Frédéric Martel decidió descorrer el velo de lo que se suponía, pero no se había probado: la sexualidad en la Iglesia Católica es desenfrenada como en la mítica Sodoma. Pero está llena de clósets donde el deseo reprimido se traduce a veces en abusos sexuales homosexuales o el recurrir a prostitutos. Todo escondido bajo la alfombra de la pureza. “En la Iglesia el abuso sexual es abuso homosexual”, sentencia.
En entrevista con LA SILLA ROTA, el escritor francés cuenta que, con base en más de mil 500 entrevistas, pero entre ellos a 41 cardenales, 52 obispos y monseñores, 45 nuncios y diplomáticos de alto rango, 11 guardias suizos y más de 200 sacerdotes y seminaristas en 30 países, se abre una Caja de Pandora.
A la pregunta de si El Vaticano es un club gay, el también periodista responde que no, pero “pero la homosexualidad es una mayoría y es un elemento clave para entender al Vaticano. Nadie puede entender a la Iglesia sin entender este código”.
En México, dice, el 75% de los sacerdotes viven en pareja en los estados de Oaxaca, Hidalgo y Chiapas.
Le llaman la atención personajes como Ángelo Sodano, poderoso ex secretario de Estado Vaticano y nuncio en la dictadura de Augusto Pinochet (Chile, 1978-1988), o Marcial Maciel, probado pederasta, pero también oscuro financiero (“El imperio financiero de los Legionarios de Cristo”, Raúl Olmos).
El título proviene de la Biblia, Génesis 19 sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra. Sodoma, según esa narrativa, no tenía “ni 10 personas justas” y por eso Dios decidió su destrucción. La homosexualidad y la concupiscencia fueron “castigadas”.
“La gente podría decir que es una caricatura, pero se creía que Dios destruyó esa ciudad por la homosexualidad. Es una historia falsa. Teólogos han dicho que no es real y no puede haberse destruido por la homosexualidad. Es posible que haya existido una ciudad y que se haya destruido por un terremoto, podría haber ocurrido algo. Pero no por la homosexualidad. El Evangelio en realidad ataca a los homosexuales”, explica Martel.
Hay muchas fuentes anónimas en el libro…
No, la mayoría no son anónimas. La gente da sus nombres, no son anónimos. Hay algunos, pero pidieron que fuera así.
Los más reveladores son anónimos…
Depende. El cardenal Alfonso López Trujillo (Colombia, 1935-2008), por ejemplo. ¿Por qué no se puede ser libre en la Iglesia? Esa pregunta es a la Iglesia. Mienten todo el tiempo.
Mucha gente habla, también uso archivos, documentos de Estado liberados en Chile, Colombia, informes de policía, entrevistas con prostitutos, con médicos.
Si se habla de la homosexualidad de alguien, por ejemplo, de gente muy importante en El Vaticano, hablé con uno de los 10 más importantes del Vaticano, y estaba hablando con grabación y sabía que era formal y él dijo: este cardenal se acostó con este tipo. Incluso tengo esa prueba de esa persona grabada pero no lo puedo mencionar por cuestiones legales. También es moral. Sacar del clóset a algún cardenal, especialmente cuando están vivos, es una decisión personal y de ética periodística.
El libro arroja luz sobre algo que teníamos idea que ocurría, pero ¿dinamita a la Iglesia Católica?
Estoy de acuerdo, lo que dijiste al inicio, tienes razón. Si la gente no lo creía, aquí hay evidencia. La gente sabe que algo importante está mal en la Iglesia y saben que tiene qué ver con la sexualidad, con la homosexualidad. No en todos los países, como en Italia. Pero en Polonia en una semana vendimos más de 10 mil ejemplares, para Polonia es bastante. En Francia igual en siete semanas casi 100 mil ejemplares.
¿Has recibido ataques?
No, por la razón de que antes de publicar el libro hubo cardenales sancionados, el nuncio en Paris Luigi Ventura fue acusado por cinco diferentes hombres. El cardenal australiano George Phell [fue acusado de abuso sexual]. Piensa que algún católico común y corriente va a pensar que es falso. No, saben que es real.
En México se logró que a una televisora le quitaran publicidad cuando se reveló lo de Marcial Maciel…
Es un libro complejo. Creo que hay por lo menos tres tipos de católicos. Hay izquierda católica, ellos me aman, pero ya no existen.
¿Francisco?
Sí, pero por ejemplo de influencia muy pequeña…
Pero es el Papa…
Pero… luego está la derecha y ahí está la identidad y ellos necesitan el catolicismo para seguir existiendo. Entonces no son verdaderos católicos, lo usan para ser derechistas y ellos me odian…
Son muy duros…
Sí, pero luego está la derecha normal católica, y ellos se quedaron muy tristes. Y están listos porque ellos no aceptan más escándalos.
