Los peruanos quieren un Gobierno más democrático, razón por la que buscan el cierre del Congreso además de la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, una nueva Constitución y unas nuevas elecciones.
Decenas de peruanos se han manifestado este jueves ante la Embajada de Perú, en Madrid. — María Blas / PÚBLICO
«En Perú, si protestas contra el Gobierno te matan», decía una de las pancartas de uno de los manifestantes peruanos que se ha reunido este jueves frente a la Embajada de Perú en Madrid. Los ciudadanos de Perú, residentes en Madrid, piden la dimisión de la actual presidenta del país, Dina Baluarte, nuevas elecciones, la disolución del Congreso y una nueva Constitución.
e Mejia. «Desde aquí pedimos que el embajador se desmarque de esta dictadura y que no sea su representante, que se posicione con el pueblo, porque si no será cómplice. Lo mismo le pedimos al Gobierno de España«, ha añadido.
Los peruanos quieren un presidente o presidenta más democrático. Esa es la razón por la que buscan la renuncia de Boluarte y también la disolución del Congreso. Si la mandataria renunciase, le sucedería el presidente del Congreso, el ultraderechista José Williams, exmilitar y responsable de la masacre de Accormarca (Ayacucho, sur de Perú) de 1985, en la que el Ejército peruano asesinó a 61 campesinos.
Los manifestantes afirman que el Gobierno es antidemocrático, pese a los intentos de Boluarte de dialogar con los ciudadanos. «No me creo que la presidenta quiera dialogar, porque a la vez que pide diálogo está disparando balas en la calle. Es un contrasentido. No puedes pedir diálogo mientras estás matando a la gente», ha declarado Mejia. Otro manifestante, Augusto Carranza, ha calificado a la presidenta peruana como una traidora: «Nos consideran terroristas, pero somos luchadores sociales. Dina está dominada por el imperialismo, ¿qué diálogo vamos a tener con ella?».
Al ser preguntado por un posible acuerdo, Carranza no ha dudado en expresar que no lo ve posible. Pero, tanto Carranza, como el portavoz, creen en la relevancia de una una nueva Constitución, ya que la de 1993 fue creada por el dictador Alberto Fujimori. Mejia ha explicado que esta se ha mantenido «en beneficio de las oligarquías y ocasiona toda la pobreza y contaminación del país. Si no se renueva, el problema va a seguir».
Crisis en Perú
Detrás de la crisis de Perú no está, como ha explicado Mejia, «el terrorismo que comenta Dina». Allí hay masacre por parte del Gobierno, en la que «mueren manifestantes desarmados que se movilizan por sus reivindicaciones». Perú lleva sumergido en una crisis política y social desde la destitución del expresidente Pedro Castillo, el pasado 7 de diciembre, tras disolver el Congreso. Después llegó la incorporación de la actual presidenta del país y primera mujer en asumir la presidencia peruana. Un suceso que originó protestas en varias zonas del país, sobre todo en el sur, por parte de los peruanos. Sin embargo, pese a todas las muertes derivadas de los enfrentamientos (52 hasta el momento, según la Defensoría del Pueblo, 41 de los muertos son producto de la represión de las Fuerzas Armadas), y pese a todos los heridos (más de 1.000), la presidenta se niega a dimitir.
No hay justificación para la represión judicial: «Ellos quieren limpiar todo lo que sea oposición de cara a las elecciones futuras. El objetivo final de esto es que la derecha y la ultraderecha ganen las elecciones. Boluarte ha propuesto que se cambien los responsables del organismo electoral con el criterio de que los que pongan ellos garanticen la victoria», ha expresado Mejia. «Dina no es una persona de paz, es una persona de guerra. Que pare la represión y que la Policía sea juzgada, ¿o no estamos en un Estado de Derecho? Y ella debería ser juzgada por ser presidenta y por ordenar esas matanzas. Después de eso ya podremos hablar».
La ‘Toma de Lima’
El Gobierno peruano volvió a declarar el estado de emergencia durante 30 días el pasado domingo para mantener el orden en la capital y en las ciudades sureñas de Cuzco, Callao y Puno. Miles de manifestantes llegaron a Lima este lunes desde varios puntos del país bajo el lema «¡Dina, asesina, dimite!», en una segunda Marcha de los Cuatro Suyos, con el objetivo de presionar a la presidenta. Otros se han unido este martes y miércoles con bloqueos en las carreteras y con la expulsión de la congresista, Ruth Luque, de la Plaza Túpac Amaru (Cuzco), a gritos de «usurpadora», «traidora» y «asesina. La legisladora votó a favor de la destitución de Castillo y, según los manifestantes, ha sido responsable de esta crisis política.
El numero de policías desplegados para la Toma de Lima de este jueves se ha incrementado a 9.600. El Congreso de Perú ha tenido que suspender sus actividades ante la llegada de miles de manifestantes a la capital desde las zonas sureñas de Puno, Cuzco, Andahuaylas y Ayacucho. Estos se han reunido en distintos puntos de la capital, como en la plaza San Martín, el campus de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la plaza Dos de Mayo. Y Boluarte, después de pedir que no se volviese a repetir la violencia que desencadenaron las protestas, ha asegurado ahora que solo escuchará las peticiones sociales y no las políticas. «Estoy esperando que puedan hablar de sus agendas sociales. El Estado de Derecho no puede estar sujeto a los caprichos», ha dicho. Todos, desde los poderes políticos hasta el pueblo, buscan la paz. Desde los manifestantes que se encontraban ante la Embajada peruana, como la Unión Europea, que ha condenado la violencia en el país.
Las protestas, pese a todo lo que han implicado, han hecho efecto, ya que provocaron la destitución del primer ministro de la presidenta, Pedro Angulo, justo una semana después de nombrarlo, en diciembre. Pero Boluarte sigue sumida en las disculpas por los muertos y en no renunciar a su cargo. De hecho, en diciembre manifestó que deberían dejarle tres años liderando el país para cumplir con el resto del mandato del expresidente. Podría haber intereses detrás: Mejia ha explicado que la presidenta es «cautiva de la derecha y la ultraderecha» y que esas fuerzas son las que le colocaron en el poder: «Tiene que haber un motivo muy superior a ella para no poder renunciar, porque si no ya lo hubiera hecho».