«Están desatados»: la reflexión sobre la ultraderecha que se repite tras una nueva oleada de insultos, bulos y barbaridades

Allá donde llega la ultraderecha, hace todo lo posible (y lo imposible si es que es posible, que diría Rajoy) por convertirlo todo en un lodazal. No hay más que ver los medios de comunicación que están surgiendo, las redes sociales, las apps de mensajería y ahora los parlamentos.

 

No son solo los insultos y las mentiras, sino que mientras se discute de disparates no se habla de problemas reales ni de lo que votan a la hora de la verdad.

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Desde hace tiempo ya era grave pero desde que llegaron al poder en Castilla y León y ahora que tienen representación en parlamentos y plenos de este país, la cosa ya clama al cielo. Y especialmente en los últimos tiempos hay una reflexión sobre Vox que se repite en las redes: «Están desatados».

Lo cierto es que coincidiendo con la purga interna en el partido (Macarena OlonaOrtega Smith, su ‘número dos’…), estamos viendo recrudecerse su actitud cada vez más: canciones que en sus actos hablan de «volver al 36», alabanzas a generales franquistasbulosinsultos directos a rivales políticos…

«Líder de una banda criminal»

Efectivamente, lo de Castilla y León tiene una relevancia especial ya que allí gobiernan con el PP gracias a Alfonso Fernández Mañueco. Esta misma semana el vicepresidente de esta Comunidad, Juan García-Gallardo, aseguró que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es el «líder» de una «banda criminal». Le dieron la oportunidad de rectificar pero la rechazó.

 

Como parecía que era poca cosa, el consejero de Empleo de Castilla y León, Mariano Veganzones (de Vox, claro), se decidió también a faltar al respeto a los parados: «En esta Comunidad no faltan trabajadores, faltan ganas de trabajar», afirmó.

«Ratas comunistas»

La cosa no se detiene en Castilla y León. Esta semana el Ayuntamiento de Madrid, con los votos de PP, Vox y Ciudadanos, ha reprobado a Pablo Iglesias por una frase evidentemente irónica en La Base, después de intentar declararle persona non grata. En el pleno se insultó reiteradamente al exvicepresidente del Gobierno con palabras como «indecente», «proetarra» o «miserable». El propio Javier Ortega Smith habló de «ratas comunistas», el clásico insulto de las ultraderechas de todo el mundo deshumanizando a las víctimas de sus improperios.

 

Y suma y sigue. Hace poco veíamos cómo en un acto de Vox, que parecía un auténtico carnaval, una suerte de grupo musical supuestamente humorístico cantó una canción cuyo estribillo decía «vamos a volver al 36». No había pasado mucho tiempo de esto y ahora hemos visto a un diputado de Vox por Sevilla reivindicar la «audacia» de Queipo de Llano, el general franquista que protagonizó la represión golpista en Andalucía.

 

Mientras, no son los únicos desatados. Este mismo mes hemos visto en las calles simbología nazi, banderas franquistas y gritos contra la democracia durante el 12 de octubre. También a la Fundación Francisco Franco, sacando un chiringuito a la calle en Madrid para ensalzar la figura del dictador y presumiendo de que tenían permisos municipales. Por no hablar del presidente de la Fundación Francisco Franco reivindicando la actual monarquía como «obra» del dictador.

En el capítulo bulos, la Policía ha relevado al jefe de la comisaría Centro de València por unas declaraciones xenófobas en un acto de Vox. Ricardo Ferris dijo que, para él, la migración de personas que llegan sin papeles «es igual a delincuencia» y aseguró que «la práctica totalidad de los detenidos» son extranjeros. Algo que no es cierto.

 

Con semejante repertorio solo en las últimas semanas, no sorprende las reflexiones y la indignación.

 

 

 

 

 

Mientras este rosario de ejemplos es la moneda de cambio habitual de Vox, ahí está la agenda política del vicepresidente de Castilla y León: toros y misas. Parece que eso es lo que hacen cuando no están insultando.