Según el representante de la legación, el problema no consiste en Ucrania, sino en cómo debe ser el orden mundial y en las garantías de seguridad para todos.
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Rusia no tiene planes de apoderarse del territorio extranjero y considera que Donbass es parte de Ucrania, afirmó este domingo el embajador ruso en Estados Unidos, Anatoli Antónov, en una entrevista con la cadena CBC y en posteriores declaraciones a la prensa.
«No pretendemos apoderarnos de ningún territorio extranjero«, indicó Antónov, quien agregó que le gustaría confirmar que «Donetsk y Lugansk forman parte de Ucrania».
El alto diplomático tachó los señalamientos de medios occidentales de una supuesta invasión rusa de «tonterías replicadas«. «Todos estos rumores forman parte de una guerra de información destinada a distorsionar la verdadera situación y a presentar a Rusia bajo una luz extremadamente negativa», aseveró.
El representante de la legación reiteró que Rusia está dispuesta a «continuar los esfuerzos diplomáticos para resolver todas las cuestiones pendientes» y agregó que sus tropas se encuentran en el territorio del país eslavo. «No estamos amenazando a nadie», expresó.
En cuanto a las tropas rusas que se encuentran actualmente en Bielorrusia para realizar los ejercicios conjuntos con el país vecino, eso no contradice el derecho internacional, señaló Antónov.
También subrayó que Moscú no pretende «reforzar su seguridad a costa de la seguridad de otros Estados».
Asimismo, el embajador ruso en EE.UU. instó a Washington a inducir a Kiev a aplicar los Acuerdos de Minsk, los que considera la única manera de establecer la paz en Ucrania. Según Antónov, Moscú ve «la posibilidad de llegar a acuerdos mutuamente aceptables» con Europa, en particular, sobre «el desarrollo de medidas para reducir la tensión militar» en la región.
Al mismo tiempo, Antónov denunció que EE.UU. tiene «muchas bases militares en diferentes países» y manifestó que la OTAN no es «una organización no lucrativa amante de la paz», sino «una máquina político-militar«.
El alto diplomático también subrayó que el problema no consiste en la situación en torno a Ucrania, sino en cómo debe ser el orden mundial y en las garantías de seguridad para todos.
«El problema actual no es Ucrania, el problema es cuál será el futuro orden mundial, si podemos elaborar conjuntamente garantías firmes de seguridad para todos sin violar el importantísimo principio de indivisibilidad de la seguridad», aseveró.
Asimismo, Antónov destacó que Rusia insta que se le den garantías de seguridad jurídicamente vinculantes y que se detenga la expansión de la OTAN hacia el este.
«Si el objetivo del Kremlin es tener menos OTAN en sus fronteras, solo conseguirá más OTAN», dijo este sábado Jens Stoltenberg durante la Conferencia de Seguridad de Múnich.
Jorge Arreaza. Federico Parra / AFP
El político venezolano Jorge Arreaza comentó las declaraciones de este sábado del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, sobre una posible agresión de Rusia hacia sus Estados miembros.
«Las élites gringo-europeas llevan la guerra en sus genes. Fabricar enemigos es su naturaleza. Hacen la guerra, luego existen, destruyen y se enriquecen«, escribió en su cuenta de Twitter el excanciller de Venezuela, tras la afirmación del jefe de la Alianza Atlántica, en la que señaló que «si el objetivo del Kremlin es tener menos OTAN en sus fronteras, solo conseguirá más OTAN».
Durante la Conferencia anual de Seguridad de Múnich, en Alemania, Stoltenberg declaró que «en respuesta al patrón de acciones agresivas de Rusia», están reforzando su «disuasión y defensa en toda la alianza para evitar cualquier error de cálculo o malentendido» sobre el compromiso de defenderse unos a otros. Al mismo tiempo, insistió en que la organización es una alianza defensiva «que no amenaza a Rusia ni a nadie«.
Desde noviembre pasado, varios altos funcionarios y medios de comunicación occidentales han asegurado que Moscú planea invadir a Ucrania, informes que se han intensificado en las últimas semanas, sugiriendo una guerra ‘inminente’. Sin embargo, el Kremlin ha rechazado reiteradamente estas aseveraciones.
«La OTAN no se extenderá ni formal ni informalmente hacia el Este», cita el documento las palabras del representante de EE.UU., Raymond Seitz.
