La gente hace cola para entrar en un colegio electoral durante el referéndum en Mariúpol, en Donbás, 24 de septiembre de 2022.
Hurto desvergonzadamente el título de una gran película soviética (Moscú no cree en lágrimas), porque resume maravillosamente la vida en Lugansk y Donetsk desde 2014.
Como la película, la del Donbás es una historia de amor, pero colectiva y heroica. De amor propio, que está culminando de manera lenta y sangrienta, hacia un final que no puede ser feliz, pero sí anhelado: la pertenencia definitiva a Rusia.
Orgullo es la palabra que define a los ciudadanos del Donbás cuando acuden a votar en el referéndum sobre la incorporación a la Federación Rusa, pese al ataque constante de la artillería ucraniana. Por seguridad, votan en los patios, en las escaleras de los edificios, en los lobbies de los hoteles, en sus propias casas.
Valientes son también las funcionarias electorales, la mayoría mujeres -los hombres están en el frente-, que recorren la ciudad con sus cajas selladas y un guardia, sabiendo perfectamente que son blanco obligado de los nazis que acechan a pocos kilómetros de aquí con sus cañones de la OTAN, y que han hecho de todo por impedir el voto.
Este lunes se han ensañado con el distrito Kirovsky: dos misiles Huracán desparramaron las diminutas minas antipersonales bautizadas aquí como «pétalos», porque se confunden con el follaje. Si ya es criminal el solo hecho de lanzarlas, se vuelve doblemente cruel hacerlo en otoño, cuando el suelo está lleno de hojas. Más de 50 personas -civiles- han sido víctima de estas trampas camufladas en los últimos dos meses.
El sábado 24, atacaron el patio de un edificio en pleno centro de la ciudad. Buscaban asesinar votantes, pero derribaron un árbol en el jardín de juegos infantiles.
El lunes, en el distrito Kuybishevsky, 13 personas cayeron muertas tras un ataque de artillería al mediodía en una zona comercial de alto tráfico. El jueves, fue el turno del mercado central de Donetsk, una hermosa estructura cupular, en que un bus fue impactado de lleno. Seis muertos más.
En Jersón, al oeste de aquí, un misil Himars norteamericano impactó el hotel donde se alojaban periodistas y funcionarios: dos muertos, uno de ellos un exdiputado ucraniano. Por avatares del destino, se salvaron los periodistas de la cadena RT que dormían en el cuarto contiguo; el camarógrafo quedó sepultado, pero ileso, entre los escombros.
En Zaporozhye atacaron la ciudad de Energodar, vecina a la planta nuclear, y lanzaron ocho drones suicidas contra la propia instalación atómica, que fueron derribados fuera de la zona de peligro por la defensa antiaérea.
Se suman coches bomba en Melitópol y Jersón, que estallan en las calles, y que la prensa occidental describe como «partisanos», para igualarlos a los guerrilleros soviéticos que combatieron la ocupación fascista alemana entre 1942 y 1945. Prensa que, por cierto, nunca informa del Dombás: aquí, para ellos, si pasa algo es culpa de los rusos.
Pese a todo eso, y a las amenazas de prisión para quienes voten, en tres de las cuatro regiones rusoparlantes- las dos del Donbás, más Jersón y Zaporozhye en el sur de Ucrania- el referéndum ya alcanzó el domingo quórum mínimo de 50 por ciento de participación para ser válido. En Donetsk llegaba a 77 por ciento y en Lugansk a 76. En Zaporozhye iba por el 51 por ciento, y Jersón 48,1.
Se espera que los resultados se publiquen el miércoles, y que en la misma semana los nuevos territorios de la Federación Rusa sean reconocidos por la Duma (Parlamento) rusa y por el Gobierno. El presidente Vladimir Putin será el encargado de anunciarlo al mundo: el mapa de Europa central sufrirá una importante modificación: ya este viernes, probablemente estaremos en Rusia sin movernos de aquí.
A partir de ahí entramos en territorio ignoto.
Lo que se sabe es que la Federación Rusa está apresuradamente agrupando una fuerza de al menos 300 mil soldados para garantizar la seguridad de los territorios y consolidar así sus avances en la Operación Militar Especial iniciada el 24 de febrero, y que representan casi un cuatro del antiguo territorio de la ex República Socialista Soviética de Ucrania.
También se sabe que la OTAN -el verdadero adversario de Rusia- no reconocerá el Referéndum, y a juzgar por su comportamiento desde febrero, multiplicará sus entregas de armas al régimen de Kiev, para extender la guerra.
El jefe en funciones en Kiev, Volodymir Zelensky, está sacrificando miles de soldados para por lo menos hacer el mayor daño posible y recuperar territorios en la zona Járkov (Este de Ucrania), hacia donde han lanzado todo lo que tienen, antes de que lleguen las tropas rusas.
Fuentes rusas ubican en más de 10 mil las muertes de soldados, militantes nazis y mercenarios en la reciente «contraofensiva» de Jarkov, que se encuentra estancada por la resistencia de los pequeños contingentes rusos y de milicianos del Donbás, y los ataques de la aviación y la artillería rusas.
Otra arremetida similar, en Jersón, culminó en una derrota estrepitosa.
El arribo de un número importante de tropas frescas y con experiencia de combate -el tipo de reservistas convocado por el mando ruso- cambiará esta situación. Hasta ahora el Ejército ruso no ha tenido como tal un papel de vanguardia en los combates terrestres; han sido milicianos y formaciones especiales como el grupo Wagner o la Guardia Nacional.
Lo que no se sabe, es qué hará la OTAN ante este escenario. Y tampoco lo que hará Moscú para detener el flujo ilimitado de armas de la OTAN, para sostener una guerra que Ucrania no puede ganar, y en que su papel es poner los muertos y asesinar civiles.
