Por Joan F. Sastre
El doctor Alfredo Garrido, médico especialista en Cuidados Intensivos (UCI) de Juaneda Hospitals, desarrolló, el pasado verano, un cuadro sintomatológico aparentemente compatible con la Covid 19. A pesar de que las dos PCR a las que se sometió para confirmar o, en su caso, descartar la infección, arrojaron resultados negativos, los signos de la enfermedad resultaban cada vez más acuciantes: un intenso estado gripal que cursaba con gran intensidad, diarrea, malestar general y pérdida de los sentidos del olfato y el gusto, dos síntomas muy ligados al coronavirus.
En un primer momento, y con la intención de aplacar las manifestaciones de la patología, el doctor Garrido recurrió a los medicamentos que convencionalmente se utilizan para estos casos (básicamente, Ibuprofeno y Paracetamol). Sin embargo, el malestar no remitía y el facultativo, cuatro días después de notar los primeros síntomas, tomó la decisión de probar una solución de dióxido de cloro.
«Inicié el tratamiento el día 12 de agosto, y aproximadamente unas doce horas después de las primeras dosis, mi estado cambió completamente»
Como él mismo relata a mallorcadiario.com, “los efectos fueron milagrosos. Inicié el tratamiento el día 12 de agosto, y aproximadamente unas doce horas después de la administración de las primeras dosis, mi estado cambió completamente. Fue, como decía, algo mágico, no se me ocurre una palabra más adecuada para describir la evolución que experimenté tras empezar a tomar las dosis de dióxido de cloro”.
De hecho, apenas diez días después, el doctor Garrido pudo retomar sin mayores complicaciones sus tareas profesionales. Antes de ello, tal como marcan los protocolos sanitarios vigentes relacionados con la prevención y el control de la Covid 19, se sometió, como los demás pacientes, a dos pruebas consecutivas de PCR destinadas a evaluar su situación epidemiológica. Ambas salieron negativas, y tuvo la posibilidad de abandonar su situación de aislamiento y reanudar sus actividades cotidianas, tanto a nivel personal como social.
El aspecto más extraño de la cuestión es que los primeros test a los que el doctor Garrido se sometió no detectaron la presencia del virus. Ahora bien, como explica el propio médico, “no es extraño que las pruebas Covid ofrezcan falsos negativos. Incluso falsos positivos, aunque este supuesto es más infrecuente”.
AFECTACIÓN INTENSA
No obstante, una prueba posterior orientada a identificar y medir los anticuerpos desarrollados con motivo de la infección determinó, como expone Garrido, que “en efecto, padecí un cuadro de Covid, aunque no se detectase en los PCR. Y no solo eso, sino que este nuevo examen precisó también que la afectación del virus fue intensa, y en absoluto asintomática, como ocurre en otros diagnósticos. Lo pasé verdaderamente mal durante unos días, y en cierta manera me alegra de que la prueba de anticuerpos confirmara que padecí la enfermedad porque de esta manera mis argumentos sobre el tratamiento con el dióxido de cloro resultan absolutamente válidos. Por supuesto, yo sabía muy bien, siendo médico, qué era lo que me había sucedido, y que había sufrido un contagio por Covid. Pero luego, además, había una prueba que lo certificaba”.
Ahora bien, ¿qué es exactamente el dióxido de cloro? Con este nombre, expresado científicamente con las siglas CDS en referencia a su traducción al inglés (‘Chlorine Dioxide Solution’), se designa a un compuesto químico que es, en realidad, un gas de color amarillo o amarillo-rojizo que se evapora y se descompone rápidamente en el aire. Su uso se halla muy extendido en determinadas actividades industriales, y particularmente en las plantas de tratamiento de agua y como blanqueador en factorías de elaboración de papel, así como en las labores de descontaminación y desinfección de edificios.
Otra particularidad del dióxido de cloro es su capacidad de disolución en el agua, formando unos elementos denominados iones de clorito, a su vez con una gran potencialidad reactiva precisamente la cualidad que le permite eliminar una gran cantidad de bacterias y de microorganismos dentro del medio hídrico.
DESINFECCIÓN
Desde el punto de vista de la medicina, el gas de dióxido de cloro se usa habitualmente para la desinfección de los entornos hospitalarios y sanitarios, así como los equipamientos destinados a laboratorios y, por supuesto, superficies, habitaciones y otras dependencias. Ello es así porque ya hace tiempo que investigaciones de absoluta confianza pusieron de manifiesto que este compuesto facilita la erradicación de las bacterias de la Legionella en centros de salud y hospitales.
«No entiendo por qué no se promueven estudios más amplios para determinar hasta qué punto el dióxido de cloro es una opción factible»
La cuestión, en cuyo debate se ha enfrascado de forma intensa el colectivo médico y científico durante estos últimos meses, con diferentes y a menudo distantes puntos de vista, reside ahora en determinar hasta qué punto, además de su probada capacidad desinfectante, el dióxido de cloro puede erigirse en una alternativa a tener muy presente a la hora de plantear, a nivel mundial, una fórmula efectiva para la curación de la Covid 19.
Cabe señalar al respecto que, en la práctica totalidad de países, entre ellos España, el dióxido de cloro no puede ser utilizado como medicamento. Así lo defienden las principales instancias sanitarias, con la Organización Mundial de la Salud (OMS) a la cabeza. Sin embargo, hay una excepción: Bolivia.
La Asamblea Legislativa Plurinacional boliviana ha aprobado recientemente una ley que regula la elaboración, comercialización, suministro y uso consentido del CDS (solución del dióxido de cloro) no solo para el tratamiento, sino también para la prevención del coronavirus. Pese a ello, también es necesario hacer constar que el Ministerio de Salud de Bolivia no comparte el criterio de la Asamblea y ha manifestado su oposición a la utilización del CDS como tratamiento para la Covid 19 que, sin embargo, es repartido gratuitamente a la población.
