Vox ha sido la tercera fuerza más votada en las elecciones regionales de Castilla y León y podría formar parte del Ejecutivo con el Partido Popular.
Este domingo se han celebrado elecciones regionales en Castilla y León, la Comunidad Autónoma más grande de España, con nueve provincias. Los resultados han dejado un claro vencedor, el conservador Partido Popular (PP), pero lejos de la mayoría absoluta que buscaba, si bien puede alcanzar la suma para gobernar en una coalición con la extrema derecha de Vox, quien ha sido la tercera fuerza más votada y que ya ha exigido la vicepresidencia.
El escenario tras estos comicios puede tener implicaciones a nivel nacional, tanto en la correlación de fuerzas para la formación de otros gobiernos –ya sean regionales o el nacional– como a nivel interno, sacudiendo los liderazgos del principal partido de la oposición, el PP.
35 años de gobierno popular
Desde 1987 Castilla y León ha contado con un presidente del Partido Popular (los primeros dos años bajo las siglas de Alianza Popular). Una racha inaugurada por José María Aznar, quien años más tarde se convertiría en el primer presidente del Gobierno de España (1996 – 2004) perteneciente a esta formación.
Los sondeos previos a las elecciones auguraban que esta racha podía llegar a su fin y que se podría producir una alternancia encabezada por el candidato socialista con el apoyo de otras fuerzas minoritarias.
Sin embargo, el resultado final ha vuelto a dejar al popular Alfonso Fernández Mañueco como el más votado, consiguiendo 31 de los 81 procuradores que integran las Cortes regionales. El Partido Socialista ha conseguido 28; Vox ,13; Unión del Pueblo Leonés (UPL), 3; Soria ¡Ya!, 3; Podemos – Izquierda Unida, 1; Ciudadanos, 1; y Por Ávila, 1.
La suma de PP y Vox obtendría 44 procuradores, superando la mayoría absoluta situada en 41. Vox ya ha dicho que ellos merecen una vicepresidencia, mientras que Mañueco ha anunciado que hará ronda de contacto con todas las formaciones, comenzando por el Partido Socialista.
¿Vox por primera vez en un Gobierno?
Desde la irrupción de Vox en el escenario español, a finales de 2018, no ha conseguido entrar en ningún Gobierno regional. Sin embargo, desde fuera del Ejecutivo sus votos sustentan a los gabinetes populares de varios territorios, como Madrid, Murcia y Andalucía.
Ahora el escenario arrojado después de los comicios de este fin de semana abre la puerta a que Castilla y León sea la primera región que integre a la ultraderecha en un Gobierno.
Esta tesis es defendida por varias de las voces importantes del PP a nivel nacional, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que durante su participación en esta campaña electoral ya anunció que ella no tendría ninguna reticencia en hacerlo.
¿Se tambalea el liderazgo de Pablo Casado?
El presidente de Castilla y León convocó estas elecciones anticipadas ante la probabilidad de que su Gobierno saliera reforzado con una mayoría absoluta. Hasta entonces formaba un gobierno de coalición con Ciudadanos, un partido en claro declive en todo el territorio nacional, con muy poca fuerza negociadora dadas sus circunstancias.
Parece que la jugada no ha salido como estaba prevista y puede ser que se produzca el cambio de un socio débil por otro más fuerte y en ascenso. Además, todo esto puede repercutir en la formación política a nivel nacional.
En el seno del PP se está librando una lucha interna por el liderazgo. Pablo Casado lleva tres años al frente del PP y hasta el momento no ha logrado buenos resultados, por lo que su liderazgo está siendo cuestionado. Paralelamente, una figura emergente en su partido ha comenzado a eclipsarle, se trata de la presidenta madrileña, Díaz Ayuso.
El adelanto de los comicios en Castilla y León tenía una lectura en clave nacional en cuanto se entendía que una victoria por mayoría absoluta fortalecía a Casado. Mientras que muchos entienden que el resultado que se ha dado favorece a Díaz Ayuso y a Vox.