Como hemos sido testigos y también víctimas directas de esta política, aprendimos por qué aquí siempre nos dicen que con esa gente -los ultranacionalistas- no se puede hacer otra cosa que eliminarlos. Porque si se les deja intactos, agregan, seguirán haciendo lo mismo que en los últimos ocho años, en que han matado cerca de 14 mil personas, rehuyendo el combate y atacando impunemente a la población civil.
Muchos recuerdan que en 2014 también hubo plebiscitos -en toda la zona rusoparlante del sur de Ucrania- y también ganó abrumadoramente la propuesta de incorporarse a Rusia. Pero Moscú sólo reconoció a Crimea y quienes pudieron hacerlo -Lugansk y Donetsk- se declararon independientes. En las otras zonas, la revuelta se aplacó con sangre y represión sistemática al estilo Pinochet: secuestros, torturas, desapariciones forzadas, asesinatos. Sólo en Mariúpol, la comisión investigadora que dirige el periodista Maxim Grigoriev, ha certificado más de mil casos de desaparición forzada.
Por todo eso, y más, el pueblo orgulloso del Donbás no cree en lágrimas. Cree en sus votos y en las balas.
Alejandro Kirk, colaborador de HispanTV y enviado especial de Telesur.
Casi coincide esto con La Marcha Sobre Roma (en octubre de 1922). Yo ayer flipé cuando en TVE dijeron que la coalición reaccionaria de Meloni, Salvini y Berlusconi era centro derecha. Se ríen de nosotros
El ‘boom del ladrillo’ del largo bienio post-covid, que insufló más oxígeno a grandes capitales del planeta con el cartel de «burbujas inmobiliarias», comienza a desvanecerse.
Grúas de construcción. —PIXABAY
El precio de las viviendas inicia una etapa de regresión que se aventura de notable intensidad y volatilidad. No pocos expertos consideran que concluirá con aterrizajes bruscos en un sector que suele actuar como barómetro del clima económico de cada país. Porque los mercados de las grandes capitales del planeta emiten ya señales de humo inequívocas de una corrección en toda regla.
Lo hará después de marcar registros históricos, como los 111 millones de dólares que se pagaron por el Número 15 de Shouson Hill, edificio que alberga la residencia de magnates como Li Ka-Shing, una de las más grandes fortunas de China y que ha pasado por ser la operación inmobiliaria más cara de la primera mitad de 2022.
Este exclusivo y reconocido complejo de mansiones de Hong-Kong se ha erigido en el emblema -o en el último vestigio, dicho de otro modo- de la recién concluida etapa de esplendor del ladrillo, que se ha concentrado especialmente en grandes capitales norteamericanas, europeas y asiáticas y que se ha prolongado durante un largo decenio, con el altibajo asociado a la gran pandemia. Muchas de ellas, una docena larga, adquirieron durante varios ejercicios la condición de «burbujas» por la carestía de sus transacciones.
Pero, ¿cómo se ha gestado la regresión del sector? ¿Por qué se ha pasado de un mercado en auge a anticipar aterrizajes bruscos en los mercados de la vivienda? Y, sobre todo, ¿será el detonante de revueltas sociales? Un decálogo de factores se mezcla para explicar este cóctel.
Vista aérea de Shouson Hill, en Hong Kong. —Wpcpey
Las píldoras económicas y monetarias de la gran pandemia
El bienio del ciclo de negocios post-covid proporcionó a la industria inmobiliaria hormonas del crecimiento, a modo de estímulos económicos y monetarios. Los 15 billones de dólares que los gobiernos desplegaron en avales y ayudas a familias y empresas, sumados a los nueve billones de instrumentos y facilidades monetarias liberadas por los bancos centrales, ejercieron de combustible para sellar préstamos hipotecarios en condiciones ventajosas, con los tipos próximos a cero, y para acelerar decisiones de compra de viviendas. Y esto se combinó con una ampliación de la demanda de habitabilidad por los cierres masivos de oficinas tras la proliferación del teletrabajo que impulsó la firma y formalización de operaciones inmobiliarias; incluso en urbes con los precios por las nubes.
Subidas de tipos de interés en casi 100 bancos centrales
Sin embargo, la espiral inflacionista instaurada por la escalada energética desde el otoño pasado, y que ha intensificado las subidas de tipos de interés en alrededor de 90 bancos centrales, ha acabado con la inercia del negocio en numerosas latitudes del planeta. Esto sucede en un contexto nada alentador de deterioro en las condiciones hipotecarias y en los mercados laborales, con un otoño que se espera agitado en el orden energético y una incertidumbre geopolítica de voltaje. Un marco que conducirá a la paralización de promociones y a un retardo del ritmo de las transmisiones patrimoniales.
Los descensos en ciudades como Toronto, Nueva York, Sídney, Zúrich, Múnich, París, Londres o Hong-Kong -por poner sólo los ejemplos más evidentes de las burbujas en los mercados de más raigambre inmobiliaria, reconocidas en los últimos informes del banco de inversión suizo UBS– arrastrarán los precios del resto de urbes de sus respectivas naciones. Es el lema del negocio, tanto en episodios alcistas, como en épocas de ajustes. Y en todas ellas ya se empieza a observar la tendencia generalizada de esperar a ver cómo reaccionarán a corto y medio plazo unas economías, todas ellas de rentas altas, amenazadas por la recesión o en etapa contractiva, como la de EEUU. El largo decenio de rentabilidades inversoras superiores al 5% al año -con la única excepción del ejercicio 2016-, según MSCI IPD, firma de análisis y datos de mercado, toca a su fin. Después de que capitales como Hong-Kong o Auckland llegaran casi a duplicar su precio desde 2012, recuerdan en The Economist.
