La Casa Real y el Gobierno, cómplices de la dictadura saudí.
En Arabia Saudita, la monarquía feudal, absolutista, fanática y criminal gobierna a su país y a su pueblo como una propiedad privada y con puño de hierro.
FRAN J. PÉREZ ESTEBAN. Responsable de Extensión Internacional de Izquierda Unida
21/09/2017
Que Arabia Saudita es una de las dictaduras más terribles del mundo, es algo que no discute nadie. Que además es uno de los países que financian el terrorismo internacional, y en concreto el yihadista, algo que todos los especialistas afirman sin ninguna duda. Que las relaciones de la Casa Real española con la monarquía absoluta que dicta y manda en ese país son privilegiadas, y que las reales familias se tratan fraternalmente, es un hecho desde hace décadas. Y que el gobierno y la Casa Real española viajan frecuentemente a ese país del golfo para hacer suculentos negocios de venta de armas y de otros asuntos nunca muy transparentes, algo suficientemente conocido por la opinión pública.
Si se toman estos hechos por separado, nada pasa. Pero si alguien en este país se atreve a analizarlos y a relacionarlos, para sacar las pertinentes conclusiones y exigir coherencia, transparencia y ética, entonces la maquinaria del Estado saca la propaganda de guerra que o bien ignora esas críticas o las desacredita sin entrar al fondo de los hechos denunciados. La censura informativa que ha protegido a la Casa Real española desde la transición (por un pacto de las élites con los medios informativos), que impedía a los periodistas informar sobre cualquier aspecto crítico o negativo de la Casa Real española, se extendió para proteger también los acuerdos económicos, negocios públicos y privados que Casa Real y gobiernos (del PSOE y del PP) firmaban con estas dictaduras criminales. Con ellas, Casa Real y Gobierno han establecido relaciones comerciales y políticas muy duraderas y cómodas, hasta ahora. Citamos a Marruecos, a Guinea Ecuatorial o Arabia Saudita, aunque hay más. Por eso en España Arabia Saudita es un país apenas conocido. No interesa que los ciudadanos conozcan esas relaciones tan vergonzosas.
Represión silenciada
La brutal represión a la que se ven sometidas las mujeres y los homosexuales, o la terrible persecución a disidentes políticos y activistas de derechos humanos por parte del régimen saudí, parecen importar muy poco a Casa Real y gobierno cuando de hacer negocios suculentos se trata. Apoyan así al lobby industrial-armamentístico español, al que representaba con descaro en el gobierno el hasta hace poco Ministro de Defensa Pedro Morenés; y la Casa Real sigue cobrando su comisión. A pesar de que hablamos de una monarquía feudal, absolutista, fanática y criminal que gobierna a su país y a su pueblo como una propiedad privada y con puño de hierro. Donde existe un control social espeluznante y una represión extrema y continuada. Pero para las élites españolas la verdad que no está publicada, ni es verdad, ni existe, ni tiene coste ni desgasta a rey y a gobierno. «Como me creo lo que oculto e invento, no me parece que miento», se nos dijo en El Quijote.
Entre las violaciones muy graves a los derechos humanos que son norma en Arabia Saudita están: la aplicación de la pena de muerte (horca, lapidación…) y otras penas crueles, inhumanas y degradantes; la prohibición de cualquier concentración pública o protesta alguna; la tortura sistemática a los detenidos o las deportaciones masivas a trabajadores inmigrantes, que son explotados en un régimen de semiesclavitud. La blasfemia, la traición o el asesinato, se pagan con la pena de muerte. El adulterio también, si estás casada/o (si no estás casada son ‘solo’ 100 latigazos). El hurto está penado con la amputación de la mano derecha y el bandidaje con la amputación de una mano y un pie.
La segregación por sexos es norma y ley, y la discriminación de las mujeres es absoluta; es el único país del mundo donde la mujer tiene prohibido conducir, y si lo hace es encarcelada. La mujer no puede salir sola a la calle (a la que debe salir absolutamente cubierta) o ir al médico, sin la compañía de un familiar. Y la violencia machista es cotidiana. La demencia llega al extremo de que en los centros comerciales no pueden probarse la ropa y deben hacerlo en casa. Se trata de un sistema de dominación y tutela patriarcal que las obliga a pedir permiso para todo a los hombres.
