La bendición a una unidad del Ejército en el Valle de los Caídos, la amenaza de censura de Ayuso a los libros de texto y la negativa de Almeida a colgar la bandera LGTBI: tres ejemplos de regresión ideológica en apenas un día.
Hay indicadores que señalan que España avanza hacia la recuperación económica postpandemia, como son los últimos datos del paro y la prórroga de tres meses de las medidas para paliar los efectos de la guerra en Ucrania. También se están dando pasos a nivel legislativo que ponen a nuestro país en la vanguardia de los derechos sociales, como puede ser la reciente ley del ‘solo sí es sí’.
Sin embargo, hay otros hechos, acompañados de declaraciones de dirigentes políticos que nos llevan a sentir que España sigue anclada en tiempos remotos, más propios del franquismo. Es lo que pretenden los partidos de la derecha, liderados por un PP que no ha asumido la moderación que algunos vaticinaban con la llegada de Alberto Núñez Feijóo. Jaleados por los postulados ultraderechistas de Vox, los dirigentes populares que ostentan cargos de poder en las administraciones están proponiendo una batalla ideológica al Gobierno de coalición muy alejada del centroderecha.
Tres ejemplos de esta deriva se han producido en apenas 24 horas. A la vez que se conocía que una compañía del Ejército de Tierra acudía al franquista Valle de los Caídos a recibir las bendiciones del abad, Ayuso amenazaba con censurar los contenidos de los libros de texto que no comulgaran con sus postulados. Y este jueves, Martínez-Almeida se negaba a cumplir un acuerdo del Ayuntamiento de Madrid para que ondee la bandera del Orgullo en los próximos días de la fachada de Cibeles.
Una compañía del Ejército, en el Valle de los Caídos
Hay instituciones del Estado que se presuponían garantes de la Constitución y que, sin embargo, se han atrevido en los últimos días a realizar actos religiosos en el franquista Valle de los Caídos. Un capitán, que ya ha sido cesado, obligó a sus subordinados de una compañía del Ejército a acudir a la basílica erigida para gloria del dictador Franco para que un sacerdote bendijera su banderín. Una exaltación religiosa en un lugar que sigue sin respetar la ley de memoria histórica y en un país aconfesional. Nacionalcatolicismo en estado puro.
Otras instituciones también heredadas de las postrimerías del franquismo siguen sin dar el ejemplo necesario que una sociedad moderna requiere. La monarquía española, pese a los tímidos intentos de Felipe VI por dotarla de cierta pátina de transparencia, sigue ofreciendo muchos momentos de bochorno protagonizados por el rey emérito. Fugado desde hace casi dos años en Abu Dhabi, Juan Carlos I regresó por primera vez a España hace escasos días. Pasó un fin de semana de regatas en Sanxenxo y para cerrar su visita comió en Zarzuela con su hijo. Sin un solo gesto de arrepentimiento, el emérito llegó a responder a los periodistas riéndose: «Explicaciones, ¿de qué?», al ser preguntado por si pensaba dar alguna declaración tras todas las investigaciones judiciales en su contra por el origen de su patrimonio.
La batalla por el espacio de derechas con Vox
Volviendo al plano más político, la llegada de Feijóo al liderazgo del PP no ha acarreado, como decíamos, que el partido asuma postulados más propios de la derecha conservadora y liberal europea. Tras haber fagocitado el peso electoral de Ciudadanos, la batalla por apodarse del espacio de derechas la tiene que librar con Vox. Y, llegado el caso, le está obligando a pactar cuotas de poder con la extrema derecha.
Dos hechos dentro de las filas populares están marcando este paso en los últimos tiempos. Uno ha sido la asunción del poder de Isabel Díaz Ayuso en el PP de Madrid. La presidenta madrileña, ahora también con el control del partido en la región, está liberada de toda atadura y su estrategia sigue centrada en hacer la oposición más dura posible al Gobierno central, en lugar de gobernar para mejorar la vida de los madrileños.
Ayuso y el control de los libros de texto
Ayuso anunció que controlaría y censuraría cualquier contenido en los libros de texto que se usan en las aulas madrileñas
Este mismo lunes, Ayuso anunció que controlaría y censuraría cualquier contenido en los libros de texto que se usan en las aulas madrileñas con la excusa de proteger de «adoctrinamientos» a los alumnos. «Vamos a realizar una revisión pormenorizada y urgente de todos los libros de texto en la Comunidad de Madrid, una orden que vamos a dar a nuestra inspección educativa. Y vamos a retirar todos aquellos libros que contengan material sectario», advirtió la presidenta madrileña.
