El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, ofrece al Gobierno central invertir la misma cifra que le reclama para infraestructuras hídricas, pese a suprimir el canon del agua por valor de 140 millones: “¡Pongan el dinero que nos morimos de sed!”
El presidente de la Junta y del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, en la clausura del XVI Congreso Provincial del Partido Popular en Sevilla Joaquin Corchero
“¡Pongan el dinero de una vez por todas, que nos morimos de sed!”. Con este grito, Juan Manuel Moreno desató este domingo el aplauso unánime de los militantes convocados a la clausura del congreso del PP de Sevilla. El presidente de Andalucía acababa de cerrar un discurso en el que empezó sacando pecho por su polémica reforma fiscal -que ha puesto patas arriba el debate de política nacional y que detraerá 900 millones de euros de las arcas públicas andaluzas- y culminó reclamando al Gobierno central entre 500 y mil millones de euros para construir las infraestructuras hidráulicas necesarias en un momento crítico de sequía.
Moreno ve una «oportunidad» en la crisis del Gobierno catalán para poner a prueba su reclamo fiscal con los empresarios
El impacto global de esta rebaja fiscal en las arcas públicas, junto a las ya ejecutadas en la pasada legislatura, asciende a 900 millones de euros, de los cuales 140 millones corresponden a la supresión del canon del agua durante un año. Es un dinero que la Junta deja de recaudar, aunque desde el Palacio de San Telmo prefieren localizar “dentro del bolsillo de los andaluces”.
La filosofía económica del PP es liberalismo ortodoxo: menos impuestos igual a más consumo y mayor actividad económica. Está por ver todavía que el silogismo funcione, es decir, que dentro de un año haya nuevos contribuyentes censados en Andalucía gracias a la supresión del impuesto sobre el Patrimonio, y con ellos una inyección más beneficiosa del IRPF.
Entretanto, el Ejecutivo andaluz prescinde de esos 900 millones de euros de ingresos y, acto seguido, dirige la mirada a Madrid para reclamar entre 500 y mil millones de euros para impulsar infraestructuras hidráulicas estructurales con las que hacer frente al severo problema de sequía que sufre Andalucía. Este lunes, Sevilla y su área metropolitana decretan el estado de alerta por la sequía y empezarán a prohibir y sancionar el uso del agua potable para aspectos no esenciales.
La supresión del canon del agua, además, viene acompañada de un alegato en defensa de la colaboración público privada. El presidente andaluz se preguntó, en voz alta, por qué no encargar la mejora de las infraestructuras de abastecimiento a la población a empresas privadas especializadas en el sector, que pasa por instalar costosas desaladoras y mecanismos de reutilización del agua ya utilizada. La oposición de izquierdas le ha reprochado que delegue un servicio básico para la ciudadanía a una empresa privada que, llegado el momento, se regirá por criterios de rentabilidad, no de bien público común.
En la práctica, esto desactiva la supresión del impuesto de Patrimonio recién aprobada en Andalucía, porque el dinero será recaudado por otra vía pero en vez de repercutir en las arcas andaluzas irá directamente al Ministerio de Hacienda. Moreno acusa al Gobierno de haber vulnerado “su autonomía fiscal por la puerta de atrás” y ha puesto a su equipo jurídico a trabajar en un futuro recurso ante el Tribunal Constitucional por invasión de competencias autonómicas.
Mientras el presidente andaluz reivindica con entusiasmo su reforma fiscal -“bajar impuestos es el camino”, gritó en Sevilla-, acto seguido reclama al Gobierno central fondos para las infraestructuras hidráulicas pendientes. El presidente andaluz ha ofrecido abonar la misma cantidad que acepte pagar el Ejecutivo de Pedro Sánchez, el 50% del total. “Si son 500 millones de euros, nos comprometemos a poner 500. Y si son mil millones, ya nos buscaremos las habichuelas para poner mil”, ha dicho.
Moreno ha colocado el problema de la sequía en el epicentro del debate político del arranque de legislatura. Las competencias del Estado sobre las cuencas andaluzas son ostensiblemente mayores que las de la Junta. Con todo, el presidente de la Junta ha lanzado un órdago al Ejecutivo central comprometiéndose a igualar la partida que ellos dispongan para construir las infraestructuras hidráulicas necesarias. “Pondremos el mismo dinero, pagaremos el 50%, aunque no sean de nuestra competencia”, ha afirmado.