Mijaíl Gorbachov y Herman Kohl firman un acuerdo en Bonn, Alemania, en noviembre de 1990. Achim Scheidemann / picture alliance / Gettyimages.ru
La revista alemana Der Spiegel se hizo eco este viernes del descubrimiento de un documento confidencial que confirma que la OTAN incumplió las promesas de no expandirse hacia el este, en contra de lo afirmado recientemente por el actual secretario de la OTAN, Jens Stoltenberg, que dijo que una promesa de este tipo «nunca se hizo».
En este sentido, Der Spiegel señala que «la versión de Stoltenberg y los demás [líderes occidentales] es cuestionable«.
Según Der Spiegel, el documento en cuestión fue hallado en los Archivos Nacionales Británicos por el politólogo estadounidense Joshua Shifrinson. En el texto se exponen los pormenores de la reunión mantenida entre los jefes de los ministerios de Asuntos Exteriores de EE.UU., el Reino Unido, Francia y Alemania celebrada en la ciudad alemana de Bonn el 6 de marzo de 1991 en la que se trataron cuestiones de la seguridad de Polonia y otros países de Europa del Este.
La expansión es «inaceptable»
El documento recoge también un detalle que contradice las recientes afirmaciones del secretario general de la Alianza Atlántica. «Como muestra el documento, los británicos, los estadounidenses, los alemanes y los franceses coincidieron en que la pertenencia a la OTAN de los países europeos del este era ‘inaceptable’«, reza la publicación de Der Spiegel.
Según el documento desclasificado, durante otra reunión anterior, celebrada en 1990 en el formato de Dos más Cuatro entre la República Federal de Alemania (RFA) y la República Democrática Alemana (RDA), junto con Francia, la Unión Soviética, el Reino Unido y EE.UU. a fin de debatir el acuerdo final con respecto al futuro de Alemania, que fue firmado en Moscú a finales de ese año, las partes expresaron que la expansión de la coalición debía ser limitada.
Imagen parcial del documentoKommersant
«En el marco de las negociaciones en el formato Dos más Cuatro, dejamos claro que no expandiríamos la OTAN más allá del Elba. Por lo tanto, no podemos ofrecer a Polonia y a los demás [países de Europa del Este] ser miembros de la OTAN», afirmó en aquel entonces Jürgen Chrobog, representante de la RFA, si bien la revista precisa que el diplomático aparentemente confundió el Elba con el río Óder.
«La OTAN no se extenderá hacia el Este«
Se detalla también que dicha decisión iba en consonancia con la postura del Gobierno del canciller de Alemania Helmut Kohl y del ministro de Asuntos Exteriores, Hans-Dietrich Genscher.
Por otra parte, Der Spiegel señala que los propios estadounidenses «probablemente vieron la situación en 1991 de la forma en la que [el presidente ruso, Vladímir] Putin la describe hoy». «Le hemos dejado claro a la Unión Soviética, en conversaciones de Dos más Cuatro y en otras negociaciones, que no tenemos la intención de aprovecharnos de la retirada de las tropas soviéticas de Europa del Este. […] La OTAN no se extenderá ni formal ni informalmente hacia el Este«, cita el documento las palabras del representante de EE.UU., Raymond Seitz.
Ya en 2007, Vladímir Putin denunció en su famoso discurso durante en la Conferencia de Seguridad de Múnich que la expansión de la OTAN representa una amenaza para el país y va en contra de las promesas de la propia alianza.
«Creo que está claro que el proceso de la expansión de la OTAN no tiene nada que ver con la modernización de la alianza misma o la seguridad en Europa. Al revés, es un factor provocador serio que reduce el nivel de la confianza mutua. Y tenemos el derecho de preguntar abiertamente: ¿contra quién va dirigida esta expansión?», declaró Putin.
«¿Qué ha pasado con las promesas hechas por los socios occidentales después de la disolución del Pacto de Varsovia? ¿Dónde están estas promesas ahora? Nadie siquiera se acuerda de ellas«, afirmó el mandatario ruso, que recordó a los presentes las declaraciones del entonces secretario general de la OTAN, Manfred Hermann Wörner, pronunciadas el 17 de mayo del 1990 en Bruselas: «El propio hecho de que no estamos dispuestos a ubicar las tropas de la OTAN fuera de la RFA da a la Unión Soviética garantías de seguridad firmes». «¿Dónde están estas garantías?», se preguntó Putin.
«Nos han estafado»
En junio del año pasado, el presidente ruso, Vladímir Putin, lamentó que la OTAN no cumpliera su promesa de no expandirse hacia las fronteras rusas. «En tiempos de la Unión Soviética, al [entonces jefe de la URSS, Mijaíl] Gorbachov […] le prometieron, verbalmente, pero aun así, que no habría una expansión de la OTAN hacia el este. ¿Y dónde están esas promesas?«, se preguntó Putin.
