano. Esto incluye las enzimas, los equipos, las plantas de destilación, entre otros. «Todo se ha ido perfeccionando sin necesitar ningún tipo de importación», sostiene.
La producción de etanol cuesta 70 % menos que la de gasolina y puede ser utilizado como aditivo del combustible en una escala que va del 10 % al 50 %.
Además de la generación de combustible se produciría la harina que se utiliza en el sector casabero, que sirve para el consumo humano y animal.
Un soldado realiza controles en una gasolinera, el 26 de mayo de 2020Pedro Rances Mattey / picture alliance / Gettyimages.ru
«Es un producto 100 % amigable con el ambiente, que genera una baja del 50 % de las emisiones de monóxido de carbono y un mejoramiento en el desempeño de los vehículos, porque sube el octanaje», dice.
Afirma que además de disminuir las emisiones de dióxido de carbono, se podría captar este gas de efecto invernadero con la siembra de múltiples hectáreas de yuca y otros productos para generar etanol.
«Es un producto prácticamente inagotable porque es 100 % renovable y Venezuela cuenta con un territorio bastante amplio, donde el 75 % del país puede ser utilizado para sembrar yuca y otros rubros».
Reconocimientos
Jiménez ha recibido reconocimientos tanto dentro como fuera del país suramericano. El primero obtenido en Venezuela fue Premio del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), en 2008. Un año después le otorgaron el Premio Nacional de la Inventiva Tecnológica Popular Luis Zambrano.
Su proyecto ha sido distinguido también en ciudades como Bogotá (2009); Ámsterdam (2010), donde quedó en tercer lugar en el Congreso Mundial de Biocombustible y en Dubai (2011), donde fue galardonado con el premio Buenas Prácticas para Mejorar las Condiciones de Vida, 2011.
A pesar de ocho años de denuncias de fraude electoral, el deterioro de las condiciones de vida de los hondureños y el doloroso fenómeno de las caravanas migrantes, el punto de quiebre para Washington fue un juicio en Nueva York.
El expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, saluda al salir de la Academia Diplomática de Chile. 10 de marzo de 2018 Esteban Felix / AP
Del amor al odio pasaron ocho años. La imagen sonriente de Barack Obama cuando le estrechó la mano o los halagos que recibió de Donald Trump son apenas recuerdos para el expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández, quien se entregó a las autoridades locales para su posible extradición a EE.UU. por cargos de narcotráfico.
Hernández vive ese trance semanas después de haberse quitado la banda presidencial de Honduras, un país que gobernó durante dos períodos consecutivos, a pesar de las denuncias de fraude electoral que fueron convenientemente minimizadas en su momento por Washington.
«No es un momento fácil, a nadie se lo deseo», se le escuchaba decir en un audio difundido la mañana del martes en sus redes sociales. En ese breve discurso, con una pantalla en negro, dijo que estaba dispuesto a acudir ante el juez que designe la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para llevar su caso.
Aunque el proceso apenas comienza, el punto actual no es una sorpresa para nadie. El ocaso de la relación con la Casa Blanca empezó hace al menos un par de años, cuando la etiqueta de «narcoestado» empezó a acompañar el nombre de Honduras en Washington, pero no por las recurrentes denuncias de la izquierda en ese país, sino por los testimonios de excapos ante una corte de Nueva York.
El político de la continuidad
La carrera a la presidencia de Juan Orlando Hernández –o JOH, como suelen decirle por el acrónimo de su nombre– empezó como líder del Congreso de Honduras durante el mandato de Porfirio Lobo (2010-2014), con quien compartía militancia en el conservador Partido Nacional de Honduras.
Ese período, marcado por las secuelas del golpe de Estado contra Manuel Zelaya en 2009 y el gobierno de facto de Roberto Micheletti, sumió a Honduras en el aislamiento internacional, ya que la mayoría de los países del hemisferio exigía la vuelta al poder del mandatario derrocado. Sin embargo, Lobo pudo seguir con las riendas del país por un apoyo clave que llegó directo de la Casa Blanca.
Cuatro años más tarde, el sucesor de Lobo en el cargo fue Hernández (2014-2018). Al conocerse su triunfo por parte del Tribunal Supremo Electoral, cuya validez fue puesta en duda por Xiomara Castro como candidata por el recién fundado partido Libre, EE.UU. lanzó un comunicado para darle un espaldarazo a la gestión del conservador.