Desde el Palacio de San Telmo defienden que ambos discursos son compatibles. La Junta defiende su autonomía fiscal para bajar impuestos, “en cumplimiento con lo anunciado en el programa electoral del PP con el que ganamos las elecciones con mayoría absoluta hace cuatro meses”, y a la par reivindicar al Gobierno “el dinero que nos corresponde en materia de financiación autonómica” y las inversiones necesarias para afrontar la “severa crisis de sequía” que azota a España, y que en Andalucía tiene especial incidencia, dado que la economía regional es muy dependiente del agua, tanto por el sector agroalimentario como por el turismo.
Andalucía cerró el mes de julio con un superávit en sus cuentas de 384 millones de euros, el equivalente al 0,22% de su PIB, y el presidente de la Junta ha anunciado que los próximos Presupuestos Autonómicos ascenderán a 45.000 millones de euros, 5.000 millones más que las cuentas en vigor.
El presidente de la Junta y “barón de barones” del PP cree haber recaudado ya mucho caudal político para sí mismo y para Andalucía tras anunciar, desde Madrid, una reforma fiscal que ha empujado a la competición al resto de comunidades y al mismo Ministerio de Hacienda.
El departamento de María Jesús Montero, tras reprochar el dumping fiscal a las regiones del PP y torcer el gesto por el anuncio de rebaja de impuestos del president de la Comunidad Valenciana, el socialista Ximo Puig, ha terminado entrando en el marco de debate que inauguró Moreno hace dos semanas.
La fórmula de Montero es, en realidad, una redistribución tributaria para que los de abajo paguen menos a costa de una mayor solidaridad de los de arriba. En la práctica supone deshacer el impacto de la supresión del impuesto de Patrimonio, aprobado primero por Madrid, luego por Andalucía, y disuadir al resto de comunidades para que sigan ese camino. La reforma tributaria del Gobierno aparecerá, previsiblemente, en los Presupuestos Generales para 2023, que contará con el voto en contra del PP. Algunas comunidades, como Madrid y Andalucía, ya amagan con recurrirlo ante la Justicia.
El líder progresista obtiene un 48,4% de los votos frente al 43,2% del mandatario ultraderechista en unas elecciones cruciales para la democracia en Brasil.
El ajustado triunfo del líder progresista Luiz Inácio Lula da Silva frente al mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro en los comicios de este domingo conduce a Brasil a una segunda vuelta electoral el 30 de octubre, dado que ningún candidato ha logrado traspasar el umbral del 50% de los votos. Lula se ha impuesto a Bolsonaro por un estrecho margen (48,4%-43,2%) con el 100% de los sufragios escrutados. Una victoria agridulce ante un rival con más fortaleza de la que apuntaban las encuestas y que arroja muchas incertidumbres sobre la posibilidad de que Lula acceda a un tercer mandato presidencial.
Según la consultora Datafolha, Lula, candidato del Partido de los Trabajadores (PT), ganaría con el 54% de los votos en la segunda vuelta, pero las encuestas no han acertado en la primera vuelta al haber apostado por un triunfo más amplio del líder progresista. Es probable que haya una transferencia de votos del centroizquierda hacia la candidatura del expresidente (2003-2010). Pero Ciro Gomes, el candidato de ese espacio, apenas ha logrado un 3% de los votos. Bolsonaro, del ultraderechista Partido Liberal (PL), podría arañar apoyos entre los votantes de derecha. Su candidata, Simone Tebet (del Movimiento Democrático Brasileño) ha obtenido un 4,3% de los sufragios.
El bolsonarismo todavía está muy vivo en Brasil y seguirá así incluso con una hipotética derrota de su líder dentro de cuatro semanas. El apoyo de los evangélicos ha sido decisivo para el mandatario. En el país con más católicos del mundo, un tercio de los brasileños se declara evangélico. De ellos, la mitad se decantaba abiertamente por Bolsonaro en una encuesta, mientras que solo el 30% se mostraba a favor de Lula. El poder de este lobby religioso no ha dejado de crecer en Brasil en los últimos años. Los prebostes de estas iglesias poseen muchos intereses en el mundo empresarial, los medios de comunicación y la política. El modelo autoritario, nacionalista y ultrarreligioso que ha implantado Bolsonaro en Brasil ha contado también con el apoyo de los grandes empresarios del agronegocio y un sector de las Fuerzas Armadas nostálgico de la dictadura militar (1964-1985).
