El Departamento de Investigación de Información (IRD, por sus siglas en inglés) de Reino Unido, servicio propagandístico secreto del país durante la Guerra Fría, promovió y luego ocultó el exterminio de hasta tres millones de simpatizantes del Partido Comunista de Indonesia (PKI) y de movimientos de izquierda en la década de 1960, según documentos desclasificados y citados por The Guardian.
De acuerdo a los papeles publicados recientemente por el Ministerio de Relaciones Exteriores, el operativo —que empezó a inicios de 1965— preveía que un grupo de funcionarios británicos, liderados por Ed Wynne, crearan una emisora y un boletín dirigidos por supuestos disidentes indonesios.
El objetivo era contener al primer presidente de Indonesia, Sukarno, quien promovía una política independentista y aplicaba un enfoque de confrontación hacia Malasia, apoyando a los rebeldes en el país vecino.
Sukarno se apoyaba en diferentes, y a veces opuestas, fuerzas políticas, incluidos el Islam político, los millones de partidarios del PKI y una parte de los militares, aunque en su mayoría los oficiales rechazaban tal coalición.
Propaganda contra el Gobierno
Dadas las circunstancias de la Guerra Fría y el papel que jugaba el Partido Comunista en Indonesia, la radio encubierta había elegido al mandatario como el principal objetivo de sus ataques. Además, criticaba «tantos personajes en la jerarquía del Gobierno, el Ejército y el servicio civil como podamos encontrar», admite Wynne en un informe.
La radio y los materiales escritos estaban dirigidos para influenciar principalmente a las capas altas de la sociedad indonesia. Las 28.000 copias de uno de los periódicos llegaban a «generales, medios de comunicación de derecha e incluso al propio Sukarno», según Wynne.
El 30 de septiembre de 1965, cuando la campaña propagandística estaba «en pleno apogeo», tuvo lugar un fallido golpe de Estado organizado por los militares procomunistas. A pesar de haber asesinado a seis generales, no pudieron conseguir sus fines y fueron aplastados. En los días posteriores, llegó al poder un grupo de derecha encabezado por el general Suharto, el segundo presidente de la República.
A finales de octubre de ese año empezaron masivas matanzas a los miembros del PKI y todos los sospechosos de tener inclinaciones izquierdistas. Tari Lang, hija de la fallecida defensora de derechos humanos Carmel Budiardjo recuerda que «cualquiera que fuera de izquierda era arrestado» y no solo los miembros del PKI».
«Eliminar el cáncer comunista»
Con el inicio de las matanzas, los propagandistas no redujeron la intensidad de sus ataques contra el partido político. «No clamamos por la violencia, pero exigimos en nombre de todos los patriotas que este cáncer comunista sea eliminado del cuerpo del Estado», escribían en un número especial del boletín.
En cuanto al PKI, lo comparaban a «una serpiente herida», afirmando que «ahora es el momento de matarlo antes de que tenga la oportunidad de recuperarse».
«La dilación y las medidas a medias solo pueden conducir a […] nuestra destrucción definitiva y completa», afirmaban los propagandistas, reiterando que los miembros del PKI «y todo lo que representa» debían ser «eliminados para siempre«.
Encubrir el exterminio
Se estima que durante las operaciones realizadas por comandos especiales o fuerzas militares y pandillas locales, murieron entre 500.000 y tres millones de personas.
Ante los alarmantes hechos, los funcionarios británicos trataban de «ocultar el hecho de que las carnicerías contaran con el apoyo de generales«, revela una evaluación de operación escrita por el funcionario del IRD, Norman Reddaway, en 1966.
El propagandista también alabó el trabajo del equipo de Wynne, afirmando estar «en sintonía» con los generales de derecha. «La máquina de noticias fue nuestro garrote, el boletín y nuestras operaciones poco ortodoxas, nuestro estilete», señaló Reddaway, agregando que «el descrédito de Sukarno fue un éxito rápidamente».
Los informes también señalan que el movimiento de Sukarno les estaba costando unos 250 millones de libras esterlinas al año, pero lograron contrarrestarlo a un costo mínimo en cuestión de meses. «Estoy encantado de que se haya eliminado a un buen número de comunistas«, reconoció Reddaway en otra misiva.