“En Bolivia, los resultados están siendo esperanzadores”, según afirma el doctor Alfredo Garrido. Precisamente por esta razón, este médico no entiende “por qué no se promueven estudios más amplios que sean capaces de determinar hasta qué punto el dióxido de cloro puede representar una opción plenamente factible para superar con éxito, de forma rápida y sin efectos adversos o secundarios, un diagnóstico positivo de Covid 19”.
RESULTADOS POR PAÍSES
En este sentido, la última actualización de datos sobre fallecimientos relacionados con la pandemia muestra una evolución mucho más halagüeña en Bolivia que en otros países de su entorno. Así, en Bolivia, desde el inicio de esta alarma sanitaria se han contabilizado 144.000 casos positivos, 121.000 personas se han curado y algo menos de 9.000 pacientes han muerto (concretamente, 8.939).
En Perú, sin embargo, el recuento de decesos se halla ya en 35.685 tras haberse detectado 952.000 casos; en Colombia, ya han perdido la vida 36.019 enfermos a causa del coronavirus, infección que en este país ha deparado un total de 1,28 millones de diagnósticos; y en México, las defunciones se sitúan en 104.000, con 1,08 millones de casos confirmados.
Para el doctor Garrido, parece “evidente que los avances conseguidos en Bolivia respecto a la lucha contra esta terrible pandemia nos deberían hacer reflexionar a todos, y, sobre todo, deberían motivar un pronunciamiento sin prejuicios por parte de la comunidad científica internacional, los responsables políticos y sanitarios y, desde luego, la industria farmacéutica y los laboratorios. Es la salud de las personas la que está en juego, y si, como ha ocurrido en mi caso, un determinado producto es capaz de ofrecer expectativas plausibles de curación, no se debe desestimar ni echar por la borda su contribución”.
Lógicamente, como apunta Garrido, el dióxido de cloro “no puede ser administrado sin aplicar rigurosamente determinados protocolos y procedimientos químicos. Estamos hablando de una solución, que ha de contener la dosis adecuada y los ingredientes necesarios para asegurar su eficacia y neutralizar cualquier posibilidad de toxicidad. Siguiendo estas directrices médicas, y consumido en las proporciones que corresponden, el dióxido de cloro no es tóxico, y, como ya he explicado, no produce efectos adversos. Así puedo atestiguarlo personalmente: no desarrollé ningún tipo de consecuencia desfavorable para mi salud como consecuencia de la aplicación del tratamiento”.
PROTOCOLOS
En el caso del doctor Garrido, se activaron dos protocolos de administración. El primero va destinado a combatir infecciones víricas y bacterianas agudas (Protocolo F), y consiste, según el facultativo, en ingerir 1 ml de CDS en ocho tomas, durante un espacio de tiempo estimado en 1 hora y 45 minutos, con un total, al término del proceso, de 8 ml aplicados. En cada toma, debe disolverse 1 ml de CDS (que supone el 0,3 por ciento de la solución) en 100 ml de agua. Igualmente, el protocolo apuntado marca que es posible agregar 8 ml de CDS concentrado (al 0,3 por ciento) en una botella de un litro de agua y dividir la botella en ocho partes iguales, señalando las marcas correspondientes y consumiendo una marca cada quince minutos.
En función de la gravedad del estado del paciente, se opta entre llevar a cabo este protocolo una o dos veces al día. Si se elige esta última posibilidad, es necesario observar un margen de tiempo de, como mínimo, dos horas entre toma y toma, explica el doctor.
Tras su rápida curación, Alfredo Garrido reforzó la superación del coronavirus con otro procedimiento (Protocolo C) que, según comenta, “puede utilizarse también a modo de prevención de la enfermedad, incluso en el caso de pacientes que no han desarrollado síntomas”. Consiste en diluir 10 ml de CDS concentrado a 3.000 ppm en 1 litro de agua, distribuir un total de 10 tomas, e ingerirlas en intervalos aproximados de 60 minutos hasta agotar el contenido del recipiente.
Según este mismo protocolo, en el supuesto de enfermedad grave o de que peligre la vida del paciente, la dosis se podría aumentar paulatinamente hasta llegar a los 30 ml de CDS por cada litro de agua.
DOSIS PREPARADAS
Lógicamente, la mayor parte de los pacientes con Covid 19 que puedan sentirse atraídos por las posibilidades que ofrece el dióxido de cloro son médicos o personal científico o sanitario, como ocurre en el caso del testimonio que ha recabado mallorcadiario.com. Sin embargo, el mercado actual ofrece la opción de adquirir soluciones acuosas, ya convenientemente dosificadas y preparadas para su consumo.
Este es el caso de Futurquimia S.L. una empresa radicada en Palma y sa Pobla que comercializa recipientes con 500 ml de solución de dióxido de cloro al precio de 22 euros por unidad. Los responsables de Futurquimia afirman que, desde la aparición de las primeras noticias sobre la efectividad del dióxido de cloro en el tratamiento de la Covid 19, la demanda no ha dejado de aumentar, hasta el punto de que han abierto una página web con detalles pormenorizados sobre su oferta de productos.
“¿Qué quiere que le diga? A mí me ha funcionado -concluye el doctor Garrido- y teniendo en cuenta mi condición de médico, la gente puede comprender que no recomendaría este producto si pensara que pudiera ser contraproducente para una persona afectada por la Covid. Le diré más: si alguna persona de mi entorno cercano, cayera enferma por coronavirus, o, simplemente, me pidiera consejo desde el punto de vista preventivo, le recomendaría el tratamiento que yo he seguido. No lo dudaría ni un segundo”.
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