Su discurso xenófobo, machista y militarista ha prendido en un amplio segmento de la sociedad brasileña. Durante su mandato, la venta de armas se ha multiplicado y las milicias paramilitares han recuperado el protagonismo de antaño. El antiabortismo, la descalificación del feminismo, la negación de los derechos a los colectivos LGTBI y una exacerbación del nacionalismo han sido los ejes de un discurso del odio que invade las conversaciones de los brasileños en las redes sociales día tras día. Con casi 30 años de trayectoria como diputado en el Congreso, el excapitán del Ejército se presentó a sí mismo como un outsider de la política y el adalid del combate a la corrupción. Contó con el beneplácito de la derecha tradicional, a la que ha fagocitado ahora.
Bolsonaro deja en estos cuatro años de mandato un país más desigual, con un aumento de la pobreza, una economía hundida, una inflación de dos dígitos y una salvaje depredación de la selva amazónica. Su gestión de la pandemia fue catastrófica. Cerró filas con los negacionistas antivacunas y miró para otro lado mientras en el país morían cerca de 700.000 personas por la covid. Para contrarrestar las críticas, el mandatario suele mencionar el programa social aprobado en el último tramo de su mandato y que protege, según el Gobierno, a unos 20 millones de brasileños.
El Brasil de Lula
La agenda de Lula para los próximos cuatro años pasa por relanzar y ampliar el exitoso programa Bolsa Familia, uno de los planes sociales que el expresidente aprobó en su primer mandato y que a la postre sacarían de la pobreza a más de 30 millones de brasileños. Ha prometido también un aumento del salario mínimo (que hoy no llega a los 240 dólares mensuales) para restaurar el poder adquisitivo de las clases trabajadoras, aumentar los impuestos a los ricos y apostar por la industrialización del país.
Mientras cumplía una condena de 12 años en la cárcel de Curitiba, Lula maquinaba ya cómo sería su regreso a la primera línea de la política. Una vez que el Supremo Tribunal Federal anuló las condenas por fallos procesales, Lula anunció su candidatura presidencial y recorrió el país de punta a cabo para reconstruir el tejido político del PT, muy debilitado tras el auge de la derecha. Lula ya había intentado presentarse a una nueva reelección en 2018 pero la Justicia y una serie de intereses políticos y económicos se lo impidieron. Fue imputado sin pruebas concluyentes por haber aceptado supuestamente unos sobornos inmobiliarios por parte de una constructora favorecida por la empresa estatal Petrobras en el marco de la denominada Operación Lava Jato, en la que estaban involucrados empresarios y políticos de distinto signo.
La campaña electoral ha estado marcada por una violencia inusitada, principalmente dirigida hacia los seguidores de Lula. Uno de ellos fue asesinado a tiros por un simpatizante de Bolsonaro. El mandatario, cuyo programa electoral podría resumirse en tres palabras -Dios, patria y familia-, puso en marcha una potente maquinaria de desprestigio de su principal rival en las urnas a través de la difusión de bulos en las redes sociales, como ya hiciera hace cuatro años para batir al entonces candidato del PT Fernando Haddad.
Además de la elección presidencial, este domingo se renovaba en Brasil toda la Cámara de Diputados (513 miembros) y un tercio del Senado, y se elegían a los gobernadores de los 27 estados federativos y sus respectivas asambleas legislativas. La derecha y la ultraderecha iban con ventaja en los estados más poblados, como São Paulo y Río de Janeiro. La composición del nuevo Congreso será determinante para la gobernabilidad del país con un Parlamento tradicionalmente muy fragmentado.
«Da igual lo que diga, porque a los ricos parece darles lo mismo lo que digamos usted o yo; lo que pensemos todos de esa avaricia que no practican la totalidad, pero que todos y todas callan porque les beneficia. Continúe, por tanto, la reforma para la redistribución fiscal, para garantizar la justicia social, pero no la practiquen solo en tiempo de elecciones. Porque necesitamos un sistema robusto y equitativo para siempre. Y los ricos, a llorar si quieren. Comida no les va a faltar» ‘Los tres pies al gato’, por Ana Pardo de Vera.
