El horror de la guerra no descansa. El drama bélico se vuelve costumbre para quienes sobreviven bajo dantescos escenarios, collages infames en los que el hambre le da la mano a la muerte de día y de noche. No hace falta que se vaya el sol para que llegue la oscuridad: en una veintena de lugares del planeta esperan que alguna vez se pueda amanecer en paz. Mientras, les toca morir dos veces: matan los misiles, pero también mata el olvido.

Es la guerra, la maldita guerra. Es África, es Asia. Es ahora también Europa. Se llama Ucrania y se llama Etiopía. Es la larga noche de Yemen. Es el día que nunca llega en Sudán del Sur.

Según datos recogidos por Escola de Cultura de Pau de Catalunya, existen 18 «conflictos armados graves» o de «alta intensidad» –sinónimos de guerra– abiertos en el mundo.

Ucrania

La invasión rusa de Ucrania ha supuesto el último capítulo de una historia de tensión y violencia que se remonta a finales de 2013. El Gobierno de Vladimir Putin emprendió el pasado 24 de febrero una serie de ataques que han provocado la indignación internacional. De momento, no hay caminos claros en torno a una posible salida negociada.

Camerún (Ambazonia/North West y South West)

Escola de Cultura de Pau subraya que «las dos regiones anglófonas del oeste de Camerún continúan afectadas por el grave clima de violencia como consecuencia de las acciones de los actores armados secesionistas, así como del excesivo uso de la fuerza y las operaciones de contrainsurgencia llevadas a cabo por las Fuerzas Armadas y las milicias locales». La violencia estalló en 2017. Según datos del International Crisis Group, ya ha habido más de 6.000 muertos.

Etiopía (Tigray)

En 2020, la región etíope de Tigray se vio afectada por una escalada de la tensión con el Gobierno federal que derivó en una confrontación bélica de graves consecuencias. El 4 de noviembre de ese año, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ordenó el inicio de una operación militar contra las autoridades de esa región fronteriza con Eritrea. Tras la ofensiva se desencadenaron duros enfrentamientos y una escalada del conflicto, provocando el desplazamiento de miles de civiles. La ONU alertó que se estaba desarrollando una crisis humanitaria a gran escala.

En noviembre pasado, el presidente de EEUU, Joe Biden, afirmó que Etiopía no cumple con los requisitos de elegibilidad de la Ley de Crecimiento y Oportunidades para África (AGOA) «por graves violaciones de los derechos humanos reconocidos internacionalmente». «Estamos ante un conflicto al que se suma un deterioro de la economía y perturbaciones climáticas que están agravando la situación humanitaria de más de 26 millones de personas», subraya Pilar Orduña, responsable humanitaria de Oxfam Intermón.

Malí

Este país africano es escenario de múltiples violencias. En su informe sobre los conflictos que atraviesan el mundo, Escola de Cultura de Pau destaca que el sufrimiento en gran parte del territorio maliense se debe a las acciones armadas perpetradas por grupos de corte yihadista, a lo que se suman enfrentamientos entre milicias de las comunidades fulani, dogon y bambara y choques armados entre las dos coaliciones de grupos yihadistas en la región, así como las respuestas no menos agresivas de las fuerzas de seguridad. El horror se ha cobrado desde 2012 al menos 25.000 vidas. Según ACNUR, 2,5 millones de personas se vieron desplazadas de sus lugares de residencia a causa de esta dramática situación.

Mozambique (Norte)

La provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, padece desde finales de 2017 un conflicto armado protagonizado por el autodenominado Ahlu Sunnah Wa-Jama (ASWJ). La organización armada de carácter yihadista hizo su
primera aparición en octubre de ese año con el ataque a tres puestos policiales en el distrito de Mocimboa de Praia. Desde ese momento, Cabo Delgado ha sido el epicentro de un aumento en la actividad violenta en el país. Médicos Sin Fronteras alertó recientemente de que «la crisis humanitaria persiste y cientos de miles de personas desplazadas sobreviven en condiciones precarias».

