Pedro Calderón de la Barca nació el 17 de enero de 1600. Sin embargo, el paso del tiempo no ha alterado su fama. Su producción teatral es de las principales de la literatura universal.
«¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son», recita Segismundo en su famoso soliloquio de La vida es sueño. Tras sus palabras se encuentra Pedro Calderón de la Barca, uno de los principales dramaturgos de la historia de las letras españolas. Un autor que nació hace 422 años.
El 17 de enero de 1600 llegaba al mundo, en concreto, al seno de una familia hidalga de Madrid. El fallecimiento prematuro de su madre y el carácter autoritario de su padre lo acercan a sus hermanos Diego y José, dos de sus grandes influencias vitales. Sin embargo, sería su educación la que formaría su personalidad cultural. Calderón de la Barca estudió en el Colegio Imperial de los Jesuitas y, posteriormente, en las Universidades de Salamanca y Alcalá de Henares. La escolástica, el agustinismo preexistencialista o la historia canónica y profana, unidas a su gusto por la literatura, construirían su obra.
Las estrecheces económicas familiares le llevan a apuntarse de soldado al servicio de Bernardino Fernádez de Velasco y Tovar, condestable de Castilla. Supuestamente, el literato participó en campañas militares en Flandes y el norte de Italia. Tiempo en el que combinó la espada con la pluma. En 1923, Calderón de la Barca publica su primera comedia Amor, honor y poder, con motivo de la visita del príncipe de Gales a Madrid. Sería el punto de partida de una época de gran creatividad.
Entre 1625 y 1640, el dramaturgo publica comedias de enredo o de capa y espada como La dama duende o Casa con dos puertas, dramas oficialistas como El sitio de Breda o tragedias como El príncipe constante. El debate entre individuo y poder se guarda en El alcalde de Zalamea y la ambición de amor y conocimiento en El mágico prodigioso. Pero, su propia cumbre llega de la mano de La vida es sueño. Esta discusión dramática sobre la libertad del hombre y los límites impuestos por la ética social o la razón de estado eleva su figura dentro del teatro barroco.
Calderón de la Barca se convierte en un clásico y su obra es apreciada por el público. Incluso, empieza a dirigir obras cortesanas en palacio, gracias al Conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV. Motivo por el que recibe el hábito de Caballero de la Orden de Santiago en 1936.
Sin embargo, su época de gloria se ve interrumpida por las crisis que asolan a España. Las revueltas se extienden por todos los territorios en manos de la monarquía hispánica. Es más, el autor participa en la guerra de secesión de Cataluña, donde es herido y pierde a su hermano José. Además, la muerte de la reina Isabel de Borbón y el príncipe Baltasar Carlos y la intolerancia de los moralistas cierran los teatros públicos durante cinco años. La profesión que puso a Calderón de la Barca en el mapa cultural español hiberna durante un lustro.
Cuando vuelven a abrir sus puertas, el creador madrileño no es el mismo. Tras pasar por una crisis espiritual y profesional, Calderón de la Barca es ordenado sacerdote en 1651. Dos años después ocupa la Capellanía de la Catedral de los Reyes Nuevos de Toledo. Años en los que vuelve al teatro, necesitado de sus ingresos. Se trata de una etapa más oficialista y abstracta. Por un lado, los autos sacramentales para la fiesta teológica del Corpus, que ya había trabajado tiempo atrás, se transforman en el corazón de su creación. Una manera de acercar los conceptos de la teoría cristiana a la ciudadanía a través de las tablas. Por otro, Calderón de la Barca dirige obras de gran envergadura de carácter mitológico para el Palacio del Buen Retiro.
El 25 de mayo de 1681, el dramaturgo falleció. Es enterrado con todos los honores y llevado a descubierto, «por si mereciese satisfacer en parte las públicas vanidades de mi mal gastada vida», según escribe en su testamento. El lugar exacto en el que se encuentran su cuerpo es todavía un misterio. Perdidos durante la Guerra Civil, se ubican en Madrid. Tras años de investigación, se ha hallado la llave que abriría su urna funeraria. Falta la caja en la que fueron depositados sus restos.
No obstante, más allá de historias rocambolescas, su recuerdo sigue vivo. Decenas de personas e instituciones han homenajeado en redes sociales a Calderón de la Barca en redes sociales.
Sus piezas, centradas en un único personaje, forman parte del patrimonio literario de la lengua española. Su lenguaje barroco y rico en complejas metáforas se atesoran sus 110 comedias y 80 autos sacramentales, loas, entremeses y otra clase de obras menores. Una producción que lo convierte en inmortal pese al paso de los años.