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Desde septiembre del pasado año 2021 es la voz del PSOE en el Senado. El presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez confió entonces a esta dirigente del PSC la portavocía en esta cámara. Tras la remodelación del pasado mes de julio ella fue la única de las portavoces que siguió en su puesto. Eva Granados (Barcelona, 1975) atiende a Público en una entrevista realizada en el antiguo hemiciclo de la Cámara Alta en un día de alta tensión política en Catalunya: Aragonès destituye a su vicepresident, Jordi Puigneró, y la permanencia de Junts en el Govern y la propia legislatura de Catalunya penden de un hilo.
Estoy entusiasmada de estar en la sala de máquinas del parlamentarismo español, la verdad. Vengo del Parlament, que es un parlamento muy excepcional, con muchas circunstancias difíciles de gestionar… Estar aquí, ayudando a la agenda de reformas, haciendo posibles las propuestas de reformas que hace el Gobierno, que se conviertan y se trasladen al BOE… para mí es un lujo. El PSOE está en un buen momento, el Gobierno está en un buen momento y el presidente y secretario general, Pedro Sánchez, ha hecho un equipo que está funcionando y estamos trasladando al conjunto de la ciudadanía cuál es nuestro proyecto político. Al final, los portavoces, aparte de dialogar y estar en permanente contacto (porque estamos en minoría en las cámaras) con los socios y con el resto de grupos parlamentarios, lo que nos toca es también poder explicar la obra de Gobierno. Y en esas estamos.
Desde las elecciones en Andalucía se ha percibido una nueva estrategia. Por un lado, intentar desgastar a Feijóo y retratarlo. ¿Es acertado denominarlo insolvente? ¿Llega a la ciudadanía?
«La sociedad española esperaba más de Feijóo»
Creo que la sociedad española esperaba más de Alberto Núñez Feijóo. La decepción ha sido, no solamente por parte de los cuadros, ya que también hay esos comentarios dentro del Partido Popular, sino que hasta articulistas de derechas dicen que su principal activo es el silencio. En el momento en el que ha empezado a hacer declaraciones, a posicionarse, se ha visto que o el rey va desnudo o directamente el proyecto que tiene se aleja mucho de esa imagen de moderación que nos intentó vender de entrada.
Ahora conocemos cuál es la gestión del señor Feijóo en Galicia, pero además le conocemos las amistades, las reuniones y las decisiones que ha ido tomando. Tenemos un líder que se descalifica por sí mismo. Trasladarle a la ciudadanía la insolvencia del señor Feijóo o la mala fe forma parte de la comunicación que tenemos que hacer los portavoces del Gobierno, en este caso del proyecto socialista.
Están impulsando medidas como el impuesto a la banca, a las energéticas, está en marcha el impuesto a las grandes fortunas…El presidente ha comenzado a hablar de los poderes económicos…¿Es correcto decir que el PSOE gira a la izquierda en este final de legislatura?
La izquierda en España es el PSOE. Todas las conquistas sociales se han conseguido gracias a un ministro y a un gobierno socialista. Luego quien ha hecho realidad el progreso social y la justicia social en nuestro país somos los socialistas. ¿Ahora estamos explicándolo de una manera diferente? Ahora se ha puesto encima de la mesa cuáles son las dos maneras de gestionar una crisis. Vivimos la crisis del 2008 y tenemos ahora una crisis provocada, primero por la covid, y ahora por la guerra de Ucrania. Y estamos planteándole a la ciudadanía cuáles son las dos maneras: si se reparten las cargas o si se las cargan los de siempre. Hablamos con las palabras que nos entiende todo el mundo, eso nos acerca a la ciudadanía. No estamos haciendo nada que no tuviéramos previsto y no estamos haciendo nada que no sea necesario cuando hay una situación excepcional como la que estamos atravesando.
Ahora mismo estamos inmersos en una batalla ideológica sobre la fiscalidad. ¿Confía en que esta pedagogía sobre los impuestos que están intentando hacer cale en la ciudadanía?
Es un debate que invita muy rápidamente a la desinformación y al populismo porque todo el mundo quiere tener más dinero, pero tenemos que hacer una pedagogía y también denunciar el populismo por parte de la derecha del dinero en el bolsillo. Cuando la derecha habla de tener el dinero en el bolsillo, habla del dinero en el bolsillo de unos cuantos, porque ellos lo que están proponiendo son bajadas de impuestos a los que tienen, a los que más tienen. Yo creo que es el debate más ideológico que se puede tener, y de los más complejos. Cuando el CIS pregunta a la ciudadanía, la gente quiere servicios públicos, y no hay justicia social si no hay justicia fiscal.