Un anuncio dirigido exclusivamente a intentar torpedear la nueva ley educativa, la LOMLOE, y que la consejera del ramo de la Región de Murcia se ha apresurado a copiar. Sin embargo, un gobierno autonómico no tiene capacidad legal para este tipo de prácticas. Lo que pretende Ayuso va en contra de la LOMCE e incluso contra un decreto aprobado por el Gobierno de Aznar.
Pero esta no es la única ley que Ayuso critica. La recientemente aprobada ley del ‘solo sí es sí’, promovida por el Ministerio de Igualdad, ha sido su excusa para lanzar unas declaraciones durísimas y fuera de tono contra las feministas. «Su forma de ver la vida propia de malcriadas que aspiran a llegar solas y borrachas, desprovistas de responsabilidades ni siquiera ante sus peores decisiones, nos abochorna a la mayoría de las mujeres», espetó durante su discurso como nueva presidenta del PP de Madrid. «Señora Ayuso, malcriadas no son las jóvenes de 16, 17, 18 o 20 años que quieren volver a casa. Sí, solas o borrachas y que no por ir solas o borrachas las puedan violar», le tuvo que replicar la ministra Irene Montero.
Lo peor de todo es que las declaraciones de Ayuso se producen en un contexto en el que el terrorismo machista ha provocado que cinco mujeres fueran asesinadas a manos de hombres en un final de mayo trágico. Cuatro de ellas tenían una relación sentimental con su asesino. La última, en Zaragoza, era vecina de un preso prófugo ya condenado por matar a otra mujer.
Almeida, contra la bandera del Orgullo
Las mujeres no representan el único colectivo atacado y menospreciado por las derechas. Sin salir de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se ha negado -un año más- a colocar la bandera del Orgullo en Cibeles pese a aprobarlo el Pleno del Ayuntamiento de Madrid. El alcalde vuelve a agarrarse a una sentencia del Supremo que impide izar banderas que no sean oficiales en los edificios públicos para guardar en un cajón la bandera del colectivo LGTBI.
La ultraderecha, en el Gobierno de Castilla y León
El otro hito relevante que hay que destacar en el PP y que ha marcado el arranque de la etapa Feijóo ha sido la investidura de Alfonso Fernández Mañueco como presidente de la Junta de Castilla y León conformando el primer gobierno autonómico con la presencia de Vox. Un sapo difícil de digerir y que marcará la legislatura en la región.
La agenda ideológica (en Castilla y León) la marca el vicepresidente Juan García-Gallardo
Los retrocesos ya han sido palpables en los primeros días de andadura del Ejecutivo. El vicepresidente Juan García-Gallardo (Vox), que apenas cuenta con competencias políticas, es el que le está marcando la agenda ideológica a Mañueco. Y no hay día que no se enfangue en una polémica. Una de las últimas fue atacar sin piedad a una procuradora del PSOE solo por su discapacidad. Pero García-Gallardo también ha arremetido contra la educación sexual en los colegios e institutos o el derecho al aborto.
Andalucía, ¿la siguiente?
El panorama trazado en Castilla y León amenaza con extenderse a otras comunidades. Sin ir más lejos, Andalucía va a las urnas el próximo 19 de junio y las encuestas marcan que el futuro Gobierno pasaría por un acuerdo entre el PP de Juanma Moreno y Vox. El actual presidente lograría una victoria holgada pero se tendría que echar, como Mañueco, en brazos de la ultraderecha.
Su candidata, Macarena Olona, es ya una política curtida en el Congreso con sus sobreactuaciones y peso pesado en el organigrama de Abascal. Y sus postulados para Andalucía son de sobra conocidos: exaltar el españolismo de la región, utilizar los males del campo para sacar rédito y criminalizar a la migración. A esto último se refirió hace escasos días al hilo de los incidentes que se produjeron en los alrededores del estadio de Saint Denis tras la final de la Liga de Campeones. Olona llegó a decir que «todas las culturas no son respetables, hay culturas que tenemos el deber de combatirlas» y considera que existe «una política impuesta que permite a súbditos extranjeros entrar sin tocar la puerta a diferencia de todos esos inmigrantes legales que vienen a levantar la patria».