En plena Guerra Fría se publicó el «Libro Marrón», de Albert Norden. Un texto hoy olvidado, por sus verdades incómodas sobre el nazismo.
España: refugio de los nazis
España alimentó la maquinaria de la guerra nazi hasta el final tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Acogió a los germanos para que probaran hasta qué punto eran capaces de sembrar la destrucción. Y tras la derrota final de la pesadilla en Berlín, nuestro país refugió a algunos de los más grandes criminales surgidos del infierno para que disfrutaran plácidamente de un merecido descanso en sus playas.
De esta manera, España se convirtió en uno de los actores más importantes en el escenario de la Segunda Guerra Mundial. La deuda contraída por Franco con el III Reich les dio la oportunidad de vivir plácidamente en nuestras costas (Málaga, Alicante, Asturias, País Vasco…) Algunos otros se refugiaron en la capital de España durante años.
En los siguientes meses de 1944 cientos de jóvenes alemanes con pasaportes falsos entraron por las fronteras españolas. Como pudo constatar la Embajada británica en Madrid, muchos adquirieron, además, numerosas naves industriales y edificios. A ellos se les unieron unidades paramilitares alemanas bien equipadas y entrenadas en la lucha armada y en actos de sabotaje.
El propio periódico Financial Times publicó un reportaje informando de que 900, de las 4.800 empresas registradas en España, estaban bajo control alemán, entre ellas Altos Hornos de Vizcaya o la sociedad minera Montaña y Minerales de España.
Nuestro país se convirtió en el refugio predilecto, el más seguro, caliente y acogedor; la primera etapa de una ruta secreta para huir de Europa y llegar a Sudamérica en alguno de los barcos de la naviera Aznar que salían desde el puerto de Bilbao. Decenas de familias acomodadas, en su mayoría vinculadas al régimen y a la Falange, acogieron durante meses en sus casas a alemanes huidos adictos al nazismo. España fue refugio de espías y criminales nazis.
General de las Wafen-SS Wallonien y fundador del movimiento fascista REX en Bélgica, León Degrelle aterrizó en la bahía de la Concha de San Sebastián planeando sin combustible, donde fue protegido por las embajadas vencedoras que pedían su entrega para ser juzgado por crímenes de guerra y contra la humanidad. Transcurridos unos años en la sombra, fue adoptado por un matrimonio vinculado a la Falange. Como español pasó a ser José León Martínez Reina, prosperando económicamente, fue siempre activo político en la defensa de los ideales nazis.
El punto de inflexión se produjo cuando Violeta Friedman, superviviente de Auschwitz, le denunció. Finalmente, Degrelle fue condenado a silencio perpetuo. Fue negacionista, inspiró CEDADE y resultó una cara célebre en el ultraderechismo español. Murió en Benalmádena el sábado santo de 1994, condenado a muerte por seis países.
Otto Skornezy fue calificado como el hombre más peligroso de Europa por los responsables de la inteligencia militar norteamericana, pues su nombre era leyenda en los campos de batalla y fue paracaidista de las SS. Intervino en el rescate de Mussolini de una fortaleza alpina y el intento de asesinato del mariscal Tito en Yugoslavia.
Pero libre de todas las acusaciones por crímenes de guerra, Skornezy recaló finalmente en España, donde destacó por sus conferencias y publicaciones de libros, por sus viajes por todo el mundo supuestamente conectados con el tráfico de armas, y su propuesta (que se confirmó no solo cierta, sino parte de la red Gladio, una red con fines terroristas y de guerra psicológica) para la creación de la Legión Carlos V en suelo español, organización paramilitar formada por ultraderechistas dispuestos a defender la Península Ibérica como último reducto contra el comunismo en caso de una guerra convencional contra la URSS y el Pacto de Varsovia. Se exilió en España para 1948, y vivió bajo la protección del régimen de Franco hasta su muerte en 1975.
