Nieves Concostrina (Madrid, 1961) deja claro que es una periodista que terminó hablando de la muerte por avatares de la vida. ¿Acaso un divulgadora histórica? Humilde, insiste en que ella no cuenta nada nuevo, sino que simplemente lo hace a su manera.
Con ironía y humor, una fórmula que la ha conducido al éxito en la radio, en la prensa y en la industria editorial. Ya ha publicado siete libros —y, en medio, también una novela— plagados de anécdotas, valga como ejemplo el último, Pretérito imperfecto (La Esfera).
Después de tantos años en Polvo eres (Radio 5), cuyas historias también pasaron por la imprenta, ahora pueden escucharla en Acontece, que no es poco, la insólita sección del programa La Ventana, presentado por Carles Francino en la Cadena Ser. Toma el relevo en Hoy es el futuro el economista José Carlos Díez: «Un nuevo confinamiento supondría la quiebra de España».
Contando historias sobre la Historia desde el año de la Pera, con mayúscula de bandolero. ¿Cualquier cosa bien explicada, sea una fórmula matemática o una receta de cocina, puede ser fascinante?
Cuando cuentes algo, sea de física cuántica o de historia, que te entienda tu abuela o la señora María. Lo importante al comunicar es hacernos entender. Y lo fundamental es contarlo de forma atractiva para convertir algo en fascinante, porque toda materia lo es, todo depende de cómo te la transmitan, de cómo te impliquen y de cómo te hagan partícipe de ella.
Siempre con ironía. ¡Qué sería del ser humano sin ella!
Yo sin ironía no sabría vivir, ni escribir, ni hablar… Porque la ironía me parece divertida, incluso el sarcasmo. Mi amigo Forges me decía: «Cuidado, Nieves, que la ironía en la radio no se entiende». Yo creo que gracias al tono de voz se comprende perfectamente, cosa que no ocurre en el Whatsapp o en las redes sociales.
De ahí los emoticonos, no vaya a ser que haya malentendidos y que la gente se tome a mal…
¡Dilo! Los emoticonos son una tontería, aunque yo los uso porque me ayudan a aclarar que lo que escribo es un guiño o una sonrisa. Como pongas una frase suelta, vete tú a saber quién hay al otro lado… La palabra escrita no es la palabra dicha.
¿Hemos perdido matices? ¿O compresión lectora? ¿Es necesario explicarlo todo?
Según a quién… No somos tan listos como nos creemos, ¡eh! Hay mucha gente que tiene la comprensión lectora bajo mínimos. Lo sigo achacando a la preparación cultural de este país, que no tiene los límites que debería tener. Al margen de las faltas de ortografía tremendas, por ahí te encuentras una incultura general alucinante.
Más que de límites, deberíamos hablar de base o de cimientos, ¿no?
Claro. Tenemos una base cultural horrible porque en España nadie se pone de acuerdo con la educación. No hay forma de quitarle de encima las zarpas de la religión y de la ideología. No obstante, la enseñanza en este país va a trompicones desde hace doscientos años, dando palos de ciego por culpa de esas garras, cuando la educación es la educación.
No deja de ser curioso conversar sobre el futuro con alguien que habla sobre el pasado. Vayamos, pues, a su terreno: la gripe española poco tenía de roja y de gualda, aunque luego hablaremos de los colores de la bandera.
Evidentemente, no era española. Fue un fake de los propagadores de las mentiras, que los ha habido toda la vida. En comparación, los de ahora —los voxeros y todos estos— son unos aprendices. La gripe española fue una pandemia mundial que solo en España dejó entre 250.000 y 300.000 muertos.
Sin quitarle importancia, podemos felicitarnos de que el coronavirus nos haya pillado en este momento, porque por lo menos la ciencia está alerta. Si se obtiene una vacuna en un año —o en un año y medio— sería una maravilla, porque antes podían tardar dos décadas en descubrirla.
Las fiestas de San Isidro contribuyeron a difundir la gripe en Madrid. Lo que vienen a ser los botellones, celebraciones y demás saraos durante el coronavirus.
Claro. Contribuyeron las fiestas de San Isidro y también la Iglesia, que fue uno de los mayores propagadores. Por eso ahora están tan calladitos. Los curas ya saben que dios no existe y, como lo tienen muy claro, no se atreven a decir que la gente vaya a las iglesias.