«Así es: lo engañaron como a un tonto, es lo que dice [un dicho entre] la gente aquí. Es necesario ponerlo todo por escrito», continuó el mandatario ruso.
En diciembre, Putin volvió a subrayar que la OTAN prometió que no se expandiría ni un centímetro al este. «Ni una pulgada el este, nos dijeron en los años 90. ¿Y qué? Nos han estafado. Básicamente nos han engañado descaradamente», afirmó el presidente ruso al señalar que ya hubo cinco olas de la expansión de la OTAN.
«Ni una pulgada hacia el este»
El texto recién desclasificado se inscribe en otra serie de documentos procedentes de archivos que confirman las declaraciones del mandatario ruso. El pasado diciembre, más de 30 documentos recopilados por el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, revelaron que en los años 90 los líderes occidentales aseguraron reiteradamente al mandatario soviético Mijaíl Gorbachov que la OTAN no se expandiría más allá de las fronteras alemanas hacia el este.
Según se desprende de los archivos, el entonces Secretario norteamericano de Estado, James Baker, dio a su homólogo soviético, Eduard Shevardnadze, «garantías firmes» de que «la jurisdicción o fuerzas de la OTAN no se moverían hacia el este». Por otra parte, también le dijo en Moscú al canciller soviético que la alianza no se movería «ni una pulgada hacia el este». Un día después, el 10 de febrero de 1990, Helmut Kohl, el futuro canciller de la Alemania unificada, repitió la misma promesa a Gorbachov.
«Creemos que la OTAN no debería expandir la esfera de su actividad. Tenemos que encontrar una solución razonable. Entiendo correctamente los intereses de seguridad de la Unión Soviética», afirmó entonces Kohl.
Por su parte, el entonces presidente francés, Francois Mitterand, fue más allá y dijo que no estaba a favor de la idea de una Alemania unida que se uniera a la OTAN, idea que compartió abiertamente con Mijaíl Gorbachov.
El portavoz presidencial ruso explicó que el foro «está perdiendo su relevancia» para Moscú, ya que «pierde la objetividad».
El secretario del Departamento de Estado de EE.UU., Antony Blinken, y la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, el 18 de febrero de 2022. Foto: Ina Fassbender / Pool / AFP
Ucrania ha recibido gran atención en la edición de este año de la Conferencia de Seguridad de Múnich debido a la escalada de la situación en torno al país europeo y el conflicto en Donbass. Al respecto, los líderes mundiales que participan en la reunión se mostraron solidarios con Kiev.
Desde los primeros minutos del foro, que inició este viernes, se habló de Ucrania. Así, el secretario del Departamento de Estado de EE.UU., Antony Blinken, denunció que Rusia está intentando realizar un escenario de «falsas provocaciones» para «eventualmente cometer una nueva agresión contra Ucrania».
A su vez, la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, culpó a Moscú de crear tensiones en el continente y destacó que «el aumento de tropas de Rusia es una amenaza totalmente inaceptable para Ucrania, pero también para […] la arquitectura de paz en Europa».
Durante su intervención en el evento, el alcalde de Kiev, Vitali Klichkó, pidió a EE.UU. armamento defensivo para su país y señaló que 5.000 cascos suministrados por Alemania no eran suficientes.
Por su parte, la vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris, aseguró que Washington seguirá suministrando armas a Ucrania, mientras que el Canciller alemán, Olaf Scholz, reiteró la negativa, pero se comprometió a brindar ayuda financiera a Kiev.
«Un club de un solo punto de vista«
Los representantes oficiales de Rusia no participan en la edición de este año de la conferencia. El portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, explicó que el foro «está perdiendo su relevancia» para Moscú, ya que «pierde la objetividad«. «Se convierte en un club de un solo punto de vista«, agregó.
Por su parte, la secretaria de prensa de la Cancillería de Rusia, María Zajárova, también subrayó que la Conferencia de Seguridad de Múnich se está transformando cada vez más en un «foro transatlántico» y está perdiendo su carácter inclusivo y su objetividad.
Este sábado, Zajárova denunció que los países occidentales están pasando por alto la intensificación de los bombardeos en Donbass negándole a la población civil la protección de derechos humanos. «Quienes sigan ignorando la desastrosa situación de la población de Donbass se convertirán en cómplices de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen de Kiev», escribió la alta funcionaria en su canal de Telegram.
