Donald Trump, quien se negó a reconocer la derrota ante Joe Biden en las presidenciales de 2020, estaba dispuesto a hacer todo lo posible para retener el poder. Por lo menos, así lo afirma el ex jefe del Estado Mayor del Ejército de EEUU, Mark Milley, en el libro ‘I alone can fix t’ (‘Solo yo puedo arreglarlo’).
En un comentario a los periodistas de The Washington Post y ganadores del premio Pulitzer Carol Leonnig y Philip Rucker, Milley revela que la retórica de Trump antes de las elecciones alarmó a los altos mandos militares, por lo que decidieron prepararse para un posible «ataque a la democracia». Incluso planearon una renuncia colectiva para dejar claro que no iban a apoyar un posible golpe de Estado.
«Pueden intentarlo, pero no van a tener éxito. No puedes hacerlo sin los militares, no puedes hacerlo sin la CIA y el FBI. Somos nosotros los tipos con las armas», declaró en ese entonces a sus subordinados.
Y después de las presidenciales, luego de que Trump rechazara aceptar la victoria del demócrata Joe Biden, la preocupación de Milley creció aún más.
En el libro de Leonnig y Rucker, el general compara a Trump con el dictador Adolf Hitler y lo califica de «líder autoritario clásico sin nada que perder». También compara la Marcha del millón, en la que miles de simpatizantes del candidato republicano salieron a las calles para protestar contra los resultados de las elecciones, con las manifestaciones de las camisas pardas (la milicia pronazi que impulsó el ascenso de Hitler al poder).
«Este es un momento como el del Reichstag… El evangelio del Führer», dijo Milley a sus asesores, en referencia al sospechoso incendio ocurrido en 1933 en la sede del Parlamento alemán. En ese entonces, Hitler aprovechó el incidente para consolidar el poder.
Una semana después de la victoria de Biden, Milley recibió una advertencia de un «viejo amigo».
«Lo que están tratando de hacer aquí es derrocar al Gobierno. Todo esto es real, hombre. Eres uno de los pocos tipos que están entre nosotros y algo muy malo», afirmó.
Días antes del 6 de enero, cuando los simpatizantes de Trump asaltaron el Capitolio, Milley les dijo a sus subordinados que «creía que Trump estaba avivando los disturbios posiblemente con la esperanza de encontrar una excusa para invocar la Ley de Insurrección» de 1807 que permite al presidente desplegar al Ejército para suprimir la violencia interna.
No obstante, el supuesto golpe de Estado nunca ocurrió, y el propio Trump respondió a las revelaciones de Milley.
«No me gustan los golpes. Nunca amenacé ni hablé con nadie sobre dar un golpe de Estado en nuestro Gobierno. Y si me hubiera dispuesto a dar un golpe de Estado, Milley habría sido una de las últimas personas con las que quisiera llevarlo a cabo», afirma, citado por AP.