Sin embargo, en 1918 la gripe se propagó en toda España porque los curas animaban a hacer rogativas y procesiones. El culpable de que hubiera tantos muertos fue dios. Con minúscula, por favor.
Las fake news no son nada nuevo, solo que antes se llamaban bulos. Ya decían que los cristianos practicaban el canibalismo o el incesto.
Los cristianos han sido lo peor [carcajadas].
Y víctimas de los bulos desde hace dos mil años, al igual que los practicantes de otras religiones.
Los reyes de las fake news son las religiones monoteístas. No han podido inventar más mentiras en toda la historia de la humanidad. Ni siquiera los partidos políticos las han superado [risas]. ¡Piensa en Torquemada!
Siempre que tengas enfrente a una población absolutamente ignorante y crédula, le vas a colar lo que quieras. Por eso los reyes de los bulos, insisto, han sido las religiones, porque tenían a un rebaño de borregos que se comían lo que le contaron. Fabricando fakes, las religiones monoteístas son únicas.
La gripe no española… Algunas prácticas sexuales también reciben el nombre de diferentes nacionalidades, en función del origen de quienes las practiquen.
Bueno, te veo más puesto que yo en esto [risas].
Me lo ha contado un amigo.
La sífilis era el mal español, el mal italiano, el mal francés, el mal portugués… Cada país atribuía el origen de la enfermedad al vecino, porque se suponía que la habían traído los de fuera.
En Pretérito imperfecto cuenta que Darwin sentía fascinación por los percebes: «El bicho con el pene más largo del mundo respecto a su tamaño». Concretamente, mide cuarenta veces más que el propio crustáceo. Las anécdotas sexuales o de amoríos siempre dan mucho juego y captan la atención del público. En el capítulo Sexo loco en la corte de Aragón relata la fogosidad de Fernando el Católico y su segunda esposa, Germaine de Foix.
El sexo funciona bien porque entra en el capítulo del cotilleo. Lo del Sexo loco en la corte de Aragón me gusta especialmente porque derriba el mito y lo que nos han contado en la escuela sobre los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, tanto monta, monta tanto. Sobre todo él fuera del matrimonio. Muy religioso, pero no paraba de montar y tenía hijos por doquier. ¡Católico, por los cojones treinta y tres!
Otra gran mentira era la unión de España, porque todo su empeño era separar las coronas. Por eso se volvía loco por tener un hijo con Germaine de Foix para que ese niño heredara Aragón y para que Juana se quedara solo con Castilla. De ahí que probase todo tipo de mejunjes para procrear, aunque por supuesto le echaba la culpa a ella. Buscaba cualquier remedio y necesitaba follar siete veces a diario para dejarla embarazada. ¡Y no había forma!
¿Cuánto tiene la historia de verdad y cuánto de realidad inventada? Eso de que la escriben los vencidos y tal…
Es verdad que la escriben los vencidos, pero cada vez tenemos más acceso a la información, incluso a la que escribieron los derrotados. Lo importante es saber dónde estás mirando y quién te la está contando.
Sin embargo, si nos remontamos en los tiempos… ¿La Biblia, por ejemplo, sería un libro de Historia?
¡La Biblia es un novelón! Es una mentira de principio a fin. Solo se puede leer como una novela, hasta el punto de que su protagonista al final resucita…
¿La historia es literatura?
Tiene un poquito de literatura, porque las leyendas son muy atractivas. Resulta tentador dejarte llevar por algo sugerente, aunque no haya sido totalmente confirmado. Como se decía en Diario 16, «no dejes que la realidad te estropee un buen reportaje».
Las denominaciones con una connotación negativa son foráneas, pero los indígenas también se habrán atribuido algo ajeno y bueno para sí mismos.
Claro. En todo caso, soy una persona desapasionada por los nacionalismos. Viajar te demuestra que nada de lo tuyo es lo mejor. Yo soy muy madrileña y puedo estar orgullosa de lo rica que es el agua del Canal de Isabel II, pero la de Granada baja directamente de Sierra Nevada.
Odio eso de «¡cómo las naranjas de aquí no hay ninguna!», porque demuestra unas miras muy obtusas. ¡Tú no sabes lo que hay por ahí adelante, porque somos casi ocho mil millones de personas en el planeta! Esto es demasiado grande como para creerte que lo tuyo es superior… El mundo mejorará el día que empecemos a ver que lo de al lado puede ser mejor y, además, enriquecerte.