La formación morada ya definió en verano a la vicepresidenta como una aliada electoral, y ahora tampoco dan por cerrado que vaya a ser su candidata, aunque su principal objetivo será lograr una coalición con el proyecto de Díaz.
Hace apenas un año, en Podemos tenían claras dos cuestiones: Yolanda Díaz era la líder de Unidas Podemos y sería su candidata en cualquier caso de cara a las siguiente elecciones generales. Sin embargo, la realidad de hace un año no es la actual, y en la organización ya no dan por asegurado que la vicepresidenta vaya a ser su número uno en los siguientes comicios.
Entre un punto y otro se ha recorrido un camino en el que han influido distintos elementos. En primer lugar, el proceso de reconfiguración y reseteo de la izquierda que la vicepresidenta inició con su proceso de escucha. El objetivo es el de desmontar el puzle del espacio progresista para articular un proyecto de país, y con ello se han desdibujado los roles y el peso político que los partidos se dieron hace siete años.
Díaz ha comenzado a encajar de nuevo las piezas de ese espacio con Sumar (de momento, de manera muy incipiente), y ha dejado claro, además, que en las primeras vigas maestras de su proyecto no quiere un papel protagonista para los partidos políticos.
En segundo lugar, Podemos e Izquierda Unida, principales columnas de Unidas Podemos, también se han distanciado, y las elecciones andaluzas visibilizaron las tensiones de una coalición que podría desaparecer en los próximos meses. A día de hoy todavía no se ha cerrado un gran acuerdo para concurrir juntos a las elecciones municipales y autonómicas y, de momento, depende de cada territorio. Con todo, ni siquiera las siglas de Unidas Podemos están garantizadas en las papeletas del próximo ciclo electoral.
El tercer elemento es, precisamente, los procesos electorales de mayo de 2023 en municipios y autonomías. Díaz ya ha anunciado que la traducción electoral de su plataforma no estará lista para concurrir a estos comicios, y ha insistido en la necesidad de construir su proyecto de país al margen (todo lo que sea posible) de los calendarios electorales.
De candidata del espacio a aliada electoral
Todos estos elementos han servido a Podemos para reorientar su rumbo y priorizar su continuidad como herramienta válida para el ciclo que se avecina que no depende del proyecto de la vicepresidenta. En la reflexión estival, los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid en El Escorial, la formación morada acometió un primer cambio de registro respecto a Díaz al referirse a Sumar como un «aliado electoral«.
Con este nuevo mapa de alianzas, Podemos rechazaba formar parte (al menos de forma voluntaria) del reseteo de la izquierda que la ministra de Trabajo había comenzado y defendía la existencia de su estructura al margen de la plataforma de Díaz. Con todo, el principal lazo que los unía a la dirigente gallega seguía vigente: ella era su candidata a las elecciones, en cualquier contexto y bajo toda premisa; al menos eso es lo que se trasladaba desde el partido.
Llegó el otoño, la Universidad de Podemos y una nueva reflexión para definir el camino a seguir. Este cónclave, celebrado el 5 y 6 de noviembre en Madrid, ha servido a dos propósitos fundamentales: el primero, demostrar que el partido está listo para las elecciones municipales y autonómicas, que ya tienen a sus candidatos aunque falten siete meses para la cita con las urnas, y que el trabajo de preparación de la Secretaría de Organización (reactivación de círculos en los territorios, puesta a punto de las estructuras, etc) ha concluido.
El segundo es un rearme ideológico e identitario que, sea este el objetivo o no, provoca algunas chispas al entrar en contacto con el Sumar de Yolanda Díaz, un proyecto que en su fase inicial ha apartado por completo las siglas y la organicidad y ha construido un discurso que ha señalado algunos de los vicios de los partidos políticos. En Podemos ya se refieren a esta plataforma como «el partido Sumar» porque tienen claro que en las próximas generales la vicepresidenta segunda dotará a su ‘movimiento ciudadano’ de una estructura que le permita concurrir a las elecciones.
Respecto al refuerzo identitario, más o menos común en unas escuelas de formación con las que el partido pretende revitalizar a su militancia, se ha optado por pedir «respeto» para Podemos y para sus inscritos. Desde la organización precisan que no solo se referían a otras formaciones y actores del espacio progresista, sino también a los medios de comunicación que publican noticias falsas y a los jueces que han perseguido a sus dirigentes en algunas tramas que incluso fueron delictivas, como la cruzada del exjuez Alba (actualmente en prisión por este caso) contra Victoria Rosell.
Sin embargo, Javier Sánchez, portavoz del partido, precisó este lunes que «Podemos se tiene que respetar en el ámbito de las fuerzas progresistas». Con el proceso de primarias a municipales y autonómicas concluido, y una hoja de ruta que apuesta por dar la batalla ideológica de manera clara a la derecha y la ultraderecha, los de Ione Belarra ya no asumen que Díaz sea su candidata bajo cualquier premisa y circunstancia.
El itinerario a seguir para Podemos es dejar que la vicepresidenta concluya su proceso de escucha, estudiar su propuesta y, finalmente, si Díaz decide que va a ser candidata, tratar de conseguir un acuerdo de coalición con Sumar. Un eventual escenario de negociación entre los de Ione Belarra y la plataforma de Díaz para concurrir a unas elecciones generales está todavía lejos, pero la formación morada ya ha dejado claro que, a su juicio, unos malos resultados de su partido en las municipales y autonómicas harían prácticamente imposible un buen resultado de la izquierda en las generales.
El escenario de los próximos meses está prácticamente definido, y ya no tiene que ver con una reconfiguración de la izquierda marcada por el proyecto de Díaz en la que vayan a participar todos los actores bajo una unidad que se daba por sentada.