La operación militar «libertad duradera», enmarcada en la «guerra global contra el terror» y desarrollada en Afganistán, estaba condenada a un fracaso de importantes proporciones. Así lo advirtió en 2009 uno de los funcionarios de la CIA con mayor experiencia sobre ese árido terreno, y así se lo transmitió un funcionario del Departamento de Estado de EEUU a la entonces responsable de la política exterior estadounidense, Hillary Clinton. No sirvió de nada.

El complejo escenario afgano vuelve a ocupar un lugar destacado en los listados de preocupaciones de los principales despachos de la Casa Blanca, al tiempo que mantiene grandes titulares en medios de comunicación de todo el mundo. No en vano, la reconquista del poder por parte del movimiento talibán ha certificado el fracaso de EEUU y la OTAN en ese territorio, donde a lo largo de 20 años de intervención militar ambas potencias militares provocaron más de 10.000 víctimas civiles.

Los supuestos «éxitos» que las sucesivas administraciones estadounidenses decían conseguir allí contrastaban con algunos informes que llegaban a sus despachos y que advertían, precisamente, sobre el fracaso que finalmente supondría esa misión.

Uno de esos documentos llegó a manos de Hillary Clinton el 12 de noviembre de 2009. Uno de sus principales asesores, Sidney Blumenthal, le remitió un informe con un resumen de la conversación que había mantenido con William Murray, ex jefe de la CIA en Pakistán. Ese oficial, destacaba Blumenthal, «fue uno de los miembros de un pequeño equipo de la CIA» que había dirigido «la
resistencia afgana a la ocupación soviética». «Sus observaciones se centran en la falta de una misión y un mensaje claro en Afganistán», apuntaba el asesor.

El propio Murray le había contado su experiencia en aquel terreno. «Había un pequeño grupo de nosotros (CIA) que dirigía la guerra contra los soviéticos, unos cinco. Yo fui jefe de estación en Pakistán de 1991 a 1994. El Estado nos criticó por apoyar a los extremistas. Siempre dijimos que sólo estábamos allí para apoyar a los que luchaban», relató el oficial, quien justificó aquella asistencia a los muyahidines: «Nuestra lógica era que no teníamos un
objetivo político, sólo sacar a los soviéticos».

«Deberíamos haber desmovilizado a los afganos, pero no lo hicimos», lamentó el oficial de la CIA. Se refirió también a Osama bin Laden, entonces enemigo número 1 de EEUU. «Él estaba allí cuando yo estaba allí –relató–. Hizo proyectos de ingeniería, carreteras, puentes y equipos médicos». «Dudo que alguna vez haya disparado un arma con ira», dijo en alusión al terrorista más buscado.

En 2007, ya en plena guerra de Afganistán, Murray y el también agente de la CIA Milt Bearden mantuvieron una reunión con «el general clave del ISI (en alusión al servicio de inteligencia paquistaní) que creó a los talibanes». «El mensaje para nosotros fue que los británicos no debían entrar en Helmand«, una provincia afgana situada cerca de la frontera con Pakistán que en 2006 fue escenario de una intervención militar encabezada por las tropas británicas y que, según datos de la OTAN, dejó 7.000 muertos entre los «beligerantes».

«Los habían expulsado en 1880 y nunca aceptarían que volvieran», explicó Murray en alusión a la presencia británica en esa provincia afgana. «Nadie escuchó», lamentó el oficial estadounidense.

«Estamos literalmente luchando contra el pueblo»

«Estoy en contacto con esa gente todo el tiempo. También Milt –continuó–. Ellos ya no nos creen más».  De hecho, explicó que sobre el suelo afgano existía la percepción de que EEUU y la OTAN estaban «luchando contra el el Islam». «Los militares refuerzan las mismas cosas una y otra vez. Estamos literalmente luchando contra el pueblo. El problema no es el número de tropas. Es una misión fallida. Los afganos creen que estamos allí para quedarnos. Eso es lo que nunca aceptarán», agregó.

En un mensaje premonitorio, Murray advirtió que los talibanes «permitirán que los ejércitos pasen e incluso se queden unos años, pero no para siempre». Sostuvo precisamente que EEUU necesitaba encabezar «una misión clara, internacionalizar el mensaje y fijar un objetivo alcanzable. El mensaje tendría que ser: ningún lugar debe ser un santuario para un grupo que amenaza la paz de la comunidad internacional».

El experto achacaba a la administración estadounidense falta de claridad a la hora de explicar los objetivos de esa intervención militar «de forma que el pueblo afgano los entienda». «Demasiada charla sobre la democracia y la construcción de la nación», ironizaba.

«Atrapar a Al Qaeda»

De hecho, recomendó al entonces Gobierno de Barack Obama que tuviese «un objetivo claramente definido» en Afganistán. «Fuimos allí para atrapar a Al Qaeda y a Bin Laden. No para atrapar a los talibanes. Hemos cambiado los objetivos y estamos intentando construir un gobierno en Afganistán con una persona que representa a una pequeña parte del pueblo y que es corrupta», decía en alusión al mandatario Hamid Karzai, quien llevaba en el poder desde 2001 con el respaldo de EEUU. El expresidente se ha convertido ahora en uno de los negociadores que busca un acuerdo con los talibanes sobre el futuro político del país.

En 2009, el agente de la CIA recomendó a la Casa Blanca que transmitiese a la población afgana que EEUU se marcharía de allí «cuatro meses después de atrapar a Bin Laden», algo en lo que Hillary Clinton tampoco le hizo caso: el líder de Al Qaeda resultó muerto en una operación secreta de EEUU en Abbottabad (Pakistán) en mayo de 2011. Las tropas americanas, según ha dicho el presidente Joe Biden, se retirarán definitivamente de Afganistán este 31 de agosto de 2021.

«Los talibanes están diciendo a la gente que estamos allí para quedarnos para siempre. Hablamos de democracia, etc. No les importa. Les importa la forma de vida. Es lo más simplista que hay. No podemos permitirnos reestructurar esa sociedad», reflexionaba Murray en 2009.