El ruido tapa hechos de enorme gravedad como el protocolo para dejar morir a ancianos sin pasar por el hospital o los informes manipulados de la GC sobre el 8M
El problema es que detrás del ruido está el silencio y, detrás del silencio, la impunidad. Un par de ejemplos de manual se juntan para observar el perfecto mecanismo con el que el mal actúa en estrategia conjunta para manipular a la sociedad. Estamos ante unos intereses que se anteponen, con todo tipo de trampas, al bien común sin importar el daño que causan. Y que terminan desembocando en tragedias como la masacre practicada sobre los ancianos de la Comunidad de Madrid o los informes manipulados de la Guardia Civil sobre el 8M. Ambos con un tratamiento político y mediático que es determinante para el éxito de la operación.
El día 8 de marzo, casualmente, Díaz Ayuso firma la orden por la que se restringe la visita de familiares a las residencias de ancianos de la comunidad de Madrid en vistas a prevenir, dice, contagios de un virus, la COVID-19 aún sin ese nombre ni ser declarado pandemia hasta el 11, pero del que todo el mundo tenía noticia, evidentemente. El 18, según el muy documentado trabajo de Manuel Rico en Infolibre, llega a los centros un protocolo con los requisitos para el tratamiento de los residentes, complementado con otro el día 20, donde se fijan con total crudeza los «criterios de exclusión de derivación hospitalaria»: no tenían escapatoria prácticamente. Se enviarán más documentos, excusas y distracciones, pero el resultado fue que, como cita Rico, el día 19 «los fallecidos que vivían en residencias eran 138, el 25 de marzo ascendían a 1.101 y el 30 de ese mes eran ya 2.465». Llegarían a ser más de 6.000, la mitad de todos los ancianos muertos en residencias en España en ese mapa del horror que dibujaron. Y que varios medios más fueron completando para dar cuenta de ese entramado de intereses que habían convertido las residencias de ancianos en un suculento negocio.
Como ya comenté, establecido el estado de alarma, el día 14 de marzo, y ante preocupantes indicios, el gobierno de España manda al ejército a algunos geriátricos donde se encontrará un auténtico caos.
Tras desviar la atención cuanto pudo, la Comunidad de Madrid confiesa este jueves que sí envió los protocolos y dice que fue «por error». ¿Se pueden escribir borradores de ese calibre «por error»? Las órdenes de Ayuso siguieron en vigor hasta al menos el día 25, tras ser descubierto el problema por la UME enviada por el Gobierno.
Es un repaso escueto de los hechos. Ahora vamos a observar, el ruido y el silencio. ABC titula una noticia en abril: «Iglesias acusa a Vox de representar la inmundicia para evitar hablar de los 15.000 ancianos fallecidos«. Ya le han adjudicado la autoría de los fallecidos al vicepresidente. El Confidencial se presenta así un 7 de mayo ya: «Los muertos en residencias son ya 17.576 y Carmen Calvo mira a Pablo Iglesias«. Se trataba del cómputo de datos pero el titular inducía al equívoco. Ataca el presentador de Antena 3 noticias, Matías Prats, el 17 de mayo aún. Todos los muertos son del Gobierno y en particular del entrevistado: Pablo Iglesias. Esta misma mañana hemos podido escuchar entradas de programas hablando de «los unos y los otros» en el caso de los muertos en las residencias. Tras haber escuchado la contundente intervención de Pablo Iglesias en el Congreso sobre el tema, con la confesión del consejero de Madrid. Las actuaciones de los unos fueron bien diferentes a las de los otros.
Así funciona el mecanismo. El ruido es esencial a la estrategia. Sacamos a una alocada mente de Vox diciendo alguna estupidez mayúscula, a algún periodista ultra con otra astracanada. Suben a TT y a tertulia, se habla y se habla pero detrás está el silencio. De esos periodistas que juegan a la presunta equidistancia. De los que son capaces como Carlos Franganillo, al frente del Telediario de las 21.00 de TVE, de hablar, sin torcer un gesto, de «errores» por ejemplo en los informes de la Guardia Civil. En titulares que dan tiempo a meter la basura del off de record robado a Irene Montero y sospechas sobre Fernando Simón. No me digan que no es posible exigir una información objetiva.