¿El Vaticano es un club gay?
Pienso que no, en la definición no. Pero la homosexualidad es una mayoría y es un elemento clave para entender a El Vaticano. Nadie puede entender a la Iglesia sin entender este código. Nadie. Es el elemento clave.
No es precisamente un club gay, pero si es una mayoría homosexual, ¿por qué es tan homófoba la Iglesia?
Cuando digo que no es un club gay es porque no lo es, no es un cabildeo. Es un closet, cada uno está en su propio closet y no saben entre ellos a veces que son gays, no están organizados como gays. Incluso ni dicen que son gays. Lo que describo no es ser gay. Describo homosexuales muy reprimidos, sublimados y que se odian a sí mismos. Hay muchas cosas secretas, prostitución, abusos, mucho más de lo que ya sabemos. No es fácil explicar el abuso sexual.
¿Harías diferencia entre jerarcas católicos que cometen abusos sexuales y jerarcas que tienen una inclinación sexual, pero la reprimen?
Sí. Separo esos dos temas en el libro. En general en el mundo el abuso sexual es heterosexual, las víctimas son principalmente mujeres y niñas. Pero en la Iglesia las víctimas con 80-85 por ciento varones. En la Iglesia el abuso sexual es abuso homosexual. La homosexualidad no es la razón, la razón es una sexualidad basada en el odio. Es una manera de rechazar y odiar.
Y el tema principal no tiene qué ver con el abusador, sí porque es el culpable, pero el tema para mi es el encubrimiento. Si se hubiera detenido a Maciel en los 40 o 50 no habría habido este escándalo, lo hubieran encarcelado o dado rehabilitación y no habría todos esos casos. Pero le protegieron cuatro redes. Y creo que las cuatro redes eran homosexuales. Anticomunistas, los nuncios, El Vaticano, por supuesto, el clero aquí, obispos, cardenales. Los diplomáticos de El Vaticano, todos sabían, pero lo protegieron por razones políticas y muchas razones, por dinero y porque son homosexuales.
¿En algún momento la Iglesia le dará la vuelta, al celibato, a que los sacerdotes admitan su sexualidad?
No se puede detener la crisis del abuso si no se reconoce la sexualidad de los curas. El celibato fue un fracaso. En México, en Oaxaca, Hidalgo, Chiapas, el 75 por ciento de los sacerdotes viven con una mujer ahí. En las áreas rurales. En las ciudades son más o menos similares las cifras, pero para que un cura esté con su novio… Así que cuando los cardenales Juan Sandoval, Norberto Rivera, le piden a la gente que no tengan sexo antes del matrimonio, que no se divorcien o sean homosexuales, saben que no es así, y que mienten. Es un libro más pro Iglesia, porque explico el callejón sin salidas. No hay salida.
La salida es que admitan…
Sí, de acuerdo. Pero no le voy a dar consejos a la Iglesia y como periodista describo la realidad. Pueden tratar de cambiar, pero eso no es mi trabajo.
No es un libro agresivo a la Iglesia…
Algunas personas pensaron que era agresivo…
La realidad es agresiva…
Alguien me dijo que en el capítulo dos hago una caricatura de un cardenal, pero es así. Es describir la realidad. Si ellos tienen un cardenal así, es su problema.
Son casi mil 500 entrevistas y cantidad de personajes famosos, ¿alguno merece un libro aparte por sí mismo, por su historia?
El cardenal Sodano, también López Trujillo. Era homosexual y muy homófobo.
¿Algún mexicano?
Maciel…
¿Norberto, Onésimo…?
No quiero ser mala onda con ellos. López Trujillo no lo voy a juzgar por sus amantes, en Italia la prostitución es legal. Pero construyó toda una maquinaria contra la homosexualidad.
A Frédéric Martel, investigador y escritor, le tomó cinco años concluir su investigación y contó con un ejército de colaboradores en varios países, México incluido. Es doctor en Ciencias Sociales y ha realizado cuatro másteres en Derecho, Ciencias Políticas, Filosofía y Ciencias Sociales (universidad de La Sorbona). Ha sido profesor visitante en la Universidad de Harvard y enseñado en Ciencias y en la Escuela de Negocios de HEC, en París.
Es autor de una decena de libros, entre los que aparecen de la cultura en América (Gallimard, 2006), el best seller Cultura Mainstream (Flammarion, 2010; Taurus, 2011; convertido en 20 países) y Smart. Internet (s) (Stock, 2014; Taurus, 2014).
Como periodista, Frédéric Martel conduce el programa semanal Soft Power en la radio nacional pública francesa (Francia Cultura / Radio Francia). Es colaborador y columnista de temas internacionales en Slate.fr.
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