Hace ya una semana del potente sismo en Haití y la situación del país es aún muy delicada. La ayuda humanitaria es muy escasa en las regiones remotas.
Las tensiones en Haití siguen este sábado, una semana después de un devastador terremoto de magnitud 7,2 que mató a más de 2 mil personas. La ayuda ha sido escasa en las regiones remotas de la empobrecida nación caribeña.
Estiman que unas 330 personas aún están desaparecidas. Los residentes de las ciudades sureñas, donde se detectó el epicentro del terremoto, todavía cavan en busca de cuerpos que se cree que yacen debajo de los escombros.
Las ayudas son insuficientes. Llegar a las áreas más necesitadas se ha visto obstaculizado por deslizamientos de tierra y daños a la carretera, así como peleas de pandillas que han complicado los viajes entre la capital, Puerto Príncipe, y el sur.
A esta situación hay que sumar la temporada de huracanes en el Caribe. El primer ministro, Ariel Henry, advirtió de que se preparen para más tormentas.
Durante una sesión virtual del Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos sobre Haití, Henry también prometió organizar elecciones «lo antes posible», a pesar de la devastación del terremoto.
La situación en Haití entró en una inestabilidad política crónica tras el asesinato de Jovenel Moise en julio. Y, ahora, con un desastre natural tiene un futuro más ambiguo.
l país había sufrido otro devastador sismo en enero de 2010 que dejó unos 300 000 fallecidos y 1,5 millones de damnificados.