Moreno pide al Gobierno mil millones de euros para combatir la sequía tras renunciar a 900 millones en impuestos propios

El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, ofrece al Gobierno central invertir la misma cifra que le reclama para infraestructuras hídricas, pese a suprimir el canon del agua por valor de 140 millones: “¡Pongan el dinero que nos morimos de sed!”

Moreno acusa al Gobierno de “fraude de ley” para limitar la autonomía fiscal de Andalucía “por la puerta de atrás”

El presidente de la Junta y del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, en la clausura del XVI Congreso Provincial del Partido Popular en SevillaEl presidente de la Junta y del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, en la clausura del XVI Congreso Provincial del Partido Popular en Sevilla Joaquin Corchero

“¡Pongan el dinero de una vez por todas, que nos morimos de sed!”. Con este grito, Juan Manuel Moreno desató este domingo el aplauso unánime de los militantes convocados a la clausura del congreso del PP de Sevilla. El presidente de Andalucía acababa de cerrar un discurso en el que empezó sacando pecho por su polémica reforma fiscal -que ha puesto patas arriba el debate de política nacional y que detraerá 900 millones de euros de las arcas públicas andaluzas- y culminó reclamando al Gobierno central entre 500 y mil millones de euros para construir las infraestructuras hidráulicas necesarias en un momento crítico de sequía.

Moreno ve una "oportunidad" en la crisis del Gobierno catalán para poner a prueba su reclamo fiscal con los empresarios

Moreno ve una «oportunidad» en la crisis del Gobierno catalán para poner a prueba su reclamo fiscal con los empresarios

Moreno venía de culminar una semana de protagonismo absoluto en la agenda nacional, que lleva 15 días orbitando alrededor del decreto ley de bajadas tributarias, convalidado el miércoles en el Parlamento andaluz con los votos de PP y Vox. La norma, con efectos en la declaración de este año, suprime el impuesto sobre el Patrimonio, que pagan las 20.000 rentas más ricas de la comunidad; deflacta el IRPF, con ahorro para todos los contribuyentes, y elimina el canon del agua durante un año.

El impacto global de esta rebaja fiscal en las arcas públicas, junto a las ya ejecutadas en la pasada legislatura, asciende a 900 millones de euros, de los cuales 140 millones corresponden a la supresión del canon del agua durante un año. Es un dinero que la Junta deja de recaudar, aunque desde el Palacio de San Telmo prefieren localizar “dentro del bolsillo de los andaluces”.

La filosofía económica del PP es liberalismo ortodoxo: menos impuestos igual a más consumo y mayor actividad económica. Está por ver todavía que el silogismo funcione, es decir, que dentro de un año haya nuevos contribuyentes censados en Andalucía gracias a la supresión del impuesto sobre el Patrimonio, y con ellos una inyección más beneficiosa del IRPF.

Entretanto, el Ejecutivo andaluz prescinde de esos 900 millones de euros de ingresos y, acto seguido, dirige la mirada a Madrid para reclamar entre 500 y mil millones de euros para impulsar infraestructuras hidráulicas estructurales con las que hacer frente al severo problema de sequía que sufre Andalucía. Este lunes, Sevilla y su área metropolitana decretan el estado de alerta por la sequía y empezarán a prohibir y sancionar el uso del agua potable para aspectos no esenciales.

La supresión del canon del agua, además, viene acompañada de un alegato en defensa de la colaboración público privada. El presidente andaluz se preguntó, en voz alta, por qué no encargar la mejora de las infraestructuras de abastecimiento a la población a empresas privadas especializadas en el sector, que pasa por instalar costosas desaladoras y mecanismos de reutilización del agua ya utilizada. La oposición de izquierdas le ha reprochado que delegue un servicio básico para la ciudadanía a una empresa privada que, llegado el momento, se regirá por criterios de rentabilidad, no de bien público común.

Autonomía fiscal

Durante la clausura del congreso del PP de Sevilla, Moreno reivindicó el protagonismo total de Andalucía esta semana, empujando al resto de comunidades autónomas, del PP y del PSOE, a seguir la senda de la bajada de impuestos. También el Ministerio de Hacienda ha lanzado su propia fórmula, una mezcla de rebaja fiscal para las rentas inferiores a 21.000 euros que se compensa con la subida impositiva a grandes fortunas y empresas.

