Las instituciones y empresas implicadas sólo ejecutaron un millón de euros de los dos millones proyectados para recuperar el entorno y los acuíferos del embalse de As Conchas, en A Limia, intoxicados por los residuos de la ganadería industrial.
Las aguas del pantano, cuyo aprovechamiento hidroeléctrico explota la empresa energética Naturgy, llevan décadas acumulando las toxinas que provienen de los residuos de la ganadería intensiva que promueve en la comarca la industria alimentaria Coren.
Los restos de fertilizantes, purines y otros residuos ganaderos han provocado la proliferación de cianobacterias, en un proceso similar al que han intoxicado el Mar Menor de Murcia. En As Conchas la situación se ha agravado porque la descomposición de las algas, favorecida por la sequía y las elevadas temperaturas durante las olas de calor de este verano, ha acabado envenenando las aguas con ácido sulfhídrico en la cola del pantano, junto a la aldea de As Conchas.
La Asociación de Vecinos de la zona acaba de presentar una denuncia ante el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, alertando de que el problema medioambiental se ha convertido ya en una seria amenaza para la salud pública.
Responsabilizan a Naturgy, a la Xunta de Alfonso Rueda y a la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil, que depende del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera. Los afectados advierten de que no se está avisando a la población del peligro de acercarse a las zonas más contaminadas y de bañarse en el pantano, donde existen varias playas fluviales muy frecuentadas.
En febrero de 2019, y a instancias del Bloque Nacionalista Galego (BNG), el Parlamento de Galicia acordó pedir al Consello de Contas -el órgano que fiscaliza las cuentas de la administración autonómica- que auditase el proyecto Life de A Limia, que había sido aprobado en 2014 y puesto en marcha un año después.
El informe, enviado al Parlamento hace un mes, advierte de que las instituciones implicadas desperdiciaron casi el 40% del dinero que la UE estaba dispuesta a sufragar para poner en marcha proyectos de regeneración en los acuíferos de la comarca, que desaguan en el río y arrastran la contaminación hasta el embalse.
Según explica el Consello de Contas, el proyecto Life de A Limia fue aprobado en 2014 por la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea y puesto en marcha un año después, con un presupuesto total de algo más de dos millones de euros, un gasto subvencionable de 1,7 millones y una tasa de cofinanciación del 50%.
Es decir, que la UE aportaría un euro por cada euro gastado por España a través de la Confederación Hidrográfica, la Consellería de Medio Ambiente de ka Xunta, la Diputación de Ourense, la propia Coren y la empresa ourensana Ecolagunas, especializada en el diseño y construcción de depuradoras mediante lagunas y humedales artificiales.
El objetivo del plan era poner en marcha proyectos piloto de concienciación, de limitación de vertidos y, sobre todo, de regeneración de terrenos afectados por los fertilizantes y las aguas residuales de las explotaciones que surten de carne a Coren.
La memoria del programa recordaba que la excesiva carga ganadera que soporta la comarca -la de mayor densidad de granjas avícolas y porcinas de Galicia- provoca en As Conchas «episodios de crecimiento intenso de cianobacterias y eutrofización». Es decir, la acumulación en aguas embalsadas de compuestos nitrogenados y de fósforo que alimentan la proliferación de las microalgas tóxicas causantes del fenómeno conocido como la «sopa verde». La descomposición de esas algas produce ácido sulfhídrico.
De los dos millones de presupuesto total del proyecto europeo para iniciar la regeneración de As Conchas sólo se ejecutaron 1,2 millones -el 39,3%-, y del gasto subvencionable, poco más de un millón, es decir casi el 42%. Como la UE adelantó dinero, hubo que devolver más de 185.000 euros cuando no se pudo justificar el gasto previsto.
Para Iago Tabarés, diputado del BNG en el Parlamento de Galicia, el informe del Consello de Contas plantea una disyuntiva: «O bien era un proyecto sobredimensionado y carente de rigor, o bien han sido incapaces de gestionar su ejecución. Y el resultado es que la situación de A Limia, tal y como indicó la Comisión Europea, debe ser declarada zona vulnerable por nitratos, con lo que eso supone para toda la actividad agroganadera».
Pese a esa circunstancia, Tabarés cree que del informe del Consello de Contas también se extrae una buena noticia: los proyectos de regeneración que sí se ejecutaron han funcionado reduciendo el nivel de contaminación en los terrenos sobre los que se aplicaron, lo que indica que «si la Xunta se pone las pilas y actúa ya, la ganadería en A Limia puede ser una actividad respetuosa con el medio ambiente».
Público se ha dirigido a todas las empresas y administraciones implicadas para saber por qué dejaron escapar la financiación europea cuando el proyecto Life de A Limia les obligaba a cofinanciar el programa con cantidades que presumiblemente podían asumir sin problema en sus presupuestos. Ninguna de ellas ha contestado al ofrecimiento de este diario para que dieran su versión.