Las decisiones de compra se retrasan
En alguna de ellas, además, este empeoramiento de la coyuntura económica y de la atmósfera financiera se combina con otros parámetros más sectoriales, como las restricciones por el lado de la demanda, en medio de un tobogán descendente de precios. En Canadá, el mercado quizás más efervescente junto al neozelandés, con permiso del alemán o el suizo en Europa, registran tres caídas mensuales consecutivas. Mientras, Nueva Zelanda, que culminó 2021 con un alza de las transacciones superiores al 45% en el año y medio posterior a la crisis sanitaria de la covid-19, ha seguido la misma estela que la economía canadiense en los últimos tres meses.
En Suecia saltó la alarma en junio, con un retroceso del valor de las compraventas del 4%, el de mayor calado desde la crisis financiera de 2008. Pero en EEUU se paga ya más por tres meses de pagos hipotecarios que por el montante de los tres años precedentes. Y esto sucede en medio de un aminoramiento paulatino de las concesiones prestamistas destinadas a la vivienda desde enero, cuando la Fed (Reserva Federal estadounidense, el organismo encargado de subir o bajar tipos) inicia su rally alcista de tipos. En Reino Unido este punto de regresión se sitúa en abril, cuando se pierde el vigor hipotecario hasta los niveles previos a la epidemia y en mayo se inicia la caída de ventas; en nada menos que una décima parte de unidades en términos interanuales.
Los análisis hablan de un retroceso de entre el 5% y el 10% en EEUU y Reino Unido, afirman en la consultora Capital Economics. Si bien en Australia o Suecia el calibre de la caída será superior -de alrededor del 15%-, aunque aún lejos del 20% que presagian para Canadá, donde se precisan 3,5 millones de viviendas de nueva construcción hasta 2030, según el Gobierno del liberal Justin Trudeau. En Nueva Zelanda, siete de cada diez millenials han renunciado a convertirse en propietarios, una tasa histórica alta entre las generaciones jóvenes desde que se tienen datos, al término de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de sociedades de alto poder adquisitivo y próximas o inmersas en niveles de pleno empleo y, por ende, poco propensas a endeudamientos excesivos y, cada vez, más dispuestas a modificar hábitos de consumo para modelar sus propias calidades de vida.
Detonante de posibles protestas sociales
El acceso a la vivienda es un bien básico de primera necesidad amparado en la mayor parte de las constituciones de corte liberal-democrático. Pero, aun así, el Banco Mundial calcula que, en 2025, habrá 1.600 millones de personas que tendrán dificultades para acceder a un inmueble. Es una de las causas por las que el secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, acaba de alertar, en la Asamblea General de la institución, sobre posibles oleadas de revueltas y contestaciones sociales en todo el mundo. Como las que acontecieron en 2019, antes de que la covid-19 paralizara la actividad económica y la movilización social en todo el planeta.
El FMI también comparte este diagnóstico. «El coste de adquirir una vivienda ha crecido mucho más que el de las rentas personales», explican desde su sala de máquinas. Tesis que corroboran en un estudio realizado entre 200 ciudades por la consultora World Finance, en el que resaltan que el 90% de ellas resultan inaccesibles financieramente por sus altos costes inmobiliarios al exigir desembolsos medios anuales que triplican la renta per cápita del país.
En EEUU, otro informe, de Moody’s Analytics, asegura que apenas existen 1,5 millones de viviendas en stock de venta y alquiler, el dato más reducido de los últimos 30 años, pese a que el precio subió un 11% durante la crisis sanitaria y en más de 200 ciudades del mayor mercado del planeta el desembolso medio por adquirir un inmueble personal supera el millón de dólares. En Nueva Zelanda, el bienio de la covid-19 generó un encarecimiento del 22%.
En World Finance enfatizan que Hong-Kong es, por decimoprimer año consecutivo, la ciudad del mundo menos accesible para vivir por el continuo encarecimiento de los precios en su industria inmobiliaria.
Asia y Europa siguen la estela del ajuste inmobiliario global
La tendencia al contagio en Asia y Europa irá a rebufo. «Las correcciones en los precios tendrán un efecto directo sobre el consumo y el conjunto de las economías porque las compras de viviendas son un factor significativo de la salud financiera de los hogares», asegura Tuuli McCully, responsable de análisis económico de Scotiabank en Asia Pacífico. Esto ocurrirá con más intensidad en las latitudes donde la sincronización de las subidas de tipos de interés ha sido más intensa y agresiva, aclara Nirak Shah, de Bloomberg Economics, en referencia a las naciones de cultura anglosajona, situando a Canadá y Australia como los mercados más propensos a este estallido de sus burbujas inmobiliarias. Aún así, incide en que más de medio centenar de bancos centrales han aumentado al menos en 50 puntos básicos el precio del dinero en el último año y en que se esperan «mayores escaladas».
Obreros sobre una construcción en horas de trabajo. —PIXABAY
A juicio de Shah, Nueva Zelanda, EEUU y Reino Unido están en el siguiente estadio de reducción de precios. Mientras que República Checa -fuera de la eurozona- y Portugal, Austria, Alemania y Países Bajos -dentro del espacio monetario- serán los socios con caídas más pronunciadas, así como Corea del Sur en Asia. Una lista que coincide con S&P Ratings, cuyo diagnóstico se basa en unos cálculos que comparan los riesgos hipotecarios de las familias en relación a su PIB nominal. Dato que señala a Suecia como el mercado comunitario con mayores tensiones de deuda, que podría alcanzar hasta el 200% de los ingresos de cada unidad familiar.
El póker anglosajón -Nueva Zelanda, Canadá, Australia, EEUU y Reino Unido, por este orden- es el que también aparece en la visión de Goldman Sachs, dentro de un contexto de «un muy rápido deterioro del acceso a préstamos hipotecarios, con caídas drásticas de las ventas de viviendas y un duro aterrizaje con riesgos de calado sobre la profundidad y la durabilidad de las recesiones en vigor o en ciernes, según los países, y sobre el endeudamiento de las familias», explica Jan Hatzius, su economista autor del informe.