La Conferencia de Seguridad de Múnich durará tres días, del 18 al 20 de febrero. El número de participantes y de periodistas que cubren la conferencia es limitado debido a la pandemia de coronavirus. El evento se desarrolla tanto en formato presencial como a distancia.
Un amigo del pueblo donde veranea Isabel Díaz Ayuso, y al que conoce desde la infancia, consiguió un contrato por la vía de emergencia para vender 250.000 mascarillas a la Consejería de Sanidad de Madrid en abril de 2020. Fuentes cercanas a Ayuso no niegan la relación con el empresario pero aseguran que la presidenta no intervino en la adjudicación
La Comunidad de Madrid adjudicó a dedo un contrato a una empresa propiedad de un amigo de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Fueron 1,5 millones de euros –IVA incluido– para la compra de mascarillas FFP2 y FFP3 a la compañía Priviet Sportive S.L. La adjudicación se decidió en abril de 2020, durante la primera ola de la pandemia y acogiéndose a la vía de urgencia que permitía en aquel momento el estado de alarma. La empresa se dedicaba al negocio textil y ganadero y su principal accionista y administrador único es Daniel Alcázar Barranco, con quien Ayuso y su familia mantienen amistad desde hace décadas, como han ratificado varios testigos a elDiario.es.
Tanto Isabel Díaz Ayuso como su hermano, Tomás, son amigos desde hace décadas de Daniel Alcázar y de su hermano menor. Se conocen desde niños, del pueblo donde vivía la familia paterna de la dirigente del PP, Sotillo de la Adrada, un municipio al sur de la provincia de Ávila de 4.500 habitantes en el que la presidenta pasa fines de semana y vacaciones y del que suele presumir. Ayuso, su hermano y el empresario Daniel Alcázar son habituales de varios establecimientos del pueblo, entre ellos un pub llamado Paparazzi, donde suelen coincidir con otros amigos, explican varios vecinos a esta redacción, que se ha desplazado a la localidad.
«Son amigos desde siempre, los padres han comido mil veces juntos», cuenta un vecino de Sotillo de la Adrada, donde el empresario es propietario también de un chalet que actualmente se encuentra a la venta [informa Víctor Honorato desde Sotillo]. “De niños era común ver a Daniel y al hermano de Ayuso juntos, incluso a ella”, dice otro vecino a elDiario.es. «Sus padres eran veraneantes de los de antes» con «una gran diferencia de poder adquisitivo respecto a otros del pueblo», añade.
Solo unos días después de formalizar el contrato con la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Sotillo agradeció en Facebook a Daniel Alcázar la donación para el municipio de 400 mascarillas FFP2 a través de otra de sus empresas, Ganadería Piedra Escrita, cuya sede está en un municipio de Toledo a 20 kilómetros de Sotillo.
La adjudicación de esta compra de mascarillas se aprobó el 1 de abril de 2020, en plena primera ola de la pandemia. En total, fueron 1.512.500 euros, IVA incluido: 250.000 mascarillas a 6,05 euros cada una que se almacenaron en el pabellón 10 de Ifema, donde la administración regional levantó un hospital de campaña para atender a pacientes con coronavirus. El contrato se hizo en un momento crítico en el que había escasez de suministros sanitarios en todo el mundo.
En el documento que figura en el portal de contratación del Gobierno regional se especifica que se trata de una compra de mascarillas FFP2 y FFP3, pero no detalla la cantidad de cada uno de los modelos que la Comunidad paga al mismo precio. El pedido se entregó el 10 de abril de 2020, diez días después de la adjudicación.
El Gobierno regional recurrió a esta empresa propiedad del empresario de Sotillo de la Adrada pese a que no tenía ninguna vinculación hasta entonces con el sector de la sanidad ni había relación previa como proveedor de la Comunidad de Madrid. Según figura todavía en el registro mercantil, Priviet Sportive S.L. tiene como objeto social la «confección, fabricación y venta al por mayor y al por menor de artículos para el vestido y el tocado de caballero y señora», según consta en la documentación en poder de elDiario.es. También se dedica a la «explotación agrícola, forestal, ganadera o cinegética de fincas rústicas». No hay nada en la documentación del Registro Mercantil ni en las últimas cuentas presentadas por la empresa –las de 2019– que apunte al negocio de material sanitario.
La relación contractual entre la Comunidad de Madrid y Priviet Sportive además nace y muere con este contrato. El 1 de abril de 2020 fue la primera y única vez que la administración de Ayuso adjudicó un contrato a esta sociedad, propiedad del viejo amigo de la presidenta y de su hermano. El contrato de más de 1,5 millones de euros se tramitó a dedo por la vía de emergencia, sin concurso público ni publicidad, gracias al primer estado de alarma aprobado por el Gobierno de Pedro Sánchez, que aligeró los trámites burocráticos para hacer frente a la crisis sanitaria.
