Graduado de la Universidad de San Pablo, García Fernández trabajó como docente en la Fundación Getulio Vargas y es profesor de la UFABC.
Había militado en la izquierda y en 1976 partió hacia Brasil, decidió quedarse y formó una familia en su país adoptivo. También se recibió de economista en la Universidad de San Pablo (USP), trabajó como docente en la Fundación Getulio Vargas y en la actualidad es profesor titular de la UFABC, una casa de estudios que se creó durante el gobierno de Lula.
Si alguien llegara hoy al Brasil de Jair Bolsonaro sin conocerlo, ¿cómo le explicaría lo que pasa con su economía?
Yo creo que un criterio fundamental, con todas las críticas que se le puede hacer, es ver cómo está el desempeño del producto bruto. Es decir, cómo fue la economía brasileña en los últimos 20 años. Y con seguridad, los mejores años fueron los del Gobierno de Lula. Sobre todo hubo un momento, al final de su segundo mandato, que ha sido espectacular. Ciertamente, con Dilma Rousseff las cosas empezaron a empeorar. Al final de su Gobierno tuvo una crisis muy grande, pero hay que acordarse de que estuvo super restringida por dos cosas. Por sus errores no forzados.
Tenía miedo a la reacción del mercado después de su reelección y puso de ministro de Economía a un superliberal, vinculado con los bancos, que realizó una política exactamente opuesta a la que iba a hacer cuando ganara la elección. Después, con todo el congreso en contra, solo duró 16 meses. Entonces el desempeño del primer Gobierno de ella y todo el tramo del segundo hasta el Impeachment fue malo. Entró Michel Temer e impuso el programa económico de Aecio Neves. O sea, el vicepresidente asumió el programa del rival de Dilma. Y tuvo un desempeño mediocre. Liberó la economía, eliminó leyes laborales y siguió un plan económico peor. Hasta que llegó Bolsonaro…
¿Y entonces?
Brasil creció el 1% y fue mucho peor de lo que el mercado financiero vaticinaba. Hasta los opositores imaginaban que le iba a ir mejor y fue mucho peor. Y la embarró con medidas tomadas por él. Hasta que llegó la pandemia y la economía se paró en todo el mundo. Después se dio una modesta recuperación, que es de la que habla Bolsonaro y en realidad es bastante tímida.
¿Cuánto de lo que hizo su ministro Paulo Guedes contribuyó a que haya 33,1 millones de personas que pasan hambre y que se ven sobre todo en San Pablo con miles de brasileños acampando en las calles?
Paulo Guedes pensó que iba a haber, solo con la presencia de Bolsonaro, un boom de inversiones. Y no pasó nada. La realidad es que en la industria no hubo. Cada vez le fue retirando más el apoyo al sector industrial. El agronegocio sigue funcionando bien, pero funcionó bien siempre, en cualquier momento. Depende mucho más de las oscilaciones del mercado externo…
El coeficiente Gini que mide la desigualdad en los países, ¿cómo está en Brasil?
Lo que se sabe es que el índice de Gini cayó bastante en la época de Lula y volvió a subir con Temer. Pero eso es relativo. Lo que Lula consiguió en Brasil fue una desconcentración del ingreso. Desde el inicio de su Gobierno al final del que presidió Dilma, el Gini cayó en forma continuada, y con Temer subió. La pandemia complicó todos los análisis del Gobierno de Bolsonaro.
¿Por qué los brasileños no corren tras el dólar como un refugio de valor y esa conducta es completamente distinta a la que se ve en la Argentina? ¿Es lo que explica que el país sea más estable en términos económicos?
En Brasil nunca se usó el dólar como referencia. ¿Por qué? Para mí una gran diferencia es que aquí siempre hubo alternativas de ahorro razonables y de inversión para la clase media, para hacer cualquier ahorro. Por lo tanto, la gente nunca precisó dolarizarse. Inclusive, con intereses absurdos. Es decir, era mucho más negocio invertir en aplicaciones financieras de Brasil que comprar dólares. Siempre el ahorro nacional se volcó al real. Las personas no tienen noción del dólar.
¿Qué les dice a los brasileños sobre lo que sucede con la economía argentina?
Esa idea de que para comprar un bien se tiene que ir con una valija llena de dólares, aquí yo lo cuento y la gente entre que se ríe y se espanta. En Brasil es completamente ilegal hacer transacciones en el país con una moneda extranjera. Es un delito. No se pueden comprar viviendas o un coche. Y otra cosa que es fundamental es la restricción externa, o sea la falta de dólares para pagar importaciones, para hacer remesas de lujo. Aquí era bastante importante, aunque no tanto como en la Argentina, hasta que en el Gobierno de Lula se aumentaron las reservas a 500.000 millones de dólares. Inclusive hay quienes creen que el volumen es exagerado y que podrían usarse esas reservas para otras cosas, pero la cuestión es que el Banco Central nunca llega ni de cerca a quedarse sin dólares. Hay estabilidad financiera porque no se puede especular contra el real. El Banco Central tiene cacife como se dice en Brasil, tiene reservas, para enfrentar cualquier desafío y eso es algo que hizo el Gobierno de Lula.
¿Qué piensa de la reforma tributaria que plantea el PT, de que los ricos paguen más impuestos?
Estoy totalmente de acuerdo. Lo único que querría decir es que lamentablemente, todos los Gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) hicieron mucho menos en ese rubro. La mayor alícuota del impuesto a la renta o ingresos era 35%. En el Gobierno del PT la bajaron a 27, 27 y medio. Sería lo que Ganancias en Argentina. Aquí es el impuesto a los ingresos. Esa alícuota se paga a partir de un valor muy bajo. Hoy está en 971 euros (5.000 reales), o menos. Entonces, ¿qué quiere decir? Que un tipo que gana 5.500 reales que son 1.000 dólares(1068 euros) más o menos, paga el mismo porcentaje de impuesto a los ingresos que uno que gana 100.000 dólares por mes.
¿En Brasil existe un impuesto como el de bienes personales?
No, impuesto a la riqueza no hay. Están los impuestos más importantes que son sobre las transacciones, lo que sería el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) allí. Aquí es el Imposto sobre Circulação de Mercadorias e Serviços (ICMS), que varía de producto a producto y es una decisión de cada estado. Hay un impuesto a los productos industrializados que es federal, el IPI. Hay impuestos a la gasolina, a las transacciones financieras que es muy chiquito.
¿Cuál es el principal inversor extranjero en Brasil y qué papel cumple China?
Estados Unidos sigue siendo el mayor inversor. China tiene algunas cosas pero no con una presencia significativa. Si usted piensa que los chinos tenían cero, cualquier centavo que inviertan es un aumento considerable. China es mucho más importante como cliente. Lo que se juega en esto es si los chinos se pudren de Bolsonaro y compran soja en otro lugar. La soja brasileña se la tendrían que vender a los criaderos de pollos de aquí.
Por eso en el agronegocio hay algún sector preocupado con las conductas del presidente. Pero hay otro que quiere que Bolsonaro siga y lo deje deforestar sin que haya restricción para hacerlo. Pero el gran productor sabe que su negocio depende de China, y que Bolsonaro puede hacer alguna macana que indisponga a esa potencia definitivamente con Brasil, le corte los víveres y él no pueda exportarlos más.