En la práctica, esto desactiva la supresión del impuesto de Patrimonio recién aprobada en Andalucía, porque el dinero será recaudado por otra vía pero en vez de repercutir en las arcas andaluzas irá directamente al Ministerio de Hacienda. Moreno acusa al Gobierno de haber vulnerado “su autonomía fiscal por la puerta de atrás” y ha puesto a su equipo jurídico a trabajar en un futuro recurso ante el Tribunal Constitucional por invasión de competencias autonómicas.

Mientras el presidente andaluz reivindica con entusiasmo su reforma fiscal -“bajar impuestos es el camino”, gritó en Sevilla-, acto seguido reclama al Gobierno central fondos para las infraestructuras hidráulicas pendientes. El presidente andaluz ha ofrecido abonar la misma cantidad que acepte pagar el Ejecutivo de Pedro Sánchez, el 50% del total. “Si son 500 millones de euros, nos comprometemos a poner 500. Y si son mil millones, ya nos buscaremos las habichuelas para poner mil”, ha dicho.

Moreno ha colocado el problema de la sequía en el epicentro del debate político del arranque de legislatura. Las competencias del Estado sobre las cuencas andaluzas son ostensiblemente mayores que las de la Junta. Con todo, el presidente de la Junta ha lanzado un órdago al Ejecutivo central comprometiéndose a igualar la partida que ellos dispongan para construir las infraestructuras hidráulicas necesarias. “Pondremos el mismo dinero, pagaremos el 50%, aunque no sean de nuestra competencia”, ha afirmado.

Desde el Palacio de San Telmo defienden que ambos discursos son compatibles. La Junta defiende su autonomía fiscal para bajar impuestos, “en cumplimiento con lo anunciado en el programa electoral del PP con el que ganamos las elecciones con mayoría absoluta hace cuatro meses”, y a la par reivindicar al Gobierno “el dinero que nos corresponde en materia de financiación autonómica” y las inversiones necesarias para afrontar la “severa crisis de sequía” que azota a España, y que en Andalucía tiene especial incidencia, dado que la economía regional es muy dependiente del agua, tanto por el sector agroalimentario como por el turismo.

Andalucía cerró el mes de julio con un superávit en sus cuentas de 384 millones de euros, el equivalente al 0,22% de su PIB, y el presidente de la Junta ha anunciado que los próximos Presupuestos Autonómicos ascenderán a 45.000 millones de euros, 5.000 millones más que las cuentas en vigor.

El presidente de la Junta y “barón de barones” del PP cree haber recaudado ya mucho caudal político para sí mismo y para Andalucía tras anunciar, desde Madrid, una reforma fiscal que ha empujado a la competición al resto de comunidades y al mismo Ministerio de Hacienda.

El departamento de María Jesús Montero, tras reprochar el dumping fiscal a las regiones del PP y torcer el gesto por el anuncio de rebaja de impuestos del president de la Comunidad Valenciana, el socialista Ximo Puig, ha terminado entrando en el marco de debate que inauguró Moreno hace dos semanas.

La fórmula de Montero es, en realidad, una redistribución tributaria para que los de abajo paguen menos a costa de una mayor solidaridad de los de arriba. En la práctica supone deshacer el impacto de la supresión del impuesto de Patrimonio, aprobado primero por Madrid, luego por Andalucía, y disuadir al resto de comunidades para que sigan ese camino. La reforma tributaria del Gobierno aparecerá, previsiblemente, en los Presupuestos Generales para 2023, que contará con el voto en contra del PP. Algunas comunidades, como Madrid y Andalucía, ya amagan con recurrirlo ante la Justicia.

Las exenciones fiscales a la Iglesia pueden ser ilegales

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dictaminado que la exención fiscal que disfruta la Iglesia Católica en España del impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras puede ser una ayuda de Estado ilegal si las actividades ejercidas tienen naturaleza económica, un aspecto que debe determinar el juez nacional.

El «paraíso fiscal» de la Iglesia española: exención de casi todos los impuestos con la bendición del Vaticano

La Conferencia Episcopal disfruta de un amplio número de privilegios en materia de impuestos. Según datos de la organización Europa Laica, el Estado perdería cerca de 2.000 millones de euros al año a raíz de esta situación.