«Si las condiciones crediticias siguen aumentando, los mercados inmobiliarios mundiales se van a enfrentar a un examen crucial», advierte Shah, para quien «si los bancos centrales están dando pábulo a las subidas de tipos, quizás estén ya contribuyendo a plantar las semillas de la próxima crisis financiera». El último estallido de burbujas inmobiliarias estuvo ligado al credit crunch de los bancos en 2008.
Un encarecimiento súbito y de impacto mundial…
En JP Morgan recalcan que los precios de la vivienda en el planeta han repuntado a su ritmo más vertiginoso en los últimos 40 años. Al igual que los alquileres. En Europa, por ejemplo, los costes de subidas de rentas por arrendamientos en los tres primeros meses de 2022 llegaron al 14,5%, afirma el Índice Internacional de Rentas de City. Mientras, en Asia, donde se encuentran algunos de los mercados de alquiler más calientes del planeta, los desembolsos suponían algo más de la mitad de los ingresos de cada familia, a tenor de los datos de The Cost of Rent Index, donde se comparan los costes medios de alquiler de un apartamento de tres dormitorios en 50 naciones del continente más poblado del mundo.
… en unas sociedades con cada vez menos bienes de primera necesidad
Es la lectura que se resalta en el World Economic Forum (WEF), entidad gestora de las cumbres de Davos, que hace hincapié en que el incremento del coste de la vivienda repercute en la adquisición de otros bienes esenciales, como la cesta de la compra básica, los recibos de luz y de gas o el transporte, y en que la losa de las devoluciones hipotecarias suele ser un detonante que eleva el censo de personas sin hogar. Más de 100 millones de ciudadanos de todo el mundo se declaran como personas sin hogar, afirma UN-Habitat, programa de Naciones Unidas de desarrollo urbano y sostenible. Además de tirar al alza los IPC -en concreto, en sus rúbricas de bienes y servicios- en las sendas que acaban tomando las economías, bien hacia el vigor o hacia los números rojos o en la creación de empleo.
De hecho, Moody’s Analytics destaca la relación directa que existe entre trabajadores con unas bajas cualificaciones y reducidas ratios de productividad en sus centros fabriles, asociadas a la lejanía en la que se encuentran sus hogares respecto de sus áreas de trabajo. Esto en un momento en el que, además, y paradójicamente, se necesitaría construir 96.000 viviendas nuevas cada día para atender a unas 3.000 millones de personas que demandarían un acceso adecuado y asequible a un hogar en 2030. En especial, en 43 países, entre los que destacan Camerún, Egipto o Jordania, explica UN-Habitat, que pone como ejemplo a Japón, cuya política de vivienda accesible califica de «éxito, incluso en grandes ciudades»; la estrategia nipona también es resaltada por think tanks como Centre for Cities.
El BCE enciende las alarmas en Europa
La autoridad monetaria del euro da por descontadas rebajas del precio de la vivienda por la subida de los tipos hipotecarios en su último informe mensual, desvelado inmediatamente después del alza de tres cuartos de punto decretada este mes de septiembre. Y adelanta un descenso del 9% en el valor de los inmuebles en el espacio monetario europeo en los próximos dos años por cada punto que se eleven las tasas de referencia interbancaria. Con caídas substanciales de los flujos de inversión en mercados inmobiliarios como el alemán, como destaca el instituto Ifo desde el pasado mes de mayo.
Adam Slater, economista jefe para el sector inmobiliario en Oxford Economics, estima que los precios de la vivienda en las potencias de rentas altas «podrían estar aún un 10% sobrevaloradas, con una variación considerable entre ellas, pero con una tendencia general a medio plazo que apunta a una notable corrección». Un ajuste excepcional y uno de los de mayor calibre desde el año 1900, explica. Aunque, por comparación, en 2006, cuando se registró el techo del precio de la vivienda que desencadenó la crisis financiera dos años después, la sobrevaloración oscilaba entre el 13% y el 15%. Puesto en perspectiva -dice Slater- desde el inicio del siglo XX ha habido tres periodos evolutivos: una fase estable, hasta los sesenta; un periplo de crecimiento modesto hasta los noventa, y una etapa de dinamismo notable desde entonces. La actual burbuja supone un incremento real del precio del 43% desde el último decenio, cuando se pone coto a la crisis de la deuda europea.
Qué largas se hacen las semanas cuando las vacaciones de verano ya pasaron…
Eso sí, por fin dejamos de hablar de Isabel II y Carlos III, al menos por un tiempo.
En lugar de eso hemos pasado a hablar de medidas de ahorro energético, como ducharse juntos.
Empezamos así y a saber cómo acabamos.
Tenemos noticias. Se dice, se comenta, se rumorea, que Macarena Olona y Santiago Abascal no se llevan del todo bien.
¿Pelea interna en Vox? No creo, estarían a tope contándolo en las teles.
Ya hace tiempo que la cosa no iba fina pero no nos habíamos dado cuenta porque esta gente es experta en hacer teatro.
A ver, igual es un problema de que por lo que sea no se han entendido bien.
Ojo que esto puede hacer mella en la ultraderecha española.
Claro, Toni tiene que estar muy confundido ahora.
Esta semana la historia ha saltado por los aires y, en una entrevista, Olona ha hablado de la falta de democracia en Vox. ¿Cómo te quedas?
Para demostrar que se equivoca, en Vox han anunciado que ya no tiene cabida en el partido.
Bueno, veremos cómo acaba la cosa.
Hablando de la ultraderecha, esta semana le han dado un poco a lo que más les gusta, los bulos. En concreto se han inventado que Irene Montero defiende la pederastia.
Eso y otras barbaridades que no se pueden ni comentar.
Hace mucho que han pasado todas las líneas rojas.
Tiene mucha ironía, viniendo de quien vienen esas acusaciones…
También hay que tener espíritu de marioneta para creerse mierdas así.
