Tras ocupar tres centros municipales durante un mes, los vecinos y vecinas se manifestarán el sábado hasta la sede de la presidencia de la Junta en un nuevo movimiento vecinal nacido de «la desesperación».
La falta de electricidad en plena ola de calor, cuando más falta hace el aire acondicionado, el ventilador, el frigorífico, alumbró este verano una revuelta vecinal en los barrios obreros de Sevilla. «Desesperados» por los continuos cortes de luz, ocuparon durante semanas tres centros cívicos del ayuntamiento y se concentraron ante la sede de la compañía Endesa para exigir soluciones.
La protesta surtió efecto, los encierros terminaron y los cortes remitieron, pero no del todo. Por eso han convocado para el sábado una gran manifestación por el centro de la ciudad, en la que protestarán también por el elevado precio de la luz.
El calor no golpea igual en unas casas que en otras, en unos barrios que en otros. Depende de las condiciones de aislamiento de la vivienda, de los aparatos de que se disponga para refrescar la temperatura y, sobre todo, de que el suministro eléctrico llegue con la potencia adecuada y sin interrupciones para que esos aparatos funcionen correctamente. De eso es de lo que han carecido las viviendas de muchas calles de los barrios de la parte sur de la ciudad de Sevilla, fundamentalmente, habitadas por las llamadas clases trabajadoras, de rentas más bajas.
A finales de julio, decenas de personas ocuparon los centros cívicos del ayuntamiento en sus distritos
Entre junio y agosto han tenido que soportar varias olas de calor, con temperaturas que han llegado a los 45 grados, sin tener luz durante horas, durante noches tórridas interminables en las que los cuerpos no descansaban, se desvanecían a la vez que los alimentos se iban pudriendo dentro de neveras inservibles.
Los vecinos de esos barrios, de Padre Pío, Palmete, Su Eminencia, Torreblanca, Bellavista, empezaron a salir espontáneamente a la calle a protestar, a pedir luz para poder seguir con sus vidas en medio de tanto calor sin alivio alguno. Se manifestaban por las calles de sus barrios exigiendo una solución, pero como ésta no llegaba y el termómetro no daba tregua, decidieron dar un paso más.
A finales de julio, decenas de personas ocuparon los centros cívicos del ayuntamiento en sus distritos, donde, además, podían disfrutar del aire acondicionado del que carecían en sus casas. Y allí fue creciendo un movimiento de protesta, cada vez más amplio, coordinado por la plataforma vecinal Barrios Hartos, que diariamente organizaba asambleas, debates y protestas en la calle.
Ana María Vega, vecina de Padre Pío, fue una de las personas que mantuvo la ocupación de uno de los centros cívicos durante cerca de un mes. A sus 55 años, nunca antes había participado en un movimiento vecinal o social, como la mayoría de sus compañeros de encierro, dice ella. «Fue –explica- una protesta espontánea debida a la desesperación de la gente. Te dabas cuenta que individualmente era imposible solucionar nada; llamabas a Endesa y te respondía una maquinita o te decían que llamases a incidencias. Incluso a uno le dijeron que fuera a un centro comercial para tener aire acondicionado. Así que nos fuimos al centro cívico».
Y en el centro cívico, junto a otras personas que estaban pasando por su misma situación, esta mujer de Padre Pío descubrió una «unión vecinal impresionante», como ella no había visto nunca antes en su barrio: vecinos, incluso, que no tenían problemas con la luz pero que ayudaban a hacer pancartas, a colaborar en lo que fuera para estar al lado de quienes lo estaban pasando muy mal por los continuos cortes del suministro eléctrico. Porque no era sólo el tema del calor, también estaba el problema de las personas que dependen de la electricidad para moverse, para respirar, para cargar los aparatos que les permiten desenvolverse en su vida diaria.
«Hay un señor del barrio de La Plata –asegura esta vecina-, al que le habían operado de médula, que tuvieron que rescatarlo los bomberos porque se había quedado colgado de la grúa al irse de pronto la luz. Y las sillas para subir las escaleras en los portales no funcionaban y la gente que se mueve con sillas eléctricas no podía cargar la batería. La luz no es un lujo, es una necesidad básica, y si nos la quitan, no podemos funcionar».