¿Adiós definitivo al cordón sanitario?
El cordón sanitario a la extrema derecha, llevado a cabo en muchos países del entorno europeo, como Alemania o Francia, nunca ha sido una realidad en España. Sin embargo, muchos han abogado por él. Los partidos progresistas defienden esta opción, mientras que los partidos conservadores han sido mucho más tibios en esta cuestión.
En el caso del Partido Popular, es una opción que no se puede permitir. La aparición de nuevos partidos políticos en un panorama que había estado décadas marcado por el bipartidismo ha supuesto prácticamente el fin de las mayorías absolutas, lo que significa que hay que pactar para gobernar.
El PP ha quemado las naves en sus relaciones con la mayoría de fuerzas políticas del país, hasta el punto de que partidos conservadores nacionalistas o regionalistas, a pesar de compartir parte de su ideología, prefieren sumar en el bloque progresista antes que apoyar al PP.
Asimismo, también ha echado por tierra su relación con Ciudadanos, después de episodios oscuros, como la sospecha de compra de diputados en Murcia, o las convocatorias de comicios anticipados para deshacerse de su socio de Gobierno en otros territorios. Así las cosas, solo les queda Vox, son su única oportunidad de gobernar en muchas regiones, y puede que la única de hacerlo en un futuro en el Gobierno de España.
¿Más lecciones?
Pero estas elecciones han dado mucho más de sí, constatando varios fenómenos que hay que tener en cuenta para analizar el futuro del país.
Por un lado el desplome de Ciudadanos sigue sin tener fin. Después de que la repetición electoral de las elecciones generales de 2019 hiciera que sus 57 diputados se quedaran en unos exiguos 10, el resto de citas locales han consolidado la tendencia, por lo que se podría asistir incluso a la desaparición de esta formación que hace tan solo un lustro llegó a liderar las encuestas nacionales.
Por su parte, Podemos, en esta ocasión en coalición con Izquierda Unida, ha tenido unos resultados decepcionantes, perdiendo parte de su representación y constatando que su fuerza sigue residiendo en el medio urbano y que aún necesitan mucho trabajo para conseguir una implantación en todo el territorio.
El Partido Socialista ha perdido una oportunidad de oro para conseguir entrar en un Ejecutivo que no pisa desde hace tres décadas y media y que parece inmune a los escándalos.
La revuelta de la España vaciada
Mientras, la gran sorpresa de la jornada ha sido la irrupción de agrupaciones de electores de ámbito provincial. Soria ¡Ya! ha conseguido tres procuradores en una provincia en la que ha obtenido el 40 % de los votos y Por Ávila se ha alzado con un representante por primera vez.
Estos resultados no tienen por que ser una anécdota regional y se pueden trasladar al Congreso de los Diputados. Ya hay un precedente, el de Teruel Existe, que cuenta con un escaño en el Hemiciclo desde 2019.
Estas formaciones forman parte de un movimiento que se conoce como la revuelta de la España vaciada. Se trata de territorios de interior, con poca población, que llevan décadas quejándose del olvido de la Administración central en cuanto a infraestructuras.
En la actualidad, se pueden encontrar pueblos sin acceso a Internet, localidades sin una sucursal bancaria o núcleos cuyos habitantes tienen que recorrer decenas de kilómetros, si no más de cien, para ser atendidos por un especialista médico. Castilla y León es un claro exponente de esta situación. Ocupa más del 18 % del territorio nacional, pero solo tiene el 5 % de la población.
El auge de estas fuerzas políticas puede dar lugar a una Cámara baja aún más fragmentada de lo que ya lo está en la actualidad. El Congreso español ya tiene representantes de 19 formaciones distintas y la tendencia ascendente de las agrupaciones de electores podrían aumentar aún más esta cifra en las próximas elecciones generales, previstas para finales de 2023.