Advirtió que tanto la red de transporte ucraniana como el gasoducto ruso son necesarios para suministrar gas a Europa e indicó que los últimos meses evidenciaron la dependencia del continente del gas natural durante la transición energética europea (cambio hacia fuentes de energía más ecológicas).

«No se puede oponer una vía de suministro a la otra», afirmó.

Según sus palabras, en el transcurso de la transición «a la era del hidrógeno», Europa necesitará «cualquier infraestructura disponible».

Nord Stream 2 es un gasoducto de dos ramales de 1.230 kilómetros, con una capacidad de 55.000 millones de metros cúbicos al año, que va desde la costa rusa hasta Alemania, pasando por el mar Báltico.

La tubería está en la mira de Estados Unidos que busca vender a Europa el gas natural licuado de sus yacimientos de esquisto.

Se oponen también al proyecto que desde octubre está listo para operar, Ucrania y Polonia que temen perder los ingresos que obtienen por el tránsito del gas ruso por sus territorios.

Todo ocurre en plena crisis energética que pasa factura a los consumidores de la Unión Europea con los precios del gas rondando los 1.000 dólares por 1.000 metros cúbicos en los últimos meses, el triple de lo que costaba en mayo pasado.