«Elogiamos al Gobierno de Honduras por asegurar que el proceso electoral fuera generalmente transparente, pacífico, y que reflejó la voluntad del pueblo hondureño», dijo el entonces Secretario de Estado, John Kerry.
El expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, junto a exmandatario de Honduras Juan Orlando Hernández Brendan Smialowski / AFP
A la bendición del Departamento de Estado le siguieron las palmadas en el hombro de Barack Obama, quien elogió la capacidad de «diálogo» de Hernández y sus «logros» de Gobierno, como la firma de un acuerdo anticorrupción con la Organización de Estados Americanos (OEA); el incremento del presupuesto para la policía comunitaria; la «asistencia social para más de 450.000 familias» con programas estatales y el «control efectivo de gastos».
Las palabras de admiración mutua también eran de Hernández hacia el inquilino de la Casa Blanca por esa época. En 2016, por ejemplo, afirmó que Obama estaba «dejando un legado de una relación diferente entre Centroamérica y EE.UU.» y aseguró que su homólogo estadounidense había tomado ideas que él propuso en el Plan de la Alianza para la prosperidad, con el propósito de enviarlo al Congreso.
La permanencia de Hernández en el poder, en los hechos, era la garantía de ‘continuidad’ que hubo durante la gestión anterior, una cuestión que resultaba más que conveniente para Washington. De hecho, cables revelados por WikiLeaks confirmaron que Lobo consultaba casi todas sus decisiones con la embajada de EE.UU. en Tegucigalpa.
Entre las más polémicas, por ejemplo, estuvo el intento de Lobo de nombrar al general que perpetró el golpe de Estado contra Zelaya, Romeo Vásquez Velásquez, como ministro de Defensa. El representante norteamericano en Honduras, Hugo Llorens, contuvo esa designación y le aconsejó al mandatario un movimiento distinto para no generar polémica ante la comunidad internacional. La dinámica habría sido la misma en otros asuntos de Estado.
Un hombre «fantástico»
A pesar de las promesas de Hernández de mejorar las condiciones de vida de los hondureños, lo cierto es que al cierre de su primer período, más del 65% del país vivía en la pobreza y los indicadores sociales eran cada día más alarmantes. Sin embargo, se presentó a su reelección.
En ese comicio, convocado el 26 de noviembre de 2017, Hernández enfrentó a Salvador Nasralla, quien se postuló en alianza con Xiomara Castro como designada presidencial. A pesar de que los conteos preliminares ponían a la dupla de izquierda a la cabeza, el escrutinio se detuvo y, solo cuando se retomó la transmisión, JOH aparecía como ganador.
Los indicios de fraude eran de tal magnitud que hasta la OEA desacreditó el proceso electoral y recomendó repetir la convocatoria a las urnas. Sin embargo, casi un mes después, ahora con Donald Trump en la Casa Blanca, EE.UU. volvió a la vieja jugada de reconocer a Hernández como mandatario electo, matizando el insólito respaldo con un llamado a revisar «las irregularidades» y a un «diálogo nacional sólido».
El expresidente de EE.UU., Donald Trump, junto al exmandatario hondureño Juan Orlando HernándezPresidencia De Honduras
Hernández asumió su segundo mandato en 2018 y, en septiembre de ese mismo año se conformó la primera caravana de migrantes, integrada por más de 1.000 hondureños que emprendieron el viaje hacia EE.UU. con la esperanza de huir de la violencia estructural, la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades en su propio país.
La situación se repitió en las naciones del llamado Triángulo Norte, lo que inauguró una etapa de presiones por parte de la Casa Blanca. En su política de retórica hostil, Trump amenazó con cortar la ayuda a esas naciones si no frenaban esas migraciones.
El resultado de esa política de coacción fue que Honduras, El Salvador y Guatemala firmaron el Acuerdo de Cooperación de Asilo (ACA), un pacto que le permitía a EE.UU. deportar a migrantes hacia esas naciones. En ese entonces, un pletórico Trump le dirigía estas palabras a Hernández: «Quiero felicitarte a ti y a tu país, y quiero decirte que has hecho un trabajo fantástico. Mi gente trabajando junto a ti también lo que nos pasa diciendo es cuánto amas a tu país».
La era de la sospecha
Más allá de las declaraciones públicas, el deterioro de la reputación del mandatario hondureño en Washington había empezado al menos dos años atrás por las acusaciones de un narcotraficante en contra de su hermano, Antonio ‘Tony’ Hernández, quien también era diputado.
