¿Bombas nucleares en Europa? Un año más cerca del desastre – #EnLaFrontera640

A los estrategas de EEUU no les molesta que caiga una bomba nuclear cerca de Lavapiés. La entrega de tanques Leopard significa escalar a una guerra declarada contra Rusia. La estrategia de Estados Unidos en la guerra de Ucrania es sencilla: que Europa ponga los muertos y Wall Street reciba los dividendos.

Salvados – «Yo creo que las compañías eléctricas no son las que tienen que pagar el bono social»

Eduardo Montes, presidente de UNESA, patronal de las grandes compañías eléctricas, asegura en ‘Salvados’ que si por ley tienen que acudir al bono social «nosotros cumplimos la ley a rajatabla». Sin embargo, a Montes no le parece bien que sean ellos quienes se hagan cargo del bono social y no se compromete a que las cinco grandes compañías eléctricas no recurran como pasó en 2009 si el Estado les pide que se hagan cargo del bono social.

Salvados: «Si una empresa puede hacer una mejora fiscal en otro país, tiene que buscarla»

Las ventan on- line de algunas empresas españolas como Zara tributaban en Irlanda para ahorrar impuestos. Juan Rosell, presidente de la CEOE comenta que «si una empresa tiene posibilidades en otros países de hacer una mejora fiscal hay que buscarla sin duda alguna», aunque «vaya en contra de España», contesta Évole.

Conde Torrens desmantela 2.000 años de historia en «Año 303, inventan el cristianismo»

Durante dos milenios, el cristianismo ha perdurado como una de las tres grandes religiones monoteístas del mundo. Ahora un voluminoso libro de casi 900 páginas sale a la luz para intentar demostrar que todo ello, a juicio de su autor, fue solo una idea del emperador romano Constantino, en el año 303.

En «Año 303, inventan el cristianismo» (Ediciones Alta Andrómeda) el investigador Fernando Conde Torrens defiende la tesis de que toda la historia del cristianismo se fraguó y se redactó entre ese año y el 313. Nunca hubo nada previamente, sino que todo es una invención que podría calificarse de literaria.

Todo esa historia, cimentada en lo que en la terminología cristiana se conoce como Nuevo Testamento, la escribieron dos personas a las órdenes de Constantino: Lactancio (considerado por sus biógrafos como un panegirista cristiano) y el historiador Eusebio de Cesarea, señala Conde.

A juicio del investigador, «Jesucristo es un invento literario de Lactancio. Es tan real como Don Quijote, Supermán o Luke Skywalkwer, es un personaje de ficción».

«Como regla general, que se hable por primera vez de un personaje famoso trescientos años después de existir éste, sin testigos coetáneos ni intermedios del mismo, plantea una duda muy seria sobre la historicidad de tal personaje. Sin duda, Eusebio tomó un arquetipo de verosímil factura, no iba a elegir un ser incompatible con su tiempo», afirma Conde.

De hecho, Conde va más allá en su tesis de lo que ya apuntó en el siglo XVIII el historiador inglés Edward Gibbon (1737-1794) en su monumental «Historia de la decadencia y caída del Imperio romano», cuando hace una revisión crítica de las fuentes oficiales cristianas, en particular en lo tocante al periodo de las persecuciones, cuyo alcance y virulencia reduce.

Gibbon sostiene que los cristianos recibieron notable tolerancia por parte de los ciudadanos paganos romanos e incide en que el cristianismo es en buena medida uno de los causantes de la caída del Imperio romano, en particular tras su adopción por Constantino como religión oficial en virtud del Edicto de Milán (313).

En este sentido, Conde subraya que «no hubo persecuciones ni mártires; ni Nerón quemó a nadie, ni Diocleciano persiguió a nadie».

«No hubo ‘persecución sistemática de cristianos’», entre otras razones -argumenta- porque «no existían físicamente, sino solo sobre el papel».

El estudio de Conde se basa y pretende concluir una investigación iniciada en 1850 en la Universidad alemana de Turingia con la que se trató de esclarecer la autoría de los textos sagrados del cristianismo.

A mayor abundamiento, Conde niega la existencia de un personaje fundamental en la historiografía y la teología cristiana como es San Pablo, el llamado «apóstol de los gentiles».

«Pablo no existió en absoluto. Es obra exclusiva de Lactancio, y en Pablo solo hay barbaridades y moral elemental», afirma.

En su libro, presentado en forma de ensayo novelado con un amplio anexo lleno de documentos y textos escritos en griego, Conde indica que si Lactancio fue el creador de la nueva religión, Eusebio se opuso a la falsificación y preparó los textos para dejar huellas de que todo era un invento.

En este sentido, Conde revela las técnicas empleadas por Eusebio para avisar al lector de que se encontraba ante una falsificación.

Entre esas técnicas, señala el investigador, se encuentran la doble redacción, las estructuras en ambas etapas de la redacción y, muy particularmente, los acrósticos, mensajes ocultos que el autor de un texto coloca al comienzo o al final de una frase, con firmas como «SIMÓN».

Conde disiente con la idea de que su libro sea una nueva obra apologética del ateísmo o del agnosticismo, como ya otros muchos autores han hecho, partiendo para ello del estudio crítico de los textos cristianos.

El investigador sostiene que su obra «es una invitación al Conocimiento», entendido como el logos griego.

«Hay en el Nuevo Testamento algo del Conocimiento de los griegos, menos del 10 por ciento, que está, además, mal traducido. Hay moral elemental, sobre todo en las Epístolas paulinas, otro 10 por ciento. El 80 por ciento restante son barbaridades doctrinales», señala.

«Occidente se merece más Conocimiento, y bien traducido, no ese escaso 10 % por ciento», recalca.

Mohamed VI, bueno; Putin, caca | Ana Pardo de Vera

La política exterior es compleja, y solo conocemos una pequeña parte de lo que se cuece internamente dentro de los gobiernos y de lo que traman los gobiernos entre sí. Con nuestro voto avalamos un programa electoral, pero también una determinada forma de hacer política, también política exterior, conforme a la máxima lealtad a unos valores ideológicos determinados. Nueva opinión de Ana Pardo de Vera