Mientras los medios de comunicación occidentales prestan toda su atención a la tensión entre la OTAN y Rusia por la no renuncia de la Organización Atlántica, el aparato militar de Estados Unidos en Europa, a continuar su expansión imperial, Yemen padece la mayor tragedia humanitaria del planeta con más de 377.000 fallecidos, de los que un porcentaje muy elevado son niños menores de 5 años –según datos de la ONU–.
Una tétrica cifra a la que hay que sumar el riesgo de pobreza extrema, que afecta a más de diez millones de personas, y la desnutrición, que aqueja a 4,9 millones de personas. La situación es tan dramática que un niño yemení menor de cinco años muere cada nueve minutos. Es decir, cuando termine de leer esta opinión un niño yemení habrá muerto.
Una mastodóntica tragedia perpetrada por los mejores aliados de la OTAN en Oriente Próximo, Arabia Saudí, gracias al arsenal que los países occidentales les están suministrando y, también, al silencio cómplice de los mismos medios occidentales que repiten las consignas gubernamentales como si de gabinetes de comunicación se tratara.
Así, el diario El País dedicaba en los últimos días su portada al temor de los ucranianos a ser atacados por los mismos rusos que les siguen suministrando gas para que calienten sus hogares: «Ya tengo un refugio mirado por si llega la guerra». Mientras unos determinados ucranianos mostraban su temor a un ataque ruso que no solo no se ha producido, sino que bien pudiera no producirse jamás, los yemeníes, que no tienen quienes les recuerden ni en El País ni en la mayoría de los medios de comunicación españoles y occidentales, quizás porque el Gobierno español vinculado al PSOE se está hartando a vender las armas que Arabia Saudí necesita para la masacre, sufren bombardeos casi a diario desde el año 2015. Bombardeos con bombas occidentales –por ejemplo, España vendió armas por valor de 55 millones de euros a Arabia Saudí solo en el primer semestre de 2021, de los que 31,8 millones lo fueron en munición de artillería y sus componentes–.
Un silencio mediático cada día más aterrador para los casi treinta millones de personas que habitan Yemen. Una población que, esta misma semana, ha sufrido dos nuevas masacres y, hace un mes, ha sido calificada por la ONU como «la peor y más grande catástrofe humanitaria del mundo».
Una guerra civil convertida en intervención internacional
Y es que Yemen padece una guerra civil abierta entre el Gobierno de Abdo Rabbu Mansur Hadi, reconocido internacionalmente y apoyado por la OTAN y su mayor aliado en la región, Arabia Saudí, y los rebeldes hutíes, amparados por Irán y en poder del norte y oeste del país, donde se producen la mayoría de las confrontaciones y los bombardeos. Una confrontación que, a pesar de los devastadores bombardeos de los aliados de la OTAN, los sauditas están perdiendo estrepitosamente, ya que los hutíes controlan el 80 % de la población yemení, por lo que la mayoría de la zona gubernamental es, realmente, arena.
Un bombardeo causó tres muertos y dejó cuatro días sin internet a Yemen
A pesar de lo que la mayoría podría pensar por la escasa relevancia mediática, los yemeníes no paran de ser bombardeados casi a diario. Así, entre los muchos bombardeos sufridos por los yemeníes en los últimos días, destacan dos que, perpetrados en solo unas horas, costaron la vida de casi cien personas y tuvieron consecuencias demoledoras para el país, que quedó durante cuatro días sin servicio de internet.
En primer lugar, varios bombardeos ejecutados por la coalición internacional saudí en la importantísima ciudad portuaria de Hodeida –Al Hudayda–, al oeste del país, provocaron, según la televisión yemení Al Masirah –vinculada a los hutíes–, la muerte de tres personas, heridas a diecisiete y la caída del servicio de internet durante cuatro días. Una eternidad para una población cuya única forma de gritar al mundo su desesperada situación, habida cuenta del cómplice silencio de los medios de comunicación occidentales, han sido las redes sociales. Un apagón mediático que, además, también ha afectado gravemente a las organizaciones humanitarias y a los medios independientes.
Otro bombardeo asesinó a noventa personas en una prisión
Horas después, un nuevo bombardeo de la coalición internacional liderada por los saudíes provocó al menos noventa fallecidos en una prisión de Saada, al noreste del país y a solo cien kilómetros en carretera de Arabia Saudí. Un blanco fácil para los sauditas, a la vez que un nuevo atentado contra los derechos humanos tras los ataques perpetrados sobre autobuses escolares, mercados, hospitales, colegios o funerales.
