El mandatario propone aumentar el gasto en ayudas sociales y militar, con fuertes inversiones para combatir la influencia china. Quiere crear un impuesto del 25% a los multimillonarios (hogares que tengan más de 100 millones de dólares) y elevar el tipo del impuesto de sociedades del 21% al 28%, pero el rechazo de los republicanos dificulta el acuerdo para sacar adelante el presupuesto
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha presentado este jueves un ambicioso presupuesto en materia redistributiva, pero que tiene muy pocas probabilidades de ser aprobado por el legislativo, ahora que los republicanos dominan la Cámara de Representantes. La propuesta pretende aumentar el papel del estado en la economía, aumentando el gasto público de 6,3 a 6,9 billones de dólares anuales, mientras tata de aliviar la deuda federal, que está a punto de tocar techo. El plan para reducir esta deuda, que ya supera los 30 billones de dólares, pasa por fuertes incrementos de impuestos a los ricos y las grandes corporaciones, como ya anunció Biden durante el Discurso del Estado de la Unión del mes pasado.
Después de tres años de fuerte gasto por la pandemia, y de dos décadas arrastrando déficits presupuestarios, la disparada deuda (31,4 billones) ha puesto a EEUU al borde del precipicio de la suspensión de pagos. Un peligro que podría tener graves consecuencias si no se resuelve, llevando al país hacia una “devastadora” recesión, según alertó la secretaria del tesoro, Janet Yellen. Para aligerar esta carga, Biden necesita llegar a un acuerdo con los republicanos, que tienen la clave del desbloqueo desde su mayoría en la cámara baja. Pero ni están dispuestos a incrementar el techo de deuda ni a aprobar unos presupuestos que impliquen aumentar los impuestos, las dos propuestas fuerza del mandatario, que este jueves ha reiterado con su propuesta de presupuestos para el año fiscal 2024 (del 1 octubre de 2023 al 30 de septiembre de 2024).
El presidente se ha marcado el objetivo de reducir cerca de 3 billones de dólares de déficit en diez años, principalmente por medio de aumentos de impuestos a los ricos y las grandes empresas. Concretamente, su plan incluye un impuesto del 25% a los multimillonarios, es decir, a aquellos hogares que tengan más de 100 millones de dólares. Esto supone un plan más ambicioso del que propuso el año pasado, cuando pidió un impuesto del 20%.
Además, el mandatario pide a los legisladores que reviertan los recortes de impuestos a las grandes empresas que aprobó Donald Trump durante su presidencia. Concretamente, quiere elevar el tipo del impuesto de sociedades del 21% al 28%. Por otro lado, Biden quiere cuadruplicar el impuesto sobre la recompra de acciones (del 1%), una receta aprobada en 2022 como parte de la Ley de Reducción de la Inflación, que ve factible dado que, de momento, no ha asustado los inversores. Por último, el presidente plantea aumentar el impuesto sobre la renta de los norteamericanos que cobren más de 400.000 dólares hasta el 39,6%, tal como estaba antes de Trump.
Por otro lado, para reducir el déficit, los demócratas no solo quieren aumentar impuestos, también aligerar el gasto en múltiples partidas. Por ejemplo, el plan incluye ampliar la capacidad del Medicare (un seguro médico público para los mayores de 65 años) de negociar con las farmacéuticas los precios de las medicinas, algo que supondría un ahorro alrededor de los 160.000 millones de dólares en diez años. También propone poner fin a los subsidios de 31.000 millones para las compañías petroleras y de gas, eliminar el beneficio fiscal de 19.000 millones a los inversionistas en bienes raíces o retirar el subsidio fiscal de 24.000 millones a las transacciones con criptomonedas, entre otros.
Aumento del gasto social, militar e internacional
El dinero recaudado, según esta propuesta del presidente, serviría para pagar el aumento de gasto que suponen los presupuestos, que prevén un incremento gradual del gasto público hasta cerca de los 10 billones en 2023. De este modo, el presidente deja clara su intención de aumentar el papel del estado en la economía, incrementando la inversión en el Medicare y en otros programas sociales, en gasto militar y en ayuda a terceros países.