Por su parte, Hans Hoffman fue pieza clave del nazismo y de Hitler en España. Fue reclamado por las potencias vencedoras para ser juzgado por sis actividades en tierras íberas, como jefe de la Gestapo y coordinador de todas las redes y tramas empresariales que controlaban una quinta parte de la economía de Madrid. Finalmente, y contra todo pronóstico, fue el Cónsul Honorario de la República Federal Alemana en la ciudad de Málaga hasta el fin de sus días.
Fue uno de los creadores de la Costa del Sol como destino turístico desde su germen en Fuengirola. Hoffman fue acusado de ser uno de los pilotos que bombardeó Guernica y el que tejió la terrorífica red de espías nazis en España. Hoffman dejó como legado su nombre al colegio alemán de Marbella, un hijo imputado en la trama de corrupción Malaya y la simpatía de sus vecinos que le llamaban cariñosamente ‘Juanito el guiri’.
Nacido en Graz (Austria) en 1912, Reinhard Spitzy fue capitán de las SS y asistente de Ribbentrop. Diplomático, licenciado en la École de París, llevaba las empresas estadounidenses en Alemania. Luego de la guerra, se escondió entre monjes en Cantabria. Huyó en 1948 a Argentina, con otro nombre. Murió en su Austria natal en 2010. Friedhelm Burbach, cónsul nazi en vasconia, resultó ser encargado de la propaganda. Fue compañero de escuela del hermano de Rudolf Hess y hombre de primera hora del régimen nazi. Se ocultó entre 1945 y 1946, según diversas fuentes, en un pueblo de Burgos. Vivió 66 años y era conocido como ‘Rudi, el alemán’.
Johannes Bernhardt, quien alcanzó el grado de general de honor en las SS, y combatió en el frente tanto occidental como oriental durante la Primera Guerra Mundial, se dedicó a los negocios, especialmente en Sudamérica. A través de ellos conoció a parte del alzamiento, en Marruecos, lo que le convirtió en un enlace clave con Hitler. Luego de la guerra, se le concedió la nacionalidad española y dirigió una gran empresa llamada Sofindus. Murió en 1980, en Munich, luego de regresar en los años 70.
Hasta la localidad alicantina de Dénia emigró en los años 50 Gerhard Bremer, un joven soldado de las Waffen S.S. que formó parte del exitoso ataque a Polonia en el 39. En la Costa Blanca fue un próspero capataz hostelero en los años dorados de Benidorm. Nacido en 1921 en Oslo, Fredrik Jensen ascendió rápidamente luego de alistarse con la Waffen-SS. Herido tras la guerra, sobrevivió en un hospital de Viena y pasó por la desnazificación. Volvió a Suecia, donde fue perseguido por sus ideas, aunque hizo fortuna con la venta de material de oficina. Málaga era su residencia de verano, donde jugaba tranquilamente al golf.
El olvidado líder del fascismo croata, Ante Pavelic, tras llegar con pasaporte español a Argentina, finalmente se refugió en Madrid tras haber facilitado la huida y asentamiento de más de 30.000 criminales de guerra en Sudamérica. Murió en España en 1959. Por su parte, Hauke Bert Pattist Joustra fue un holandés que se alistó en las Waffen-SS, donde en su país natal persiguió a la comunidad judía. Huyó de los aliados en 1946, para llegar a España en 1956 en moto. Fue detenido y después liberado, lo que le permitió un exilio oculto en Ribadesella (Asturias) Dirigió allí obras educativas y también hizo traducciones para prensa. A pesar de las peticiones de extradición, murió en Langreo en 2001.
Ninguno relevante de los 750 reclamados por los aliados para que fueran juzgados fue entregado. Tampoco el doctor Franz Liseau Zacharias, que vivía en el número 52 de la calle Alcalá de Madrid. Otros muchos cuyas tumbas se pueden visitar en Dénia (Alicante) y, sobre todo, en cementerios de Andalucía y Cataluña se pasearon impunes bajo el franquismo a lo largo y ancho de nuestro territorio.