Región Lago Chad (Boko Haram)

La secta islamista Boko Haram reclama el establecimiento de un Estado islámico en Nigeria y considera a las instituciones públicas nigerianas como corruptas y decadentes. El informe de Escola de Cultura de Pau alerta sobre la «persistencia de las actividades de Boko Haram, a pesar de las operaciones contrainsurgentes, provocando nuevos desplazamientos de población y agravando la crisis humanitaria existente», marcada por «violaciones generalizadas de los derechos humanos, entre ellas masacres de civiles, la mutilación y el secuestro de menores y la violencia sexual contra ellos».

Región Sahel Occidental

La región occidental del Sahel (norte de Malí, norte de Burkina Faso y noroeste de Níger) se ve afectada por una situación de inestabilidad creciente que tiene un origen multicausal. Se combina la existencia de redes de criminalidad transfronteriza en el Sahel y la marginación y subdesarrollo de las comunidades nómadas tuareg en la región, entre otros factores. A todo esto se une la expansión de las actividades de los grupos armados de Malí a la región fronteriza con Níger y Burkina Faso.

«La situación se ha deteriorado drásticamente», destaca Orduña. En esa misma línea, el documento de la Escola de Cultura de Pau alerta de la «situación de inestabilidad derivada de la presencia y expansión de la insurgencia yihadista de origen argelino AQMI, su fragmentación y configuración en otros grupos armados de corte similar, algunos alineados a Al-Qaeda y otros a ISIS, que en la actualidad operan y se han expandido por la región».

República Centroafricana

Desde su independencia en 1960, la situación en la República Centroafricana (RCA) se ha caracterizado por una continua inestabilidad política, que ha desembocado en diversos golpes de Estado y dictaduras militares. Existe una confrontación entre élites políticas de etnias del norte y el sur que compiten por el poder y minorías que se han visto excluidas de él. «Los conflictos de la región han contribuido a acumular restos de armamento y combatientes que han convertido al país en santuario regional», destaca Escola de Cultura de Pau.

República Democrática del Congo (este)

El actual conflicto tiene sus orígenes en el golpe de Estado que llevó a cabo Laurent Desiré Kabila en 1996 contra Mobutu Sese Seko, que culminó con la cesión del poder por parte de éste en 1997. Posteriormente, en 1998, Burundi, Rwanda y Uganda, junto a diversos grupos armados, intentaron derrocar a Kabila, que recibió el apoyo de Angola, Chad, Namibia, Sudán y Zimbabwe, en una guerra que causó alrededor de cinco millones de víctimas mortales.

El control y el expolio de los recursos naturales han contribuido a la perpetuación del conflicto y a la presencia de Fuerzas Armadas extranjeras. La firma de un alto el fuego en 1999, y de diversos acuerdos de paz entre 2002 y 2003, comportó la retirada de las tropas extranjeras y la configuración de un Gobierno de transición y posteriormente, en 2006, un Gobierno electo. Sin embargo, este proceso no supuso el fin de la violencia en el este del país.

RDC (este-ADF)

Las Fuerzas Democráticas Aliadas-Ejército Nacional de Liberación de Uganda (ADF-NALU) es un grupo rebelde islamista dirigido por combatientes ugandeses y congoleses que opera en el noroeste del macizo de Rwenzori (Kivu Norte, entre RDC y Uganda). En sus orígenes contaba con entre 1.200 y 1.500 milicianos reclutados principalmente en ambos países y en Tanzania, Kenia y Burundi. Es el único grupo en el área considerado una organización islamista, y está incluido en la lista de grupos terroristas de EEUU.

Somalia

El conflicto armado y la ausencia de autoridad central efectiva en el país tienen sus orígenes en 1988, cuando una coalición de grupos opositores se rebeló contra el poder dictatorial de Siad Barre y tres años después consiguieron derrocarlo. Esta situación dio paso a una nueva lucha dentro de esta coalición para ocupar el vacío de poder, que ha provocado la destrucción del país y la muerte de más de 300.000 personas desde 1991, a pesar de la fracasada intervención internacional de principios de los noventa.

Los diversos procesos de paz para intentar instaurar una autoridad central han tropezado con numerosas dificultades, entre las que destacan los agravios entre los diferentes clanes y subclanes que configuran la estructura social somalí, la injerencia de Etiopía, Eritrea y EEUU y el poder de los diversos señores de la guerra. Al-Shabaab siguió siendo la principal amenaza para la seguridad y la estabilidad.

