Filtran la respuesta de EE.UU. y la OTAN a Rusia sobre propuestas de seguridad

El documento recibido por el Kremlin no fue hecho público, pero Moscú afirmó que la respuesta de Washington solo implicaba potenciales avances «en cuestiones secundarias».

El diario español El País ha publicado este miércoles la respuesta oficial del Gobierno estadounidense entregada hace una semana a Rusia sobre sus propuestas de seguridad.

Según «dos documentos confidenciales enviados el pasado miércoles por Washington y la OTAN a Moscú», a los que el periódico asegura haber obtenido el acceso, EE.UU. se muestra dispuesto a «considerar acuerdos» con Rusia junto con sus aliados para abordar las respectivas preocupaciones en materia de seguridad, pero se adhiere a la política de puertas abiertas de la OTAN, rechazando así una de las principales exigencias del Kremlin, la de no incorporar a Ucrania en la Alianza Atlántica en ningún momento.

Al mismo tiempo, Washington aseguró estar preparado «para una discusión sobre la indivisibilidad de la seguridad«, tema en el que insiste Moscú, pero agregó que se enfocará también en sus «respectivas interpretaciones de ese concepto», que «no puede ser visto de manera aislada». El Gobierno ruso percibe la presencia de tropas de la OTAN cerca de sus fronteras como una amenaza para su seguridad nacional y recalca que la libertad de entrar en alianzas militares no debe ser a cuenta de la seguridad de otros países.

En lo que concierne a Ucrania, EE.UU. propuso mantener consultas para lograr «compromisos recíprocos» con Rusia para «abstenerse de desplegar sistemas de misiles ofensivos y fuerzas permanentes con una misión de combate en el territorio de Ucrania», con la respectiva implementación de medidas de transparencia mutua, indica el documento difundido por el diario español.

Sin embargo, esto no impide a la Casa Blanca seguir militarizando a Kiev con proclamados objetivos de aumentar sus capacidades de defensa: tan solo el año pasado Washington, destinó 650 millones de dólares en ayuda militar para Ucrania, sumando un total de 2.700 millones de dólares desde 2014. Esta asistencia a la seguridad es considerada por Moscú una militarización que solo empeora el conflicto interno ucraniano en la región de Donbass, en el este del país, donde los dirigentes de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk se niegan a entregar al Gobierno central sus territorios después de los acontecimientos de 2014.

«Ucrania está siendo bombardeada con armas», denunció por su parte la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, que criticó a Kiev por emprender «una guerra contra sus propios ciudadanos, aquellos de los que tanto habla y en los que piensa únicamente a la hora de firmar los presupuestos militares», al tiempo que lamentó el apoyo de los países de la OTAN a la «cruzada» del Gobierno ucraniano en contra de los residentes de Donbass.

En la respuesta a Moscú difundida por El País, EE.UU. también se muestra abierto a estudiar «medidas adicionales para prevenir incidentes en el mar y en el aire«, iniciar consultas sobre el control de armas para los misiles de alcance intermedio y corto y estudiar un mecanismo de transparencia para confirmar la ausencia de misiles de crucero Tomahawk en los escudos antimisiles Aegis Ashore desplegados en Rumanía y Polonia a cambio de que Rusia facilite la misma transparencia sobre dos bases lanzamisiles en su territorio que elija EE.UU., y considerar nuevos acuerdos de desarme.

Si bien Washington reafirma su compromiso con el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, conocido como Nuevo START (START III) y prorrogado hasta 2026, que es el único tratado vigente de reducción de armas entre ambos países y contempla el monitoreo mutuo de los arsenales nucleares, también busca acuerdos que incluyan más tipos de armamento, como nuevos lanzadores, armas nucleares no estratégicas y ojivas nucleares no desplegadas.

