Desde Colectivo Sin Fronteras de Albacete denuncian la situación, un verano más, en el que a sus habitantes «no solo quema el calor, quema el silencio y la indiferencia social y política».
ALBACETE.- No se trata de un campo de refugiados en Serbia o Turquía, ni tampoco un hormiguero, sino un asentamiento de temporeros. «Son personas sobreviviendo mientras esperan una oportunidad», recuerdan desde Colectivo Sin Fronteras de Albacete, que vuelve a denunciar la «indigna» situación de estas personas, alrededor de trescientas en estos momentos, que viven sin agua potable y rodeados de basura en la carretera de Las Peñas de la capital.
Un asentamiento que invitan a mirar a vista de pájaro, pero sin apartar la vista, puesto que si bien de este modo no se pueden apreciar las caras de sus habitantes ni hablar con ellos, sí es posible imaginar cómo es la vida allí abajo, «donde los muros también están».
Un vídeo que han difundido a través de las redes sociales, tras denunciar una vez más la situación en la que se encuentran estas personas, un verano más, en el que «no solo quema el calor, quema el silencio y la indiferencia social y política».
Desde Colectivo Sin Fronteras de Albacete subrayan que se trata de un problema que no ha sido abordado «en profundidad» y que aún sigue pendiente de resolver.
Son cuatro años ya desde que el colectivo mantiene contacto y visita a las personas temporeros que se encuentran en los asentamientos de la carretera de Las Peñas, sin tener en cuenta su situación administrativa, y al igual que otras organizaciones de Albacete, intentan darles cobertura.
No obstante, y después de que haya pasado otro verano en esta situación, se preguntan cuánto tiempo más se puede soportar esta situación.
Y es que insisten, la «foto» del asentamiento de este verano es similar a la de años anteriores. En estos momentos son alrededor de trescientas personas las que allí viven, jóvenes y mayores, de las cuales alrededor de doscientas acaban de llegar para la nueva campaña. Cifras que hacen insuficientes las plazas del seminario, ocupadas por unas 40 o 50 personas, entre los que no se encuentran ni menores ni mujeres.
En el asentamiento, mientras tanto, se sigue viviendo año tras año «con un miedo profundo y desconfianza», sin acceso al agua potable y teniendo que cargarla desde la fuente existente entre los caminos.
A su alrededor se acumula la basura y la suciedad. Hay contenedores, pero están lejos y no son suficientes, pero tampoco hay servicio de recogida de basuras, denuncian desde el colectivo. Además tienen un baño «simulado», sin ningún tipo de control higiénico, con lo que ello supone en materia sanitaria.
Como también simuladas son las cocinas que construyen, con el riesgo que ello supone a nivel de incendios, algo que ya se ha vivido en más de tres ocasiones en los últimos dos años.
Entre los habitantes del asentamiento la mayoría «entienden bastante bien el castellano, pero lo hablan poco», explican desde Colectivo Sin Fronteras de Albacete; y aquellos que tienen tarjeta es gracias a las gestiones y la cercanía de las diferentes ONG que les visitan a diario.
Sus trabajos son precarios y temporales, pero de ello no van a hablar ni a denunciar, «porque es con lo que viven y gracias a lo cual pueden ayudar a sus familias».
Sin embargo desde este colectivo sí alzan la voz por los temporeros y recuerdan que «hablar de condiciones de vida y trabajo en la ciudad de Albacete, supone hablar de vivienda digna», algo de lo que «carecen las personas temporeras, a las que se les discrimina de cualquier tipo de solución por su situación administrativa», aunque -subrayan- «son nuestras vecinas y vecinos».