Es como con los bulos sobre Alberto Garzón. Da igual que lo expliques con muñecos, los que se lo creen no atienden a razones. Es una batalla perdida.
Pero bueno, venga, no nos cansamos.
Por último, recordar que este fin de semana hay elecciones en Italia y la cosa pinta mal. Está la derecha, la ultraderecha, y la ultra-ultra-derecha. Van a acabar dando la vuelta.
La formación nacionalista celebra el aniversario de su asamblea fundacional con el objetivo de asaltar la Xunta de Galicia ampliando su electorado y atrayendo al votante galleguista que apoyaba a Feijóo.
Ana Pontón, en la celebración del Día da Patria Galega el pasado 25 de julio en Santiago. —César Arxina/EUROPA PRESS
El Bloque Nacionalista Galego (BNG) celebra este domingo y mañana lunes el 40 aniversario de su asamblea fundacional, celebrada el 25 y el 26 de septiembre de 1982 en el antiguo frontón de Riazor, en A Coruña.
«Somos la formación política que más se parece a Galicia«, comentaba Pontón el pasado jueves a Público en una conversación celebrada a pocos metros del frontón donde se fundó, cuando ella tenía 5 años, la organización que ahora dirige.
«El proyecto del BNG que hoy puede disputarle al PP la hegemonía en Galicia no es individual, sino colectivo, y engarza con el trabajo de estos 40 años en los que nos hemos ido transformando al ritmo en que lo ha hecho este país», añadía.
El BNG surgió de la unión de una constelación de partidos y organizaciones civiles que tenían en común la lucha antifranquista y la defensa de la identidad y la soberanía de Galicia, pero de muy diversa base ideológica y con un espectro de actividad que iba desde la defensa de los derechos civiles y lingüísticos al feminismo y el ecologismo.
En sus dos grandes polos se situaban los comunistas patrióticos de la Unión do Povo Galego (UPG), fundada entre otros por Xosé Luís Méndez Ferrín y Bautista Álvarez, y los nacionalistas del Partido Socialista Galego (PSG) de Xosé Manuel Beiras, que habían derivado hacia posiciones marxistas desde la socialdemocracia de corte europeo. Todavía sigue siendo una organización con partidos en su seno, pero la mayoría de los militantes lo son a título individual.
Ambas formaciones, que habían pedido el no a la Constitución del 78 al considerar que el modelo autonómico no resolvía las necesidades de Galicia, habían concurrido también en coalición a las primeras elecciones al Parlamento de la comunidad, donde obtuvieron tres diputados que fueron expulsados de la Cámara por negarse a jurar la Carta Magna.
En 1985 se quedaron con uno, Xosé Manuel Beiras, el economista y catedrático de la Universidad de Santiago quien ejercía de portavoz nacional de la formación desde sus inicios y quien se mantendría en ese cargo hasta principios del nuevo siglo.
Beiras fue ampliando el espectro electoral de apoyos al Bloque, que se convirtió en la segunda fuerza de Galicia hasta conseguir 18 diputados en 1997, adelantando al PSOE, y obteniendo en esos años alcaldías de ciudades como Vigo, Ferrol y Pontevedra, y gobernando en otras como A Coruña, Santiago, Lugo y Ourense en coalición con los socialistas. También llegando al Congreso con más de 300.000 votos que le dieron dos escaños, en una lista que encabezaba Francisco Rodríguez, secretario xeral de la UPG.
Además, Camilo Nogueira obtuvo un escaño en el Europarlamento con una candidatura únicamente galega y casi 350.000 votos,el top de apoyo electoral que ha tenido hasta ahora el partido.
De izquierda a derecha, Xosé Manuel Beiras, Encarna otero, Ana Pontón y Alfredo Suárez Canal, el pasado 14 de septiembre en la presentación del documental sobre los 40 años del BNG en Santiago. —Álvaro Ballesteroes/EUROPA PRESS
Las discrepancias entre Beiras y Rodríguez acabaron con la salida de la portavocía nacional y, en 2005, con su dimisión como presidente del Consello Nacional del Bloque. Ese año, con Anxo Quintana al frente, el BNG obtuvo sus peores resultados en lustros, quedándose con trece diputados aunque, paradójicamente, con capacidad para gobernar sumándolos a los 25 del socialista Emilio Pérez Touriño -el Parlamento gallego tiene 75 asientos-, situar a Quintana en la vicepresidencia de la Xunta y hacerse con las consellerías de Industria, Agricultura, Cultura y Vivenda.
Aquel Ejecutivo de coalición acabó con la era Fraga y puso en marcha proyectos ambiciosos, pero en 2009 el bipartito de Touriño se vino abajo cuando el Bloque perdió un diputado y Feijóo logró su primera mayoría absoluta.
A partir de entonces, dimitido Quintana, la formación se vio inmersa en una cruenta batalla interna que culminó en 2012 en la asamblea de Amio (Santiago), donde el Bloque se dividió en dos entre los partidarios de la UPG, que apoyaban la candidatura de Guillerme Vázquez como portavoz nacional y Francisco Jorquera como cabeza de cartel a las autonómicas, y los que defendían al tándem formado por Beiras y el entonces portavoz parlamentario, Carlos Aymerich.
La mayoría de estos últimos acabaron por abandonar la formación y acabarían configurando dos partidos nacionalistas fuera del BNG.
«Fue la situación más dolorosa que he vivido en toda mi vida», narra Encarna Otero, una histórica de la organización, en el documental que el Bloque ha realizado para conmemorar sus 40 años, y en el que hablan algunos de quienes se fueron. «Pero creo que valió la pena«, añade Otero. «Si Galicia está hoy donde está es gracias a aquella asamblea».
El BNG está hoy donde está, pero en 2012 Feijóo logró renovar su mayoría absoluta a pesar de que que sus políticas de recortes habían despertado un enorme descontento y de que la emergencia social de los movimientos ciudadanos estaba empezando a espumar. Aquella escisión quizá le ayudó.