Este último punto también va en la línea de devolver a EEUU al papel de liderazgo global al que aspiró antes de la presidencia de Trump: prevé movilizar 6.000 millones de dólares más en ayuda en Ucrania, 7.000 millones en ayuda a los refugiados y 2.300 millones en el reforzamiento de las alianzas asiáticas, que garanticen “un Indopacífico abierto y seguro”, con el objetivo de contener a China. El gigante asiático se ha convertido en la principal preocupación geopolítica de la administración, y así lo subraya el documento de presupuestos: “China es el único competidor de Estados Unidos con la intención de remodelar el orden internacional y, cada vez más, con el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo”.
Con el objetivo de equiparar los recientes incrementos de China en materia de gasto militar, Biden propone que se inviertan 9.000 millones de dólares durante el próximo año en la “Iniciativa de Disuasión del Pacífico” del Pentágono, que incluye el desarrollo de nuevos sistemas armamentísticos para “proteger a los aliados” y “defender los intereses estadounidenses en la región”. Además, quiere destinar 400 millones a un fondo dedicado exclusivamente a contrarrestar la influencia del Partido Comunista Chino (PCC) en el extranjero. Entre otras medidas, este fondo serviría para denunciar las “campañas de desinformación” del PCC.
Oposición frontal de los republicanos
La propuesta de Biden es el disparo de salida de unas negociaciones con los republicanos que se auguran largas y tensas. Aunque todavía no han hecho su propuesta, los conservadores se oponen firmemente a las recetas del mandatario y buscan hacer permanentes los recortes de Trump. Además, piden reducir la inversión en los dos programas que generan más gasto anual: el fondo fiduciario medicare y la seguridad social, que están aumentando a medida que se jubila la generación del baby boom. Lejos de contentarlos, Biden ha propuesto este jueves nuevos incrementos en ambas partidas presupuestarias.
“Gracias a dios, la Cámara de Representantes es republicana”, dijo miércoles el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell. “Unos incrementos fiscales masivos y más gasto. Nada de esto verá la luz del día, y el pueblo americano puede dar las gracias a la cámara baja”. El líder de los demócratas en el senado, Chuck Schumer, respondió a su adversario político: “Biden está dispuesto a hacer aquello que los republicanos no hacen: reducir el déficit de manera realista y responsable sin recortar prestaciones de las que dependen decenas de millones de personas. A diferencia de los republicanos, el presidente está pidiendo a los más ricos entre los ricos que paguen algo más de impuestos”.
Ante las desavenencias, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha pedido altura de miras a los legisladores, asegurando que “aumentar el techo de deuda es la única alternativa real”. Una solución que Biden ha propuesto reiteradamente en las reuniones que ha mantenido este año con el presidente de la cámara baja, Kevin McCarthy, que tiene una capacidad de acción limitada porque lo sustentan al poder los votos del ala ultraderechista de su partido.
La deuda aumentó durante los mandatos de Trump y Biden
Los dos bandos del tablero político se culpan del problema de la deuda federal, que ha aumentado por las políticas expansivas de los años de covid, pero ya llevaba años aumentando, especialmente durante la presidencia de Trump (2016-2020). La Oficina Presupuestaria del Congreso calcula que los recortes de impuestos del expresidente costaron al gobierno federal cerca de dos billones de dólares. Además, la deuda siguió incrementándose después de su mandato, fruto del acuerdo bipartito con los demócratas para aumentar el gasto en ayudas sociales por la pandemia.
La misma oficina presupuestaria prevé que el déficit presupuestario, así como la deuda, siga aumentando durante la próxima década: si el último año fiscal se ha encontrado en 1,38 billones de dólares, se espera que a finales de este llegue a los 1,41 billones, y que continúe incrementándose hasta los 2 billones en 2032. Como consecuencia, las proyecciones en cuanto a la deuda indican un aumento de los 31,4 billones actuales a cerca de 52 billones en diez años.