Miriam, vecina de Palmete: «era algo invivible»
Miriam, del barrio de Palmete, trabajadora en un supermercado, tampoco había estado antes en una movilización vecinal. Hasta que un día de mucho calor del pasado julio, llegó a su casa con su hija y, al irse otra vez la luz, dijo que ya no podía más, que aquello ya era «invivible». Y se fue directa al encierro del centro cívico para unirse a quienes estaban sufriendo el mismo problema que ella. «Un vecino mío de 80 años –cuenta- se había quedado atrapado en el ascensor y otros se pasaban una alargadera de casa a casa para enchufar un respirador. Son cosas que te hacen sentirte muy impotente».
El problema de los cortes de luz no ha sido nuevo este verano, según aseguran los vecinos de estos barrios, pero sí han sido más frecuentes y más duraderos. Y eso, sumado a la sucesión de olas de calor, es lo que ha colmado el vaso de la paciencia. También la falta de respuesta a sus protestas. «Estábamos hartos de reclamar, de llamar, y de no nos escuchasen. Nos decían que estaban arreglando una avería, pero todo seguía igual», cuenta Miriam. Según ella y Ana María Vega, la causa de tantos cortes de luz no es otro que el estado de las instalaciones eléctricas en estos barrios de Sevilla, a su entender, totalmente obsoletas, después de décadas sin haber sido renovadas.
Miriam: «Hemos ido todos a una porque no nos escuchaban»
La indignación de los vecinos de estos barrios llegó a tal punto que hubo personas como Miriam que llegaron a plantearse vender su piso para irse a vivir a otra parte de Sevilla. «Me lo planteé —explica— porque psicológicamente ha sido un machaque vivir esta situación. No sabías cuándo ibas a tener luz, cuándo ibas a poder poner la lavadora, nada. Y luego llamabas a Endesa y no te arreglaban nada.
En el encierro en los centros cívicos, en las manifestaciones en la calle, los vecinos de barrios apartados del centro histórico y turístico de la ciudad, como Ana María o Miriam, encontraron lo que no conseguían con sus llamadas a la compañía eléctrica. «Hemos ido todos a una porque no nos escuchaban. Y ahora nos han escuchado algo, pero no está todo solucionado. Por eso ya no vamos a parar de luchar hasta que no haya ni un solo corte de luz, para que no nos sigan engañando a la gente obrera», advierte la segunda.
Cerca de 80 cortes de luz en lo que va de año
Fernando de la Orden, vecino de Su Eminencia, también estuvo en la ocupación de los centros cívicos municipales, también él se ha sumado a la protesta de los barrios obreros contra los continuos cortes de luz. Electricista jubilado de 65 años sabe mucho del tema por su profesión y está igual de indignado que los vecinos de su zona y de otras partes de Sevilla por haber sufrido con mucha mayor intensidad los efectos de las sucesivas olas de calor que han azotado al sur de España. «Para que la gente haya salido así a la calle lo tiene que estar pasando muy mal«, resume.
Este hombre lleva una contabilidad en un documento de Excel con el número de incidencias que ha sufrido en el suministro eléctrico de su casa en lo que va de año y de las veces que ha llamado a la compañía para que le arreglen la avería: un total de 78, que suman 176 horas en las que ha estado sin luz o ha tenido una bajada fuerte de la tensión. La duración de los cortes oscila entre una y 19 horas, con una frecuencia más acusada desde el mes de junio. Y todo eso lo ha padecido también una mujer de 95 años, la madre de su mujer, que vive con ellos. «Lo hemos pasado fatal —dice—. Este año, con la calor que ha hecho, ha sido insoportable».