«Tienen que pagar los que más tienen, los que más ganan y los que más heredan»
Por tanto, tienen que pagar los que más tienen, los que más ganan y los que más heredan. De entrada, no nacemos todos en el mismo distrito postal, que al final es lo que está marcando en qué clase social vas a estar y en qué clase social van a estar tus hijos. Así que tiene que haber una acción pública para que eso no sea así, para que haya una movilidad social. Es difícil, es áspero, pero yo creo que es imprescindible este debate.
Me pregunto qué hubiera pasado si la pandemia nos hubiera cogido con un gobierno de derechas en España. ¿Qué hubiera pasado con los tres millones y medio de trabajadores que estuvieron en su casa con los ERTE o los autónomos, con el cese de actividad o con los ICO? Comparemos lo que pasó en 2008. Todo eso, ese escudo social, son recursos. Y los recursos no salen de la nada, hay que sacarlos de aquellos que más tienen, más ganan y más heredan.
En cuanto a la bajada del IRPF a rentas por debajo de 60.000 euros anunciada este martes por el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, ¿no cree que se puede interpretar como que entra en el juego de la derecha en lo relativo a esta materia?
No tienen nada que ver las rebajas de impuestos de patrimonio a lo que está proponiendo Ximo Puig. Yo creo que todos los socialistas estamos en una lógica de mejorar el estado del bienestar. A mí, que me ha tocado mucho comparar los estados de bienestar y cómo funcionan los servicios públicos entre comunidades autónomas, puedo decir que València es una comunidad que, con los recursos que tiene, están siendo muy eficientes los servicios públicos. También se trata de eso: cuánto ingresas y cómo lo gastas, ya que lo dedicas a la atención, a la dependencia, la sanidad, la educación… Son nuestras prioridades y ese es el PSOE esté en el Gobierno que esté y tenga al frente a la persona que tenga.
De cara a las elecciones generales del año próximo y teniendo en cuenta la aritmética parlamentaria actual, ¿les preocupa el estado de salud electoral que pueda tener el espacio de Yolanda Díaz?
Necesitamos que la mayoría social española esté representada en el Parlamento. Y la representamos el Partido Socialista Obrero Español y la representa también el espacio que hay a nuestra izquierda. Todo lo que sea articular y mejorar las organizaciones es positivo para los intereses que representamos la izquierda, nos llamemos como nos llamemos. Yo vengo del sindicato y siempre explico el mismo ejemplo. UGT y CCOO compiten en las empresas por ver quién tiene más delegados, pero luego, a la hora de negociar el convenio colectivo, tienen en el otro lado a la patronal. Yo me lo planteo un poco así. Estamos trabajando por el bien común. Estamos trabajando por la mayoría social y son gobiernos de progreso que tienen que mantenerse.
Por lo tanto, nos queda más de un año para trabajar, para convencer al conjunto de la ciudadanía que más impuestos para los que más ganan, mejores condiciones laborales y mejores servicios públicos y más derechos sociales. Eso es lo que hace, no que un partido o un gobierno sea de izquierdas, que para nosotros es importante, sino que haya una sociedad cohesionada y competitiva. No estamos hablando de extrema izquierda, estamos hablando de países que son más competitivos, que tienen más cohesión social y que a la vez tienen más alta productividad. Y, si miramos las estadísticas, ¿qué países son esos? Los países del norte de Europa donde tienen una alta fiscalidad y una alta productividad. Yo creo que ese es el modelo que defienden los socialistas y necesitamos que haya una izquierda a nuestra izquierda, un espacio que también esté articulado y que tenga su representación.
Teniendo en cuenta la ley electoral, y especialmente las elecciones al Senado, ¿sería posible que se pactaran algunas candidaturas conjuntas en determinadas circunscripciones con el proyecto de Yolanda Díaz?
Nosotros estamos todavía con nuestro programa de reformas y quedan muchos meses por delante. Es algo que no sé si está encima de la mesa, no lo había oído, así que creo que nos queda mucho todavía. Muchas reformas por aprobar y unos Presupuestos Generales del Estado en el 2023 que tienen que ser muy competitivos también para esa mayoría social.
En lo relativo a Catalunya, ¿cree que Pere Aragonés debería someterse a una moción de confianza?
