En este vídeo analizamos cómo, tras la pandemia de la covid-19, la inversión en salud pública ha quedado en segundo plano mientras el gasto militar en Europa se dispara debido a la guerra en Ucrania.
A pesar de las advertencias de la ONU sobre nuestra falta de preparación ante nuevas crisis sanitarias, los Gobiernos están dispuestos a priorizar el rearme. Se abordan tres claves:
la lección no aprendida de la pandemia, el crecimiento acelerado del presupuesto en defensa y las consecuencias de descuidar la sanidad.
Mientras la OTAN demanda que los Estados gasten al menos un 2% del PIB en armamento, el modelo de las residencias de mayores no ha cambiado ni se han puesto esfuerzos suficientes en la prevención y protección ante futuras pandemias.
Con una fracción del gasto militar que se prevé desplegar se podría garantizar hospitales mejor equipados, investigación en vacunas y una respuesta rápida ante crisis sanitarias.
La solución de los problemas geopolíticos o los conflictos territoriales tienen alternativas a la guerra, como la diplomacia; esto es, los encuentros bilaterales, la mediación de organismos internacionales…
Pero el estallido de una pandemia necesita recursos, inversión y, sobre todo y más importante, voluntad.