La izquierda nacionalista se presentó dividida a las autonómicas de aquel año: Anova, el partido de Beiras, se alió con Yolanda Díaz en Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), que obtuvo 9 escaños, frente a los 7 del BNG. Cuatro años después, con Pontón como líder y cabeza de cartel elegida pocos meses antes, cayó hasta 6 diputados, mientras la sucesora de AGE, En Marea, aumentaba su liderazgo.
Desde entonces y en apenas un lustro, el Bloque ha recuperado e incluso superado el empuje que tenía en los tiempos de Beiras, y ha devuelto al Parlamento Gallego su tradicional configuración en tres único grupos: conservador, nacionalista y socialista.
«El cambio en el BNG tenía que venir desde dentro, tenía que protagonizarlo Ana Pontón», afirma Aymerich, hoy secretario xeral de la Universidade de A Coruña, en referencia a los vínculos de la nueva portavoz nacional con la UPG.
Ana Pontón y Alfonso Rueda, el pasado 6 de septiembre. —Álvaro Ballesteros/EUROPA PRESS
«Estoy muy contento y muy esperanzado, ya no soy militante del Bloque pero sigo siendo votante y ‘apoyante’. Ana es una óptima candidata, tiene todo para ser la primera mujer presidenta de Galicia y yo me alegro de que lo que algunos defendíamos hace años se ahora lo que ella propone, concluye el exportavoz parlamentario del Bloque.
Órdago
La transversalidad de Pontón hace aún desconfiar a alguna parte de la militancia, pero el órdago que lanzó hace un año advirtiendo de que no seguiría al frente del proyecto si el BNG no cerraba filas en torno a la forma que ella planteaba para arrebatarle el poder a Feijóo -un discurso centrado en el cambio y en la defensa nacional de Galicia, pero alejado de cualquier tesis independentista que pudiera complicar la ampliación del electorado del Bloque-, surtió efecto. Ella lo llamó «período de reflexión».
«Lo que Ana no quería es que hubiera parte del partido que se conformara con obtener un buen resultado en las próximas elecciones para seguir ejerciendo de eterna oposición», explica una fuente próxima a Pontón. «Ella está convencida de que el BNG puede presidir la Xunta, y ha logrado convencernos a todos de que no es una boutade», añade.
«El BNG ha recuperado la autoestima del pueblo gallego, por eso cada vez hay mas gente que se identifica con nosotros. La utilidad del Bloque está en defender el orgullo de la Matria, de as gallegas y gallegos. Lo mejor está por venir porque tenemos ganas, capacidad de trabajo, responsabilidad y lucha«, concluye la eurodiputada Ana Miranda.
Una investigación reúne los nombres, la procedencia, la organización política y las prisiones por las que pasaron aquellos que terminaron condenados por el régimen. También se recuerda a los torturados y asesinados de forma violenta, y los nombres de quienes perpetraron esos crímenes.
Fotografías inéditas desde dentro de las cárceles en las que se hallaban antifranquistas en la época del régimen.
Putxi, que había entrado en la cárcel en 1972 acusado de actividades antifranquistas y militar en el FRAP, cuando salió en 1975, se propuso homenajear a las miles de personas que en aquellos años copaban las prisiones franquistas. Entre barrotes vio que los que querían acabar con el régimen eran muchos más de los que pensaba en los años previos de libertad. Desde entonces, ha ido recopilando los nombres de todos ellos, las cárceles por las que transitaron y la organización política a la que pertenecían. Presos del franquismo de la A a la Z. La represión de la dictadura(1963-1977) (Fundación Aurora, 2022) es el resultado de tamaña investigación en la que se aglutinan 14.000 nombres de presos y presas, pequeñas biografías de algunos ya fallecidos y decenas de imágenes inéditas desde dentro de prisión.
El autor de la publicación, en realidad, se llama Luis Puicercús, aunque todo el mundo se dirige a él como Putxi desde que el etarra Imanol Urrutia, con quien compartía prisión en 1972, no supo pronunciar su apellido y le salió eso, Putxi. «Primero me serví de las cárceles por las que yo había pasado, Carabanchel, Jaén y Palencia, para empezar el listado de los nombres. En 2014 me puse más en serio para conseguir los miles de nombres que aparecen en el libro, justo en el periodo en el que está vigente el Tribunal de Orden Público», explica.
Fotografías inéditas desde dentro de las cárceles en las que se hallaban antifranquistas en la época del régimen.
Por fin, todos esos encarcelados por el franquismo debido a su actividad política tienen su nombre en un lugar, negro sobre blanco. Y en ese todos se engloban, como no podía ser de otra forma, ideologías tan dispares entre sí como opositoras al franquismo: anarquistas, comunistas y nacionalistas.
La monografía va mucho más allá de los presos del franquismo, pues su columna vertebral es la represión. Así pues, en sus 664 páginas también hay un espacio dedicado a los jueces del régimen y policías y militares torturadores, al igual que para aquellos antifranquistas que murieron violentamente en dependencias policiales y los otros tantos que, habiendo pasado o no por la cárcel, terminaron heridos o torturados.
Sin ayuda de las instituciones públicas
El trabajo de estos 14 años se ha basado en hablar con la memoria que continúa viva. Solo en un par de casos se han negado a aparecer en el libro, algo anecdótico según Putxi. El libro ve la luz, finalmente, sin la ayuda de ninguna institución pública, ni siquiera la de la Administración: «Cuando me he acercado a las cárceles provinciales me han recibido con buenas intenciones pero no me han dado ni un solo dato. Y yo necesitaba sobre todo aquellos datos de los compañeros que terminaron encarcelados por no poder pagar las desorbitadas multas económicas que el régimen les imponía», relata a sus 71 años.