Conferencia Episcopal Española
Asamblea de la Conferencia Episcopal Española celebrada en abril de 2019.  Víctor Lerena / EFE

«La Iglesia católica española es inmensamente rica, posee innumerables inmuebles rústicos y urbanos (algunos de los cuales son fruto de expolios), bienes mobiliarios, artísticos y suntuarios de todo tipo«. Así resume la situación un manifiesto lanzado por Europa Laica a finales de diciembre pasado y que en algo menos de tres meses ha recogido cerca de 43.000 apoyos. «El Estado le permite, injustificadamente, la opacidad de sus cuentas, patrimonio, así como de las operaciones y transacciones económicas y, además, vive en un paraíso fiscal ilegitimo y presuntamente ilegal«, añade el texto.

El portavoz de Europa Laica, Juanjo Picó, señala que la Iglesia disfruta de una «exención generalizada» de impuestos. «Declara lo mínimo, tributa lo mínimo, y además lo hace con una opacidad total», sostiene. «Esa opacidad se la aplicamos el Gobierno, que debe ser el garante de la fiscalidad pública y publicar estos datos de forma transparente«, remarca Picó.

Las exenciones fiscales en el ámbito eclesiástico están íntimamente ligadas a las inmensas cantidades de dinero que ese mismo mundo percibe por concepto del IRPF y que en la campaña de la renta de 2020 superaron los 300 millones de euros. «Cuando en 2007 la Comisión Europea obligó al Estado a cobrarle el IVA a la Iglesia, la Conferencia Episcopal dijo que salía perdiendo, y hubo que compensarla. ¿Cuál fue la compensación? La subida del 0,5% al 0,7% del IRPF. Menudo negocio hizo el Estado: la Iglesia estaba pagando 38 millones de IVA, mientras que por pasar del 0,5% al 0,7% capturó en ese año 68 millones de euros más«. «Pero eso no es todo: hay que tener en cuenta que ese diferencial se ha mantenido durante todos los años posteriores», subrayó.

Actualmente, las exenciones fiscales de la institución católica están amparadas en la ley de régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo aprobada en 2002 y en la que se incluye a la Iglesia y al resto de «confesiones o comunidades religiosas que tengan suscritos acuerdos de cooperación con el Estado español» entre aquellas entidades que disfrutan de ese régimen especial.

De acuerdo a los datos publicados por la propia Conferencia Episcopal, esas exenciones alcanzan a los «donativos, las colectas, los rendimientos del patrimonio mobiliario (intereses, dividendos, etcétera) e inmobiliario (alquileres, etc.) y las plusvalías generadas por ventas de patrimonio», que no deben pagar el Impuesto de Sociedad.

Europa Laica estima que el Estado deja de ingresar cada año 2.000 millones de euros por esas exenciones

También están exentas «algunas actividades económicas de asistencia social, las prestadas en hospitales y colegios, las editoriales y librerías, las visitas culturales, la realización de cursos o conferencias, las actividades deportivas y aquellas cuyo importe no supere los 20.000 euros». En el caso del IBI, afecta a las «propiedades de la Iglesia en las que se llevan a cabo las actividades antes mencionadas». Del mismo modo, «las instituciones de la Iglesia quedan exentas de pago del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales«, entre otros. Europa Laica estima que el Estado deja de ingresar cada año 2.000 millones de euros por esas exenciones.

«La ley de mecenazgo supera por mucho a los acuerdos con el Vaticano, que sirven de suelo mínimo. El matiz es que la ley de mecenazgo podría quitarse mañana, pero los acuerdos, que tienen un trámite diferente, permanecerían«, afirma Picó, quien subraya que en el Concordato vigente con la Santa Sede «existe un mecanismo de compensación», por lo que «cualquier cambio legislativo que pueda perjudicar fiscalmente a la Iglesia debe ser compensado de alguna manera«, tal como ocurrió con el IVA y la subida de la asignación vía IRPF. «Por esos acuerdos, la Iglesia tiene al Estado cogido por el cuello», afirma el portavoz de Europa Laica.

«No hay ninguna organización que tenga el número de propiedades inmobiliarias que dispone la Iglesia»

«Prácticamente todos los beneficios fiscales vienen de esa equiparación al régimen fiscal de las entidades sin ánimo de lucro», señala a Público Carlos Cruzado, presidente del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha). «La diferencia entre sus beneficios y el de resto de entidades –continúa– es que no hay ninguna organización que tenga el número de propiedades inmobiliarias que dispone la Iglesia».

