¿A ti también te han dicho que si te vas un fin de semana de tu casa, cuando vuelvas, puedes encontrarte a una familia ‘okupando’ tu sofá, las camas de tus hijos y la caseta del perro? ¿Eres de los o las que escuchan permanentemente en televisión, en la publicidad de empresas de seguridad, por la radio o lees en la prensa que no se puede dejar una casa sola en España porque te la ‘okupa’ enseguida gente que se lleva la vida bajo el brazo para instalarse en casas ajenas y después no hay quien la eche?
Yo sí, yo soy de las que escucha a diario que la población española se divide en dos tipos: los dueños de casas y los ‘okupas’ de las mismas. Así que esto que te voy a contar, te interesará, porque esta semana he comprobado que hay una información muy interesante que ha pasado desapercibida; y las mismas teles, publicidades, empresas de seguridad o medios que te han metido el miedo en el cuerpo para que te ates al sillón o a la cama, no te la han contado.
La semana pasada conocimos por el Ministerio del Interior, mediante la contabilidad de delitos de este tipo que hacen las fuerzas y cuerpos de Seguridad nacionales, autonómicas y locales, que esa ‘okupación’ que te quita la casa y el sueño se ha frenado por primera vez en siete años. ¿A que no lo sabías y, lo que es peor, el dato no ha salido más que en cuatro periódicos rojos y satánicos que defienden el derecho constitucional a la vivienda digna?
Pues hay más: la ocupación de viviendas, en realidad, llevaba subiendo desde 2016, aunque nadie te lo dijo entonces, y lo hizo con gobiernos de PP y PSOE, hasta 2022, que ha empezado a frenarse, con un 3,2% de casos menos, concretamente, 16.726 ocupaciones. Y tampoco te lo dicen. De estos cerca de 17.000 casos, además, ha habido usurpaciones, la inmensa mayoría, y allanamientos de morada, que son cifras marginales y aquellas con las que te aporrean la publicidad y el amarillismo.
Las usurpaciones son las entradas en pisos vacíos, abandonados en manos de bancos y fondos buitre y que muchas veces, es cierto, las aprovechan las mafias para hacer negocios
criminales, sea narcotráfico, subarriendos ilegales o trata de mujeres. Los macro-propietarios se desentienden de esas usurpaciones y también se desentienden de los problemas que puedan causar a su alrededor por razones obvias.
Los allanamientos, por su parte, son las ocupaciones residuales en viviendas habituales o segundas viviendas, mientras la publicidad y el amarillismo, insisto, te aporrean con ellas, ya sabes: “¡No bajes a comprar el pan, que te ‘okupan’ la casa y te quedas en la puta calle!”.
Se trata, y es un clásico de la manipulación política, de meterte el miedo en el cuerpo y que criminalices a quienes necesitan una vivienda, por migrantes o por pobres, da igual, y de paso,
criminalices a quienes defienden su derecho a ella, los demócratas. Acuérdate de esto cuando asomen la patita los alarmistas.