El fallecimiento de Isabel II y la sucesión de Carlos III ha suscitado llamamientos de Australia para separar de la monarquía británica.
La reina Isabel II falleció el jueves y su hijo Carlos III de 73 años subió al trono del Reino Unido, lo que ha provocado llamamientos por parte de los republicanos de Australia para poner fin a la dependencia de la monarquía británica y destituir al nuevo monarca como su jefe de Estado, según la agencia británica de noticias Reuters.
El rey, Carlos III ya es el jefe de Estado de Australia y otros 13 países. En Australia, donde en los años noventa la monarquía ganó un referéndum con el 55 % de los votos, varios políticos como el exprimer ministro Marcolm Turnbull han expresado dudas sobre la permanencia de la corona tras el reinado de Isabel II.
“Nuestros pensamientos están con familia real y todos los que la amaban [Isabel II]. Ahora Australia debe avanzar, […] necesitamos convertirnos en una República”, afirmó el viernes el líder del Partido Verde de Australia, Adam Bandt, en su cuenta de Twitter.
A su vez, la organización independentista “Movimiento Republicano Australiano”, al expresar sus condolencias por la muerte de Isabel II, anunció que ella había apoyado y confirmado el derecho de Australia a convertirse en un país completamente independiente durante el referéndum de 1999; “Depende del pueblo australiano y solo de ellos decidir sobre el asunto”, enfatizó.
Además de Australia, los países del Caribe realizaron llamamientos similares, en los que pidieron destituir al monarca como su jefe de Estado y que el Reino Unido pague las reparaciones a las naciones de la zona caribeña.
En 70 años de reinado de Isabel II, el Reino Unido ha sido la potencia colonial más grande, con su monarquía dominando a más de 412 millones de personas, en diferentes rincones del mundo, desde el sur de Asia hasta África.
Con la sucesión de Carlos III solo queda una pregunta, el nuevo rey seguirá políticas colonialistas de su madre como líder del Reino Unido y jefe de Estado de otros 13 países o no.