Centenares de miles de muertos y millones de personas en extrema pobreza
Además de los casi 400.000 fallecidos de forma directa o indirecta, la desnutrición de cinco millones de yemeníes y la pobreza extrema de más de diez millones de personas, el país se enfrenta a un grave problema de inflación en los precios de los alimentos, el combustible o los productos básicos, lo que provoca no solo que la situación sea cada día más dramática, sino que las pocas organizaciones humanitarias que trabajan en el país tengan cada vez más difícil ayudar a la castigada población yemení. Una inflación de precios que tiene mucho que ver con el bloqueo de los principales puertos sauditas, una acción militar que se verá reforzada por las embarcaciones españolas vendidas a los sauditas en los últimos años y que ya han comenzado a entregarse.
Espiral de violencia incontenible
Todo ello ha provocado que Yemen haya entrado en una espiral de enorme violencia que, según las predicciones independientes, podrían llevar al país a padecer el mes más violento de su historia, lo que no es poco, superando así el mayor número de víctimas mortales civiles cifradas hasta la fecha en Yemen para un período de treinta días.
Una crisis violenta que tiene como origen, según los medios de comunicación occidentales, el aumento de la tensión producida durante el año 2021 tras un ataque hutí con drones y misiles balísticos y de crucero a Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos, en el que fallecieron tres personas. Realmente, que los medios occidentales afirmen que, tras siete años de conflicto, el mes más violento de la mayor y peor tragedia humanitaria del planeta tiene como origen un ataque en el que fallecieron tres personas es la última obscenidad que hemos tenido que leer. Habrá más.
No es una guerra civil, es un conflicto internacional con armas occidentales
Una de las organizaciones más fiables en cuanto a los padecimientos de Yemen es ‘Solidarios Sin Fronteras’, la única organización creada en España para ayudar a los yemeníes en concreto. Toda una rareza en el mundo de las oenegés: está conformada por tres mujeres, dos españolas y una yemení, y no solo no obtiene beneficio alguno, ya que sus dos fundadoras cuentan con sus propios trabajos y la organización les cuesta tiempo y dinero. Eva Erill, su presidenta y cofundadora, denuncia el silencio mediático en Occidente por los «bombardeos histéricos desde hace más de una semana».
Además, según Eva, «cuando en Occidente se habla de guerra civil esto no es así, como tampoco es una guerra entre musulmanes, es una guerra internacional con muchos intereses de Estados Unidos, Francia o Reino Unido», aun cuando «hay países que han abandonado la venta de armas a los sauditas, como Alemania o los países nórdicos». Una venta de armas que no ha cesado desde el comienzo de la guerra y que apunta claramente a Occidente, ya que «siete años después [del comienzo de la guerra] nadie ha podido encontrar armamento iraní en Yemen, mientras que sí hay evidencia clara del armamento estadounidense, británico o español».
Movimiento migratorio silenciado
Por otra parte, Eva denuncia que el movimiento migratorio desde Somalia, Eritrea o Yibuti hacia Arabia Saudí atravesando Yemen es uno de los más mortíferos del planeta, sin que en Occidente se le preste la debida atención. Se trata de migrantes que acuden atraídos por la pujanza económica y la legitimidad de Arabia Saudí por su estrecha relación con Estados Unidos y Occidente. Lo hacen sin saber que Yemen está en guerra o que, aun en el caso de llegar a Arabia Saudí, lo que les espera en este aliado occidental no es una película de Hollywood, sino la esclavitud. «Sin duda, la ruta del Golfo de Adén es la más mortífera de todo el planeta, pero como no llegan a Europa, no lo cuenta nadie, y como los que fallecen en la zona son etíopes, eritreos o somalíes son todavía más invisibles que el resto», lamenta Eva.
¿Por qué los medios occidentales silencian la mayor tragedia humanitaria del planeta mientras dedican portadas y minutos a Ucrania?
Desgraciadamente, porque, aunque muchos en Occidente piensen que los medios de comunicación son independientes e imparciales, lo cierto es que tienen fuertes ataduras que condicionan sus enfoques, por mucho que intenten disimularlo. Y no es que la tensión entre la OTAN y Rusia no debería ser relatada, claro que sí, sino que debería enfocarse de forma independiente y, además, con el espacio y el contexto justo. Es un conflicto importante, sí, pero mucho menos destacado que lo que acontece en Yemen, la mayor tragedia humanitaria del planeta. Una tragedia silenciada por los medios occidentales debido a que es Occidente el mayor promotor de la masacre y, también, el mayor beneficiado de ella: la Unión Europea vendió armas por valor de 470 millones de euros a Arabia Saudí solo durante 2020. Y es que las bombas son la democracia, la libertad y los derechos humanos de Occidente.