«Catalunya tiene dos partidos que están en el Gobierno pero que no gobiernan»
Es que las cuestiones de confianza las promueven los mismos presidentes. El problema que tiene Catalunya es que tiene dos partidos que, en teoría, están en el Gobierno, pero que no gobiernan. Están entre ellos discutiendo, no comparten absolutamente nada y Catalunya está perdiendo una oportunidad de oro en estos momentos, ya que estamos tomando las decisiones que van a marcar la próxima década. Los fondos de Next Generation, la movilización de recursos que hay en estos momentos, los PERTE, etc. Es un momento de oro para que las comunidades autónomas tengan proyectos claros y alineados, y definan sus sectores estratégicos.
Desgraciadamente, Catalunya no está ahí. Esa es la pena que tenemos. También, es lamentable que con la que está cayendo, la práctica del diálogo entre los dos gobiernos no la lleve a cabo el presidente Aragonès, pero es que tiene unos socios (Junts) que, directamente, lo quieren todo y no quieren nada.
En caso de que al final el Govern se rompiese. ¿Qué papel debería de tener el PSC dado que es la fuerza política más votada en la última elecciones? ¿Sería viable que apoyaran a ERC?
«Salvador Illa es la alternativa, no es la muleta de Aragonés»
¿Quién ganó las elecciones en Catalunya? Las ganó Salvador Villa. Aragonès tuvo que hacer varios debates de investidura para conseguir ser president. Luego Salvador Illa es la alternativa, no es la muleta de Aragonés. Y si nos ponemos a contar votos, hubo más catalanes que apoyaron a Illa que a Aragonés. ¿Qué pasa? Que el poder es un gran pegamento y yo creo que Junts y Esquerra, por mucho que gesticulen, les interesa mantenerse en el Gobierno.
Cuando Catalunya vuelva a ser llamada a las urnas, la mayoría que ya tuvo Illa en su día, según dicen las encuestas, volverá; habrá una mayoría socialista. Primero, dudo que rompan. Segundo, necesitamos un Gobierno que gobierne y en Catalunya no lo tenemos. Y tercero, Salvador Villa es la alternativa, no es la muleta.
Hace unos meses, el estallido del ‘caso Pegasus’ copaba la actualidad en las relaciones entre el Govern y Moncloa. Supuso la ruptura de las relaciones con ERC y la Generalitat. Ahora parece que se han retomado. ¿Se da ya por superada esta etapa?
Yo creo que sí. Yo creo que aquello pasó. Creo que en Catalunya han montado una comisión de investigación que no sé dónde va a ir, pero yo creo que aquí lo que hubo son muchas personas que sufrieron esa situación, más que de un gobierno a otro o una formación política a otra. Aquí lo único que se ha demostrado es que hubo un gobierno que montó policías patrióticas. Eso sí que lo hemos sufrido en nuestro país. El Gobierno socialista lo que quiere es concordia, lo que quiere es un reencuentro entre catalanes y entre españoles. Y también mantener una mayoría que apoye esas reformas que estamos llevando a cabo.
Hablando de concordia, ¿en qué punto está la mesa de diálogo? ¿Ha quedado diluida? ¿Cree que sigue siendo necesaria?
«La independencia en Catalunya está bajando sus apoyos»
Este martes fue el debate de política general en Catalunya. Lo estuve siguiendo y creo que se habló poco de independencia. Hay una propuesta ahora de Aragonés que es como un ritornelo. ¿En qué momento, en qué año del procés pidieron lo de la ley de claridad? Es que no va a ningún sitio.
Cuando se le pregunta a los catalanes en el Centre d’Estudis d’Opinió, la independencia está bajando sus apoyos. Y los referéndums que tenemos de referencia por la independencia lo que han traído son más división social allí donde se han producido y han dinamitado absolutamente todo. Así que yo creo que la mesa de diálogo es necesaria entre el Gobierno de España y el Govern de Catalunya, pero más necesaria es también una mesa de diálogo entre catalanes. En 2017 se rompieron muchas cosas, pero sobre todo lo que se rompió es la sociedad catalana y ahí es donde más hay que coser, ahí es donde más hay que buscar lo que nos une y no lo que nos divide.
Volviendo a Madrid, ¿desde la llegada de Feijóo al Senado cree que esta cámara ha cobrado más protagonismo del que tenía?
El Senado debería tener más foco, porque es una arquitectura institucional la que tenemos con esta Cámara territorial. Pero es verdad que le faltan reformas para que le den más contenido, eso ya lo sabemos. Pero está tan lejos la reforma constitucional con todo lo que tenemos por delante y la polarización que mejor vamos a pensar en el Senado como esa Cámara donde se pueden hacer debates y se puede ver la pluralidad territorial.