Inmuebles sin impuestos

Ahí entra en cuestión el capítulo del IBI. Cruzado alude precisamente a esa «exención que tienen en los arrendamientos» y que implica que exista «una cantidad de edificios arrendados por la Iglesia a empresas comerciales que no tributan por IBI, debido a que la Ley de Fundaciones exime del pago de ese impuesto IBI a todas aquellas actividades exentas del Impuesto de Sociedades». En esa línea, el responsable de GESTHA destaca que «están exentos los alquileres y también los rendimientos tanto de capital mobiliario como inmobiliario».

Estos aspectos han sido criticados en reiteradas ocasiones por organizaciones cristianas de base, un ámbito en el que hay permanentes cuestionamientos hacia tales privilegios. En esa línea, la comisión de laicidad del colectivo Cristianas y Cristianos de Base de Madrid (CCBM) advirtió en un documento publicado en marzo de 2020 que «ni los inmuebles destinados al culto ni los otros inmuebles pagan impuestos, a pesar de que en muchos casos la Iglesia obtiene beneficios importantes por actividades lucrativas diversas, por inversiones financieras o por ingresos de visitas turísticas, como la Mezquita de Córdoba y otras».

«Ningún privilegio»

En la página web dedicada a publicitar sus campañas de la renta, la Conferencia Episcopal se defiende de esas críticas, al tiempo que rechaza tajantemente que cuente con algún tipo de «privilegio». «El Acuerdo de 3 de enero de 1979 entre la Santa sede y el Estado Español establece el compromiso del Estado de colaborar con el adecuado sostenimiento de la Iglesia católica«, recuerda.

En el apartado titulado «Desmontando mitos sobre la Iglesia», defiende además que «ni las ONG, ni otras asociaciones, fundaciones, instituciones ni las otras confesiones pagan el IBI. Eso es así por la Ley de Mecenazgo que se aprobó en 2002. Esta Ley reconoce que hay multitud de asociaciones, instituciones, o fundaciones que realizan una gran labor que beneficia a toda la sociedad y de esta manera, el Estado las apoya no cobrando el IBI. Como ves, la Iglesia no tiene ningún privilegio. No hay ningún régimen especial, único o distinto para la Iglesia».

Un año desde que la Justicia europea volvió a reconocer que el Sáhara no pertenece a Marruecos

La UE recurrió la sentencia y el fallo definitivo del TJUE, que todavía no tiene fecha, se espera con expectación. Por lo pronto, todo sigue igual en materia pesquera, pero muchas cosas han cambiado en el terreno político.

Tribunal de Justicia de la Unión Europea en Luxemburgo. Imagen de Archivo.
Tribunal de Justicia de la Unión Europea en Luxemburgo. Imagen de Archivo.  Harald Tittel / dpa / EUROPA PRESS

Dos meses después del fallo de la corte de Luxemburgo, el Consejo de la UE lo recurrió ante el Tribunal de Justicia. Los europeos presentaron cuatro recursos de casación en los que demandan la anulación de la sentencia y que se condene al Frente Polisario a cargar con el coste judicial. La máxima instancia judicial europea debe ahora pronunciarse en un dictamen que será firme. Fuentes del Tribunal detallan que todavía no hay fecha fijada para la vista. De momento, este tiempo de gracia implica que la situación mantiene el statu quo​. Es decir, los pesqueros europeos pueden continuar faenando en las aguas saharauis, que hospedan a más del 90% de las capturas contempladas en el acuerdo de pesca UE-Marruecos, hasta que exista una sentencia definitiva. Y en contrapartida, Rabat sigue ingresando una media de 50 millones de euros anuales por la vigencia de estos contratos.

2016, 2018 y 2021. La Justicia europea ha anulado en varias ocasiones los acuerdos de liberalización comercial que absorben las tierras y recursos de un Sáhara Occidental «separado» y «distinto» del país ocupante. Las sentencias no se posicionan en contra la existencia de estos acuerdos, que la UE ha forjado con países de todos los rincones del globo, sino que deja patente que no pueden explotar los recursos de un territorio en proceso de descolonización sin el consentimiento de su pueblo. En la última sentencia, el TGUE estima que el Frente Polisario es un actor «responsable» y «autónomo» con «reconocimiento a nivel internacional» y le confiere capacidad procesal ante el juez de la Unión. En el otro lado, la posición europea es defender que sí consultó al pueblo saharaui a través de «consultas» a las «poblaciones afectadas». Con todo ello sobre la mesa, el movimiento más esperado es la sentencia definitiva del TJUE.