¿Por qué y cómo se decidió entonces contar con esta empresa que no había trabajado para la administración ni se dedicaba a la confección de material sanitario hasta ese momento? Es una pregunta que nadie ha querido responder en la Puerta del Sol, sede del Gobierno regional. Esta redacción ha contactado con la Consejería de Sanidad y con el equipo de la presidenta madrileña sin recibir una explicación.
elDiario.es también ha contactado con dos de las personas de la Consejería de Sanidad que se encargaron directamente de realizar los trámites del contrato y tampoco han querido dar ningún detalle de cómo llegó esta empresa al departamento que dirige Enrique Ruiz Escudero. «Del contacto no sé nada, yo nunca hablé con ningún proveedor, como es lógico», asegura una de estas personas.
Un empresario próximo a Tomás Díaz Ayuso también confirma la relación de amistad de este con Daniel Alcázar y con su hermano menor. Esta misma fuente apunta a que la empresa de Alcázar tiene en China a sus proveedores para el negocio del textil. Gracias a esa relación empresarial con el país asiático, pudo tener acceso a las mascarillas que compró el Gobierno regional, añade.
El equipo de Ayuso no niega la relación
Desde el equipo de la presidenta no niegan la relación personal que Isabel Díaz Ayuso mantiene con el empresario Daniel Alcázar, pero desvinculan a la presidenta de Madrid de la adjudicación del contrato, que atribuyen a la Consejería de Sanidad, presidida entonces y ahora por Enrique Ruiz Escudero. También aseguran que Alcázar no se puso en contacto con Ayuso ni con el Gobierno regional para ofrecerle mascarillas.
«El contrato está colgado desde junio de 2020 en el portal de contratación. Está fiscalizado y es perfectamente legal. No hay nada más que comentar por nuestra parte”, añaden portavoces autorizados del equipo de Ayuso que tampoco responden a qué significa que el contrato se haya «fiscalizado».
Hasta las 18:43 horas de este martes, cuando elDiario.es contactó con la Consejería de Sanidad, era casi imposible encontrar el contrato por alguna de las vías que permite el Portal de Contratación. El contrato estaba publicado pero era casi imposible acceder a él a través del buscador de esta web oficial del Gobierno de Madrid. Cuando desde este diario se preguntó por el contrato, empezó a estar visible para las búsquedas.
En los archivos que figuran en el portal de contratación también puede comprobarse que la Consejería de Sanidad modificó después de publicarlo la fecha real en la que se produjo la relación contractual. Aunque en un primer momento se indicaba que había sido el 24 de marzo, en un documento posterior se especifica que fue el 1 de abril.
elDiario.es se ha puesto en contacto también con el empresario Daniel Alcázar para recabar su versión, pero no ha querido responder a ninguna de las preguntas formuladas por esta redacción por teléfono y por escrito. El empresario se ha limitado a colgar la llamada.
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Desde la ONU alertan del repunte del desplazamiento forzado en Colombia. La cifra se disparó un 179 % en 2021 respecto al año anterior, dejando 73.000 víctimas de la violencia. La situación se agrava por el número de desaparecidos. De acuerdo con la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, hay más de 120.000 personas cuyo paradero se desconoce. Tras decenas de años de conflicto armado, muchas familiares siguen esperando con ansias un mínimo detalle sobre sus seres queridos.
El fabricante de armas estadounidense Remington ha sido condenado por primera vez a pagar una indemnización por el tiroteo en la escuela primaria Sandy Hook, en el estado de Connecticut, en 2012. Las familias de nueve personas fallecidas recibirán unos 73 millones de dólares por parte de la empresa, que le vendió el rifle al agresor. En el ataque murieron un total de 26 personas, la mayoría de ellos niños.
En Reino Unido han iniciado una investigación de la fundación del príncipe Carlos de Gales por acusaciones de corrupción después de los reportes de que un nacional saudí había recibido honores y ciudadanía a cambio de un aporte financiero. A su vez, el portavoz del príncipe destacó que considera inapropiado realizar comentarios sobre la pesquisa que está en marcha.
A pesar de ocho años de denuncias de fraude electoral, el deterioro de las condiciones de vida de los hondureños y el doloroso fenómeno de las caravanas migrantes, el punto de quiebre para Washington fue un juicio en Nueva York.
El expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, saluda al salir de la Academia Diplomática de Chile. 10 de marzo de 2018 Esteban Felix / AP
Del amor al odio pasaron ocho años. La imagen sonriente de Barack Obama cuando le estrechó la mano o los halagos que recibió de Donald Trump son apenas recuerdos para el expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández, quien se entregó a las autoridades locales para su posible extradición a EE.UU. por cargos de narcotráfico.
Hernández vive ese trance semanas después de haberse quitado la banda presidencial de Honduras, un país que gobernó durante dos períodos consecutivos, a pesar de las denuncias de fraude electoral que fueron convenientemente minimizadas en su momento por Washington.
«No es un momento fácil, a nadie se lo deseo», se le escuchaba decir en un audio difundido la mañana del martes en sus redes sociales. En ese breve discurso, con una pantalla en negro, dijo que estaba dispuesto a acudir ante el juez que designe la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para llevar su caso.
Aunque el proceso apenas comienza, el punto actual no es una sorpresa para nadie. El ocaso de la relación con la Casa Blanca empezó hace al menos un par de años, cuando la etiqueta de «narcoestado» empezó a acompañar el nombre de Honduras en Washington, pero no por las recurrentes denuncias de la izquierda en ese país, sino por los testimonios de excapos ante una corte de Nueva York.
El político de la continuidad
La carrera a la presidencia de Juan Orlando Hernández –o JOH, como suelen decirle por el acrónimo de su nombre– empezó como líder del Congreso de Honduras durante el mandato de Porfirio Lobo (2010-2014), con quien compartía militancia en el conservador Partido Nacional de Honduras.
Ese período, marcado por las secuelas del golpe de Estado contra Manuel Zelaya en 2009 y el gobierno de facto de Roberto Micheletti, sumió a Honduras en el aislamiento internacional, ya que la mayoría de los países del hemisferio exigía la vuelta al poder del mandatario derrocado. Sin embargo, Lobo pudo seguir con las riendas del país por un apoyo clave que llegó directo de la Casa Blanca.
Cuatro años más tarde, el sucesor de Lobo en el cargo fue Hernández (2014-2018). Al conocerse su triunfo por parte del Tribunal Supremo Electoral, cuya validez fue puesta en duda por Xiomara Castro como candidata por el recién fundado partido Libre, EE.UU. lanzó un comunicado para darle un espaldarazo a la gestión del conservador.
«Elogiamos al Gobierno de Honduras por asegurar que el proceso electoral fuera generalmente transparente, pacífico, y que reflejó la voluntad del pueblo hondureño», dijo el entonces Secretario de Estado, John Kerry.
El expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, junto a exmandatario de Honduras Juan Orlando Hernández Brendan Smialowski / AFP
A la bendición del Departamento de Estado le siguieron las palmadas en el hombro de Barack Obama, quien elogió la capacidad de «diálogo» de Hernández y sus «logros» de Gobierno, como la firma de un acuerdo anticorrupción con la Organización de Estados Americanos (OEA); el incremento del presupuesto para la policía comunitaria; la «asistencia social para más de 450.000 familias» con programas estatales y el «control efectivo de gastos».
Las palabras de admiración mutua también eran de Hernández hacia el inquilino de la Casa Blanca por esa época. En 2016, por ejemplo, afirmó que Obama estaba «dejando un legado de una relación diferente entre Centroamérica y EE.UU.» y aseguró que su homólogo estadounidense había tomado ideas que él propuso en el Plan de la Alianza para la prosperidad, con el propósito de enviarlo al Congreso.
La permanencia de Hernández en el poder, en los hechos, era la garantía de ‘continuidad’ que hubo durante la gestión anterior, una cuestión que resultaba más que conveniente para Washington. De hecho, cables revelados por WikiLeaks confirmaron que Lobo consultaba casi todas sus decisiones con la embajada de EE.UU. en Tegucigalpa.
Entre las más polémicas, por ejemplo, estuvo el intento de Lobo de nombrar al general que perpetró el golpe de Estado contra Zelaya, Romeo Vásquez Velásquez, como ministro de Defensa. El representante norteamericano en Honduras, Hugo Llorens, contuvo esa designación y le aconsejó al mandatario un movimiento distinto para no generar polémica ante la comunidad internacional. La dinámica habría sido la misma en otros asuntos de Estado.
Un hombre «fantástico»
A pesar de las promesas de Hernández de mejorar las condiciones de vida de los hondureños, lo cierto es que al cierre de su primer período, más del 65% del país vivía en la pobreza y los indicadores sociales eran cada día más alarmantes. Sin embargo, se presentó a su reelección.