El documento también reitera la postura del Gobierno estadounidense, que considera el despliegue militar en el territorio de Rusia cerca de las fronteras ucranianas como «acciones amenazadoras hacia Ucrania», acusaciones rechazadas por el Kremlin en reiteradas ocasiones, ya que Moscú lo considera su derecho soberano, subrayando que todos los movimientos se realizan únicamente dentro de sus propias fronteras nacionales y responden a la expansión de la OTAN hacia el este.

A finales de diciembre, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró que «la expansión de la OTAN a países como Ucrania» se ha convertido «en una cuestión de vida o muerte» para Rusia y subrayó que «haga lo que haga Rusia con sus tropas, lo hace en su propio suelo», mientras que los miembros de la Alianza Atlántica realizan «acciones bastante inamistosas» cerca de las fronteras rusas, como ejercicios militares y vuelos de reconocimiento. «Todo esto nos provoca profundas preocupaciones y nos obliga a tomar ciertas medidas para garantizar nuestra propia seguridad», resumió.

El otro documento divulgado por El País, que es la respuesta de la OTAN y es de carácter complementario a las declaraciones de EE.UU., propone «promover la previsibilidad, transparencia y reducir los riesgos» de seguridad mediante los canales de comunicación militares ya existentes, así como trabajar en la propuesta rusa de crear una línea telefónica directa para atender a los civiles en situaciones de emergencia.

Putin: «Las preocupaciones de base de Rusia han sido ignoradas»

Vladímir Putin ha afirmado este martes que EE.UU. ignoró la mayoría de las preocupaciones rusas sobre garantías de seguridad. «Estamos analizando detenidamente la respuesta escrita que recibimos de Estados Unidos y de la OTAN el 26 de enero. Pero ya está claro, y así se lo he comunicado al primer ministro [de Hungría, Viktor Orbán], que las preocupaciones de base de Rusia han sido ignoradas», sostuvo el presidente ruso en una rueda de prensa tras su reunión con el primer ministro húngaro.

«No hemos visto que se consideren de forma adecuada tres de nuestras exigencias clave sobre la no ampliación de la OTAN, el no despliegue de sistemas de armas ofensivas cerca de las fronteras de Rusia y el regreso de la infraestructura militar del bloque en Europa a su estado de 1997, cuando se firmó el Acta Fundacional de la OTAN-Rusia», resumió.

El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, también indicó que en el documento entregado por EE.UU. «hay reacciones que permiten aspirar al comienzo de una conversación seria, pero en las cuestiones secundarias», y que no hubo reacción positiva en lo que respecta a la cuestión principal sobre la no expansión de la OTAN hacia el este.

Las propuestas de Rusia

El pacto propuesto a Washington consta de ocho artículos. El primero de ellos estipula que ambas partes deben actuar con base en los principios de seguridad indivisible y no provocar daños a la seguridad mutua; el segundo, que tanto Rusia como EE.UU. procuren que cualquier organización internacional, alianza militar o coalición en las que participe una de las partes, respete los principios contenidos en la Carta de las Naciones Unidas.

Otros puntos prevén excluir la expansión de la OTAN hacia el este, no admitir en esa alianza militar a países que fueron miembros de la URSS, no utilizar el territorio de otros Estados para atacar a la otra parte, no desplegar tropas y armamento en zonas donde eso sería percibido como una amenaza, no usar bombarderos pesados ni buques de guerra fuera del espacio aéreo y las aguas territoriales nacionales o internacionales, no desplegar misiles terrestres de alcance corto o medio fuera del territorio nacional o en áreas desde donde puedan alcanzar objetivos de la otra parte y, finalmente, no capacitar al personal militar ni a civiles de países no poseedores de armas nucleares en el uso de estas.

La versión del eventual acuerdo con la OTAN consta de nueve artículos y es parecida al documento propuesto a Washington. Asimismo, las autoridades rusas insisten en que la Alianza Atlántica retire todas las tropas y todo el equipo militar que han sido desplegados en territorio de los países que se adhirieron a esa organización después de 1997.