Los riesgos a los que se ha visto sometida su suegra por la falta de electricidad para refrescar la temperatura de la casa llevaron a este electricista jubilado a presentar una demanda penal contra la compañía Endesa, al considerar que se estaba poniendo en peligro la vida de una mujer de 95 años en situación de dependencia, denuncia de la que todavía no ha recibido una resolución judicial.
Fernando de la Orden también lleva una contabilidad de todo lo que ha gastado en reparación de electrodomésticos a causa de las bajadas de tensión, unos 1.300 euros, cantidad a lo que se suma haber cambiado la cocina de vitrocerámica por una de butano para poder hacer la comida sin sobresaltos. Pero por mucho que llama y reclama, no consigue que le resuelvan el problema. «He tenido que escuchar a una operadora, después de haber tenido un corte de luz de un montón de horas, decirme que a lo mejor es que ha saltado el diferencial de la casa; decirme a mí eso, que llevo 46 años en la profesión de electricista», refunfuña.
«En vez de estar jubilado y tranquilo, me he tenido que ir a la calle a pegar saltos, a protestar» afirma Fernando
Como Ana María y Miriam, Fernando decidió sumarse a las ocupaciones de los centros cívicos, a sumar fuerzas con otros vecinos que estaban sufriendo los mismos problemas que su familia. «En vez de estar jubilado y tranquilito ya, me he tenido que ir a la calle a pegar saltos, a protestar. Y como yo hay muchas personas mayores que se han echado a la calle, que no estamos aquí por tema de política, sino por la luz», recalca este vecino de Su Eminencia.
La protesta vecinal propició, de algún modo, que se aligerara la solución del problema. A principio de este mes, Endesa emitió un comunicado en el que detalló haber instalado «en tiempo récord», a través de su filial e-distribución, 7 de los 12 centros de transformación previstos para «paliar la problemática de la sobrecarga de la red que sufren algunos barrios de la capital andaluza». Esas mejoras fueron, precisamente, las que motivaron que la plataforma Barrios Hartos y los vecinos afectados decidiesen a finales de agosto poner fin a los encierros en los centros cívicos municipales.
En el mismo comunicado, la compañía multinacional eléctrica señala que sigue trabajando en coordinación con el Ayuntamiento de Sevilla y la Junta de Andalucía en la instalación de otros cinco nuevos centros de transformación, unas obras que se llevarán a cabo del próximo otoño y que en total le va a suponer una inversión de 1,7 millones de euros.
Estas mejoras forman parte del acuerdo que tomó el Ayuntamiento de Sevilla el pasado 21 de junio para la concesión administrativa a Endesa de 12 espacios de titularidad municipal ubicados en la vía pública para instalar en ellos los centros transformadores «en las zonas de ciudad que registran más cortes de luz». En una nota de prensa , el gobierno municipal detalló entonces que el alcalde, Antonio Muñoz (PSOE), tras reunirse con los vecinos, «había reclamado a Endesa que adoptara medidas ante los reiterados cortes de luz en los barrios de Torreblanca, Palmete y Polígono Sur».
La “estigmatización” de los barrios obreros
Pero las mayores discrepancias en este conflicto han surgido, sobre todo, a la hora de fijar las causas de los cortes de luz. Los vecinos consideran, en su mayoría, que el motivo de las cada vez más frecuentes interrupciones del suministro se encuentra en la falta de renovación de la red eléctrica que abastece a estos barrios, alejados del centro económico y turístico de la ciudad. Endesa, sin embargo, niega que sus redes sean obsoletas y achaca las interrupciones al aumento del consumo energético debido a las olas de calor de este verano.
Según ha explicado la compañía eléctrica a Público, la capacidad de las líneas de suministro de estos barrios era suficiente para atender la demanda de los clientes con contrato en vigor, pero la ola de calor ha disparado el consumo, en el que también la empresa incluye el de quienes se han enganchado ilegalmente para actividades ilícitas. «Hemos actuado para solucionarlo, triplicando la potencia. Y es una solución duradera«, subraya una portavoz de la empresa.