Putxi, aunque pareciera mentira, no ha hecho ningún trabajo de archivo. Tampoco se ha quedado en su casa tecleando frente al ordenador. Su forma de trabajar le ha llevado a hablar con cientos de personas que le daban otros tantos nombres que apuntar en su larga lista. Además, Presos del franquismo de la A a la Z es especial por otra cuestión: el trabajo en común surgido entre colectivos comunistas y anarquistas. Este hecho emociona al autor, y reflexiona: «La unión es fundamental. Parece algo anecdótico, pero no, aquí hay gente que se ha volcado desde diferentes corrientes ideológicas y es la primera vez que anarquistas, comunistas y nacionalistas hemos coincidido para hacer un trabajo de esta importancia».
Fotografías inéditas desde dentro de las cárceles en las que se hallaban antifranquistas en la época del régimen.
La memoria por encima de todo, al fin y al cabo. Y la memoria, además del relato oral, tan importante para que la historia no se borre, también se puede escribir mediante imágenes. En el libro hay 300 fotografías de presos dentro de las cárceles, documentos históricos inéditos. Algunas de ellas, realizadas durante el día de la Merced, cuando las familias podían visitar a los encarcelados. Otra tantas, de Carabanchel en marzo de 1973, cuando el propio Putxi tuvo «el honor», tal y como recalca, de introducir en la cárcel una cámara clandestina.
Los datos, en manos de la Policía
Eloy Martín Nieto ha escrito una de las introducciones que preceden al listado de nombres. Él es un antiguo preso de la CNT y, actualmente, responsable de memoria histórica de la Fundación Aurora. «Ahora que lo veo, me doy cuenta de que hay gente en esas páginas que conozco pero no tenía ni idea de que habían estado en prisión», dice. Su fundación ha editado y financiado el volumen que más adelante subirán a la red íntegro para hacerlo llegar a la mayor cantidad de gente posible.
Este memorialista pasó dos veces por la cárcel. «Me detuvieron en marzo de 1972 y hasta junio de ese año no me soltaron. A los 15 días me volvieron a detener y me dejaron en libertad con cargos. Volví a entrar en la cárcel cuando terminé la mili en 1974, condenado por difundir propaganda ilegal«, relata él mismo. El periplo de Martín tuvo como protagonistas las prisiones de Carabanchel, Zaragoza y Segovia: «En cuanto salí en libertad, me reintegré en la CNT», confiesa.
Todavía recuerda lo que le sucedió cuando se jubiló. En aquel momento, Martín quiso convalidar el tiempo que estuvo en prisión, así que se acercó al Ministerio de Justicia a pedir su expediente. «Me dijeron que no, que ellos no tenían nada, que todo eso estaba en la Policía. Y así fue, en la Policía me dieron un documento en el que se explicaba dónde estuve y los días que pasé encarcelado. Me dijo uno de los que estaba allí que esos datos solo los utilizaban a nivel estadístico, pero me parece un poco raro que no los tengan en el Ministerio y sí en la Policía«, desarrolla.
Poner nombre a los etcéteras
José Benito Batres es otro de los nombres propios que aparece en el libro de Putxi. A sus 70 años aún recuerda cómo en 1967 entró a militar en las Juventudes Comunistas. «A mí me detuvieron siete veces, he estado encarcelado tres (1969, 1970 y 1972) y un total de cuatro años. La primera vez que me detuvieron tenía 15 años, la última, 20″, rememora este comunista. Terminó condenado por asociación ilícita y en dependencias policiales se negó a firmar que formaba parte del PCE. «Fueron a mi casa y se llevaron a mi hermano y no le iban a soltar hasta que yo firmase. Lo hice y le soltaron», recuerda. Carabanchel, Jaén y Segovia fue su recorrido penitenciario.
Fotografías inéditas desde dentro de las cárceles en las que se hallaban antifranquistas en la época del régimen.
«Este libro es importante porque, como he leído en algún sitio que le decía un preso a otro, muchos de nosotros somos el etcétera en la enumeración. Es decir, hay un par de decenas de militantes antifranquistas muy conocidos que pasaron por la cárcel, como Marcelino Camacho, pero somos miles los que lo hicimos», se explaya Batres. Desde su punto de vista, tendría que haber sido la Administración Pública la que debería recopilar todos estos nombres, y más con los ficheros que obran en su poder.
Este antiguo preso político del franquismo añade que el libro es una buena forma de saber que no todos los encarcelados por el régimen eran elementos subversivos: «Hay gente de la época de 1974 y 1975 que se manifestaban contra el dictador y que les detenían y pasaban unos días en prisión, pero eran gente moderadísima y que una vez que salieron de la cárcel jamás han militado en ninguna organización», explica.
‘Presos del franquismo de la A a la Z’ es un homenaje a todos esos etcéteras que dieron con sus huesos en las cárceles franquistas, que sufrieron torturas, violaciones y asesinatos. 14.000 personas en un libro, con su procedencia, su organización y las prisiones por las que pasaron, «debe ser solo el inicio para una investigación mucho más profunda, pero que sin duda partirá desde este trabajo», concluye Putxi.
Hace poco descubrí que la historia de los relatos es un relato en sí misma que casi siempre mejora o, al menos, complementa lo que se relata. Me di cuenta de que la mejor manera de que un artículo no parezca un sermón es narrar porqué una llega a pensar lo que piensa, con sus certezas y con sus dudas.
Muchas veces los pensamientos son fortuitos, fruto de conexiones arbitrarias, la suma de azares, tiempos e ideas propias y ajenas. Todo ese periplo prueba que casi ninguna idea es solo nuestra sino el fruto de un momento concreto de la historia.
Reconocer esa autoría universal resta soberbia a cualquier tribuna. Verse en los hombros de los gigantes, tanto de los que nos precedieron como de todos los que nos rodean, es ubicarse en el mundo.
Esta semana he cavilado sobre Begoña Villacís, la vicealcaldesa de Madrid, que se ha hecho fotos en desmantelamientos de chabolas sacando pecho por terminar con estos «okupas». Como era de esperar, en redes y en alguna tertulia la han puesto de vuelta y media.
