Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
En las democracias plenas las decisiones no se toman en reuniones casi clandestinas ni tampoco lo parece. En las democracias plenas las decisiones no se encuentran enturbiadas por el característico lodo de los regímenes autoritarios, las dictaduras bananeras, los protectorados o las pseudodemocracias. No aparecen ni parecen mangoneadas. Máxime cuando se trata de procesos judiciales complejos que afectan a la propia estructura del Estado y a su credibilidad. España no es una democracia plena.
El último escándalo destapado en los últimos días lo demuestra. Dolores Delgado, la actual Fiscal General del Estado y exministra de Justicia, estuvo reunida en un piso particular con Eduardo Inda y Manuel Cerdán, periodistas del medio digital OK Diario y filtradores en múltiples ocasiones del comisario Villarejo, quizás el más famoso ‘fontanero’ de la historia de España, y no precisamente por desatascar tuberías. O quizás sí, precisamente por eso. La situación, con esta información, ya no parece muy gratificante, pero si a ello añadimos que la vivienda en la que se produjo la reunión es la habitual de la pareja de Dolores Delgado, el no menos famoso abogado y exjuez Baltasar Garzón, el contexto ya parece algo más que poco edificante. Y si, además, lo aderezamos al saber que Baltasar Garzón es abogado de mandos policiales imputados en el caso Tándem o el caso Villarejo y que este último abandonará la prisión preventiva seis meses antes de lo que debiera porque la Fiscalía, dependiente de Dolores Delgado, decidió unir las causas en lugar de separarlas, lo que imposibilita un juicio antes de noviembre de este 2021, la ensalada del régimen está lista y condimentada. Al gusto de los comensales.
Se trata de un escándalo que, como el protagonizado por la propia Dolores Delgado cuando era ministra de Justicia y se publicaron unos audios en los que ella aludía a conductas un tanto inapropiadas por parte de magistrados en españoles en Colombia –según ella misma se acostaban con menores de edad–, debería haber provocado su inmediata dimisión y su posterior cese. Sin embargo, lo que han provocado ha sido la publicación de una entrevista por parte del señalado medio, OK Diario. Justificación que encaja como anillo al dedo como coartada, pero no termina de aislar los peores augurios en la cuestión. A estas alturas, parece claro que Dolores Delgado no puede seguir siendo Fiscal General mientras su pareja, Baltasar Garzón, defiende a unos de ‘malos malísimos’ de Villarejo. Y no porque sean ‘malos malísimos’, que ya es lo de menos, sino porque la apariencia se desangra a cada día que pasa y a cada evento de la pareja que salta a la opinión pública.
Lo que realmente preocupa es la facilidad de las élites españolas para reunirse con personas de dudoso comportamiento, muchos pertenecientes a los medios de comunicación, sobre todo porque parece razonable pensar que no todas estas reuniones son conocidas por la ciudadanía
Por suerte para la Fiscal General, el asunto no ha llegado a más debido a que ha tenido una repercusión no ajustada a la magnitud del suceso, lo que genera no pocas dudas, pues Dolores Delgado y Baltasar Garzón también se reunieron recientemente con el conocido presentador y hombre fuerte de la cadena de televisión La Sexta, Antonio García Ferreras, cuyos medios han mantenido un poco casual perfil bajo en el escándalo. Lo que no es de extrañar, pues se trata, además, de uno de los principales soportes mediáticos de Eduardo Inda y de OK Diario. Por si fuera poco, en esta reunión también estuvo el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, el cual dirige varias empresas que en los últimos años han sido indemnizadas o han solicitado indemnizaciones al Estado. La ensalada del Estado va sobrada de ingredientes.
Porque, desgraciadamente, en España todo parece decidirse en salones privados o en comidas de élite, como las mencionadas o la que protagonizaron hace unos años el ya mencionado Antonio García Ferreras y Mauricio Casals, hombre fuerte de Atresmedia, propietaria de las cadenas de televisión Antena 3 y La Sexta, junto al ya mencionado comisario Villarejo y Adrián de la Joya, ambos juzgados por varios delitos. Uno empieza a sumar uno más uno más uno… y, claro, son demasiados unos y la probabilidad de equivocarse no es menor, pero las cuentas son las que son. Sin embargo, más allá de las máculas que estas reuniones devengan, lo que realmente preocupa es la facilidad de las élites españolas para reunirse con personas de dudoso comportamiento, muchos pertenecientes a los medios de comunicación, sobre todo porque parece razonable pensar que no todas las reuniones que de este tipo y envergadura se producen, uno ya piensa que a diario, son conocidas por la ciudadanía. ¿Quiénes más habrán pasado por el piso de Baltasar Garzón y Dolores Delgado o habrán comido con ellos? Una pregunta demasiado inquietante.
Y como España es un no parar de reuniones, otra reunión conocida en los últimos días nos ofrece gran información sobre el funcionamiento del Régimen español a la vez que aporta no pocas sombras y culmina la ensalada plena en la que se ha convertido España. Se trata de la visita de las infantas Cristina y Elena a su padre, el rey emérito Juan Carlos, en Abu Dabi. Aunque el escándalo ha gravitado sobre el vergonzoso comportamiento de estas por vacunarse en tierras lejanas saltando así el turno en teoría establecido para ellas, hay una cuestión mucho más preocupante que esta: la presencia de Félix Sanz Roldán, el anterior jefe de los servicios de inteligencia españoles ya retirado, que ha protagonizado no pocos escándalos en los últimos años al ser incluso acusado de amenazar a Corinna, la expareja de Juan Carlos. Parece que Sanz Roldán y Juan Carlos son muy amigos, porque la visita tiene poco de oficial, lo que se antoja bastante inapropiado, pues una amistad tan intensa entre un antiguo jefe de Estado y un antiguo jefe de los servicios de inteligente no proyecta una imagen impoluta de España. Sobre todo si tenemos en cuenta las actividades regias, muchas delictivas Que todo un delincuente múltiple como Juan Carlos tenga una amistad tan intensa con el antiguo jefe del espionaje español resulta demasiado revelador.
En definitiva, demasiadas reuniones oscuras, demasiados intereses, demasiados amigos, demasiadas comidas, incluso en un país con los medios de comunicación mayoritariamente sometidos, y muy pocas dimisiones, ceses y explicaciones. Demasiados ‘demasiado’ para una democracia plena.