La llegada de Feijóo, lo que ha supuesto es que haya más periodistas durante la sesión de control, pero al señor Feijóo lo vemos poco, por no decir que nada. Viene a votar y poco más. Y, cuando ha pedido un debate y ha venido el presidente a petición propia, ha salido escaldado. Fue a por lana y lo que se vio es que no hay ningún proyecto ni ninguna alternativa.
Creo que el Senado tiene recorrido. Aquí se llega a acuerdos que igual no se conocen tanto. Por ejemplo, sobre el envejecimiento. Hay una ponencia que se aprobó por unanimidad sobre políticas de envejecimiento, otra sobre cambio climático. Es verdad que son ponencias, pero por aquí pasan todos los consejeros de todas las comunidades autónomas y hablamos desde cooperación internacional hasta cambio climático. Tiene poco foco, es verdad. Estamos en un momento en que la política y los medios de comunicación se resumen en un hashtag o en 140 caracteres. Sí, pero al señor Feijóo habría que verlo más a menudo por aquí, trabajando y ganándose el sueldo, que, por cierto, creo que no publica.
¿Qué reformas se deberían de hacer para que esta cámara tuviera más utilidad?
A ver, esta es la cámara que representa territorios y, por lo tanto, creo que deberíamos tener más debates territoriales. Es verdad que, tal y como está organizado el sistema de partidos, al final queda plasmado en el Congreso de los Diputados, pues allí también hay debates territoriales. Es un espacio que podemos aprovechar, que aprovechamos y se puede aprovechar más todavía para generar acuerdos. Y aquí está el señor Feijóo. Podríamos llegar a acuerdos, cosa que, de momento, desde su llegada, no se nota para nada.
Ante la avalancha legislativa que viene por delante, ¿cuáles son los principales retos del grupo socialista?
El principal reto nuestro es que salgan todas las reformas, todas las leyes que vienen. Comparado con de lo que venía yo, lo que tenía conocido en el Parlament donde no se aprobaba casi ninguna ley, aquí cada pleno tenemos dos leyes. La semana pasada aprobamos el voto rogado, la Ley Orgánica de Régimen Electoral General y la ILP del Mar Menor. Esta semana tenemos la Ley del Fondo Amianto y tenemos también la Ley de Memoria Democrática. Es decir, que tenemos leyes de peso importantes y lo que hacemos aquí es que nos pasamos el día practicando lo del diálogo, la negociación y el pacto, porque es lo que se necesita para poder llevar a cabo la tramitación legislativa.
También relacionado con la fiscalidad y los territorios, hay una reforma que está pendiente, la de la financiación autonómica. ¿Veremos esa reforma durante esta legislatura?
«No veo al PP con ganas de sentarse a pactar absolutamente nada»
Nunca antes las comunidades autónomas habían tenido tantas transferencias económicas como en estos años desde la Administración General del Estado. Eso es un hecho. Y tan real es eso como que tenemos un modelo de financiación que hay que reformar. ¿Se dan las condiciones para que eso se lleve a cabo? El Ministerio de Hacienda ha enviado documentos a las comunidades autónomas, que están enviando sus consideraciones. Pero es que tenemos la renovación del Consejo General del Poder Judicial, por ejemplo, bloqueada. Yo creo que la reforma del modelo de financiación son pactos en los que tendríamos que llegar a un acuerdo los partidos grandes y los partidos pequeños y no veo al Partido Popular con ganas de sentarse a pactar absolutamente nada. Por no querer, no quieren ni cumplir la Constitución, que es en lo que estamos ahora. Así que ganas, todas, condiciones, menos. No tenemos un PP con ganas de sentarse a hablar tampoco de eso. De hecho, la consecuencia de lo que dicen es el desmantelamiento de los servicios públicos, que en su mayor parte los están soportando, competencial y financieramente, las comunidades autónomas.
Alfredo Serrano, Daniel Tognetti y equipo analizan el panorama politico, económico e histórico de cara a las elecciones en Brasil junto a Rodríguez Zapatero, Durán Barba, Carol Proner, García Linera y Celso Amorím. Nuestro periodismo es posible gracias a nuestros suscriptores. Únete a la República de Público y colabora con nosotros: https://bit.ly/2GKg4Sx