Yo, al principio, no daba crédito. Pensé que era un meme. Luego la vi en una entrevista en televisión, donde llegó a alardear de llevar ya 597 chabolas derruidas. Dijo que lo hacen «teniendo cuidado» para «sacarles de la calle», que primero va el Samur Social y que si no aceptan la alternativa habitacional que les ofrecen es por motivos «en los que no vamos a entrar ahora».
Lo razonable sería mejorar los servicios sociales que invitan a salir de esas infraviviendas, preguntarse por qué no quieren ir a los refugios previstos para gente sin hogar. Reconocer que no se puede obligar a vivir de determinada manera, que se pueden destruir chabolas, pero no impedir que vuelvan a intentar construir hogares propios a pesar de su miseria.
Entre la frivolidad y la conmiseración con la que solemos mirar a esta realidad porque no es la nuestra, mientras no podía evitar fijarme también en el outfit de la demoledora, me vinieron dudas jurídicas: ¿Es legal destruir hogares cuando la Constitución blinda el derecho a la vivienda? Estamos en un país en el que solo tenemos un 1% de vivienda social, a pesar de tantos gobiernos socialistas. En Madrid, como en la mayoría de las comunidades, no hay viviendas sociales para todos los chabolistas. Entonces, ¿con qué derecho irrumpen y destruyen esas casas? ¿Por qué legalmente no se puede echar a alguien necesitado de una morada okupada sin darle alternativa real y sí se puede destruir la de alguien que ha tenido el coraje de construir algo sin apropiarse de nada? ¿Será que no hay abogados valientes y desinteresados dispuestos a poner en aprietos a Villacís y su pandilla devastadora? ¿Podría abrir causa de oficio la Fiscalía? ¿Será que los derechos solo se aplican a partir de determinada renta?
En las chabolas, mayoritariamente, viven familias. Allí disfrutan de cierta intimidad, de normas propias, de la libertad mínima que parecen no entender los nuevos adalides de la libertad castiza.
Superada mi sorpresa porque la escena fuera cierta, me acordé de un viaje en tren en 2017 que nos reunió en su cafetería andante con otras mujeres de su partido que ya no están. Entonces Begoña no parecía tan esclava de su imagen y podía pasar por ser de centro. Todavía su líder no había roto el hechizo con el que convenció a más de 4 millones de votantes en 2019: podemos pactar a derecha y a izquierda. Entre cafés y chascarrillos comentamos la caída en desgracia de Tania Sánchez. Reconocieron que era una pérdida importante porque era una gran política, rememorando algunos de sus intercambios dialécticos con ella. Un buen contrincante es un buen contrincante y mejora ambos discursos. Les recordé que en política caes si te confundes de líder. Tania eligió a Errejón en el Vistalegre que entregó el destino de Podemos en exclusiva a Pablo Iglesias.
Se hizo un silencio después de mi frase. Probablemente, hoy lo recuerdo más largo de lo que fue. Poco después de aquello, cayeron las señoras de aquel tren que no tenían poder electo o que se confundieron de jefe, jefa en este caso.
Visto desde aquí, recordando su silencio, pareciera que Villacís no está dispuesta a equivocarse de bando y por eso juega a varios. Si alguien pensaba que su futuro inmediato, después de perder el escaño en mayo –como prevén todas las encuestas y las elecciones anteriores desde su desvelamiento–, estaba en las filas azules, ahora tendrá que admitir que a las verdes lo mismo tampoco les hace ascos.
¡Qué pena, Begoña! ¡Qué desperdicio!
Tus hechos: ¿no parecen más dignos de un partido de ultraderecha que de uno que se llamaba así mismo progresista? ¿No será que en realidad estás ya haciendo campaña ultra?
Iraníes siguen rechazando los actos vandálicos. Teherán critica la expansión de asentamientos de Israel. Venezuela considera sanciones en su contra como crimen.
1. Iraníes salen por segundo día a las calles para mostrar su rechazo a los actos vandálicos orquestados por varios alborotadores infiltrados en los últimos disturbios.
2. Irán critica la expansión de los asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados. Asegura que la comunidad internacional con su silencio apoya estos hechos.
3. Venezuela denuncia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) las sanciones ilegales impuestas por EE.UU. en su contra. Las considera crimen de lesa humanidad.
Ministro venezolano de Defensa, Vladimir Padrino López (dcha.), y su par colombiano, Iván Velásquez, 24 de septiembre de 2022. (Foto: @PrensaFANB)
Los ministros de Defensa de Venezuela y Colombia abogaron por restablecer los lazos militares, tras reunirse en la ciudad venezolana de San Antonio del Táchira.
“Ministros de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, y de Colombia, Iván Velásquez sostienen encuentro para dar inicio a las relaciones bilaterales en materia militar”, informó el sábado la Cartera de Defensa de Venezuela.
En este marco, Padrino López subrayó en el encuentro que Venezuela y Colombia tienen una historia en común que las une y las convierte en países hermanos.
Además, el titular colombiano también informó de la instalación de una mesa de trabajo que definirá un cronograma de actividades para restablecer totalmente la comunicación entre las autoridades de los dos países.
El encuentro tuvo lugar mientras, según previsto, el lunes se reabrirán oficialmente los más de 2200 kilómetros de frontera que comparten los dos países, después de que las relaciones Caracas-Bogotá se rompieron en febrero de 2019, luego de que el Gobierno colombiano, entonces presidido por Iván Duque, decidiera reconocer como “presidente interino” de Venezuela al opositor Juan Guaidó.
Colombia ha sido el aliado más cercano de Estados Unidos en la región durante décadas, llegando a ser aliado estratégico fuera de la OTAN (acrónimo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte) durante la era Duque, sin embargo, con la llegada de Petro podría cambiar radicalmente esta relación.