Porque el 8M es la otra gran estrategia del ruido y la desestabilización estos días. En la práctica, el ruido tapa hechos de enorme gravedad como el protocolo para dejar morir a ancianos sin pasar por el hospital o sin medicalizar las residencias como se prometió.
Es verdaderamente delirante atribuir intención culposa al Gobierno por haber permitido las manifestaciones del Día de la Mujer. Solo en un país en el que impera de tal forma la trampa tiene cabida y es incluso admitida a trámite judicial. Es mentira que otros países -afectados como todos- suspendieran las manifestaciones. Francia por ejemplo prohibió las concentraciones de más de mil personas, salvo que tuvieran interés social como el caso de las manifestaciones, y salieron el 8M. En Alemania también hubo manifestaciones feministas, era mentira lo que dijo Pablo Casado. La testa dirigente del ultradrechista Vox, soltó que «Gritar ‘viva el 8M’ es como gritar ‘viva la enfermedad y la muerte'». Y la portavoz del PP de largo graznido se marcó algo similar. Todo esto es ruido. Para distraer del machismo que preconizan, de la involución. Para manipular las emociones –en pura estrategia nazi- y sembrar crispación de la que aprovecharse para sus intereses.
El hecho, gravísimo, son los dos informes de la Guardia Civil, elaborados con recortes de prensa de escaso rigor y, a lo que se puede apreciar, la misma intención desestabilizadora. Es inaudito que un país puede tener un cuerpo de seguridad capaz de elaborar semejante barbaridad y encima contra el Gobierno legítimo. Como documenta Ignacio Escolar aquí, es un cúmulo de errores y falsedades flagrantes. Y también han orquestado campaña contra la destitución –más que justificada de sus responsables-. Tanto en este caso como en la masacre de los ancianos de Madrid creo que cesar en el cargo es una tirita para lo que se requiere.
Lo peor es el silencio, sin embargo. El que ha permitido siglos de racismo e impunidad de la violencia policial en Estados Unidos y ahora estalla en indignación. Algunos vídeos de lo que está sucediendo nos muestran la deshumanización del eterno totalitarismo fascista que le abre la cabeza a un manifestante y lo deja en el suelo envuelta la cabeza en sangre y el resto de la manada policial pasa como si lo hiciera ante una maceta.
El mismo silencio que aprisiona la verdad en pretendida equidistancia y ampara atropellos injustificables. Volvamos al premio nobel de la Paz, el surafricano Desmond Tutu, cuando decía: «si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor». Y, precisamente, al héroe de los derechos civiles Martin Luther King, para seguir recordando: «No nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas». No, no hay bondad alguna en quienes manipulan la realidad. Y está teniendo consecuencias graves sobre la sociedad.
El clima político de agresividad, mentira y trampa que impone la oposición con sus cómplices mediáticos está extendiendo la tristeza entre mucha gente. Cada vez se escucha más incluso entre personas que no tienen grandes problemas, no digamos en quienes han sufrido el zarpazo del coronavirus. Añadir esta angustia coronada de impunidad corta mucha esperanza. Es la manipulación de las emociones con fines precisos. Ignoro cuál es el antídoto. Rechazarla, no darle pábulo ni oídos, pero no basta cuando otros lo hacen y expanden su hiel. De nuevo sería precisa una respuesta firme ante tanto atropello. Exigirla.
No sé si la rabia funciona. Quizás lo mejor sería la conciencia. Medítenlo si les parece mientras echan un vistazo al humor del ABC, ABC Premium además, que se burla de los beneficiarios del Ingreso Mínimo Vital. Creo que esto lo explica todo.
A veces no les hace falta ni esconderlo tras el ruido.