Entretanto, los grandes acontecimientos catalizadores a lo largo de estos meses en el tablero de juego han sido el cambio de postura propulsado por el Gobierno de Pedro Sánchez en torno al Sáhara Occidental y el estallido de la guerra en Ucrania. Hace seis meses, Rabat hacía pública una carta oficial en la que el Ejecutivo español respaldaba su plan de autonomía, al que se refería como la vía «más seria, realista y creíble» para solucionar el enquistado conflicto. El reino alauí siempre ha presionado a la UE para que reconozca su soberanía sobre el Sáhara, un pulso que recobró más fuerza tras el reconocimiento orquestado por Donald Trump y no revertido por su sucesor Joe Biden.

No obstante, una de las máximas que no ha cambiado ni durante este ni en los últimos años es la postura de la UE en este conflicto: una solución política justa, realista y duradera bajo el paraguas de la ONU. Pero el volantazo de Madrid también ha tenido eco en Bruselas. Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores y hombre de Sánchez en el Colegio de Comisarios, ha salido en varias ocasiones a subrayar que la postura española es compatible con la comunitaria. Sin embargo, sus últimas declaraciones al respecto en una entrevista de finales de agosto con RTVE levantaron polvareda. «La posición que tiene el Gobierno español era y es la de la UE. Es decir, defender la realización de una consulta para que sea el pueblo saharaui quien decida cómo quiere que sea su futuro», aseguró el diplomático desatando una rabieta entre los de Mohamed VI.

Está por ver, sin embargo, cuál es el encaje e impacto del acercamiento de Madrid a Rabat, que viven una luna de miel a costa de hacer saltar por los aires las relaciones con Argelia, en las negociaciones de pesca. Si se consuma la vía española, que reconoce de forma implícita la soberanía y la administración marroquí sobre el Sáhara Occidental, la tutela de este territorio podría cambiar. Y con ella, lo harían las reglas del juego. Es decir, desaparecería la principal objeción de la Justicia europea: que los acuerdos comerciales entre Marruecos y la UE cuenten con el beneplácito del Frente Polisario en calidad de representante del pueblo saharaui. En este hipotético y a priori no cercano escenario, los pescadores españoles o franceses seguirían faenando, las relaciones diplomáticas y comerciales entre Bruselas y Rabat se reforzarían. Ambas partes ganarían a costa del Sáhara Occidental, que sufriría un revés quizá irreparable.

Montaña rusa

En los últimos años, Marruecos se ha convertido en un aliado estratégico, clave y casi intocable para los europeos. El tropiezo más reciente en su relación fue la crisis de Ceuta, que desembocó en la primera resolución en dos décadas de la Eurocámara por los abusos de derechos humanos en el país norafricano. Pasado el temporal, las aguas volvieron a su cauce. En estos momentos, la UE ultima un incremento del presupuesto de 500 millones de euros para que el país magrebí refuerce su control fronterizo. Cortar el paso a las personas migrantes que llegan a través de las vías irregulares se ha convertido en una de las prioridades. La crisis alimentaria exacerbada por la guerra en Ucrania o los cada vez más extremos fenómenos de la crisis climática amenazan con ímpetu a los países africanos. Y en tiempos de turbulencias e incertidumbre, la UE está primando la estabilidad en su frontera sur y el control migratorio a través de las vías del Sahel o de la propia Libia.

Las consecuencias de la guerra en Ucrania son el otro factor de influencia en el cuarteto Bruselas-Madrid-Argel-Rabat. La urgencia por dejar de prescindir del gas ruso ha obligado a la UE y a sus Estados miembros a buscar otros mercados. Y Argelia es, precisamente, uno de los mayores productores del mundo de gas natural licuado. Preservar las buenas relaciones para explotar esta vía de suministro es uno de los objetivos. Pero desde el Ministerio de Asuntos Exteriores español mantienen el pulso en el rifirrafe diplomático ante un país que consideran que se está inmiscuyendo con presión o chantaje en los asuntos nacionales.

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