En 2017, un capo del narcotráfico afirmó ante una corte de Nueva York que «Tony» Hernández le había prometido ayuda para cobrar una deuda al Gobierno con una empresa fachada. Ese señalamiento fue el primer hilo del que tiró la Justicia hasta que, el año pasado, un juez federal condenó a cadena perpetua por delitos narcotráfico al hermano del presidente hondureño, actualmente preso en territorio estadounidense.
Ese proceso judicial mermó a tal punto la credibilidad de Hernández que, todavía en la era de Trump, la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, junto a una comitiva bipartidista, se negó a asistir a una reunión con el presidente hondureño. El mandatario aseguró en reiteradas oportunidades que no tuvo nada que ver con las irregularidades perpetradas por su hermano, pero los señalamientos finalmente lo alcanzaron.
El año pasado, el testimonio de Devis Leonel Rivera Maradiaga –exlíder del cartel de ‘Los Cáchiros’– como testigo en un juicio por narcotráfico en una corte de Nueva York, apuntó directamente al presidente de Honduras como receptor de sobornos para evitar su captura y posterior extradición a EE.UU. Sus palabras fueron también respaldadas por el capo Geovanny Fuentes Ramírez, recientemente condenado a perpetua en EE.UU.
El tenor de las acusaciones creció a tal punto que, en septiembre de 2021, durante su comparecencia en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Hernández aludió el tema y enarboló su defensa ante lo que tildó como «falsos testimonios«.
Con la llegada de Joe Biden, el panorama cambió poco. Inmediatamente, el presidente demócrata suspendió el ACA que, en la práctica, solo había sido aplicado por Trump en Guatemala. La señal más significativa de que no habría vuelta de tuerca ocurrió cuando la asistencia de la vicepresidenta Kamala Harris a la toma de posesión de Xiomara Castro ni siquiera incluyó una foto con el mandatario saliente.
En el estadio donde ocurrió la investidura de Castro, un cántico se escuchó con contundencia desde las gradas y parecía dirigido a Harris: «¡Llévense a JOH, llévense a JOH!».
A principios de este mes, el secretario de Estado, Antony Blinken, anunció que Washington no solo le retiraba el visado a Hernández –ya fuera del poder–, sino que emitía una prohibición de entrada a territorio estadounidense «debido a actos corruptos». «Nadie está por encima de la ley», escribió.
Una tacita de té
Pasada la época de los respaldos de los Gobiernos demócratas a la derecha en Honduras para boicotear el retorno de la izquierda, o la urgencia de Trump por mostrar resultados en materia migratoria con la coacción a Centroamérica, lo que queda ahora para Biden es concretar una acción contra un político que acaba de dejar el poder.
La contundente respuesta en las urnas en Honduras no solo demostró el apoyo Castro, sino que cerró el ciclo de conflicto político abierto desde 2009 con el golpe de Estado a Zelaya, que fue respaldado por Washington a pesar de sus declaraciones públicas.
Pero lo cierto es que ni las recurrentes denuncias de fraude electoral, ni las pésimas condiciones de vida de los hondureños, ni mucho menos las causas estructurales de la violencia en ese país centroamericano durante los ocho años de Gobierno de Hernández promovieron un cambio en la mirada de Washington. El punto de inflexión fue la palabra de los excapos procesados en una corte de Nueva York.
Ahora, las autoridades judiciales estadounidenses acusan a Hernández de participar en una «conspiración violenta de narcotráfico para recibir cargamentos de múltiples toneladas de cocaína enviadas a Honduras» desde varios países, «por rutas aéreas y marítimas».
«La conspiración transportó más de aproximadamente 500.000 kilogramos de cocaína a través de Honduras con destino a los EE.UU.», dice la acusación que señala que Hernández habría recibido «millones de dólares por sobornos y ganancias» de parte de múltiples organizaciones de narcotráfico en su país, México y otros lugares.
La tarde del martes, Hernández fue sacado de su casa con chaleco antibalas y esposado de manos y pies, para ser llevado a las oficinas de las Fuerzas Especiales de la Policía Nacional. La imagen apocada difiere de aquel hombre que, hace unos años, le diagnosticó a Zelaya «nostalgia de poder» y le recetó «una tacita de té» al político para que pudiera lidiar con las secuelas de su derrocamiento.