Entre el lobby armamentístico español y el petróleo
De otra parte, la disidencia y el activismo político opositor se paga siempre con la cárcel o la muerte. Recientemente han sido ejecutadas 47 personas por estos motivos, sin que la Casa Real española pestañeara o el gobierno hiciera una sola nota de protesta. Por los miles de presos políticos, la preocupación de Casa Real y Gobierno es cero. Miran para otro lado. Arabia Saudita tiene las mayores reservas de petróleo del mundo (solo superadas por Venezuela) y España se lo compra, al tiempo que le vende armas. Con natural cinismo, uno de los representantes cualificados del capitalismo español, el ministro de Economía, Luis de Guindos, reconoció en el parlamento este pragmatismo sin ética de su política exterior. Unidos Podemos, como es sabido, mantuvo la dignidad y denunció la hipocresía que suponen estos hechos. Desde IU, como sabéis, hemos ido más allá, y exigido incluso que las relaciones políticas y económicas con esta dictadura se suspendan.
Hay muy pocos países donde ocurren violaciones tan graves a los derechos humanos y que sean tratados con tanta benevolencia por los medios de comunicación españoles, por la Casa Real y por nuestro gobierno, que anteponen las relaciones económicas y negocios a los derechos humanos. El silencio mediático impuesto sobre estas violaciones de derechos humanos es necesario para que España le venda armas a Arabia Saudí, millones cada año. Hoy, muchas de ellas acaban en manos del terrorismo yihadista, otras se emplean para las guerras imperialistas, contra Siria o Yemen. Sobre Yemen también hay silencio mediático, y sin embargo, se trata de un país que está siendo destrozado por una guerra civil (con importante ayuda saudí) desde que se produjo allí el levantamiento de la primavera árabe. Más de 10.000 civiles han muerto desde que estalló el conflicto en marzo de 2015 y 18,8 millones de yemeníes requieren actualmente asistencia humanitaria. Hay 300.000 afectados por el cólera. Un escándalo ignorado por España, por su Casa Real y por su Gobierno.
Financiación del terrorismo yihadista
¿Y respecto al terrorismo yihadista? ¿Es posible condenar el terrorismo y no denunciar a su vez a sus financiadores? Todos los especialistas saben perfectamente, y publican, que Arabia Saudita lleva años financiando al yihadismo. La familia que reina allí practica e impone a su pueblo un fanatismo religioso extremista. ¿Se puede vender armas a tiranos, a quien las emplea para reprimir a su propio pueblo, y para alentar guerras imperialistas a través del más repugnante terrorismo internacional? ¿Es ética esta conducta? ¿Hasta cuando va a durar? La política exterior del Gobierno continúa ignorando los derechos humanos, como norma general, y Felipe VI ha heredado las relaciones peligrosas y sin escrúpulos morales de su padre con tiranos y dictadores. Hablar de hipocresía es poco. La Casa Real y el Gobierno son cómplices de la dictadura criminal de Arabia Saudita.
Negocios e hipocresía de los borbones
Por eso nadie puede escandalizarse de que en la contundente manifestación posterior al atentado terrorista de agosto en Las Ramblas de Barcelona, apareciesen numerosas pancartas de rechazo a esta hipocresía y a esta repugnante complicidad: «Vuestras guerras, nuestros muertos». La tremenda pitada, con silbidos y abucheos que recibieron Casa Real y Gobierno a su llegada a esta manifestación fue una vez más silenciada por los grandes medios, pero se encuentra fácilmente en la red Youtube. Las cosas existen y suceden, y a pesar de que se intenten tapar, con el tiempo, casi todo se sabe.
Como ha ocurrido con el origen de los negocios de Juan Carlos de Borbón con la dictadura saudí, que han sido desvelados al detalle en la magnífica y reciente biografía de Rebeca Quintans sobre el rey emérito. En ‘Juan Carlos de Borbón, una biografía sin silencios’, que ha editado AKAL, nos cuenta Rebeca Quintans que la relación se inició en 1973, cuando se produjo la primera gran crisis del petróleo, a raíz de la decisión de la OPEP de no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yon Kipur.
El ministro franquista de Economía, Barrera de Irimo, le pidió al entonces príncipe que mediase con el príncipe Fahd de Arabia Saudí, para conseguir una remesa rápida de petróleo. Por esa mediación, exitosa, el príncipe cobró una comisión, «que a todo el mundo le pareció muy normal», y a partir de ahí la relación se hizo fraternal y fructífera, y las comisiones también. Ya el periodista Rafael Gómez Parra denunció hace años que el rey Juan Carlos de Borbón se llevaba un 3{14c88425e8fe9d97faae8feb4c9704a1f54f6c24ede33d0414f3cb3e373d26ea} de cada barril de petróleo que España compraba. De algún lado ha tenido que salir su inmensa fortuna.