En ese comicio, convocado el 26 de noviembre de 2017, Hernández enfrentó a Salvador Nasralla, quien se postuló en alianza con Xiomara Castro como designada presidencial. A pesar de que los conteos preliminares ponían a la dupla de izquierda a la cabeza, el escrutinio se detuvo y, solo cuando se retomó la transmisión, JOH aparecía como ganador.
Los indicios de fraude eran de tal magnitud que hasta la OEA desacreditó el proceso electoral y recomendó repetir la convocatoria a las urnas. Sin embargo, casi un mes después, ahora con Donald Trump en la Casa Blanca, EE.UU. volvió a la vieja jugada de reconocer a Hernández como mandatario electo, matizando el insólito respaldo con un llamado a revisar «las irregularidades» y a un «diálogo nacional sólido».
El expresidente de EE.UU., Donald Trump, junto al exmandatario hondureño Juan Orlando HernándezPresidencia De Honduras
Hernández asumió su segundo mandato en 2018 y, en septiembre de ese mismo año se conformó la primera caravana de migrantes, integrada por más de 1.000 hondureños que emprendieron el viaje hacia EE.UU. con la esperanza de huir de la violencia estructural, la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades en su propio país.
La situación se repitió en las naciones del llamado Triángulo Norte, lo que inauguró una etapa de presiones por parte de la Casa Blanca. En su política de retórica hostil, Trump amenazó con cortar la ayuda a esas naciones si no frenaban esas migraciones.
El resultado de esa política de coacción fue que Honduras, El Salvador y Guatemala firmaron el Acuerdo de Cooperación de Asilo (ACA), un pacto que le permitía a EE.UU. deportar a migrantes hacia esas naciones. En ese entonces, un pletórico Trump le dirigía estas palabras a Hernández: «Quiero felicitarte a ti y a tu país, y quiero decirte que has hecho un trabajo fantástico. Mi gente trabajando junto a ti también lo que nos pasa diciendo es cuánto amas a tu país».
La era de la sospecha
Más allá de las declaraciones públicas, el deterioro de la reputación del mandatario hondureño en Washington había empezado al menos dos años atrás por las acusaciones de un narcotraficante en contra de su hermano, Antonio ‘Tony’ Hernández, quien también era diputado.
En 2017, un capo del narcotráfico afirmó ante una corte de Nueva York que «Tony» Hernández le había prometido ayuda para cobrar una deuda al Gobierno con una empresa fachada. Ese señalamiento fue el primer hilo del que tiró la Justicia hasta que, el año pasado, un juez federal condenó a cadena perpetua por delitos narcotráfico al hermano del presidente hondureño, actualmente preso en territorio estadounidense.
Ese proceso judicial mermó a tal punto la credibilidad de Hernández que, todavía en la era de Trump, la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, junto a una comitiva bipartidista, se negó a asistir a una reunión con el presidente hondureño. El mandatario aseguró en reiteradas oportunidades que no tuvo nada que ver con las irregularidades perpetradas por su hermano, pero los señalamientos finalmente lo alcanzaron.
El año pasado, el testimonio de Devis Leonel Rivera Maradiaga –exlíder del cartel de ‘Los Cáchiros’– como testigo en un juicio por narcotráfico en una corte de Nueva York, apuntó directamente al presidente de Honduras como receptor de sobornos para evitar su captura y posterior extradición a EE.UU. Sus palabras fueron también respaldadas por el capo Geovanny Fuentes Ramírez, recientemente condenado a perpetua en EE.UU.
El tenor de las acusaciones creció a tal punto que, en septiembre de 2021, durante su comparecencia en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Hernández aludió el tema y enarboló su defensa ante lo que tildó como «falsos testimonios«.
Con la llegada de Joe Biden, el panorama cambió poco. Inmediatamente, el presidente demócrata suspendió el ACA que, en la práctica, solo había sido aplicado por Trump en Guatemala. La señal más significativa de que no habría vuelta de tuerca ocurrió cuando la asistencia de la vicepresidenta Kamala Harris a la toma de posesión de Xiomara Castro ni siquiera incluyó una foto con el mandatario saliente.
En el estadio donde ocurrió la investidura de Castro, un cántico se escuchó con contundencia desde las gradas y parecía dirigido a Harris: «¡Llévense a JOH, llévense a JOH!».
A principios de este mes, el secretario de Estado, Antony Blinken, anunció que Washington no solo le retiraba el visado a Hernández –ya fuera del poder–, sino que emitía una prohibición de entrada a territorio estadounidense «debido a actos corruptos». «Nadie está por encima de la ley», escribió.