Sudán (Darfur)

El conflicto de Darfur surge en 2003 en torno a demandas de mayor descentralización y desarrollo de la región por parte de diversos grupos insurgentes, principalmente SLA y JEM. El Gobierno respondió al levantamiento utilizando a las Fuerzas Armadas y las milicias árabes janjaweed. La magnitud de la violencia cometida por todas las partes contendientes contra la población civil ha llevado a considerar la posibilidad de la existencia de un genocidio en la región, donde ya han muerto 300.000 personas desde el inicio de las hostilidades, según Naciones Unidas.

A esta dimensión se suma la tensión intercomunitaria por el control de los recursos (tierra, agua, ganado, minas), en algunos casos instigada por el propio Gobierno. La región de Darfur continuó siendo el epicentro de la violencia armada en Sudán.

Sudán del Sur

El acuerdo de paz alcanzado en 2005 que puso fin al conflicto sudanés reconocía el derecho de autodeterminación del sur a través de un referéndum. No obstante, el cese de la guerra con el norte y la posterior consecución de la independencia para Sudán del Sur en 2011 no lograron llevar la estabilidad a la zona meridional. «Las disputas por el control de territorio, ganado y poder político se acrecentaron entre las múltiples comunidades que pueblan Sudán del Sur, aumentando el número, la gravedad y la intensidad de los enfrentamientos entre ellas», destaca Escola de Cultura de Pau.

Afganistán

El país ha vivido en conflicto armado prácticamente de forma ininterrumpida desde la invasión de las tropas soviéticas en 1979, cuando se inició la guerra entre las fuerzas soviéticas y afganas por una parte, y las guerrillas anticomunistas islamistas (muyahidín) por otro. Los talibanes tomaron el control del país en agosto de 2021 ante la mirada impávida de la comunidad internacional. El Frente de Resistencia Nacional liderado por Ahmad Masud encarna hoy el principal grupo armado contra el poder talibán.

Myanmar

Desde 1948 decenas de grupos armados insurgentes de origen étnico se han enfrentado al Gobierno de Myanmar reclamando un reconocimiento a sus particularidades étnicas y culturales y demandando reformas en la estructuración territorial del Estado o la independencia. Las operaciones militares han sido constantes en estas décadas, y han estado especialmente dirigidas contra la población civil, con el objetivo de acabar con las bases de los grupos armados, provocando el desplazamiento de centenares de miles de personas.

«El número de desplazados internos en Myanmar desde la toma del poder por parte de los militares en 2021 ha superado el medio millón de personas, alcanzando unas 503.000», señala un informe de ACNUR publicado el pasado 1 de marzo.

Irak

El territorio iraquí es otro escenario de violencia cronificada. En diciembre de 2021 concluyó la misión de EEUU en ese territorio, marcada, al igual que Afganistán, por otro fracaso: lejos de vivir en paz, Irak sigue inmerso en un panorama preocupante. Escola de Cultura mantiene a este país en el listado de lugares que sufren conflictos violentos graves.

Siria

«Los sirios han sido sometidos a violaciones de los derechos humanos a escala masiva y sistemática», lamentaba este viernes 11 de marzo el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Sus palabras coincidían con un nuevo aniversario de la guerra que sufre este país desde 2011 y que ha tenido como protagonistas al Gobierno de Bashar al-Assad y a grupos armados de distinta inspiración.

Según datos de ACNUR, hay 5,6 millones de refugiados y 6,7 millones de desplazados internos. La guerra se traduce además en otro número de espanto: el 80% vive en situación de pobreza. «La situación humanitaria es devastadora. Hay más de 13 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria», remarca Orduña desde Oxfam Intermón.

Yemen

Yemen también es escenario de una grave crisis humanitaria provocada por la guerra. Desde marzo de 2015, una coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos bombardea las zonas del país controladas por los rebeldes hutíes. El último informe de la organización yemení independiente Mwatana for Human Rights señala que a lo largo de 2021 se produjeron 839 incidentes de daños a civiles y objetos de carácter civil en los que murieron y resultaron heridos más de 782 civiles. «Más del 80% del país necesita ayuda humanitaria urgente», apunta Pilar Orduña. La muerte se niega a dar tregua en este otro punto crítico del planeta.