Endesa no ha querido «estigmatizar» a estos barrios, poniendo el foco sobre los enganches ilegales de quienes se dedican al cultivo de marihuana en interior para traficar, como sí ha hecho en otras ocasiones con otras zonas de la ciudad. Quien sí lo hizo fue el consejero de la Presidencia de la Junta, Antonio Sanz, cuando los periodistas le preguntaron a principios de agosto por los encierros de los vecinos de los barrios afectados por los cortes de luz. Sanz se limitó a achacar los cortes de luz a la actividad de los «narcopisos» que disparan el consumo y provocan incendios en los transformadores.
Y la Subdelegación del Gobierno en Sevilla le replicó que no había «ninguna evidencia» en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que respaldase tal afirmación. «Parece evidente, y así se ha puesto de manifiesto en múltiples foros, que la problemática de los cortes eléctricos viene motivada por distintas razones, entre las que destaca la falta de inversiones por parte de la entidad Endesa», que se ha comprometido a «acelerar» el refuerzo de sus redes, respondió la representación del Gobierno central en esta provincia andaluza.
Las declaraciones del consejero andaluz de la Presidencia aún escuecen entre los vecinos que han sufrido continuos cortes de luz durante el verano. «Los trabajadores de estos barrios somos los que levantamos esta ciudad para que funcionen las zonas turísticas. Sin nosotros no hay nada. Y nos acusaron de ser barrios de delincuentes, cuando nosotros pagamos nuestras facturas. Yo me he sentido muy ofendida«, dice Ana María Vega. «No somos barrios marginales. Somos gente trabajadora», recalca Miriam.
Se han puesto ya siete nuevos centros de transformación eléctrica y está prevista la instalación de otros cinco, pero los vecinos de estos barrios obreros aún no se encuentran satisfechos. Dicen que hay calles que siguen teniendo problemas con el suministro, que tampoco se fían de que no se vuelva a repetir lo que han sufrido este verano, y por eso van a manifestarse este sábado por el centro de la capital andaluza.
Protesta también contra el precio de la luz
La manifestación, convocada por la Plataforma Barrios Hartos, y a la que se han sumado otras organizaciones como la Asociación Pro Derechos Humanos o el Sindicato de Estudiantes, hará una parada en la Subdelegación del Gobierno y terminará delante de la sede de la presidencia de la Junta de Andalucía, en el Palacio de San Telmo. La manifestación tendrá como objetivo el fin de los cortes del suministro y, también, de la subida de los recibos de la luz propiciada por la crisis energética y la guerra de Ucrania, entre otros factores.
Una de los asuntos que más ha exasperado a los vecinos de los barrios obreros que han sufrido continuos cortes de luz es la cuantía del recibo que llegaba a las casas que habían estado a oscuras, recalentadas, durante tanto tiempo. «Después de haber tenido cortes de 12, 18 horas, de haber estado casi un mes encerrados en el centro cívico, me han venido facturas de 130 euros. ¿Qué familia puede pagar eso con la economía como está ahora? Hay familias que tienen que elegir entre pagar la luz o comer o tener otras cosas», se lamenta Ana María Vega.
Juan García, portavoz de Barrios Hartos, explica que la carestía de las facturas de la luz también se ha incluido en la manifestación del sábado porque es un tema que afecta de lleno a las familias de los barrios obreros que no pueden hacer frente a unas tarifas tan elevadas. «Es insufrible el incremento de los recibos«, afirma.
Según esta plataforma vecinal, la lucha, la unión, es la que «ha salvado» a estos barrios del abandono que estaban sufriendo por parte de las administraciones públicas y de la empresa que les suministra la electricidad. En una de las primeras manifestaciones de este verano contra los cortes de la luz, el pasado 5 de julio, fue detenido precisamente el portavoz de Barrios Hartos en una polémica actuación policial que fue tachada de «desproporcionada y brutal» por esa plataforma y por otras organizaciones como la formación política Adelante Andalucía, que había participado en la protesta. Esos incidentes con la Policía ya no se volvieron a repetir, aunque luego hubo muchas más manifestaciones y concentraciones para exigir el fin de los cortes del suministro eléctrico.