Una tacita de té
Pasada la época de los respaldos de los Gobiernos demócratas a la derecha en Honduras para boicotear el retorno de la izquierda, o la urgencia de Trump por mostrar resultados en materia migratoria con la coacción a Centroamérica, lo que queda ahora para Biden es concretar una acción contra un político que acaba de dejar el poder.
La contundente respuesta en las urnas en Honduras no solo demostró el apoyo Castro, sino que cerró el ciclo de conflicto político abierto desde 2009 con el golpe de Estado a Zelaya, que fue respaldado por Washington a pesar de sus declaraciones públicas.
Pero lo cierto es que ni las recurrentes denuncias de fraude electoral, ni las pésimas condiciones de vida de los hondureños, ni mucho menos las causas estructurales de la violencia en ese país centroamericano durante los ocho años de Gobierno de Hernández promovieron un cambio en la mirada de Washington. El punto de inflexión fue la palabra de los excapos procesados en una corte de Nueva York.
Ahora, las autoridades judiciales estadounidenses acusan a Hernández de participar en una «conspiración violenta de narcotráfico para recibir cargamentos de múltiples toneladas de cocaína enviadas a Honduras» desde varios países, «por rutas aéreas y marítimas».
«La conspiración transportó más de aproximadamente 500.000 kilogramos de cocaína a través de Honduras con destino a los EE.UU.», dice la acusación que señala que Hernández habría recibido «millones de dólares por sobornos y ganancias» de parte de múltiples organizaciones de narcotráfico en su país, México y otros lugares.
La tarde del martes, Hernández fue sacado de su casa con chaleco antibalas y esposado de manos y pies, para ser llevado a las oficinas de las Fuerzas Especiales de la Policía Nacional. La imagen apocada difiere de aquel hombre que, hace unos años, le diagnosticó a Zelaya «nostalgia de poder» y le recetó «una tacita de té» al político para que pudiera lidiar con las secuelas de su derrocamiento.
El exmandatario escribió en su cuenta de Twitter que la investigación el tribunal de justicia internacional estableció que las protestas fueron causadas «por el afán de usurpar el poder por parte del gobierno de facto».
El expresidente de Bolivia, Evo Morales, en Atenas, Grecia SOPA Images / Legion-Media
El expresidente boliviano Evo Morales calificó como «una victoria de la verdad sobre la falsedad» la decisión de la Corte Penal Internacional (CPI) de desestimar la demanda interpuesta en su contra por el gobierno de facto de Jeanine Áñez, por supuestos crímenes de lesa humanidad durante las fuertes protestas sociales.
En una serie de tuit, Morales reaccionó a la decisión de la CPI y aseveró que el organismo de justicia internacional había «rechazado las acusaciones falsas de la derecha golpista». El exmandatario se refiere así a la denuncia de Áñez, que lo señalaba de haber cometido «delitos de lesa humanidad» por promover los bloqueos de carreteras que se prolongaron por 12 días en agosto de 2020 y que, supuestamente, impidieron a la población acceder a suministros y servicios médicos vitales en el contexto de la pandemia.
«No existe relación de causa y efecto entre los bloqueos de carreteras de agosto de 2020 y los fallecimientos de hermanas y hermanos por COVID-19. Se derrumba otra mentira (…) Al contrario de lo que falsamente se denunció, los dirigentes de los bloqueos dieron paso a tanques de oxígeno que necesitaba nuestro pueblo», escribió Morales sobre la investigación conclusiva elaborada por el fiscal Karim Khan.
Por otro lado, aseveró que «por defender a los más pobres, nacionalizar los recursos naturales y defender la soberanía de Bolivia» ha sido perseguido, acusado y difamado sin pruebas. «Pero la verdad siempre sale a la luz. Junto a nuestro pueblo, trabajamos y marchamos libres y dignos», afirmó.
En 2020, casi un año después del golpe de Estado que depuso a Morales, la expresidenta de facto lo acusó ante La Haya de haber cometido «delitos de lesa humanidad» y de ser el responsable de la muerte de más de 40 personas que no pudieron acceder al oxígeno que necesitaban por el cerco de las ciudades durante las protestas a favor del líder del Movimiento al Socialismo (MAS).
Áñez acusó a Morales de haber ordenado los bloqueos para obligar al Tribunal Supremo Electoral (TSE) a fijar una fecha para las elecciones presidenciales, que habían sido postergadas tres veces desde el inicio de la pandemia.